#ZNCine – Paterson, de Jim Jarmusch

Crítica de la última obra del inclasificable e independiente director americano Jim Jarmusch: Paterson, donde saca a relucir su alma de poeta.

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Dirección:Jim Jarmusch.
Guión: Jim Jarmusch.
Música: Jim Jarmusch/Carter Logan/Sqürl.
Fotografía: Frederik Elmes.
Reparto: Adam Driver, Golshifiteh Farahani, Nellie, Kara Howard, Steling Jerins, Luis Da Silva Jr., Frank Harts, William Jackson Harper, Jorge Vega, Barry Shakaba Henley.
Duración: 113 minutos.
Productora: Amazon Studios/Animal Kingdom/Inkjet Productions/K5 Film/Le Pacte.
Nacionalidad:USA.

 

Hay grandes preguntas a las que jamás podremos tener una respuesta clara. Podremos darlo todo intentando desentrañar el sentido último de nuestra existencia, pero lo único que conseguiremos es dar pasos atrás. Cualquier avance, tan solo sirve para acercarnos a las dimensiones reales y absolutamente inabarcables del todo.

Ante eso ¿Qué nos queda? Vivir. Encerrados en nuestros propios bucles sin fin, nuestros eternos retornos, esas prisiones necesarias que llamamos rutinas. Porque de algún modo hay que subsistir. Los imperativos de la realidad siempre se imponen a nuestros idealismos.

Pero siempre s podrá optar por la opción de escapar, de la evasión de nuestras aburridas vidas. Eso se logra a través de esa abstracción o reflejo de la vida que es el arte. Tanto consumiéndolo o como creándolo se consigue huir, a la vez, que, paradójicamente, nos permite comprender nuestra existencia mejor. Los puntos de vista de otros, se convierten en los nuestros. Y esa realidad se convierte en una serie de estímulos que conducen a que nosotros creemos.
Jim Jarmusch probablemente sea una de las grandes cineastas independientes que están actualmente en activo en Estados Unidos. Por mucho que las majors hayan intentando engullirlo y que este se adapte al modo de trabajar que imponen, el director ha logrado resistir y llegar a realizar una filmografía completamente coherente con sus ideales y su modo de ver la vida y el arte.

Jarmusch es un director con un estilo y una voz propia, al que cuesta encasillar o clasificar en un movimiento concreto. Sus intereses e influencias son variopintos y puede influenciarse de cualquier cosa. Si bien sí que se aprecia cierta influencia neorrealista, de Fassbinder, o de Ozû, además de un evidente background literario muy profundo (aparte de estudiar literatura durante su estancia en Nueva York, y de haber participado en bandas de rock underground, su obra cinematográfica está dotada de un palpable aire poético). Jarmusch considera absurdo, sin embargo, que todos los referentes e inspiraciones que posea un director provengan exclusivamente del cine, así que él evita a toda costa la referencialidad a otros directores (lo cual le aleja a bastantes coetáneos de la ola posmoderna del cine independiente noventero), en busca de obtener un modo particular y muy personal de hacer cine donde si hay algún objetivo ese es plasmar su visión de la realidad.

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El director siente pasión por los momentos cotidianos y mundanos, hasta tal punto de rozar el surrealismo no intencionado de lo absolutamente anodinos y reconocibles que son los momentos que narra. Aquellos lugares muertos en los que cualquier guion narrativo hegemónico tacharía por no hacer avanzar la trama, es donde pone la lupa Jarrmusch. Y lo que es mejor, logra hacerlo de forma interesante construyendo un microcosmos cimentado en una serie de personajes que representan en buena medida lo que somos buena parte de la raza humana: contenedores de sueños rotos que vagan sin rumbo por una vida que no comprenden. Y, por si fuera poco, hace que parezca sencillo. No tiene estridencias en sus obras ni en ningún momento parece querer imponerse por encima de nada. De hecho, su mano parece más bien imperceptible (salvo contadas ocasiones), pero sin ella, sin sus tempos y su voz, transformaría la película en algo absolutamente lamentable.

Jarmusch siente empatía por los perdedores y los outsiders. Por aquellos tristes solitarios que se emborrachan cada noche en las barras de los bares de su amigo y a los que nadie parece hacer caso ni dicen conocer. Aquellos olvidados por una sociedad que ni se molesta en comprenderlos y que, para que engañarnos, el sentimientos es recíproco.

