Selecciones Marvel. Howard el pato: Atrapado en un mundo que no es el suyo

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Edición original: Marvel Comics – enero-septiembre 1976)
Edición España: Comics Forum – enero 2001
Guión: Steve Gerber
Dibujo: Frank Brunner, Gene Colan, John Buscema
Entintado: Steve Leialoha
Color: Frank Brunner
Portada: Rafael López Espí
Precio: 5,68 euros (tomo en tapa blanda de noventa y seis páginas)

 

El segundo año de la colección Selecciones Marvel se presentó con uno de los tebeos más interesantes que publicara la prolífica y un tanto experimental casa de los ideas en los setenta. El décimo tercer tomo de la serie recopilaba los cinco primeros números de la colección dedicada a Howard el Pato, el carismático, mordaz y mal encarado palmípedo creado por Steve Gerber y Val Mayerik en el número trece de la colección Fear.

Hablar de Howard el Pato es pensar –si naciste antes de 1980- en una película que pasaría a los anales del séptimo arte como uno de los mayores batacazos de la carrera de George Lucas (del que se habló en su momento por aquí) y que muchos adolescentes de la época dorada de los vídeo-clubes recuerdan como una de las cintas recurrentes en muchas tardes de fin de semanas. La cinta -que pasó a la historia por diversos follones por los “parecidos” entre este plumífero y otro tan gruñón como él- tuvo un efecto “mi barca” que condenó a los personajes marvelianos a adaptaciones de medio pelo hasta la llegada de Blade. Sin embargo, lo más triste de todo es que reducía a Howard a la condición de pato alienígena que llegaba a la Tierra, perdiendo en el camino la riqueza que Gerber había introducido en su trabajo.

Howard el pato es una serie tremendamente satírica en la que, a través de los demoledores comentarios de un visitante alienígena, don Steve se dedica a hacer una crítica inteligente y bastante ácida del mundo que le rodea en general y del de los tebeos en particular. La serie comienza con un protagonista que, absolutamente deprimido por las dificultades que presenta el planeta en el que se halla exiliado, ha tomado la decisión de poner fin a sus días. No puede regresar a su hogar y las relaciones con los “monos sin pelo” (como define a los seres humanos) no son precisamente halagüeñas. En su búsqueda de un lugar adecuado para suicidarse, se topa con la que habrá de ser su compañera de aventuras y pareja ocasional, la pelirroja Beverly Switzler. Su rescate, con la aparición de Spider-Man (un número uno que se precie tiene que tener un invitado de fuste para que las ventas subas) se presenta con una estética tomada directamente de los exitosos tebeos protagonizados por Conan de Cimmeria. El villano de turno podría pasar directamente por cualquiera de los hechiceros con los que el bárbaro pelinegro se cruzaba de cuando en vez. La transformación de Beverly en una especie de Red Sonja contrasta poderosamente con los atavíos que Howard se ve forzado a portar. Así como ella podría ser perfectamente una sucesora (en cuanto aspecto) de la mítica guerrera, el pobre pato está ciertamente ridículo con el taparrabos peludo y el casco cornudo que Barry Smith dibujara para Conan. Un número, en definitiva, para hacer repaso del personaje principal, darle una compañera de fatigas y reírse un poco del género de espada y brujería, primera de las víctimas de la afilada pluma de Gerber. Las siguientes serán el de superhéroes (con la descacharrante aparición del villano Hombre Nabo), el de artes marciales (con mención cuasi-directa a Shang Chi) y el de terror (con el Hombre Insomnio.) Cada capítulo es una puesta escena que ridiculiza algunos de los tópicos imperantes en los tebeos de la época. El brujo que sienta las bases de su propia destrucción, el humano que recibe poderes de una entidad alienígena, el duro entrenamiento del artista marcial, la doble personalidad… Gerber los saca de contexto cambiando sus coordenadas temporales (el hechicero del primer número no está en la era hiboria sino en los Estados Unidos de finales del S. XX) o introduciendo elementos absurdos (un nabo sideral que otorga poderes.) Mientras tanto, Howard intenta vivir y adaptarse a su vida con Beverly y en general, a los avatares de la existencia contemporánea: pagar facturas, buscar comida, enfrentarse a los prejuicios que supone ser diferente y soportar de forma nada estoica los constantes ataques de la “señora riñones”, una obesa dama obsesionada con la salud (alegoría de la paranoia quimiofóbica y de la preocupación por lo que consumimos.) Quince años después, aún estoy esperando que se recupere más de la serie del amigo Howard, al menos aquello que en mi opinión suscitaría más interés: el período en el que Steve Gerber contaba historias de su criatura.

En el apartado referente al dibujo hay que hacer mención a los tres grandes talentos que se encargaron de este arranque: Frank Brunner, John Buscema y Gene Colan. Ninguno necesita presentación a estas alturas y sus estilos, bien diferenciados, se beneficiaron del “filtro” homogeneizador de las tintas de Steve Leialoha y los colores del propio Brunner.

