Sandman Mystery Theatre: El sueño de Wesley Dodds

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Edición original: abr. 1993/feb. 1999; Vertigo (DC Comics).
Edición España: I Zinco (1995/-); II Norma editorial (1997/-); II Planeta (2005/2007).
Guión: Matt Wagner y Steven T. Seague.
Dibujo: Guy Davis et al.
Entintado: Guy Davis et al.
Portadas: Gavin Wilson y Richard Bruning.
Color: David J. Hornung.
Rotulista: John Constanza.
Precio: 18 tomos a color de entre 96-208 págs y 7,95-14,95 €.

 

Introducción y notas a la edición

Por Yuri Morillo Castaño.

1993. Año señalado para todo buen seguidor de la línea Vertigo que se precie. Con fecha de portada de marzo, series demasiado raras y «oscuras» para la DC de principios de los noventa, pero aún así insertadas de manera algo sui generis en su continuidad como eran La Cosa del Pantano, Doom Patrol, Hellblazer, Animal Man, The Sandman y Shade, el Hombre Cambiante, pasan de llevar en la esquina superior izquierda de su cubierta el símbolo de la major a ver cómo les colocaban un nuevo logo: unas letras en blanco y negro que componían la palabra VERTIGO; nuevo sello identificador para las seis. Y es que todas ellas eran, como decíamos, series especiales: todas llevaban desde un principio o habían acabado llevando el controvertido FOR MATURE READERS en portada; y todas menos Hellblazer, inicialmente un mero spin-off de Swamp Thing, quién lo diría hoy en día, habían surgido durante los ochenta como revisiones de cómics y personajes algo olvidados del pasado de la casa madre, con relativas o pocas esperanzas de los editores puestas en ellas, hasta que un puñado de guionistas británicos quisieron transformarlas en complejas epopeyas que orbitaban en torno al terror psicológico, la psicodelia, el romanticismo gótico, el existencialismo, la metafísica… temas y recursos, en definitiva, que devendrían en definitorios de la casa , y que en mayor o menor medida han continuado presentes hasta la actualidad.

Pero mientras estas series icónicas «sólo» sufrieron dicho cambio de logo, varias de ellas además con cambio de equipo artístico para celebrarlo o renovar su sangre (casi todas eran ya veteranas) incluidos; otros cómics nuevos, tuvieron el honor de debutar ese año dentro de la recién estrenada casa como acompañamiento a sus hermanos mayores: miniseries, ya clásicas, como Muerte: El alto coste de la vida, de Neil Gaiman y Chris Bachalo, o Enigma, de Peter Milligan y Duncan Fegredo; y series regulares sobre, de nuevo, olvidados personajes DC como Orquídea Negra, Kid Eternity o la que nos ocupa: remozadas aventuras del Sandman original de los años 40, presentadas bajo el título de Sandman Mystery Theatre.


Empezando con nota alta

Para hacerse cargo de esta última, Karen Berger y Shelly Roeberg (coeditora hasta el #36), se pusieron en contacto con un guionista que ya asentado y un dibujante que despuntaba: Matt Wagner y Guy Davis. El primero tuvo el honor de ser uno de los primeros estadounidenses, junto a Ann Nocenti en Kid Eternity, que se hiciera cargo de inaugurar una serie regular del naciente sello desde el número uno. Wagner ya había demostrado de sobras su talento durante todos los ochenta desde el mundo del cómic independiente; gracias a una primera maxiserie de Mage a mediados de aquella década y, sobre todo, a sus casi diez años publicando, entre serie regular y miniseries, su icónica y reconocida Grendel. Personajes ambos, por cierto, situados en el lado más oscuro y marginal del mundo superheroico y, por tanto, ideales para situar a su creador como guionista adecuado para las andanzas nocturnas de un renovado Wesley Dodds durante la difícil época de la Gran Depresión.

