EX MACHINA: EN PIE DE GUERRA, de Brian K. Vaughan, Tony Harris y Chris Sprouse

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Edición original: Ex Machina # 17-20 USA + Ex Machina Special #1 y 2; Wildstorm/DC Comics.
Edición española: agosto de 2007; Norma Editorial.
Guión: Brian K. Vaughan.
Dibujo: Tony Harris y Chris Sprouse.
Entintado: Tom Feister y Karl Story.
Color: JD Mettler.
Formato: tomo recopilatorio de 144 págs.
Precio: 12 €.

 

Durante la última década, una nueva hornada de jóvenes guionistas ha representado la materialización de un relevo generacional que muchos aficionados pedían a gritos, destacando especialmente el rol que Brian Michael Bendis o Geoff Johns, por poner dos de los más ilustrativos ejemplos, desempeñan en la construcción de los Universos Marvel y DC, respectivamente. Aún perteneciendo a esta generación, el escritor Brian K. Vaughan (Cleveland, EE.UU.; 1976) ha optado por seguir un camino sensiblemente diferente al de sus colegas. Tal vez con la intención de preservar su independencia, tal vez por no haber surgido la oferta adecuada, Vaughan siempre ha mostrado su predilección por emprender proyectos de creación propia o, en su defecto, afrontar etapas acotadas en colecciones ajenas, además de reservar espacio y tiempo en su agenda para formar parte del equipo creativo de Lost (Perdidos), una de las más exitosas producciones televisivas contemporáneas.

Runaways, Y, El último hombre, o sus aportaciones a Ultimate X-Men o El Escapista dan fe de lo comentado en líneas precedentes, aunque a día de hoy, la serie con la que ha logrado un mayor reconocimiento es Ex Machina, fabulación política en la que el lector asiste a la narración de la pintoresca historia de Mitchell Hundred, Alcalde de Nueva York que en su momento ejerció de superhéroe bajo el sobrenombre de “La Gran Máquina”. El presente artículo pretende analizar En pie de guerra, cuarto tomo recopilatorio publicado por Norma Editorial, donde Brian K. Vaughan y Tony Harris (acompañados por Chris Sprouse), vuveln a incidir en esta curiosa mezcla de géneros político y superheróico.

Análisis argumental

En pie de guerra (Ex Machina # 17-20) se centra en las consecuencias de la decisión tomada por Mitchell Hundred, quien contraviniendo las recomendaciones de la Guardia Nacional, y el sentir de la inmensa mayoría de los neoyorquinos, autoriza una manifestación contra al intervencionismo militar en Irak de la administración encabezada por George W.Bush. Durante dicho evento, los asistentes son víctimas de un ataque terrorista con gas ricino, siendo Journal Moore, antigua asistente de Hundred, una de las manifestantes afectadas.

El atentado desencadenará una serie de agresiones racistas perpetradas por un pequeño grupo de ciudadanos radicalizados, quienes aprovecharán la inseguridad y crispación palpables en el ambiente para centrar las sospechas en minorías étnicas. Además de tratar de poner freno a la oleada de crímenes racistas, Mitchell tendrá que tranquilizar a los diferentes líderes religiosos de la ciudad, al tiempo que poner sus extraordinarias habilidades al servicio de la Comisaria Angotti para tratar de detener cuanto antes al causante del pánico que asola a La Gran Manzana.

Por su parte, Vida y muerte (Ex Machina Special #1 y 2) relata cómo la concesión de una entrevista a la WNYY, emisora radiofónica de Nueva York, terminar poniendo en serios aprietos Hundred cuando Dremaceo, presentador del programa, le pregunta directamente si cree que algunos criminales merecen morir por sus acciones. De forma instintiva, el alcalde rememora su primer enfrentamiento con Jack Pherson, archienemigo de La Gran Máquina.

Brian K. Vaughan: ¿agitador de conciencias?

