Va D BD 6: Especial Sambre

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RESEÑAS

3537Sambre (Integral), Yslaire (Bernard Hislaire) y Balac (Yann Lepennetier); Ediciones Glénat; 304 págs., color, 45 €.

Cómic total… esa fue la impresión que tuve cuando Sambre empezó a publicarse en nuestro país: me hallaba ante el cómic total. Echando la vista atrás, sigue sin extrañarme que aquellos primeros volúmenes de este buque insignia de la BD causaran en mí aquella impresión.

Estábamos en la segunda mitad de los años 80 del siglo pasado. En Europa autores como Hugo Pratt, Enki Bilal, Guido Crepax, Moebius o Bourgeon, haciendo hincapié en distintos aspectos del medio, habían contribuido a cimentar una verdadera tradición de cómic adulto. Por otra parte, al otro lado del Atlántico, otro par de europeos (británicos para más señas) avanzaban en paralelo a Yann Lepennetier y Bernard Hislaire para demostrarle al mundo que lo de Noveno Arte no era una exageración.

Watchmen lo logró.

Sambre posiblemente también lo hubiera conseguido si sus autores no hubiesen disuelto su asociación antes de tiempo.

Gibbons tuvo más paciencia que Yann. O Moore era más consciente de la necesidad que tenía de su socio que Yslaire.

De todas formas, siendo justos, debemos afirmar que tanto en Watchmen como en Sambre subsiste una misma voluntad: la de levantar el mejor cómic que jamas se haya hecho. Y, para conseguirlo, en ambos casos sus autores articularon en una sola propuesta todo lo que el grueso de la historia de la historieta había dado de sí hasta entonces… consiguiendo, unos y otros, ofrecernos un asomo de ese cómic total que mencionábamos al principio de esta reseña.

A nivel escenográfico, Balac e Yslaire cuidaron con detalle la documentación, retratando la turbulenta Francia de la fallida revolución de 1848 y un París decrépito, triste y hambriento.

La narrativa visual estaba pensada al milímetro, tanto en lo que concierne a la planificación de página como al encuadre de cada viñeta. De hecho, seguir Sambre con la mirada es un verdadero placer: un alarde de planos, contraplanos, fundidos de profundo simbolismo, suaves contrapicados, aprovechamiento del campo visual como herramienta semántica, viñetas de fondo continuo, viñetas de fondo repetido, composiciones simétricas… No hay argucia comunicativa, tomada del cine o parida directamente desde la propia historieta, que Yslaire no ponga en juego.

Como hicieran Moore y Gibbons en Watchmen, los autores de Sambre también se afanaron a recopilar un surtido de hallazgos iconográficos propios -desde las ocas histéricas a la herida sangrante, pasando por los ojos de buey de la casa familiar de los protagonistas o las omnipresentes rejas- que se fueron cargando de sentido en su reverberación a través de diversos momentos de la trama, ejerciendo de hipervínculo que enlazaba partes distintas de ésta para ampliar y matizar sus significados.

Incluso la gestualidad de los personajes fue utilizada como elemento significativo, expresión de las más profundas melancolías, en consonancia con un grafismo bello y sensual, apesumbrado y trágico.

Los diálogos, sobre todo en el volumen plenamente guionizado por Balac, devienen otro ejemplo de la depuración estilística conseguida por esta pareja autoral: explicitan mucho y sugieren todavía más. Son diálogos que dicen y callan, porque el lector llega a poder intuir todo aquello que no dicen, que se callan, de tan bien como Balac e Yslaire retratan a su elenco de criaturas.

Finalmente, en el apartado argumental, convive la macroperspectiva histórica de una revolución a medio cocinar y la microperspectiva de un reparto coral cargado de traumas personales. Seres torturados, enterrados bajo toneladas de odio e insinceridad, unos anhelando una realidad relacional distinta que su entorno les prohibe tachándola de maldita, otros revolcándose en una mezquindad negra e infeliz. Pobres enamorados, Bernard y Julie, marcados por delirios de antaño que caen sobre ellos como losas. A pesar de la marcha de Balac, a pesar de que a Yslaire le hubiera venido bien seguir contando con su socio hasta el final, el argumento de Sambre sigue siendo de una gran riqueza, con dos mujeres ejerciendo en él de polos opuestos alrededor de los que bailan el resto de personajes. Sólo ellas saben dónde van y lo que quieren, la una castradora y posesiva, la otra ingenua y apasionada, ejerciendo ambas de detonante dramático, en su confrontación, para la vida de todos los que las rodean… y para ellas mismas.