En cambio, aunque Guy Davis también venía del cómic independiente, o incluso más bien del underground, su trayectoria aún estaba despegando. De dibujar para fanzines, pasó a finales de la década, tras ser fichado por Caliber, a dibujar la maxiserie punk-victoriana sobre Sherlock Holmes Baker Street, que le supuso una primera nominación al Harvey Award. Y de ahí, llamada telefónica pertinente y directamente a Vertigo para dibujar el primer arco argumental de la serie, La Tarantula. En principio, cada arco, siempre compuesto por un número rídigo de 4 números mensuales por exigencias de Wagner, sería dibujado por un artista distinto; pero con el número #13, con un año ya de recorrido y comenzando la definitoria saga La Vamp, Davis volvió para quedarse como responsable a los lápices de casi dos tercios de la colección. El propio Wagner nos habla sobre su primer contacto con Davis y la elección del Sandman de la Edad de Oro para realizar una serie en el sello: «Había comenzado recientemente varias ficciones de serie negra y, por supuesto, siempre había amado todos los típicos adornos de la tradición pulp. Fue por esa época que había descubierto Baker Street de Guy Davis, que me encantó. Contacté con él y le ofrecí trabajar en algo para DC, dándole así una audiencia más amplia y un cheque más grande. Guy se metió de lleno en DC Who’s Who y regresó con una selección de personajes que le gustaban; uno de ellos era el Sandman de la Edad de Oro. Lo que me dijo entonces fue algo parecido a ‘sé que no nos dejarán hacerlo por el Sandman de Gaiman, pero seguro que sería divertido’. ‘Todo lo contrario’, repliqué, ‘es exactamente por lo que nos dejarán hacerlo’. Fui entonces a encontrarme con Karen y le sugerí que ya que Neil se había llevado todo lo que se refería a Sandman en DC a su camino, por qué no coger esa influencia y volver a aplicarla a las encarnaciones anteriores del personaje. Esto me dio la oportunidad de dar un sabor más duro a los aspectos pulp de uno de los primeros héroes disfrazados de DC, acompañado de una cierta realidad histórica».


Llamando a las puertas de Vertigo

Pero la pareja responsable habría de convertirse en trío y, partir, una vez más, de aquel número #13 que sentaría cátedra, un nuevo y poco conocido autor, proveniente también del underground, se uniría a Wagner y Davis para narrar las historias de Wesley Dodds: un Steven T. Seagle que, habiendo debutado en miniseries como Kafka (1987, Renegade Press) o The Amazon (1989, Comico) y trabajado anteriormente con Wagner en el último número de la serie regular de Grendel, el #40, llegaría a convertirse en habitual del sello tras o durante su paso por la serie que nos ocupa durante muchos años gracias a obras como La Casa de los Secretos, la reconocida novela gráfica Es un pájaro… o las fallidas The Crusaders y American Virgin. Para finalizar el equipo artístico: David Hornung se ocupó del coloreado durante todo el recorrido, y las portadas fueron obra de Gavin Wilson (junto al anterior y John Constanza a las rotulaciones, los únicos artistas que participaron en todos los números serie) y Richard Bruning (igual, pero desde el #5). Así, con fecha de portada de abril de 1994, quedaría asentado el equipo titular de la colección que trabajaría en conjunto durante 36 números, un número más que la mitad de la serie.


… y con Seagle, queda el equipo establecido

Las ventas nunca fueron como para tirar cohetes, aunque siempre fueron correctas: carecemos de datos hasta 1996, pero en septiembre de dicho mes vendía en torno a los 21.000 ejemplares, lo que la convertía en una de las series que menos vendía del sello; muy lejos de Predicador y The Dreaming (en torno a los 40.000), algo menos de La Casa de los Secretos y Los Libros de la Magia, en paridad con Hellblazer y sólo por encima de la ya en fase de cancelación Seekers Into the Mystery. Cifra que nos puede parecer abultada, si comparamos con los 19.000 ejemplares que vende la cabeza del sello, Fábulas hoy en día; pero que por entonces la situaba en una tibia situación, en un mercado sin el tomo recopilatorio aún afianzado. En diciembre de 1998, fecha de aparición del último número, el #70, la colección había bajado, progresivamente durante dos años, hasta los 12.600; situándose sólo por encima de La Casa de los Secretos #25, curiosamente otra obra de Seagle, y que se veía cancelada en tal número ese mismo mes. Números muy distintos a los que se barajan hoy día, como podemos ver, incluso en Vertigo.

