Skreemer: La insoportable predestinación del ser

33
2946
 

Edición original: may./oct 1989; DC Comics.
Edición España: I Zinco (oct. 1992/mar. 1993); II Planeta DeAgostini (dic. 2009).
Guión: Peter Milligan.
Dibujo: Brett Ewins.
Entintado: Steve Dillon.
Portadas: Brett Ewins.
Color: Tom Ziuko.
Rotulista: Tom Frame.
Precio: 15,95 € (Cartoné, 176 págs).

 

Tras los artículos que le dedicamos a The Extremist y Enigma hace un tiempo, era lógico concluir con la revisión del comienzo de la etapa americana de Peter Milligan reseñando Skreemer, sin duda la más accesible de las tres obras a nivel conceptual y, sin embargo, la más densa literariamente hablando.

Publicada entre mayo y octubre de 1989, la miniserie de seis números que hoy analizamos tuvo el honor de ser el primer proyecto que se le encargó a Milligan en DC Comics tras su prometedor debut en la británica 2000 AD y su paso por Eclipse Comics; un primer trabajo que, por cierto, se publicó bajo el sello de DC, y no bajo el de Vertigo… básicamente porque éste no nacería hasta cuatro años después. Sea como fuere, tanto la historia como los implicados (su editora fue Karen Berger, máxima responsable de la línea Vertigo tras su creación) tenían –y conservan– el inconfundible aroma del subsello más autoral e independiente de la compañía norteamericana, bajo el que actualmente se editan las reediciones del tebeo.

Debemos decir no obstante que, a pesar del elogio unánime de la crítica, Skreemer funcionó bastante mal en cuanto a ventas. Perdida entre toda la «Invasión británica» de guionistas, publicada en pleno verano batmaníaco (la película de Burton se acababa de estrenar) y sepultada por el arrollador éxito de un The Sandman que acababa de despegar, nadie pareció tener en cuenta la propuesta del recién llegado irlandés; lo cual no fue obstáculo, por cierto, para que se convirtiera en un autor regular en la editorial y, posteriormente, en una auténtica estrella.

Si hablamos de España, tenemos más o menos lo mismo: publicada por Zinco en seis comic-books, sólo la recuerdan los más viejos del lugar y los completistas. Ya era de verla en un hermoso tomo porque ¡ey! es “un Milligan”… y de los mejorcitos además. ¿Qué tal la nueva edición de Planeta DeAgostini? Un buen trabajo con alguna que otra sombra. La reproducción es estupenda y me atrevería a decir que inmaculada, el esfuerzo por adaptar en la medida de lo posible la rotulación original resulta digno de encomio, y el tomo en cartoné le sienta muy bien a este tebeo. Además se incluyen un texto introductorio de Brett Ewins muy ilustrativo y la letra de la canción popular Finnegan’s Wake. ¿Portadas? Sin duda un punto negro… en lugar de ofrecerlas íntegras se opta por ampliar un fragmento de las originales en cada caso, impidiendo admirarlas al completo. ¿Traducción? Bueno, dije que en este caso concreto la labor del traductor dictaminaría si había que dejar el tebeo en la mesa o llevárselo a casa. Y con una frase tan rotunda a mis espaldas lo que he hecho ha sido repasar la traducción entera, viñeta por viñeta, para hablar con conocimiento de causa… y el resultado ha sido positivo. Desde luego hay detalles cuestionables –que no se diferencie entre «whisky» y «whiskey», el «dvibujada» de la contra, que se sustituyan los cardinales por sus números, o que se emplee «fruición» como sinónimo de «fruto», trasladándolo directamente del inglés «fruition»– y algunas licencias, pero he de decir que el sentido de las expresiones está respetado, que no hay detalles que le saquen a uno de la lectura y que el estilo literario que emplea Milligan en la prosa original está correctamente adaptado. ¿Mejor el original? Desde luego, pero para sacarle jugo hay que saber mucho inglés y no resulta imperativo.

Argumento

Estamos en el año 38 después de La Caída, en plena Edad de los Gigantes; un período que precede a la Edad de la Reconstrucción y que parece ser un futuro siniestro y postapocalíptico dominado por gángsters. O bien una ucronía del período que sobrevino tras el crack de 1929… todo es confuso.


Veto Skreemer haciendo acto
de presencia

En este contexto y de forma retrospectiva, el narrador omnisciente de nuestra historia –Peter Finnegan–, nos contará el auge y caída del mayor y más grande de los gángsters que jamás existieron en la Edad de los Gigantes –Veto Skreemer– y de los que antaño fueron sus dos mejores amigos: Dutch Amsterdam y Victoria Chandler. Paralelamente, y como contrapunto, asistiremos también a las dificultades y tragedias que desde La Caída sobrevinieron sobre la propia familia Finnegan; tragedias que a veces suelen cebarse sobre los más buenos y humildes mientras ignoran incomprensiblemente a los injustos.