Tras los choques y contrastes culturales que tanto le interesaban a lo largo de su filmografía, Jarmusch lanzó Only Lovers Left Alive, uno de los acercamientos al mito del vampirismo más curioso jamás realizado. Y es que ahí que sean vampiros es lo de menos: lo verdaderamente interesante es su visión absolutamente derrotista de la cultura, sobre como la tecnología nos ha vuelto a los meros humanos en unos zombies sin criterio propio. Ahí Jarmusch realizó su película más pesimista y nihilista, sin ningún recoveco para que los humanos se salvasen. Sin embargo, hay cierta hipocresía ya que él mismo no está por encima del bien ni del mal y le guste o no, pertenece a los zombies que él mismo usa para denominar a los mediocres descerebrados de los humanos. Pero por otro lado, tiene muchos aciertos en esa visión y logra jugar perfectamente con la escenografía (inteligentísima ubicación de la acción) y con el lenguaje, haciendo de esta obra, tal vez, la más pretenciosa desde el punto de vista estético.

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Y tras una obra dedicada a juzgarnos, Jarmusch ha visto cumplido su sueño de hacer una película de un tipo paseando a su perro. Si bien se podría definir así, de forma simplista, a Paterson, pero sería no ver mucho de lo que hay detrás. Paterson no es una obra cómoda si no sabes lo que vienes a ve.

Resulta muy refrescante como Jarmusch parece haber olvidado todo el mensaje negativo de su anterior obra, que probablemente quedará como un paréntesis en toda su obra. En Paterson se posiciona en una perspectiva absolutamente antagónica. Aquí abre un resquicio a la esperanza, lejano a cualquier fatalismo, y a la casualidad, al caos incontrolable sin sentido que es la vida, pero sobre todo, lo abre a la sencillez de una vida normal y corriente. O al menos todo lo convencional que puede ser una vida de un personaje tan aplatanado, solitario a la par que erudito, creativo y genial que es el protagonista de su nueva obra.

Narrada de forma lineal y con un único protagonista, se podría ver en este Paterson el reverso luminoso de su anterior película, con la que guarda determinados elementos en común. Nos ponemos en la piel de un conductor de autobuses que, como si un superhéroe fuese, tiene una identidad secreta que trata de mantener a toda costa oculta: es un poeta de Paterson, pueblo en el que habita y con el que comparte nombre. Pero uno anónimo, uno que realmente lo es por vocación, por necesidad de creación artística. No quiere méritos ni reconocimientos, ni lo hace por modas ni por una aceptación social, no. Él lo hace porque es realmente creativo. Lo hace a mano, en su libreta secreta y solo permite que aprecie su arte su mujer. Porque no quiere más de lo que tiene, es feliz en su vida (o si no lo es, hace todo lo posible por mantener ese estatus quo).

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Su mujer, es un personaje tremendamente particular que da una de cal y una de arena a su protagonista. Mientras que este se muestra férreo a lo largo de la semana que compartimos con él, la mujer se nos muestra como volátil, inestable, excéntrica. Es un maravilloso contrapunto de contraste para él, que además le motiva a seguir escribiendo e ir a más a lo largo de la película. Es su único apoyo fundamental que no solo le inspira, si no que logra que salga de la zona de confort (cosa que luego se lo compensa y pone a prueba su tolerancia en diversas ocasiones). Son tremendamente divergentes, pero tienen en común bastantes elementos y se comprender y aman.

Y la guinda del pastel de esta pequeña familia lo pone el perro Marvin, que en su papel de secundario o, incluso antagonista (no recuerdo ningún crítico literario más terrible que la mascota de estos en el cine). Seguramente es la mayor parte de la fuente de conflictos, si es que esta palabra tiene sentido en una obra tan antinarrativa como esta donde si hay alguno es, sin lugar a dudas, de carácter interno.

Jarmusch reivindica la vida rutinaria y alejada de excentricidades. Y nos recuerda que la creación artística no es patrimonio de nadie, ni va reñida con tener una vida absolutamente mundana. Al contrario, parece que la rutina, el conocimiento de las calles, del ambiente en el que te mueves favorece, y te influye de manera inevitable a tus creaciones hasta fusionarte con el lugar donde vives (que el personaje comparta nombre con el pueblo, no creo que fortuito). Y eso se basa en la observación, en saber escucha a tus cohabitantes, en dejarte permear de esos pequeños detalles que, para la mayoría, con escasa sensibilidad, pasan desapercibidos.

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Para transmitir esas ideas abstractas, Jarmusch, como viejo lobo que es, sabe cuáles son las herramientas cinematográficas que tiene a su disposición, haciendo gala de un magnífico empleo de los rótulos, del fuera de campo, de las elipsis, , los enfoques y desenfoques, de los fundidos… Todo ello se puede apreciar en el modo que nos muestra a este personaje escribiendo y los momentos en que escucha las conversaciones ajenas mientras conduce en una aburrida ruta.