Pero a pesar de su discreta trayectoria, Sandman Mystery Theatre aguantó lo suficiente y consiguió hacerse con un reconocimiento muy a tener en cuenta: el ser la primera serie que puede considerarse exitosa con todos su números publicados íntegramente dentro de Vertigo. Y es que si sus dos compañeras de promoción, Kid Eternity y Orquídea Negra, llegaron apenas a los 16 y 22 números editados respectivamente antes de su cancelación, la serie de Matt Wagner, Steven T. Seagle, Guy Davis y cía, con sus, ya hemos dicho, 70 ejemplares publicados, ayudó a marcar el parámetro según el cual una serie del sello llega a su conclusión natural, sorteando la temida cancelación (contad si no el número de series que han alcanzado el estatus de clásicos dentro del sello y terminaron entre el número 60 y el 75). Nunca fue la más exitosa, siempre tuvo unas ventas, siendo generosos, medias, pero su público fiel la mantuvo en el candelero, en tiempos en los que hablar de libros recopilatorios era la excepción. Como reconocimiento final, la serie fue nominada a los Premios Eisner en 1999, en las categorías de Mejor Serie Regular, Mejor Arco Argumental (The Hero, #69-70) y Mejor Guionista (Steven T. Seagle, Wagner había abandonado en el #60); nominación esta última ya conseguida en 1995 (esta vez sí, compartida por ambos autores), junto a la de Mejor Número Único (el Anual).


Reconocimiento en los Eisner

Historia

Creado por Gardner Fox y Bert Christman, la primera aparición de Sandman, ocultando ya desde un principio la identidad de un Wesley Dodds que vivía sus aventuras en la Nueva York por entonces contemporánea, se produjo en el Adventure Comics #40 (1939), en un número titulado La Tarántula, tal como se denominó muchos años después el primer arco de la serie de Vertigo; o quizá en New York World’s Fair Omnibus, sigue sin quedar muy claro, y esta primera etapa se extendió hasta el #102 de la primera (1945); haciendo del personaje, por tanto, uno de los primeros superhéroes de la editorial (aunque quizá haya que matizar, y dejarlo en héroe o vigilante), e incluso miembro fundador de la Sociedad de la Justicia de América en el All-Star Comics #3.


Confusos comienzos

Ya desde un principio, Sandman portaría los complementos que lo harían inconfundible para el lector en décadas sucesivas: gabardina, sombrero y pistola y máscara de gas, ya que Dodds no tenía superpoder alguno y debía protegerse de su propia arma. Tal vulnerabilidad, unido al cierto nivel de igualdad que su novia, Dian Belmont, alcanzaría al ayudarlo activamente en varias de sus aventuras, algo insólito para las amantes de los héroes DC del momento, darían a la obra un cierto realismo, dentro de la ingenuidad y levedad de los cómics de entonces, que no poseían otras compañeras de generación. Pero quizá esta posición de cercanía no gustó en la editorial, y por ello Sandman fue adquiriendo cada vez más factores superheroicos. A partir del Adventure Comics #69 (1941), en manos de Mort Weisinger y Paul Norris, se le haría abandonar su siniestra apariencia para vestir un colorido traje más acorde con el tono pujante de los personajes de la editorial tras la guerra; y además perdió a Dian para ganar un compañero, Sandy, sobrino de la anterior, a la imagen y semejanza de un Robin o cualquier otro sidekick habitual. Joe Simon y Jack Kirby continuarían con las andanzas del personajes, en esta misma tónica.


Otros sueños y regresos frustrados

Con el paso de los años y las décadas, el personaje se va alejando cada vez más de sus orígenes. En 1966, durante la Edad de Plata, hizo varias apariciones en la JSA, y cinco años después, en 1971, en un acto de reseteo total, Joe Simon y Jack Kirby mantuvieron el nombre para crear otro superhéroe totalmente distinto. Este nuevo Sandman, Garrett Sanford, quedaría de nuevo alejado del tono pulp, para proseguir sus andanzas en un contexto más propio del universo superheroico ya apuntado en los años cuarenta; llegando a tener incluso superpoderes como crear pesadillas para combatir a los enemigos. A Sanford lo sucedería Hector Hall a finales de los ochenta en esa misma tónica que vagamente tendría relación con su predecesor. Personaje, como sabemos, que sería rescatado poco después por Gaiman para su aglutinadora The Sandman. Durante esta época, el personaje no hace sino dar tumbos de un lado a otro de DC, hasta sufrir, como otros tantos, la Crisis en Tierras Infinitas. No sería hasta los noventa que volvería a tener relevancia y serie propia, con la irrupción de la serie de la que trata este artículo, en la que incluso recuperó su naturaleza original de vigilante pulp. Entre medio, unos Wesley Dodds y Dian Belmont avejentados aparecerían en la serie Starman de James Robinson; y ocho años después de su finalización se reviviría brevemente al personaje en la fallida miniserie Sandman Mystery Theatre: Sleep of Reason (2007). Pequeñas apariciones en el evento Blackest Night y en la cancelada serie regular de Madame Xanadu suponen sus últimas apariciones hasta la fecha.