Boceto de Frank Brunner
Howard y Beverly, por Frank Brunner

El valor de estos números es la demostración de que, más allá de los elementos anclados en el período temporal en el que vieron la luz, la sátira contenida en los mismos los hace tan disfrutables ahora como entonces. Gerber volvería con su personaje en diversas ocasiones, y no me resisto a mencionar la serie limitada publicada bajo el sello MAX hace una década en la que don Steve volvía hacer lo que mejor sabía, poniendo en solfa los géneros de moda en esos días (en especial los exitosos conceptos del tebeo adulto de la distinguida competencia.) En muchos aspectos, Howard simboliza los avatares de la carrera de Gerber y sus enfrentamientos con las grandes editoriales en general y con Marvel en particular. La vieja discusión entre autor y empresa se concretaba en la promesa de editores de que sólo él tocaría al pato de los puros y en el incumplimiento de la misma por parte de la entidad, porque las propiedades había que explotarlas. En Spider-Man Team Up, Gerber “rescataría” a su personaje y lo llevaría consigo hasta Image, sustituyéndolo por “una copia sin alma”. Las críticas de Howard, crudas y descarnadas, eran también las de su padre literario, que se arremangó cada vez que consideró oportuno defender una causa que consideraba justa. Puede que Howard sea propiedad de Marvel (y propiedad por ende de Disney, que con tantas suspicacias miraba a ese otro ánade que también iba por la vida sin pantalones y cara de cabreo) pero, como sucede con ciertos personajes, sólo determinados autores tienen la capacidad de contar su historia.

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Spirit
Spirit
Lector
16 junio, 2014 13:04

Yo lo tengo, lo leí, aprecié y lo aprecio. Sí, una obra magnífica que deviene además una clara muestra de cómo en marvel se experimentaba con cosas raras fuera de la convencionalidad del momento y como el amigo Steve era un genio. Quizás leído ahora ha perdido ese componente crítico y ácido, aunque la tensión sexual «zoofílica» sería impensable en estos tiempos…

NobTetsujin
NobTetsujin
Lector
16 junio, 2014 13:49

¡Tebeazo! Aún lo tengo por ahí, con la mitad de las hojas desprendidas (eran de esas encuadernaciones «otoñales»), me lo pasé bomba. La historia del Hombre Nabo (con perdón) es cojonuda. Hace no mucho conseguí hacerme con el Essential y es bueno de principio a fin.

Dynamo
Dynamo
Lector
16 junio, 2014 14:13

Recuerdo encontrarme gratamente con este personaje en la colección de Spiderman de Forum, creo recordar que spidey y howard se enfrentaban a alguien llamado Status quo. ?estaba también Spiderwoman por ahí?

abcdef
abcdef
Lector
16 junio, 2014 14:21

Solo lamento no haber leìdo èstos tebeos de niño/adolescente… conocìa al personaje de algùn team up, y por supuesto vi la pelìcula con Lea Thomsom (Some kind of wonderful) en un programa doble junto a «loca academia de conductores» 🙂 allà por los 80… Años después conseguì un puñado de nùmeros en cajas de saldos y el selecciones Marvel… Soy un entusiasta de Steve Gerber y toda esa generaciòn de guionistas hippies adictos al lsd que camparon por el West Village en la època màs efervestente de la ciudad de Nueva York. Ahora he logrado completar la serie gracias al Omnibus, con la portada de Frank Brunner… Es una serie muy irregular, pero tiene grandìsimos momentos y sobre todo el dibujo de Colan, ya solo por èsto vale la pena echarles un ojo. Para los aficionados a la Marvel de todos los tiempos, son unos tebeos imprescindibles para entender muchas cosas de la historia de la editorial y su dècada màs bizarra, los años 70.

abcdef
abcdef
Lector
16 junio, 2014 14:25

Dynamo, efectivamente èse fue tambièn el primer tebeo donde vi a Howard, era el 23 de forum, y la segunda historia era un teamp up sin spiderman, spiderwoman y hulk… no es que fueran dos grandes historias, pero a mì me marcò de puro bizarro.

Alberto Benavente
16 junio, 2014 15:03

Igual es por los tacos. «No se admiten injurias, calumnias, spam, trolleo, mayúsculas masivas, claras desviaciones del tema propuesto -off-topics- o enlaces de descargas, así como ningún tipo de contenido ilegal. Además, cualquier comentario con más de un enlace precisará ser aprobado por los moderadores).»

De todas formas he pasado nota para que lo miren. Salu2!

Gonzo
Gonzo
Lector
16 junio, 2014 22:38

Justo anoche pregunté a Panini si existe alguna posibilidad de que lo editen, y pintan bastos… Una pena porque es de las series que más felizmente compraría, incluso en tochal carete….

Javier Agrafojo
17 junio, 2014 18:40

Enhorabuena por la reseña, Luis Javier! Los trabajos de Gerber son muy buenos y dificilísimos de encontrar en español, por desgracia.

Eso sí, la peli era mala de c…