Una de las peculiaridades más evidentes del estilo de Vaughan es la pretensión de conectar con el lector mediante la introducción en sus guiones de constantes referencias a la cultura popular: cine, televisión, cómics, literatura o pintura están presentes en las diferentes colecciones de las que este escritor se ha encargado durante su carrera. Pero para comprender el grado de implicación e identificación que provoca en sus lectores habituales, no debemos perder de vista el hecho de que, al igual que muchos de sus colegas, el de Cleveland suele optar por construir a sus personajes a partir de arquetipos fácilmente reconocibles, para posteriormente, sorprender con un desarrollo que no suele obedecer a los cánones establecidos. Por supuesto, en la verosimilitud de sus obras, juega un papel determinante la introducción de elementos políticos, es decir, el comentario y desarrollo de situaciones y dilemas éticos y morales que, por su universalidad y vigencia, hacen pensar que lector y personajes habitan mundos muy similares.

En Runaways, además de plantear la enésima vuelta de tuerca al género superheróico adolescente, aprovechaba la oportunidad para analizar la sociedad adulta desde la óptica de unos jóvenes héroes (más circunstanciales que vocacionales) que por el errático y cuestionable comportamiento de sus progenitores, fundadores del grupo de supervillanos conocido como El Orgullo, temen que alcanzar la edad adulta implique terminar convirtiéndose en lo que más odian. La carga metafórica subyacente (¿qué clase de mundo heredaremos de nuestros padres?) además de evidente, conecta a la perfección con las preocupaciones inherentes al periodo adolescente.

Y, El último hombre, probablemente su mejor obra, toma elementos prestados de la ciencia-ficción y las road-movies, para ahondar en la hipótesis de qué pasaría si tan sólo permaciera vivo sobre la faz de la Tierra un único hombre. A partir de esta premisa, se construye un interesante juego de política-ficción que, mediante situaciones extremas, aborda el análisis de diversos aspectos de la actividad política, militar, comercial y sexual de nuestra sociedad.

Con Los leones de Bagdad, Vaughan se adentró en el terreno de la fábula para, a través de la perspectiva de una manada de leones, afrontar un análisis tan simplista como estéticamente brillante (mérito de Niko Henrichon) del conflicto bélico que desde el año 2003 enfrenta a los Estados Unidos con Irak, y en última instancia del por desgracia tan vigente dilema entre libertad y seguridad.

Pero la mayor muestra de la implicación política de este autor es, con diferencia, Ex Machina, tebeo con el que Vaughan ha ido un paso más allá. Y es que vocacionalmente, esta obra pretende analizar las dificultades con las que día a día se puede encontrar un político en el ejercicio de su cargo: manejar a los miembros de su equipo, contentar a los votantes, o lidiar con los grupos de presión y medios de comunicación. Todo un desafío, a la altura del más temible de los supervillanos. En este punto, su principal mérito es el de no regir ningún tema, por polémico que éste sea: religión, sexo, drogas, racismo, criminalidad, pena de muerte, conflictos bélicos vulneradores de la legalidad internacional, etc.. Vaughan se muestra como un guionista valiente en el planteamiento de la temática de fondo de Ex Machina, aunque tal atrevimiento pierde empuje cuando llega el punto de decantarse por una opción política concreta, lo cual no es necesariamente negativo. El escritor de plantea una serie de dilemas éticos, morales y políticos, pero en lugar de exponer abiertamente sus opiniones (o las del personaje principal de este cómic) prefiere plantear resoluciones alejadas de lo drástico, dejando en manos del lector la interpretación última de la historia narrada. Sin embargo, en más de una ocasión, los razonamientos esgrimidos pecan de simplistas, y en otras de artificiosos, al tiempo que la indefinición de Hundred puede llegar a resultar un tanto forzada, debido a su tendencia hacia lo políticamente correcto, y a la doble moral que en más de un momento evidencia. Aunque, bien pensado, estos caracteres suelen concurrir en la inmensa mayoría de los integrantes de la clase política…