Y en España…

En nuestro país, hubo que esperar dos años tras el comienzo, hasta 1995, a que Zinco publicara algo relacionado con la serie; en concreto un número situado fuera de numeración: el único anual que se editó de la colección, de ese mismo año, y dibujado por artistas de prestigio como Alex Ross o David Lloyd. Pero una vez iniciada la intentona, los meses continuaron pasando y no parecía que hubiese visos de que la editorial se atreviese con la regular. No fue hasta unos años después, en 1998, que Norma Editorial, ya con los derechos de DC adquiridos, intentara darle una oportunidad al vigilante de la máscara de gas,: doce números, es decir, los tres primeros arcos argumentales (La Tarántula, El Rostro, El Bruto), además del crossover con el otro Sandman de Vertigo, Sandman Midnight Theatre, en un claro intento de darle publicidad relacionándola desde un comienzo con su exitosa serie emparentada, fueron publicados hasta que se decidió cancelar la edición. Y de nuevo, silencio.

Seis largos años pasarían hasta que Planeta, con DC recién adquirida, continuara con el curso natural de la serie: en otoño de 2005 aparecía el recopilatorio de los números #13-16, correspondientes al arco La Vamp, que como se ha dicho anteriormente, puede servir de una especie de segundo inicio al verse asentado por primera vez el equipo artístico principal (Davis-Seagle-Wagner). Pero en lugar de seguir con la tónica de sus precursoras, esta tercera editorial confiaría plenamente en la serie, y, aunque las ventas parece ser que nunca fueron buenas del todo, se programó una publicación bimestral de a tomo por arco hasta, ya superado ampliamente su ecuador, pasar a una publicación mensual a marchas forzadas contra las bajas ventas; llegando a reeditarse en verano de 2007 incluso aquellos primeros doce números y el ya casi olvidado por estos lares Anual. Sí señores, por primera vez en España teníamos los setenta números de Sandman Mystery Theatre, 58 de ellos hasta entonces inéditos, más sus dos principales derivados, editados por una misma editorial. Irónicamente ahora mismo, a poco más de un mes de la pérdida de derechos de DC por parte de Planeta a favor de El Catálogo del Cómic, hay más material en circulación de Sandman Mystery Theatre en España que en EEUU; donde los tomos recopilatorios están siendo publicados de manera bastante irregular por la editorial, e incluso DC por ahora ha dejado estancada la publicación en un libro recopilatorio de The Black Hawk y The Return of the Scarlet Ghost, con fecha de abril de 2010, es decir, hasta el número #52. Tenemos palabras de un desconcertado Wagner al respecto: «Es un secreto arcano conocido únicamente por el el equipo de Venta y Marketing de DC. Por supuesto, espero que continúen». Eso sí, a pesar de todo, de vuelta a nuestro país, fuera quedaron los típicos retales sueltos: dos historias cortas aparecidos en los especiales Al filo del Invierno #1 y #2. Para los completistas, advertir que los dos primeros siguen siendo aún encontrables de saldo.