Personajes

Veto Skreemer. Antaño el último de los Skreemer (que significa en la ficción Ángel Oscuro, o brazo ejecutor de un líder del crimen organizado), Veto es en el año 38 tras La Caída el más grande y poderoso de los jefes mafiosos –llamados Presidentes– de la Edad de los Gigantes, y el único que se niega a aceptar que los tiempos han de cambiar pese a ser, paradójicamente, el primero en saber que cambiarían. Su lucha es una pugna contra el destino, contra lo imponderable, contra la evolución del sistema; una lucha en la que no dudará en traicionar y aniquilar a sus iguales aunque entre ellos se cuenten Dutch Amsterdam y Victoria Chandler, también Presidentes y amigos de Skreemer desde los tiempos en que gozaron –como delincuentes juveniles– de una rápida ascensión en el escalafón mafioso en base a sus expeditivos y sangrientos métodos. Una curiosidad: «Skreemer» en inglés suena bastante parecido a «schemer», que se traduce como «maquinador», «intrigante» o «maquiavélico».

Dutch Amsterdam. Amsterdam es el hombre dividido por antonomasia. Ama platónicamente desde que el tiempo es tiempo a Victoria, pero debe su lealtad –y amistad– a Skreemer quien, a su vez, aunque relativamente merecedor de la primera en lo que a Dutch respecta, nunca ha valorado conceptos que impliquen emociones. Cuando estalla la guerra entre sus dos antiguos camaradas de armas, deberá escoger un bando, aunque eso implique la propia aniquilación.

Victoria Chandler. Sempiterna amiga de Dutch Amsterdam desde las más tierna infancia y, posteriormente, de Veto Skreemer (del que también fue amante), Victoria simboliza el advenimiento de una nueva era basada en la prosperidad, el entendimiento y la cooperación; una era en la que no habrá guerras declaradas entre las distintas bandas sino un órgano colegiado de las mismas a través del cual todas serán más fuertes a través de la unión. Pero que nadie se lleve a engaño: pese a su voluntad de diálogo, Victoria es una mujer fuerte, decidida y violenta que no se parará en barras para alcanzar su visión. Y aunque sería incapaz de volverse contra sus compañeros, tiene bastante claro que los traidores jamás serán merecedores de su compasión. No en vano, su lema bien podría ser, como dijo Pérez-Reverte en La Reina del Sur, que los amigos son amigos hasta que se vuelven enemigos; y siempre es importante conocer el momento en el que cambian para actuar el primero.

Los Finnegan. La historia de Charles Finnegan, su hijo Timothy y su nieto Peter (narrador de la historia), es la de todos aquellos que se ven envueltos en una espiral de violencia y pobreza que no han desencadenado, que no controlan y con la que tienen que lidiar para poder sobrevivir. En otras palabras: el hombre de la calle que resignadamente sufre la violencia y la ambición de los poderosos. Específicamente se contraponen la figura de Charles –el abuelo–, quien se resiste a renegar de los principios que lo hacen bueno y humano sólo por conveniencia; y la de Timothy, para quien el bienestar propio y de la familia es una máxima moral cuyo mantenimiento exige adaptarse e, incluso, trabajar para Veto Skreemer, un hombre al que Charles desprecia profundamente.

Habla el autor

Peter Milligan quería desde un principio que Skreemer, su desembarco en el terreno norteamericano por la puerta grande, no fuese un tebeo fácil o monotemático, sino complejo y poliédrico. Tras mucha insistencia por parte de DC Comics para que trabajase con ellos, y con el factor añadido de que Brett Ewins –el dibujante principal– quería hacer una historia sobre gángsters, Milligan concibió la trama para hacer lo que siempre hace cuando una creación se la toma como personal: transformarla y estructurarla para que hable de temas que a él le interesen. Así lo explica: «Dado que quería hacerlo interesante para mí mismo, lo hice un poco más complejo, introduje a James Joyce y también introduje las connotaciones de la inmigración irlandesa. Y quisiera decir que Skreemer es un cómic muy extraño… un tebeo muy extraño, intenso… muy intenso». Tan intenso, que en muchas ocasiones Milligan ha afirmado que si bien es un trabajo del que se siente particularmente orgulloso, le quedó excesivamente denso, algo que puede deberse a la enorme variedad de temas que se tocan, a la riqueza de las subtramas y a la gran cantidad de personajes principales que aparecen teniendo en cuenta que se trata de una miniserie de seis números.

