Las múltiples caras del mal.
«Jack nunca será atrapado…»
Los múltiples misterios sin resolver en torno a los asesinatos perpetrados por Jack el Destripador en el barrio londinense de Whitechapel en el año 1888 han provocado que se hayan publicado innumerables obras en las que se detallan las más diversas teorías en un intento de arrojar luz sobre quién era y buscar una explicación de sus asesinatos. Pero el paso del tiempo y la fascinación en torno a su figura también han provocado que haya trascendido la realidad para incorporarse a la cultura popular participando, como personaje principal o secundario, en cientos de obras de ficción de todo tipo y género. Si nos ceñimos al cómic posiblemente la obra más importante y conocida que ha abordado su historia es la fascinante From Hell de Alan Moore y Eddie Campbell, pero no es el único cómic en el que ha aparecido ya que también era un personaje muy importante en otros como el Peter Pan de Loisel o la La linterna mágica de Guido Crepax, además de haber cruzado su camino a lo largo de los años con personajes tan conocidos del medio como La Patrulla Condenada, John Constantine, Batman o Dylan Dog, entre muchísimos otros más. Sin embargo, con la notable excepción de la obra de Moore y Campbell la aparición más interesante y de mayor calidad de Jack en el medio es
Cuando Antonio Segura (1947-2012) y José Ortiz (1932-2013) comienzan a trabajar en esta serie ambos tenían ya una trayectoria consolidada en el mundo del cómic, pero es con las series que firman como colaboradores a partir de 1981 en las que podemos encontrar algunos de sus trabajos más recordados. Obras como Hombre, Burton y Cyb, Morgan/Ives, Ozono, Juan el Largo y la que nos ocupa son algunas de las series más interesantes que se produjeron durante la explosión de las revistas de las revistas de cómic durante los años ochenta de las que ambos fueron unas figuras principales. Ojalá la edición de esta serie sea todo un éxito que le permita a Isla de Nabumbu recuperar alguno de esos trabajos que hace años que son imposibles de comprar. Como nos dijeron en la entrevista que les hicimos hace unas semanas es una posibilidad que barajan y que ojalá se pueda convertir en realidad.
Las mil caras de Jack el Destripador fue una serie creada originalmente para aparecer en las páginas de la versión española de la revista Creepy enfocada a las historias de terror. La primera entrega apareció en el número 66 publicado en 1984 y su presencia en esa cabecera se prolongó durante nueve entregas más finalizando en el número 75 que vio la luz en 1985, en ese intervalo de diez números la serie apareció en todos menos en el 73. En total Segura y Ortiz crearon nueve historias cortas de la serie que Toutain recopilo en un tomo aparecido en 1986 que sirvió para inaugurar la colección Joyas de Creepy. Hasta esta última reedición la serie no había vuelto a ser publicada en España, así que la su presencia de nuevo en el mercado es una noticia a celebrar. No solo por su calidad como historias de género de terror, también porque se trata de una obra clave de dos de los autores más importantes de la historia del cómic español. Que obras como esta se recuperen es muy importante para conservar y difundir el rico patrimonio de nuestro cómic.
Esta serie no pretende arrojar luz sobre los horrendos crímenes cometidos por Jack el Destripador. De hecho, solamente relata el asesinato de Mary Kelly, el último que se le adjudicó, que vemos en las primeras páginas de la historia corta que abre la serie para posteriormente crear unas historias en las explora la pervivencia del mal. Esas historias juegan con el misterio de si es el propio Jack el que comete esos crímenes o se ha convertido en una presencia oscura y malvada que transciende sus propios crímenes para convertirse en el inductor de otros igual de horribles perpetrados por otras almas atormentadas a los que su influencia controla y deja a la vista su instintos más bajos y primarios. Una visión muy pesimista y misantrópica de una época y una sociedad marcada por egoísmo y la miseria, pero a la que el sentido de humor de lo más negro le despoja de parte de la gravedad y seriedad de ese discurso.
Como sucede con las historias de la época muchas de las que vemos en esta serie tienden a buscar un giro final inesperado para sorprender al lector, algo que consiguen en no pocas ocasiones sin la necesidad de caer en lo maniqueo y repetitivo como sí sucedía en otras series contemporáneas. Esa búsqueda de la sorpresa no es lo único que encontramos en la serie, ya que los personajes que protagonizan las historias están muy bien construidos y son bastante complejos. Gracias a ellos
El conjunto de las historias también nos permite vislumbrar un certero esbozo de cómo era la sociedad del Londres Victoriano, en particular, sus barrios más humildes y sus desafortunados habitantes. Los diferentes personajes que conocemos en las páginas de cada historia sirven para mostrarnos las penalidades con las que vivían los más desfavorecidos de una sociedad bastante enferma que les obligaba a realizar actos de lo más cuestionable para poder sobrevivir y en la que nadie se salva. Un reflejo de la realidad que se puede ver todos los niveles y al que contribuye de manera decisiva el enorme trabajo de un Ortiz que atravesaba el mejor momento de su carrera. Sus dibujos nos trasladan a los barrios más miserables de Londres en los que las sombras y la niebla esconden todo tipo de atrocidades y miserias. Una obra a la que su enorme dominio del blanco y negro junto con su estilo realista dotan de una atmósfera opresiva y tenebrosa que refleja el horror de unas historias que contienen algunos momentos que resultan realmente escalofriantes coronados por algunas escenas de una violencia bastante explicita. Un trabajo de una magnitud y, pese a todo, una belleza extraordinaria en el que nada sobra y todo cuenta para narrar a la perfección algunas de las historias mejores dibujadas de la época, entre las que destaca el espectacular arranque de Carroñeros que es un certero ejemplo de la calidad narrativa que atesoraban los lápices y tintas de Ortiz.
Como es habitual en todos sus trabajos la edición que ha realizado Isla de Nabumbu es extraordinaria, con una reproducción fantástica realizada a partir de los originales que permite ver con detalle la maestría de Ortiz gracias también a la elección de un papel poroso que resulta ideal para ver los matices de sus masas de negros y el detalle de sus líneas. Además, como extras en el tomo encontramos un completo artículo escrito por Javier Alcázar sobre la obra.
Con Las mil caras de Jack el Destripador Antonio Segura y José Ortiz firmaron uno de sus mejores trabajos y, por añadidura, una de las mejores series de terror que ha producido el cómic español, que pese al tiempo transcurrido desde su aparición sigue siendo una gran lectura, aunque tiene algunos vicios productos de la época en la que se publicó. Un pedazo de la historia del cómic en España que, por suerte, vuelve a estar disponible para que lo lean las nuevas generaciones.
Lo mejor
• El extraordinario uso de las sombras y los claroscuros de un Ortiz en estado de gracia.
• La manera en la que Segura nos deja ver la realidad de una época a través de unas historias breves de terror.
• La edición realizada por Isla de Nabumbu.
Lo peor
• Que nunca podremos leer las 991 caras restantes de Jack el Destripador.
Guión - 8
Dibujo - 9.5
Interés - 9
8.8
Clásico
Isla de Nabumbu recupera con una edición por todo lo alto una de las obras de terror más celebradas de la época dorada de las revistas.
Simplemente espectacular para recrearse en cada viñeta. Espero más ediciones de esta editorial aunque sea una al año.