Sandman Mystery Theatre de Norma y Planeta

En cuanto a la edición, dado que dieciocho tomos abarcan demasiado como para hablar de erratas o faltas de ortografía concretas (de las que, en general, hay pocas), me limitaré a hablar de la presentación y el diseño de edición. Tres son las grandes lacras de arrastra la recopilación de la colección a cargo de Planeta. La primera sería la numeración, que comienza con un descolocado 2 en el lomo del arco-libro El Escorpión (#17-20). Esto se debe a que, como ya comentamos, la editorial «rescató» la colección con el arco inmediatamente anterior, La Vamp, que no numeró quizá esperando a ver su viabilidad comercial; por si acaso no colmaba las expectativas y se quedaba en un único tomo vestigio de otra intentona fallida. Por suerte, y si no no estaríamos hablando de ello, la serie continuó, ya con numeración, aunque desfasada y sin ningún abanderado que portara el número 1, hasta el 14, tomo titulado El Duende y El Héroe (#65-70) y que recoge los dos últimos arcos de la colección. Seguidamente después, ya totalmente fuera de numeración, se reeditarían La Tarántula (#1-4), el Anual y El Rostro y El Bruto (#5-12); este último a imagen y semejanza de la edición americana que por entonces arrancaba al otro lado del Atlántico y que continúa hoy en día de manera tremendamente irregular. Caótico, sí, pero podría haber sido peor: ¿os imagináis que hubieran lanzado estos dos últimos/primeros libros con un 15 y 16 en el lomo, trastocando ya cualquier tipo de orden en vuestras librería? Yo ni quiero pensarlo…

La segunda encaja en una mala práctica de los primeros tiempos de Vertigo en Planeta, y que ha seguido repitiéndose, si bien cada vez en menos ocasiones hasta casi desaparecer, hasta día de hoy: la ausencia de portadas. Los bonitos fotomontajes de Gavin Wilson empiezan a aparecer recopilados en el citado tomo 2, desaparecen en el 3, son compilados en parte en el 4, aparecen todas en el 5… y ya por no hablar de su posición en el libro, ya que a veces son dispuestas abriendo cada número de los cuatro que componen la mayoría de tomos, como sería deseable, pero otras se aglutinan al final, o son agrupadas de dos en dos de la manera más aleatoria… en fin, un caos que baila prácticamente en cuanto a organización de un tomo al siguiente. Y en cuanto al tercer fallo, pues volvemos a encontrarnos con los temidos escaneados. Y es que estamos hablando de cómics que en una buena parte no habían sido, ni siguen aún hoy en día, digitalizados y recopilados en EEUU cuando comenzaron a editarse por primera vez en nuestro país; por lo que habrá que esperar a una futura edición en la que estén todos los números reeditados en condiciones.


La Tarántula y El Duende y El Héroe, principio y final de la colección

Como colofón, y para facilitarle la búsqueda al agobiado comprador de última hora, o al experto coleccionista si se da el caso de que se salde la serie en los próximos meses, adjunto la guía de la serie completa, según el orden cronológico de edición de Planeta. Se añade la numeración en el caso de que el tomo la contemplara:

  • La Vamp (SMT #13-16, octubre 2005)
  • 2: El Escorpión/The Scorpion (SMT #17-20, febrero 2006)
  • 3: Dr Muerte/Dr Death (SMT #21-24, abril 2006)
  • 4: La Noche del Carnicero/Night of the Butcher (SMT #25-28, junio 2006)
  • 5: Hourman /The Hourman (SMT #29-32, agosto 2006)
  • 6: Pitón/The Python (SMT #33-36, octubre 2006)
  • Sandman Midnight Theatre (noviembre 2006)
  • 7: La Niebla/The Mist (SMT #37-40, febrero 2007)
  • 8: El Fantasma de la Feria/The Phantom of the Fair (SMT #41-44, febrero 2007)
  • 9: El Halcón Negro/The Blackhawk (SMT #45-48, marzo 2007)
  • 10: El Regreso del Fantasma Escarlata/Return of the Scarlet Ghost (SMT #49-52, abril 2007)
  • 11: La Bruja/The Crone (SMT #53-56, mayo 2007)
  • 12: El Cañón/The Cannon (SMT #57-60, junio 2007)
  • 13: La Ciudad/The City (SMT #61-64, julio 2007)
  • 14: El Duende y El Héroe/ The Goblin & The Hero (SMT #65-70, agosto 2007)
  • La Tarántula/The Tarantula (SMT #1-4, agosto 2007)
  • El Rostro y El Bruto/The Face & The Brute (SMT #5-12, septiembre 2007)
  • Sandman Mystery Theatre Anual (SMT Annual, octubre 2007)

Argumento

Nueva York, finales de los años 30 del pasado siglo. Los últimos estertores de los llamados «felices años veinte» se desvanecen entre la bruma y el tráfico de la ciudad conforme las consecuencias de crisis económica más atroz que se haya sufrido en la edad contemporánea y los ecos de una cada vez más posible guerra en Europa y quizá el mundo entero contra los totalitarismos se meten bajo la piel y azotan el Sueño de los Justos.