Para colmo, los referentes manejados también son potentes y exigen muchísimo del lector. El guionista irlandés ha explicado en numerosas ocasiones que tuvo una doble inspiración: a nivel cinematográfico, la monumental Érase una vez América –del inmortal Sergio Leone, con Robert De Niro, James Woods y Jennifer Connelly– y la igualmente genial El Largo Viernes Santo; a nivel literario, el Finnegans Wake de James Joyce. Ahí es nada. A eso se le deben sumar, claro está, las referencias filosóficas (Giordano Bruno y Giambattista Vico, este último citado a lo largo del propio cómic), los detalles y homenajes (la tortura de la rata, sacada del 1984 de Orwell) y otra clase de claros referentes como el Padrino Parte II. Todo ello para componer un retrato de los inmigrantes irlandeses y su crimen organizado en clave existencialista pero, muy especialmente, en clave americana. Algo parecido a lo que por esos mismos tiempos ejecutaban los Coen con Muerte entre las flores, como bien apunta uno de mis más apreciados lectores.


La violencia de los gángsters

¿Por qué un autor inglés tiene tanta predilección por explorar detalles históricos, sociales y culturales estadounidenses? El propio Milligan responde: «Creo que, si vives en este país… uhm… en realidad creo que estamos en una situación particular. Por ejemplo, si vives en Francia, hay muchos países a lo largo del mundo que hablan francés, pero Francia sigue siendo el centro del francés [como idioma]. Sin embargo, yo hablo inglés y el centro principal del inglés ya no es Inglaterra, sino América. Así que a menudo pienso que nos hemos convertido casi en una parte de América en este país debido al idioma, a la cultura. Por ello, encuentro muy interesante aportar mi propia visión sobre América».

Sea como sea, Milligan también se muestra siempre muy raudo en decir que todos estos referentes son siempre útiles para contar historias, pero que el punto central de esas historias siempre deben ser los personajes. Por eso mismo, tampoco se detiene mucho en pensar si lo que hace resulta violento, lascivo o moralmente negativo: «Trato de hacer historias basadas en personajes. Si la historia de ese personaje se orienta hacia una dirección, entonces es lógico seguir esa dirección. Nunca pienso ‘Skreemer debería ser violenta, o The Extremist sexual, o Enigma esto y lo otro’. Me intereso más por la veracidad de los personajes, para que así las historias parezcan reales […] Pero siempre se debe empezar por los personajes o de otra forma se convertirá en un postulado filosófico y frío. No se convertirá en ficción».


Violencia y dureza

Eso no quiere decir, por supuesto, que el autor se muestre ajeno a sus tres grandes temas: la vida, la muerte y el sexo. ¿A qué se debe esa gran fijación por estos temas? «Me parece que son las tres grandes… Le Grande Trois. He tenido mucha muerte en mi familia: mis padres están los dos muertos, mi mejor amigo asesinado, y esa clase de cosas. Así que la muerte me parece muy importante, en tanto en cuanto es una sombra sobre la vida y, al mismo tiempo, corrompe la vida. Pero también hace a la vida lo que es… sin muerte no hay vida, obviamente. Por su parte, el sexo es crucialmente importante; creo que es la fuerza motriz tras un montón de cosas. Y el sentido de la vida… una de las cosas que siempre me estoy preguntando a mí mismo es: ¿cuál es el jodido sentido de todo esto?».

Evidentemente, ésa es una pregunta que sólo se hace un agnóstico convencido que no cree ni en cielos ni en reencarnaciones («sospecho que no hay nada; que morimos y ya está», ha llegado a decir), pero que gusta de explorar la «quintaesencia» del ser humano; es decir, lo que define a una persona como tal y que no es accesorio: «Creo que hay algo que es quintaesencialmente Peter Milligan […] algo que te hacer ser tú mismo y de lo que no puede prescindirse […] Siempre me ha interesado saber qué es lo que es […] Y puede que, si hay vida después de la muerte, sea eso lo que sobrevive». Y es que, como buen agnóstico, a Milligan le gustaría creer a pesar de que no encuentra razón alguna para hacerlo.

Análisis conceptual

«Aquello que puede ser previsto, está predestinado; y donde hay predestinación, no hay libre albedrío». Con esta frase, que puede leerse en el primer número de Skreemer, se sientan las bases de la fuerza conceptual de un tebeo que ya desde el momento inicial desmonta toda una teología judeocristiana capaz de conjugar a un tiempo la libertad del hombre y la omnisciencia de Dios, y que no parece darse cuenta de que ambas proposiciones se contraponen. Así, con esta brutal declaración de intenciones, Milligan deja claro que lo que busca aquí es hablar de uno de sus temas preferidos a partir de preguntarse cuestiones tan universales como la presencia del destino, la posibilidad de que éste sea cambiado o el objeto de vivir una vida que está trazada de antemano. Para Milligan, el fatalismo es consecuencia directa de las características inherentes a lo divino; una consecuencia que niega la capacidad del hombre de tener el control de la propia vida y que cuestiona el sentido de vivir una existencia de cuyo control no gozamos.