En pleno siglo XXI, el que Brian K. Vaughan se decante por abordar este tipo de temas no debería suponer ningún tipo de mérito o valor añadido a sus guiones, pero no es menos cierto que en el enjuiciamiento de toda obra de arte no se puede dejar de tener en cuenta las diversas circunstancias que influyen en su creación. Que los EE.UU. están muy alejados de la imagen de “tierra de la libertad y las oportunidades” que desde hace décadas nos pretenden vender, es más que evidente, hecho que, sumado a una hipocresía que parece no tener limites, dificulta considerablemente la labor de quienes, contraviniendo las más «correctas» corrientes de opinión y modos de actuar, siguen empeñándose a tratar todo tipo de temas. El que esta actitud se mantenga en un medio como el cómic, en su vertiente más comercial (no caracterizada precisamente por lo arriesgado de sus planteamientos) es tan sólo una de las virtudes de esta obra, y uno de los méritos de los que se hace acreedor quien se ha ganado a pulso el derecho a ser considerado como uno de los mejores guionistas del cómic mainstream norteamericano.

Valoración personal

Es complicado mantener un nivel creativo tan alto como el que este guionista suele mostrar en sus cómics, más aún cuando el listón se sitúa a una altura como la alcanzada por Ex Machina, donde lo atractivo de su premisa inicial, y el grado de inspiración puesto de manifiesto en sus primeros arcos argumentales, supondrían un obstáculo realmente intimidatorio para el más diestro de sus colegas. De momento, Vaughan logra mantener el tipo, aunque a punto de llegar al ecuador de esta colección (recordemos que se prevén un total de cincuenta entregas), el desconcierto del lector puede ser considerable: ¿estamos ante un tebeo de superhéroes con elementos políticos, o ante un tebeo de políticos con pinceladas de género superheróico? El equilibrio corre más peligro que nunca, pues el ritmo de la alternancia entre los diferentes pasajes se antoja por vez primera inadecuado, sin llegar a acertar con el tempo de la historia.

A su vez, la introducción retroactiva de Pherson en el pasado de La Gran Máquina resulta un tanto desconcertante, por lo inesperado de su irrupción, y por responder de forma demasiado literal a los clichés propios del género superheróico. Pero lejos de denegarle a Vaughan una confianza de la que se ha sobradamente merecedor, prefiero otorgarle el beneficio de la duda, a la espera de comprobar si con Malos Humos, quinto tomo de la colección, a la venta en librerías especializadas desde el día de ayer, retoma las riendas de una historia tan ambiciosa como interesante y adictiva.

En cuanto al apartado gráfico, Tony Harris continúa realizando un trabajo más que notable, con sus habituales puntos fuertes (sensación de realismo, papel clave en la delimitación del tono de la obra) y débiles (expresividad y dinamismo). Comentar como curiosidad que en las dos entregas de Ex Machina Special es sustituido por un acertado Chris Sprouse, cuya labor en Tom Strong comentamos la semana pasada. Sprouse no llega al nivel de detallismo de Harris, pero su narración es mucho más fluida. En su línea, se emplea a fondo para terminar firmando cuarenta y ocho páginas al nivel que se le presupone, hasta el punto de antojarse como la elección perfecta para sustituir al dibujante titular.

En resumidas cuentas, más de lo mismo, que no es poco, aunque tal vez con menos intensidad e inspiración de la esperada.