Por todo ello, todavía hoy Sambre sigue pudiendo ser reivindicado como un cómic de gran envergadura y una obra de referencia que, además, atrapa y conmueve. De forma lógica, se ha convertido en un best-seller de la BD, puesto que sus creadores, dos autores sobrados de talento, en su día lo acometieron con el deseo de comerse el mundo… y lo cierto es que acabaron pegándole un buen bocado.

La edición que ahora nos trae Glénat es, indudablemente, una verdadera delicia. Por empaque y amplio contenido de extras. Yo, que tenía la primera edición de este material, me lamento de la revisión cromática que Yslaire realizó con posterioridad, aunque nada se le puede achacar a la editorial si fue el autor quien quiso tapar los mil detalles de su primera versión bajo una capa de colores oscuros que lo saturan todo.

Felicitémonos todos de que una obra así esté disponible entre nosotros… en un formato que realza la enorme belleza que contienen sus páginas.

[Reseña de Cielo XX.com (Yslaire) en Zona Negativa + Reseña de El cielo sobre Bruselas (antes) (Yslaire) en Zona Negativa + Reseña de La sangre de los Porfirio 1: Soizik (Balac y Joël Parnotte) en Zona Negativa ].

3537La guerra de los Sambre (Integral), Yslaire (Bernard Hislaire), Jean Bastide y Vincent Mezil; Ediciones Glénat; 168 págs., color, 29’95 €.

La guerra de los Sambre constituye toda una sorpresa, por cuanto nos devuelve a un universo y a una manera de explicarlo que parecían imposibles a día de hoy para Yslaire, su co-creador. Digo esto porque ya ese quinto Sambre (Maldito sea el fruto de sus entrañas…) que apareció en 2003, pasados seis años de la publicación del final de la historia de Bernard y Julie, evidenciaba la evolución de Yslaire hacia la simplificación gráfica y la superficialidad argumental, rozando de lejos una peligrosa vacuidad que se acrecentaría en sus obras posteriores como autor completo, especialmente en -la denostada por muchos- El cielo sobre Bruselas. Después de haber entrado en el Olimpo autoral con Sambre, de haber dado todo lo que tenía en esa obra, Yslarie parecía falto de la necesaria pasión con la que deben acometerse los grandes trabajos, o del interés para cuidar con el mimo de años atrás las multiples costuras de un cómic que quiera hacer pleno honor a ese nombre.

Afortunadamente, en La guerra de los Sambre la asociación de Yslaire con Bastide y Mezil parece haber ejercido de catalizador que devolviese al autor a sus días de gloria.

Sin duda, el apartado gráfico de esta obra vuelve a ser de una gran belleza…. como lo fue el del relato madre. Por un lado, sus dibujantes consiguen combinar con naturalidad las fisionomías de los Sambre con la estética de los personajes de propia creación, algunos claramente emparentados con el manga, afectos de esa belleza un tanto aniñada típica del cómic japonés que tan bien casa con el imaginario de la obra de Yslaire y esos vástagos suyos que empiezan a abrirse a una vida que los sobrepasa. Por otro lado, recuperamos el aprovechamiento comunicativo de encuadres y planificación; incluso la iconografía simbólica y el alarde escenográfico vuelven a utilizarse para mejor dotar de empaque a la propuesta. Pero si en alguna faceta cautivan ambos ilustradores hasta despertar plena admiración, es en su facilidad para capturar la luz y la atmosfera de los distintos espacios en los que transcurre el relato, dotándolos de un fuerte aliento lírico que ayuda a dimensionar de una forma nueva -más intensa- lo que va sucediendo. La guerra de los Sambre, por todo ello, tiene la presencia de un artefacto lujoso y de calidad, a lo que también contribuye la excelente edición que nos ha regalado Glénat.