Dos caras de la Gran Manzana

Uno de ellos, Wesley Dodds, próspero inversor y filántropo de cara a casi todos, atormentado vigilante enmascarado además para unos pocos, intenta paliar el efecto de estas malas pesadillas muy reales a base de peligrosas escaramuzas por toda la ciudad combatiendo el crimen a su modesto modo. Una vida doble para duros tiempos que deberá compartir con dolorosos altibajos con su compañera Dian Belmont, hasta que llegue el momento crucial de tener que decidir entre un aspecto y el otro de su existencia dual cuando no parezca que haya ya esperanza para el mundo…

Dramatis personae

Wesley Dodds, el héroe de la función; heredero de la más clásica vertiente heróica DC: joven huérfano, honorable, pudiente y filántropo, se ve acosado por las injusticias mediante sueños amenazadores y premonitorios, que le hacen lanzarse cada noche a combatir el crimen a su poco heterodoxa manera; bajo la máscara del vigilante popularmente conocido como Sandman.

Dian Belmont, la compañera de Dodds. Conocedora de su increíble doble vida, lejos de mantenerse pasiva llorando su cíclico regreso o una fatal muerte, participará activamente en su batalla contra el crimen, pero en su caso a cara descubierta. Independiente, curiosa, inconformista, prototipo por tanto del incipiente papel de la mujer en el siglo XX, tendrá que decidir si prefiera esta vida de constante peligro e incertidumbre o una más equilibrada, aunque la aleje de su amado…

Larry Belmont, fiscal del distrito. Padre de Dian y viudo, es un hombre debido a su hija y su trabajo, de gustos sencillos y poco dado a los lujos. No termina de comprender los cambios que han aparecido con el nuevo siglo, continuamente presentes en el rostro de su espabilada hija, pero una cosa sí que sabe: el bien y el mal no conocen de cambios de época, aunque el primero irrumpa bajo una máscara de gas…

Tony Burke, teniente del departamento de policía de Manhattan. En casi todos los aspectos, la antítesis de Dodds: violento, malhablado, racista, xenófobo, machista… sólo lo salva de ser el mayor cabrón de la Gran Manzana curiosamente lo único que lo une al vigilante enmascarado, al que tanto odia por inmiscuirse a menudo en su camino: su inalterable sentido del trabajo, el deber y la justicia. Aunque a menudo se la tome por su poco heterodoxa mano…

Humphreys, mayordomo inglés de Wesley. Como si de una especie de doble del entrañable Alfred se tratara, se trata de un individuo pulcro, servicial y discreto; debido a su deber y a su señor. Será el único que conozca la verdad sobre Dodds desde el principio de la serie, y atendiendo a su vocación, hará lo posible por ayudarle y hacerle sentir cómodo. Sin decir una palabra a nadie sobre su secreto.

Hablan los autores

Guy Davies sobre Sandman Mystery Theatre y el aprendizaje: «Fue muy divertido dibujar y trabajar con Matt y Steve en Sandman Mystery Theatre. Amo las películas antiguas y las historias pulp, así que fui feliz por poder tener una excusa para usar un montón de referencias que había ido recopilando de los años 30 y 40. Fue una gran experiencia de aprendizaje también: mi primer trabajo work-for-hire con unos plazos muy ajustados. Así que aprendí a tomar decisiones artísticas rápidamente y a trabajar rápido para llegar a los plazos de entrega. Mirando atrás, probablemente tomé un montón de malas decisiones, pero aprender de los errores es el mejor profesor en mi caso».

Guy Davis contra los superhéroes: «Nunca me ha interesado realmente el género superheróico en los cómics, sino que son las aventuras ‘más-grandes-que-la-vida’ propias del pulp lo que más disfruto. Intenté implantar eso en mi arte cuando estaba trabajando en Sandman Mystery Theatre, the Nevermen y The Marquis«.

Wagner poniéndose la máscara de gas: «Tuve una reunion con Karen Berger en la que me ofreció trabajo, antes de la formación de Vertigo. Ella estaba comenzando a labrarse ese nicho en DC pero aún no se había formalizado bajo el nombre y el sello. Estaban publicando el The Sandman de Gaiman en ese momento, con obvio gran éxito, y estaban buscando alguna manera de sacar aún más provecho de esa estrella. El problema era que no veían ninguna manera de hacerlo sin Neil al timón. Hoy en día la personalidad de Vertigo parece bastante bien establecida, pero en ese momento era bastante amorfa».