La vida se repite

Pero, en la historia que el guionista nos plantea, el ser humano también puede acceder al conocimiento de lo futuro en base a una naturaleza cíclica de la Historia humana fundamentada en las tesis de Giordano Bruno y Giambattista Vico. Una visión que, lejos de suponer la estricta repetición de hechos del eterno retorno nietzscheniano, propone una espiral de períodos históricos con características semejantes a grandes rasgos pero con nuevos elementos cada vez; nuevos elementos que bien pueden constituir una ilusión de cambio, bien pueden marcar una diferencia puntual en el ciclo, como si se trataran de inexactitudes acumuladas a lo largo de procesos matemáticos consecutivos que pueden derivar en un error despreciable u ostensiblemente importante.

La introducción de las tesis de Bruno y Vico queda además reforzada por las múltiples referencias al Finnegans Wake de James Joyce… no tantas, por cierto, como a la balada irlandesa Finnegan’s Wake que lo inspiró y que a través de la cómica historia de la muerte y resurrección del protagonista establece una metáfora del ciclo universal de la vida y la Historia. De hecho, hasta el obtuso y poco concreto contexto histórico (como dijimos en el argumento, puede ser una ucronía o un futuro postapocalíptico) supone un refuerzo sutil de esta particular filosofía, siendo en este punto inevitable acordarse, aunque sea muy posterior, de la famosa sentencia de Battlestar Galactica: «todo esto ya ha pasado antes y volverá a pasar».

Sea como fuere es a través de las inexactitudes inherentes a cada período, del caos más aleatorio que determina los detalles de cada ciclo, a partir de lo cual Veto Skreemer aprehende los hechos que están por llegar. Pero ¡ay! no podemos olvidar que Skreemer no es Dios, sino un mortal con ciertos conocimientos más allá de lo terrenal que carece de la capacidad de cambiarlos o hacerles frente mínimamente. Esta tragedia, la de un hombre con la sapiencia de un dios pero sin el poder suficiente para cambiar lo que predice por más que lo intente –el Universo entero parece conspirar contra él cuando lo hace– deriva claramente de la mitológica Casandra, condenada por Apolo a conocer el futuro y, al tiempo, a ser ignorada por sus congéneres.

La moraleja que, personalmente, extraigo del asunto es que al hombre le interesa la inexistencia de Dios por una parte y la imposibilidad de acceder a un grado de conocimiento absoluto por la otra. Lo primero, porque es parte fundamental para autoafirmar su propia independencia; lo segundo, porque la ignorancia de ciertos elementos constituye la auténtica especia de la vida. Sólo la indeterminación es lo que proporciona sentido al discurrir de los días; la afirmación –o la ilusión– de que todo es posible y de que podemos enfrentarnos a cualquier obstáculo o desafío sin la certeza de que el resultado esté prefijado de antemano. Sólo la conciencia de que cada minuto y cada acción cuentan y tienen su eco nos mantiene cuerdos, activos y nos hace avanzar.


Panorama para matar

Pero –siempre hay un pero– Veto Skreemer no es el único protagonista de esta historia. Hay un personaje colectivo que a lo largo del tebeo adquiere casi tanta importancia como él: la familia Finnegan. ¿Qué objeto conceptual tienen? Simple y llano: recordarnos que no sólo lo divino y lo condicionado pueden ser un lastre para nuestra libertad, sino también los deseos de todos aquellos con fuerza suficiente como para imponerse. Los Finnegan constituyen así un reflejo de la vida que otros nos hacen vivir; un recordatorio de que los patrones de nuestra existencia pueden estar marcados por entes concretos con la misma fuerza que el propio destino. Los cuarenta años de dictadura en este país bien pueden ser un ejemplo de lo que puede ocurrir si esos entes determinan un sistema injusto, pero no por ello se debería pensar que la libertad de acción es total en épocas de mayor prosperidad como la actual. Siempre hay condicionantes ligados al contrato social aunque, como en todo contrato, el suscribirlo o no es una decisión que sí está –la mayor parte de las veces– en nuestra mano.

Análisis técnico

Antes de nada, y como casi siempre que se trata la producción más personal de Peter Milligan, tenemos que detenernos a explorar la estructura de la obra; estructura que si bien no es especialmente compleja, tampoco puede tildarse de convencional. En primer lugar tenemos un narrador omnisciente que distancia mucho al lector de la narración, y que cohesiona las tres líneas argumentales del tebeo: la que sucede en el año 38 después de La Caída, la que sucede a partir del año 1 después de La Caída y que se centra en Skreemer y sus compinches y, finalmente, la que se encuentra en ese mismo contexto y sigue a tres generaciones de la familia Finnegan. Todas ellas tienden a la convergencia –especialmente las dos últimas–, pero las transiciones entre una y otra suelen ser abruptas y casi non sequitur. Y digo «casi» porque es la figura de ese narrador la que establece la conexión entre unos cerrados que serían del todo inextricables si no fuera por ese detalle (al que se ha de sumar la distinción cromática de los flashbacks).