En lo que respecta al guión, parcela de la cual es totalmente responsable Yslaire, se diría que lo que sucede aquí es que el creador quiere que su impronta no pase desapercibida en esta nueva etapa de su creación… por muy bien que lo hagan sus ilustradores de alquiler (y estos -supongo que ya ha quedado claro- lo bordan). Tanto es así, que detalla la trama mucho más que en sus cómics de autoría completa. Remarca su presencia a través de la voz de ese narrador casi omnisciente que conjura para su auditorio sentimientos, sensaciones y ambientes. Y, más importante todavía, remarca también su presencia en un argumento elaborado, complejo y riguroso que -por su condición de precuela- responde a algunos de los principales interrogantes que quedaron sin aclarar en la saga primigenia, al tiempo que desarrolla algunas de las ideas principales que Balac tenía para Sambre (y que «el jefe» desestimó por aquel entonces). Incluso diría más: La guerra de los Sambre se convierte en escaparate de las temáticas que interesan a Yslaire según ha venido demostrando a lo largo de su carrera artística, pues condensa en un único relato muchas de las ideas motríces que aparecían de forma dispersa en sus trabajos anteriores. Como en esos cielos con los que Yslaire se ha distraido durante la pasada década (Cielo XX.com y Cielo sobre Bruselas), aparece un estilo de creencia legendaria -cuya autenticidad nunca queda clara- según el cual existe un linaje de seres predestinados a ejercer un determinado rol en el devenir de la humanidad que los circunda. Como en Sambre, los lazos familiares devienen reclamos para la hipocresía, la bajeza y la mentira, dando origen a seres que acaban presos de la fragilidad, el desencanto y el ansia de una vida distinta. Si en Sambre eran Julie (la amante) y Sarah (la castradora) quienes ejercían de norte y sur de la trama, en esta guerra que las antecede son sobre todo Maxime-Augustin y su hijo Hugo, el padre de Bernard, los que por su conducta y relación desencadenan un alud de acontecimientos que atraen la desgracia sobre el linaje de los Sambre. Ciertamente, en este cómic, junto a la inspirada recreación de atmósferas de la que son artífices Bastide y Mezil, destaca el esplendido retrato que Yslaire hace del patriarca Sambre y de como todo su entorno, complice de un ser egolatra y sin escrúpulos, acaba embrutecido, sin paz ni horizontes que permitan albergar cierta felicidad, aptos tan solo para la obsesión.

[Reseña de Cielo XX.com (Yslaire) en Zona Negativa + Reseña de El cielo sobre Bruselas (antes) (Yslaire) en Zona Negativa].

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Manhunter
Manhunter
24 febrero, 2011 12:41

Ese recurso narrativo de los ojos y el pelo rojo frente a un mundo casi en blanco y negro me encanta, historias intensas y emocionales.

Phantomas
Phantomas
Lector
24 febrero, 2011 13:32

Ostras Toni, yo de Sambre ni idea pero leyendote (y con la confianza que te tengo), lo de comic total me ha llegado. ¿De verdad merecen los 45 €?

Lord Deu
Lord Deu
24 febrero, 2011 15:50

Sinceramente no veo la razon del paralelo con Watchmen.
Sin embargo se ve una obra interesante y el arte impresiona de entrada.
 

dennel
dennel
24 febrero, 2011 17:05

El primer álbum es el mejor y por mucho. Los otros son de un señor que dibuja muy bien y que largó al guionista para poder hacer lo que le de la gana con resultado muy desigual incluso dentro del mismo album. Sambre con balac todo el rato hubiera sido la pera, sin él es una obra tratada como tal porque a la gente le ciega el dibujo.

José Torralba
24 febrero, 2011 17:33

Pues yo no estoy de acuerdo, Toni… más allá del fenomenal apartado gráfico (que se mete por los ojos), Sambre me parece que se pierde en un argumento demasiado ambicioso que peca de querer contar muchas cosas teniendo poco tiempo para hacerlo. Como resultado queda un folletín romántico vistoso pero cojo, excesivamente afectado en su dramatismo, poco convincente en sus triangulaciones o en la construcción de personajes, precipitado en cuanto a la sucesión de acontecimientos argumentales y, en definitiva y siempre en mi modesta opinión, fallido. Su mayor pecado es aspirar a una densidad que se muestra incapaz de proporcionar, y aunque te reconozco que la trama en general (y su arranque, muy poderoso) resulta bella, esa excesiva precipitación y su no poca artificiosidad emocional acaban por ahogar la propuesta hasta casi (casi) reducirla a una telenovela. En definitiva: bonita pero poco más. La guerra de los Sambre no llegué a leerla.
 
Y ciertamente la comparación con Watchmen me ha parecido rara. Ignoro si los autores hicieron tal analogía en su momento o si es de tu cuño, pero más allá de usar Watchmen como prototipo de cómic total, no veo apenas semejanzas: Watchmen es la renovación o reinvención de la tradición americana del comic-book superheroico mientras que Sambre es el prototipo de la BD histórica romántica. E incluso los recursos formales empleados difieren en su uso: si en Watchmen son mucho más sutiles y refuerzan la condición de cómic cerebral y frío (siempre he pensado que V de Vendetta es, conceptual y emocionalmente hablando, la obra magna de Moore), de exploración técnica de lo que la historieta es capaz de dar con la excusa de un whodonnit alargado, en Sambre la aparición de recursos formales subraya siempre, haciéndose patente, el manierismo inherente a lo dramático y romántico de la propuesta. En un lado tenemos la exploración formal del que indaga nuevos recursos y en el otro el virtuosismo propio del esteta técnicamente dotado.