Enlaces de interés

Página web oficial de Brian K. Vaughan.
Página web de Jolly Roger Studio, estudio de Tony Harris.
Reseña de Ex Machina: Estado de emergencia.
Reseña de Ex Machina: La Marca.
Reseña de Ex Machina: Realidad contra ficción.
Artículo: Y, el último hombre: Ciencia ficción contemporánea, por José Torralba.
Reseña de Y, El Último Hombre, Ciclos, Un Pequeño Paso, y Comedia y Tragedia.
Reseña de Y, El último hombre: Palabra Clave.
Reseña de Y, El último hombre: El Anillo de la Verdad.
Reseña de Y, El último hombre: Chica con chica.
Reseña de Runaways: Orgullo y Alegría.
Reseña de Runaways: Erial Adolescente + Descubiertos.
Reseña de Runaways: Los buenos Mueren Jóvenes + Dieciocho.
Reseña de Runaways: Creyentes.
Reseña de Runaways: Cruce Estelar + Coste Este / Costa Oeste.
Artículo: Los leones de Baghdad, una fábula adulta, por José Torralba.

Un saludo y hasta la semana que viene! (eso espero)

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José Torralba
24 noviembre, 2007 12:02

Pues para mi esto es un cómic mainstream con la triste connotación de falta de profundidad. Línea ABC aparte, Wildstorm parece incapaz de crear un producto como en su día fue Sleeper, alimento para el entretenimiento y el intelecto a la vez.

Ex-Machina toca muchos palos políticos, sí… muchas veces con valentía y otras con doble moral. Pero como apuntas en el artículo, se ve incapaz de desarrollarlos con un mínimo de interés; de ahondar más allá de un cliché político de corte independiente/progresista.

Por mi parte seguí la serie hasta el tercer tomo. Estaba esperando una reseña fiable del cuarto. Y, transcurrida ya la mitad de la serie (Vaughan la planificó para unos 50 números), no creo que vaya a dar un giro a estas alturas.

PD. Y el fotorrealismo de Tony Harris no me gusta nada… es lo más estático e inexpresivo que he visto desde hace muchísimo tiempo. Alex Ross es también fotorrealista, pero mucho más plástico en comparación.

Cannonball
24 noviembre, 2007 12:15

Ross es mas hieratico, por lo que su estilo solemne se adapta mejor a los comics de SH’s, pero Harris es mejor narrador, al menos para mi, asi que lo prefiero de largo. Ademas, suele cambiar de registro en funcion de las necesidades de la obra…

Y hablando ya del comic en si, pues yo tambien echo de menos que Vaughan se moje un poquito mas, que los primeros numeros parecia que estabamos frente a un comic mas rupturista y al final esta resultando ser bastante convencional, para que engañarnos. Sin embargo ¡me entretiene! y con eso me basta para que continue en la lista de la compra.

P.D. ¿nadie le ha echado un ojo a The American Way?

José Torralba
24 noviembre, 2007 13:22

A mi Tony Harris me parece excesivamente limitado por los referentes fotográficos que toma. A veces hay una discordancia excesiva entre lo que el personaje dice y lo que su cara expresa, sólo porque su modelo no había sido capaz de captar el matiz necesario (al principio pensé que era cinismo o doblez en el personaje, pero no es así).

Cannonball
24 noviembre, 2007 13:47

Solo puedo decirte que eches un vistazo aqui:

http://www.theartistschoice.com/tharris.htm

A ver si logro hacerte cambiar de opinion 🙂

José Torralba
24 noviembre, 2007 15:36

Bueno… lo has conseguido parcialmente :p

Dejando aparte que son portadas, me gusta más cuando no usa referentes fotográficos o, al menos, no los hace tan implícitos (como en Conan). Sin embargo la portada del número 2 de Los Inmortales no me gusta nada.

Pero como dibujante regular, que era a lo que me refería con mi comentario, su deuda con la fotogafía es grande. Tanto es así que presenta numerosas carencias cuando prescinde de ella o se aleja del referente (así a bote pronto… en Down donde muestra muchas incoherencias en lo que se refiere a proporciones e iluminación).