Respecto a la composición de página, el número de viñetas en cada una es casi siempre de 5-6, un predominio que sólo se rompe muy puntualmente cuando se requieren planos detalle, expresivos primeros planos de los protagonistas o bien splash-page con objeto enfático y/o espectacular. Respecto a los tipos de viñeta, predominan la rectangular vertical de tamaño pequeño-medio, la cuadrada perfecta y la panorámica (casi en la misma proporción las dos últimas). Por último, respecto al espacio interviñeta, decir que se encuentra casi siempre respetado, que es de color predominantemente negro –color que puede aparecer en la misma página en compañía de un blanco sucio o incluso un verde frío– y que sólo se ve interrumpido en tres tipos de ocasiones: en las splash-page, cuando se usa una splash-page como fondo para viñetas menores, y cuando los personajes trascienden los límites de su viñeta (esto último sucede muy pocas veces). Ahm, se me olvidaba: atención a unos bocadillos que, con gran frecuencia y debido a la densidad del texto, ocupan toda la viñeta excepto al personaje que lo declama.


Composición de página en Skreemer

Pasemos ahora a hablar del dibujo de Brett Ewins… aunque bien pensado, tal vez fuera conveniente hablar un poco primero del propio dibujante. Acerca de Ewins cabe destacar que es británico; que es conocido principalmente por su participación en Juez Dredd; y que junto a Peter Milligan, Steve Dillon y Brendan McCarthy participó en Bad Company, el proyecto que (re)crearan los cuatro para 2000 AD en 1986. Este último punto, que puede parecer accesorio, resulta enormemente ilustrativo visto con retrospectiva en tanto en cuanto se analiza la trayectoria posterior del cuarteto y sus múltiples coincidencias artísticas: Milligan, Ewins y McCarthy colaboraron inmediatamente después en Strange Days para Eclipse Comics; por su parte, en 1988 Ewins y Dillon fundaban el magazine Deadline para al poco tiempo volver a coincidir en esta Skreemer en 1989. Y no acaba ahí la cosa… en 1992, McCarthy y Milligan volvían a unirse para sacar adelante Skins y, finalmente, en 1993 fue McCarthy el que le pasó al bueno de Peter la polémica The Extremist diciéndole que era «incapaz de hacer el esfuerzo de dibujarla». Conclusión: durante un período de seis o siete años, a esta gente le gustó muchísimo trabajar junta de una forma u otra, y Skreemer no es más –a nivel de créditos– que el fruto de una de esas colaboraciones y la puerta grande de entrada a DC de su guionista.


Portada de Bad Company

Hechas las presentaciones, analicemos –ahora sí– el dibujo de Brett y el entintado de Dillon, perfectamente unidos para crear una prototípica muestra de «apartado gráfico medio» de finales de los ochenta/principios de los noventa. Y es que, en efecto estamos aquí ante el mayor ejemplo de los logros y los inconvenientes de toda una moda artística. Por un lado, tenemos un manejo de las proporciones y los volúmenes en clave rectilínea y angulosa, casi sin espacio para la curva y basado en la línea de trazo fino o medio. Por otro, tenemos un cuidado artesanal por los detalles y una ambientación en clave funcional, casi sin espacio para el ego del artista. Y por último, tenemos un registro de rasgos y expresiones faciales efectivos pero muy limitados que parecen intercambiarse –con las adaptaciones de rigor– entre los distintos personajes sin más problema. O lo que es lo mismo: no hay sutileza expresiva en los personajes, y apenas existe diferencia entre la «cara de emoción X» de uno y la «cara de emoción Y» de otro (por poner un ejemplo). Más allá de incorporarse a la fisonomía exagerada de cada personaje, todo es igual.

Sobre el poderoso entintado de Dillon y sus proverbiales manchas de tinta, podemos decir que adquiere la responsabilidad de gran parte de la carga expresiva del tebeo, aún a costa de sacrificar coherencia en lo que a la iluminación respecta. Y por último, destacar la efectiva –aunque limitada– paleta de colores de Tom Ziuko y los tonos que usa para los flashbacks: variaciones sucias de verdes, marrones, ocres, grises y rosas que contrastan con la limpidez de las tintas planas empleadas para los acontecimientos del presente.


Contextualizando con la paleta

¿Quiere decir esto que el dibujo es flojo o poco llamativo? La respuesta, a mi gusto, es inevitablemente que sí. Ahora bien… ¿le va bien este estilo a la historia? La respuesta, nuevamente según mi subjetivo parecer, es que también.