Phantomas
Phantomas
Lector
24 febrero, 2011 19:42

Jo, ahora ya me generais dudas al respecto (por los 45 € que cuesta el tomo más que nada, que no es un precio «para probar»)
 
PD: Pues para mi la obra magna de Moore es La Cosa del Pantano. Luego V de Vendetta y la tercera del podio Watchmen

José Torralba
24 febrero, 2011 20:31

Jajajaj, es que sabes que yo soy mucho de trama y desarrollo argumental, Toni. Y cuando eso se me cae (o, como en este caso, decae) me cuesta mucho conectar con la obra aunque, como ya he dicho, el apartado gráfico me resulte sobresaliente (tan sobresaliente como tu forma de exponer los hallazgos iconográficos). Yo creo que a medida que avanza la obra el drama se fuerza y la precipitación aumenta, y por eso mi balance es negativo.
 
Phantomas, prueba si puedes por otros medios antes de lanzarte porque, efectivamente, 45 € no es un precio para probar. Y conociéndote como te conozco apuesto una cena a que Sambre te puede parecer tibia.
 
¡Un saludo y un abrazo a los dos! Ah, y que no se me olvide, Toni: un par de reseñas cojonudísimas, aunque no compartamos la valoración de la obra.

Phantomas
Phantomas
Lector
24 febrero, 2011 20:31

Toni, el reproche era en tono cariñoso, ya lo sabes.
 
Y tranquilo, que no reclamaré más que una caña si coincidimos en algún salón 😛

Mathieu
Lector
24 febrero, 2011 20:33

Sinceramente, para mí un cómic con un argumento pésimo, tanto que su cuidado dibujo acaba siendo anécdota.
Para mí, sin nigún ànimo de polemizar, la peor inversión de mi vida con toda seguridad. Imposible de comparar con las obras de Moore, por supuesto. El contenido narrativo de Watchmen es inmensamente más rico (igual V o La cosa del pantano. etc…,). Si alguiuen quiere invertir semejante cantidad en un integral europeo yo le recomiendo «Las 7 vidas del Gavilán» que sin ser tan pretencioso consigue unaa obra de aventuras con regusto a las obras de Dumas de lo más entretenido.
Pd : Si alguien quuiere mi tomo se lo empaqueto por correros a mitad de precio. Esta en perfecto estado.

Mathieu
Lector
24 febrero, 2011 20:36

Por supuesto, respeto la opinión del autor de la reseña.

calebnewcastle
calebnewcastle
Lector
25 febrero, 2011 5:40

me lo auto regale para navidad junto con el integral de peter pan y los Bome del Thor de simonson, y aun lo tengo en la pila de pendientes…, miedo me da llevarme un chasco, el dibujo es hermoso en todo caso.., en general confio mucho en el juicio de toni boix, lo avanzare en la pila de pendientes al primer lugar, luego de leer los tomorrow stories de Moore
Hablando de BD algun otro integral que valga la pena? tengo las 7 vidas del gavilan, el incal, la balada de las lanzas perdidas, y los 2 mencionados mas arriba, que tal el tercer testamento??? he leido buenas reseñas del gavilan tambien, el de los compañeros del crepusculo que tal esta? los pasajeros del viento me encanto, una verdadera maravilla y la busqueda del pajaro del tiempo me decepciono, aunque le dare una nueva oportunidad
Saludos
 

Phantomas
Phantomas
Lector
25 febrero, 2011 15:37

ni considerando que tu nick me apunta con una pístola
 
Ambos sabemos que ni Christopher Chance tendría ninguna posibilidad de acertarle a Flash 😛

Dellius
27 febrero, 2011 14:15

El argumento de

Aviso de Spoiler

la guerra de los ojos

nunca le encontré como asidero real, y en algunos casos un «sufrimiento casi forzado» de los protagonistas para avanzar en el drama; no impide admirar la composicion, la manera de narrar, el arte, sobretodo en sus detalles e iluminacion (salto cuantico en la 2da parte!!!), el amviente, a veces el guion es solo la motivacion para retratar una epoca segun un (o unos) puntos de vista mas personales; como sucede con esa, tambien, gran serie (de 3 tomos  solamente) que es ZOO, de Frank Pée, o tambien esa joyita que es «Sasmira».
Uno ve cual es su motivacion para adquirir cada libro (que compararlo con Watchmen es como compararlo con Akira, no le encuenro asidero)

Dellius
8 marzo, 2011 20:09

Si, la relacion familiar es el fuerte, los engaños y sueños, pero el gatillo de la serie originalmente

Aviso de Spoiler

era el libro «la guerra de los ojos»

, creo que pudieron cambiarlo por otra cosa y todo hubiera seguido bien.