José Torralba
24 noviembre, 2007 16:31

Bueno… como precisión decir que prefiero uno al otro; pero realmente no me gusta ninguno de los dos. Prefiero otro tipo de dibujo… Sale, Risso, Buckingham, Phillips, Cassaday…

Jabberwocky
Jabberwocky
Lector
24 noviembre, 2007 18:12

«A veces hay una discordancia excesiva entre lo que el personaje dice y lo que su cara expresa»
http://www.theartistschoice.com/scans/tharris/BatmanLOTDKIrresistablept1-169-4.jpg xD
David, yo creo que Harris esta al mismo nivel que todos estos que has mencionado, depende de los gustos de cada uno, también añadiría a la lista a J.H.Williams III y a Matt Wagner, y decir que Risso y Sale son mis favoritos.
…y por último, decir que me encanta la portada del quinto tomo de Ex-Machina.Parece que va a tocar un tema interesante… espero que esta vez lo desarrolle un poco más y valla más allá del cnvencionalismo «progre».

Jabberwocky
Jabberwocky
Lector
24 noviembre, 2007 18:13
chacal
chacal
24 noviembre, 2007 19:05

Bueno mucha bronca por gustos muy personales deberían fijarse mas en el articulo ósea como se parece en la estructura a los artículos que hace José Torralba muy bien y un PLOP para David Fernández

José Torralba
24 noviembre, 2007 19:29

Chacal, te agradezco la mención pero te aseguro que, aunque el trabajo de nuestros compañeros siempre nos inspira, todos en Zona desarrollamos una personalidad propia en nuestros artículos. Y más en este caso: los artículos de David, que ya se escribían mucho antes de que yo llegara a Zona, me han influenciado mucho más a mí de lo que yo haya podido sugerirle a él. A destacar su capacidad para desentrañar y exponer con claridad cómo se gestan los cómics que analiza, así como para meterse en la mente de los autores y averiguar qué les hace expresarse en un sentido y no en otro en sus cómics.

Jabberwocky… jajaja… cómo me he reído… muy bien enlazado el comentario con la imagen. Pero en concreto me refería por ejemplo a la cara que pone Hundred en el primer tomo al principio cuando dice «La Gran Máquina, de hecho. Es de una cita que le gustaba a mi madre» (página izquierda, viñeta inferior… no tiene numeración). En esa viñeta la cara de Hundred es de cinismo y sin embargo, nada hace pensar que esté adoptando esa actitud.

José Torralba
24 noviembre, 2007 19:31

Y eso es un ejemplo. Otro tremendo es más adelante en el mismo tomo, en la página a la derecha que reza «Lunes, 21 enero, 2002» ¿A qué viene la cara de Hundred en las dos viñetas superiores mientras presenta a la comisaria? Parece un político corrupto.

José Torralba
24 noviembre, 2007 21:30

¿Qué decir? La meticulosidad con la que David se ha prodigado en su comentario, exponiendo claramente los puntos comunes que tenemos entre ambos y las notables diferencias que nos hacen distintos es fiel reflejo de su calidad como articulista; siempre atento al más mínimo detalle en cada obra que analiza.

Me gustaría añadir que, incluso al contrario de lo que dice mi compañero y amigo, que me puedan comparar con él es un honor completamente inesperado e injusto. El día que yo alcance una carrera tan brillante como la que él lleva tanto tiempo cultivando podré sentirme satisfecho e incluso ni eso, porque entonces él ya doblará la que tiene actualmente. En este aspecto yo siempre iré por detrás de quien, junto con Toni Boix, es un maestro del que se aprende siempre algo cada día; de cada trabajo, comentario y consejo.

Será para mí un auténtico placer volver a colaborar con él algún día… y no os engañéis: sin él, probablemente yo no habría tenido el modelo a seguir que me inspira en cada artículo. Artículos que, por esa razón, siempre tendrán en su alma una pequeña parte de su genio y le serán deudores.

José Torralba
24 noviembre, 2007 22:56

A mi David no me insultes… yo soy un aprendiz sith 😀