Portadas de Skreemer #1 y #3, a mi
gusto las mejores de la miniserie

Valoración personal

Mis lectores habituales sabrán que, en el mismo nivel en que coloco el lirismo del The Sandman de Gaiman o la potencia del mejor Moore, incluyo a dos guionistas cuyos trabajos no han sido todavía asimilados por ese gran público que ha accedido al mundo del Noveno Arte en el boom «integrado» propiciado por las adaptaciones cinematográficas. Esos guionistas son Grant Morrison y, muy especialmente, el primer Peter Milligan.

La obra de Milligan es sin duda densa referencial y conceptualmente, muy exigente para con el lector, al tiempo que de un pesimismo existencialista algo asfixiante… pero es genial. Y sin duda, la trilogía compuesta por Skreemer, Enigma y The Extremist constituye la cima de su carrera (dejando aparte Blanco Humano y en menor medida Shade, que son series de largo recorrido). De todas ellas tal vez sea Skreemer la más inmadura al ser la primera que desarrolló para el mercado estadounidense mainstream y en la que demuestra menos sutileza a la hora de introducir los postulados filosóficos. Pero que nadie se lleve a engaño: es potentísima, deslumbrante y, si bien puede calificarse de explícita (por subrayar demasiado sus referencias), jamás podría adjetivarse como pretenciosa, en tanto en cuanto su desarrollo argumental da lo que promete y mucho más.

Y de la misma forma en que no podemos comprender la visión de la realidad de Morrison sin leer al completo las tres obras que le dedica al tema (Flex Mentallo, Los Invisibles y El Asco), tampoco nadie debería afirmar que conoce en profundidad la visión existencialista de Milligan sobre la vida, la muerte y el sexo sin leer Skreemer (si bien el último de estos puntos no se toca apenas en la miniserie que nos ocupa).

Estamos por tanto ante una obra de obligada lectura para el lector iniciado en el cómic conceptualmente rico; un tipo de cómic que ya pertenecía al subsello Vertigo incluso antes de que se creara y que, sin duda, contribuyó a generar la necesidad de esa misma creación. Así que, por favor, buscad y cazad Skreemer si queréis leer una sublime obra maestra de las que no hacen ruido. No os defraudará y se quedará rondando vuestra cabeza durante varios días.

Enlaces recomendados

Última actualización de este artículo: 23 de enero de 2010

Subscribe
Notifícame
33 Comments
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
FranciX
FranciX
Lector
19 septiembre, 2008 9:18

Mi favorita de Milligan. Un autor que a veces me gusta mucho, como en este caso, y otras me deja más bien frío, sino directamente dormido (¿Has leido la de Johnny Nemo?).

El personaje de Vito Skreemer es absorbente y el triángulo que forma la relación de los tres protagonistas es magnífico. Además, todo lo que tenga que ver con viajes en el tiempo, estar atrapado en el tiempo, los ciclos temporales y esas cosas, son mi punto débil.

Me ha encantado el artículo, ¡con este y el de Swampy te has salido! Además aprovecho para sumar la portada del tercer número a mi lista de en brazos.

Alberto Benavente
19 septiembre, 2008 10:04

La rata..la rataaa…dios me has hecho recordar esa escena…..

ZANTOBLIN
Lector
19 septiembre, 2008 10:39

Me encantó SKREEMER, lo considero uno de los secretos mejor guardados de mi comicteca.
Además, a diferencia de otras obras, ha envejecido muy bien.

Animal Man
Animal Man
Lector
19 septiembre, 2008 11:12

Pues a mí no me gustó nada de nada este «Skreemr», de hecho hasta regalé la serie limitada de Zinco en su momento. Me gustó tan poco que ya siempre miro con anteojos las obras de Milligan antes de darles una oportunidad.

mariano
mariano
Lector
19 septiembre, 2008 11:26

Genial! De los pocos comics que me han flipado y que todavía no he releído.
Y lo del «apartado gráfico» lo dejaría en bajo. Igual es por eso que he sido perezoso para releerla. Ya podía ser Milligan siempre así…

peter
peter
Lector
19 septiembre, 2008 16:03

Brillante obra y brilante articulo, gracias

EL otro
EL otro
20 septiembre, 2008 13:09

Una obra para subir a un pedestal, que nos devuelva la mirada y nos diga a todos:»¡Sí , lo he hecho!»

Casi diria que uno de los mejores comics escritos nunca, al nivel de Watchmen, cuanto menos.

P.D.No creo que sea inmadura ni explícita, simplemente es una obra para llevar a cabo solo si se tiene un par de cojones como panecillos, es más, creo que es una de esas obras para decirle al resto de la gente metida en esto : «¡Mirad que se puede hacer con un tebeucho!»

Uno de esos comics para leer en universidades, bueno, mejor en escuelas primarias, así ya hubiesemos quedado sin solución para los restos.