A todo ello hay que añadir unas brillantes muestras de composiciones al principio de todos los días, y como muestra visualmente la evolución de la semana tal y como empieza cada día, sin que probablemente los propios personajes se den cuenta. Cada día, empieza igual, pero a la vez, todo ha cambiado y eso logra mostrarlo a través de las distintas posturas en las que se encuentran antes de poner los pies en la tierra los personajes.

Todo ello dota a la película de un aire lírico, dentro de su minimalismo, dentro de esa absoluta contención que luce Jarmusch (que contrasta con cierto barroquismo formal, dentro de unos límites marcados por este director, que había en Only Lovers Left Alive).

Todo ello está aderezado y se ve fortalecido por un reparto encabezado por un también muy contenido, Adam Driver que con cada aparición va demostrando su talento y que tiene un carisma y una presencia muy particular, hasta tal punto que resulta muy extraño que haya logrado convertirse en una estrella de Hollywood, teniendo el peso de Kylo Renn a sus espaldas. No es especialmente guapo, ni tampoco derrocha carisma, pero sabe dar con las notas necesarias en sus interpretaciones y dar credibilidad a los personajes. Es ese alguien que te podrías encontrar a la vuelta de la esquina, lo cual favorece un papel como este. Como contrapartida tenemos a su mujer, a la que da vida Golshifiteh Farahani, en el que tal vez sea el papel que más notoriedad le ha aportado. Es una actriz pletórica que lo da todo y cuya presencia que se apoya en una vis cómica y carismática, aporta algo de color a la vida en este filme y seguramente sería el gran personaje si no tuviésemos a Nellie, la mascota de ambos, que cuestiona el carisma que puede tener un perro frente a la cámara. Con sus miradas y su actitud siempre rebelde y vaga roba todas y cada una de las escenas en las que sale.

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Por otro lado, cabría mencionar la presencia del ya veterano Barry Shakaba Henley, que siempre da gusto verlo en pantalla. En esta ocasión hace de uno de los puntos sobre los que se apoya Paterson: dueño del bar donde exorciza los demonios nuestros personajes, encuentra material para su obra, observa el comportamiento absurdo de sus habitantes mientras se desahoga bebiendo cerveza cada noche. Ahí es donde se desarrolla un microcosmos que logra que deseemos nosotros estar ahí rodeados de esas pequeñas historias de amor, de desamor de malentendidos y de éxitos sobre la mugrienta pared, mientras que pegados en el suelo hay fracasados idealistas que no tiran la toalla frente a una guerra perdida antes de mano, como tú.

Mención especial merece la breve pero memorable recuperación (algo que tiene en común, de nuevo, con su anterior película, y sorprendente en la filmografía de un Jarmusch muy habituado a trabajar con los mismos actores ya actrices película a película), la única de actores con los que trabajó previamente, Masatoshi Nagase, como ese turista japonés que nos recuerda porque debemos seguir adelante siempre en el momento más bajo. Un encuentro fortuito y a la vez, es lo más cercano que tiene la película a lago mínimamente climático.

En Paterson no encontramos fanfarria. No pasan mil cosas a la vez. No hay ninguna virguería visual ni narrativa. Tampoco se podrá presenciar una ambiciosa película que pretenda a toda costa lograr una reacción del espectador. Ni se pretende dar respuesta a grandes preguntas. Pero en su aparente simpleza, reside una oda a la esperanza y a la creación artística, por muy doloroso que sea este camino. Porque en la vida no se rige por ninguna regla ni tiene tres actos. Se parece más a la poesía escrita por un artista accidental. Una oda al hombre común, y a las maravillas que la cotidianidad guarda para todo aquel que sepa observarlas.

  Dirección:Jim Jarmusch. Guión: Jim Jarmusch. Música: Jim Jarmusch/Carter Logan/Sqürl. Fotografía: Frederik Elmes. Reparto: Adam Driver, Golshifiteh Farahani, Nellie, Kara Howard, Steling Jerins, Luis Da Silva Jr., Frank Harts, William Jackson Harper, Jorge Vega, Barry Shakaba Henley. Duración: 113 minutos. Productora: Amazon Studios/Animal Kingdom/Inkjet Productions/K5 Film/Le Pacte. Nacionalidad:USA.   Hay…
Dirección - 9
Guión - 9
Reparto - 8.5
Apartado visual - 8
Banda sonora - 8

8.5

Vosotros puntuáis: 7.7 ( 1 votos)
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Daniel Gavilán
7 enero, 2017 18:12

Una pequeña joya de peli