Mal de ojo, de Cristian Robles

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Edición original: Mal de ojo (Mamut Cómics, 2024)
Guion: Cristian Robles
Dibujo: Cristian Robles
Color: Cristian Robles
Traductor:: Raquel Reboredo
Edición: Maxi Luchini y Ed
Formato: Rústica. 64 páginas. 15€

Mitología galega en clave pop.

«¡Pensaba que no existían!»

A Santa Compaña, el Sacaúntos, las meigas, los trasnos o las mouras forman parte de la riquísima mitología y el folclore galego que están compuestos por relatos y cuentos que trataban de ofrecer explicaciones a lo misterioso y desconocido que rodeaba a quienes habitaban en esa zona. Una mitología que resulta tan fascinante como la grecorromana, la nórdica o la japonesa, pero que es mucho menos conocida en nuestro propio país que esas que vienen de otros entornos geográficos. Al igual que sucede con la de otras regiones de nuestro territorio. Ese desconocimiento provoca que tampoco haya obras de ficción que las usen de manera habitual, una situación a la que no es ajena el cómic, pese a algunas notables excepciones como la reciente Villanueva (Astiberri) de Javi de Castro que exploraba el folclore leones. Una reducida lista a la que se puede incorporar desde principios de este año Mal de ojo, un cómic en el que Cristian Robles (Barcelona, 1990), que firma también como Kensausage sus trabajos, repasa la enorme variedad de criaturas que habitan la mitología galega desde una mirada moderna y para todos los públicos. Se trata de un volumen editado con primor por Bang Ediciones dentro de su sello Mamut Cómics que recopila la serie de historietas de dos páginas que ha ido creando en los últimos años para el periódico infantil O Papagaio editado en galego.

En cada una de las treinta historias contenidas en Mal de ojo Cristian Robles nos presenta a una criatura distinta extraída de la mitología y leyendas galegas, pero en lugar de optar por una versión más acorde con la tradicional nos las presenta en un entorno actual que hace que las veamos desde una óptica moderna, aunque respetando los elementos tradicionales como la conexión que tienen con la naturaleza y tampoco que se trata de historias destinadas al público infantil, pese a que las puede disfrutar cualquiera que se acerque a ellas. Al tratarse de historias para todos los públicos, Robles debe dejar de lado su gusto por el gore y el humor negro que vimos en Gourmeat (Reservoir Books) para decantarse por un tomo y un humor más accesible, pero sin dejar de lado del todo los elementos de terror y misterio que acompañan a las criaturas. Al igual que sucedía en esa obra, el tratarse de historias breves de una duración fija no conlleva que el autor catalán caiga en la repetición de esquemas, aunque siempre comience con una breve presentación de la criatura que protagoniza la historia, tengan a niños como coprotagonistas, una estructura de página fija de tres tiras de tres viñetas por página y acaben en muchas ocasiones con un giro inesperado, casi siempre de carácter cómico. Pero cada una tiene los suficientes elementos diferentes para hacerlas únicas y frescas, aunque como es habitual no todas tengan el mismo nivel de calidad.

Pero si algo brilla por encima de todo en estas historias es la capacidad de Robles para crear un mundo en el que lo moderno se mezcla con lo tradicional dando a luz unas criaturas tan identificables con la representación más habitual que tenemos de ellas como maravillosamente diferentes y personales. Algo que consigue, sobre todo, por un uso del color formado por una paleta de colores primarios, casi planos, que brillan con luz propia y revisten el resultado de un tono pop que en nada tienen que ver con las sombras con las que solemos asociar estas historias y criaturas. Algo que unido a su trazo limpios y sintético sirve para crear un mundo en lo ordinario se mezcla con lo extraordinario el que no resulta para nada raro encontrarnos con el singular catálogo de esas traviesas criaturas de pesadilla que inevitablemente nos traen a la mente los yokais de Shigeru Mizuki, que, aunque sean estilos completamente diferentes, tienen esa cualidad de resultar icónicas sustituyendo para siempre nuestra percepción anterior de esas criaturas.

En Mal de ojo Cristian Robles nos ofrece una maravillosa reinterpretación de la mitología galega en clave pop para todos los públicos, pero sin tratar a los lectores como si no fueran capaces de entender sus historias. Una joya que se convierte en una forma maravillosa de empezar a conocer una mitología tan fascinante como las más conocidas y que sirve para poner en valor nuestra cultura muchas veces está injustamente desplazada.

Lo mejor

• Lo bien que explica las características básicas de cada criatura y su diseño.
• El maravilloso color.
• No trata a los lectores como si fueran tontos, independientemente de su edad.

Lo peor

• Deja con ganas de mucho más.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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