P.D. Discrepo personalmente de su opinión señor Torralba en una serie de aspectos bastante acentuados de su artículo (como por ejemplo el veredicto del mismo) pero solo por el hecho de recordar tamaña obra no nos vamos a poner mojigatos.

¡Saludos!

Animal Man
Animal Man
Lector
20 septiembre, 2008 15:07

Mi problema igual es que no logro conectar con Milligan. Tampoco me gusta ni «Shade», ni «blanco humano». «X-statics» ya me reconcilió un poco con él, y también me gustó «Extremist», pero sigo sin verle nada especial a este autor. Cosas de gustos, ya digo.

zape
zape
Lector
10 diciembre, 2009 22:05

Estupendo y brillante como de costumbre Jose, pero hoy tengo que ponerte una pega….(silencio dramático) «Muerte entre las flores» no puede ser en modo alguno influyente sobre «Skreemer», porque es del año 1990 y la influencia no funciona retroactivamente. Lo que si son desde luego es confluyentes, llegan a lugares similares desde caminos distintos. En el caso de la sensacional película de los Coen a la reinterpretación del universo Hammett a base de atacar libérrimamente «La llave de cristal» una de esas operaciones de adaptación/no adaptación a la que los hermanos son tan devotos. De tal manera que ahí está el punto de contacto, la reinvención estilizada del imaginario del cine y la literatura gansteril de los 20 y 30.

zape
zape
Lector
10 diciembre, 2009 22:29

Pues todavía no cumplí. Lo ojee y lei superficialmente el primer número; me impresionó su estructura y lo tarbajada que se veía la prosa y me espantó (un poco, solo un poco) el dibujo y un colorido un tanto chirriante. Quizás al leerlo y ver el cuadro entero está estética que no me entusiasma demasiado y como bien dices era moda, pero que paradójicamente preside uno de mis tebeos favoritos, «Question», así que quizás si me termine de encajar, eso se verá…en Navidades. Por cierto que ya estoy con el tercer tomo de Scalped y no hace más que mejorar, el segundo ya restaña cualquier tópico de más que pudiera tener el precedente y este es una auténtica «ampliación del campo de batalla». Buena recomendación de uno de mis más apreciados «escribidores».

samanosuke
10 diciembre, 2009 23:58

Uf mañana me leeré seguro este artículo ya que, aunque aún no me ha convencido del todo, siempre me atrae Milligan, no sé por qué. He leído poco, sin embargo, pero debo releer en breve el Blanco Humano y por primera vez el Enigma que tengo en la estantería (gracias saldos de Norma), a ver si se me quita el mal sabor de boca que me dejaron la inconclusa The Minx y Los Carnívoros.

Y creo, CREO, que en la pila de lectura también está desde hace muuuucho el The Extremist. Joder a ver si me pongo al día con el británico loco.

samanosuke
11 diciembre, 2009 20:06

Muy buen artículo, Jose, como todos los que te leo sobre Vértigo.

Supongo que le daré una oportunidad, aunque supongo que mis conocimientos aún son bastante escasos para disfrutar de las referencias de las obras de Milligan.

Por cierto, hay una cosa que quería comentarte desde hace un tiempo, y era si, de no poder tú, me permitirías utilizar tus artículos como base principal para algunos artículos de la Wikipedia, ya que por ejemplo, no existe la entrada de esta obra, para que los lectores hispanoparlantes puedan disfrutar de esta información. Espero tu respuesta, sin compromiso. 😉

samanosuke
12 diciembre, 2009 13:09

Por supuesto, el artículo original irá en las referencias, y obviaré las reflexiones personales y los comentarios sobre el aspecto técnico de la obra.

Muchas gracias (de mi parte y de la del resto e lectores de Wikipedia) y te invito a pasarte por el Proyecto Historieta que tenemos en marcha hace ya algunos años.

Un saludo!

samanosuke
12 diciembre, 2009 14:04

Le he dedicado una horilla a ir perfilándolo como una entrada con carácter enciclopédico. Aún no está del todo terminada, pero la estructura principal está hecha. Por si queréis echarle un vistazo y arreglar algo, está aquí.

Gracias de nuevo por tu permiso José. 😉

samanosuke
12 diciembre, 2009 14:05

Mmmm… Creo que se me ha tragado el vacío un comentario anterior…

samanosuke
12 diciembre, 2009 18:55

Pues sí, la verdad que el apartado de personajes es casi copia pega por completo, y es que la entrada en la Wikipedia inglesa tampoco es demasiado elaborada sobre esta obra y no me ha ayudado demasiado… Gracias a ti la versión española le gana en algo. 😀
Pero vamos, es algo que cambiaré en cuanto encuentre información o, mejor, me lea el cómic yo mismo y pueda hablar con conocimiento de causa. 🙂

Gracias por enésima vez José (vecino por cierto, que soy de Huelva), y te invito a que si quieres nos ayudes a mejorar Wikipedia y, quién sabe, quizá algún futuro colaborador de Zona Negativa pueda crear artículos tan buenos como éste, pero recurriendo a su lengua materna.

Un saludo!

Javier
Javier
12 diciembre, 2009 22:53

El problema de Peter Milligan es que es bueno cuando quiere. No es un problema de talento, porque lo tiene. Es que no quiere. Lees Skreemer, Blanco Humano, The Extremist, Girl, Enigma, y lo tienes por un autor superlativo. Lees Elektra, Magneto, Batman, Carnivoros, Minx… No es una cuestión de dejadez o bloqueo creativo. No quiere. Y en un autor como él, te cabrea

Parábola Durden
Parábola Durden
2 enero, 2010 0:09

Joder, este comentario ya no lo leerá ni dios pero necesito gritar que SKREEMER es una OBRA MAESTRA. Es grandiosa, de esas que mientras la lees ya tienes ganas de hacerlo por segunda vez para llegar más adentro, para asimilar más mensaje vendado o incluso velado.

Acabo de leerla y me ha encantado. Ya no se hacen cómics así. Snif. Jodida nostalgia.

Por otra parte, tamboén he de decir algo. Sin todas esas películas mencionadas, esta obra no hubiera nacido, es más que deudora de ella. Es más, y me extraña que nadie lo haya mencionado, sin Watchmen tampoco. Al menos, a nivel formal, artístico y cualitativo. Las similitudes (por ser generosos con milligan en este aspecto) son demasiadas y muy evidentes. El que haya releido hasta la saciedad la obra de Moore captará un calco de esencia en muchos pasajes, pero el que no tb puede ver las semejanzas. Ese cuchillo cayendo en viñetas, marcando el paso de un tiempo estancado cual frasco de perfume; esas viñetas clónicas y separadas en el tiempo, a la par que se remarca que la idea de que no existe pasado, presente o futuro; el veto skreemer prediciendo lo que va a suceder como el Dr. Manhattan de los bajos fondos… Y podría seguir, pq en cada página alguien puede rascar y ver la influencia imperecedera (ya en aquel momento, cuando las dos obras casi eran simultáneas) de la biblia del cómic, como lo llama mi ‘kiosquero’.
Pasó tb con otras obras inmediatas a la de Moore, como por ejemplo, la no menos grandiosa Cinder & Ashe. Es de las pocas ocasiones que no critico a los respectivos autores (milligan, o’neill) por hacer algo así, sino que, al ser sus obras tan jodidamente buenas, me olvido, o al menos tolero, las licencias artísticas que tomaron prestadas.

Pero lo dicho: Skreemer ya está en mi estante favorito, con las mjores.

Torralba, excelente artículo. De los mjores, en serio.

Por cierto, leídos los viejos comentarios anteriores, le sumo un hurra por Scalped. Como estoy disfrutando de esta serie. Es la mejor colección regular del momento, al menos de las que yo leo.

PD: José, no he podido darte mi opinión sobre Incógnito pq tengo prohibidos los teclados durante un tiempo, debido a las recurrentes y ya preocupantes  tendinitis en mis muñecas, producidas por las 8-10 horas diarias que uno se pasa con la novela, la tercera ya sin descanso. Mis muñecas, operadas ya a los quince para más inri, piden un descanso. Por eso reprimo comentar en los post desde hace un par de semanas. Pero necesitaba hacerlo con Skreemer. Ah, y eso, decirte que me gustó mucho Incógnito. Me gusta lo Pulp, e incógnito, no podía degustarme. Y no coincido en que Bru repita la fórmula de sleeper. Hay semejanzas, pero las inherentes a un autor. No son repeticiones, y la historia me parece bastante distinta a su obra capital.

Javier Agrafojo
17 febrero, 2015 18:31
Agente Sadness
Agente Sadness
Lector
17 febrero, 2015 19:04

Me acabo de enterar de lo de Ewins. Le honraré a mi manera releyéndome «Bad Company».

Javier Agrafojo
17 febrero, 2015 19:42

No era un gran dibujante, eso es cierto, pero -como casi todos los bregados en el 2000AD- sabía contar una historia. Mi primer contacto con él fue en el serial de la Juez Anderson que trajo a España MC Ediciones (si no recuerdo mal), pero este Skreemer es lo mejor que le he leído, gracias al portentoso argumento de Milligan.

Agente Sadness
Agente Sadness
Lector
17 febrero, 2015 20:02

Prefiero a un Brett Ewins con la muñeca dislocada y sin ganas antes que a muchos de los «grandes talentos» de hoy. Era un narrador cojonudo, y en este Skreemer de Milligan… ¿Cómo decirlo finamente?

«Con buena picha, bien se jode» -(con perdón)-