Mala vida pulp

Guy Davis y el encasillamiento pulp: «Justo después de terminar Sandman Mystery Theatre se me encasilló y parecía que sólo fuera capaz de trabajar en obras situadas en los años 30, por lo que me fue difícil encontrar trabajo. Así que intenté trabajar en un montón de cómics diferentes para demostrar que podía trabajar en otras épocas».

Matt Wagner y el corsé de la narración: «Fue una decision muy específica por mi parte desde el comienzo. Arcos de cuatro números se convertirían eventualmente en tomos recopilatorios con un tamaño aproximado al de las viejas novelas pulp. Siempre me ha interesado mucho la estructura de las historias y si miras la serie como un todo, verás que se refleja en la narrativa también: la relación de Wes y Diane se somete a una narrativa dramática escalonada por cada arco argumental».

Seagle sobre trabajar con Wagner: «Nunca pensé que Matt y yo hiciéramos un buen equipo porque los dos tenemos personalidades muy fuertes como creadores. Pero tengo que decirte que fue sencillo desde el primer momento. Nunca hemos tenido el menor conflicto como colaboradores, y le eché de menos cuando finalmente se fue para ocuparse de sus propios proyectos [en el número #60 de SMT]. Generalmente nuestro sistema consistía en hablar brevemente sobre la forma general del arco argumental, después Matt escribía el argumento y yo el diálogo. Al final, Matt estaba demasiado ocupado para poder hacer eso, así que trabajábamos juntos la historia en general y luego yo escribía los argumentos y hacía los diálogos. Ha habido otras colaboraciones en las que he trabajado de distinta forma, pero ninguna ha requerido tan poco esfuerzo como esta».

Análisis conceptual

Sandman Mystery Theatre ejemplifica, en cierto sentido literal quizá mejor que ninguna otra, lo que pretendía ser Vertigo en los primeros tiempos. Es más, puede que se empeñara tanto en verse merecedora de ser publicada en el sello que incluso podría tachársela de conservadora. Y es que una vez más, como hemos dicho anteriormente, se rescata un oscuro personaje del pasado para crear con él historias más profunda y adultas; pero al contrario que ocurre con el The Sandman de Gaiman o el Shade de Milligan, Wagner y Seagle no consiguen, o no quieren, trascender el universo ya creado en torno a Dodds, sino que únicamente le dan una mayor riqueza emocional y argumental dentro de los mismos parámetros en los que ya se movía en los años 40, incluidas características temporales y situacionales. Algo digno de elogio, por otra parte, ya que ni mucho menos es algo fácil de conseguir. Podría decirse que Sandman Mystery Theatre evoluciona hacia el interior, en lugar de acomodarse a la tónica de otras series de generación de explorar los límites hacia afuera.

El contexto local en el transcurre la acción es muy concreto: la Nueva York de finales de los años treinta. De hecho, la trama apenas se aleja de los límites de la urbe, y cuando se desplazó a otro lugar lejano momentáneamente, Inglaterra, se prefirió crear un especial, Sandman Midnigth Theatre, fuera de numeración. La línea temporal es un segmento también bien definido: comienza recién inaugurado 1938 y termina en justo para dar la bienvenida a 1940. Dos años de los que es fácil sacar un zeitgeist claro: las consecuencias de la crisis del 29 y, sobre todo, el temor, luego certeza, del conjunto de tensiones internacionales que devendrían en la II Guerra Mundial.


Hambre y guerra, el ser humano inalterable

La serie comenzó a editarse, curiosamente, saliendo de una nueva época de recesión (1989-1993) y este artículo no hace sino ponerla de nuevo de actualidad estando nosotros inmersos en la mayor crisis global desde la que se narra indirecta y directamente en sus páginas. Durante los años treinta, el Dow Jones cayó a su nivel más bajo desde 1800 (1932) y no se recuperó hasta bien entrados los años cincuenta. Años, por tanto, de pobreza, desesperación y, como peor consecuencia, crimen y delincuencia. Algunos intentaban prolongar la algarabía de «los felices años 20» asistiendo a decadentes locales de swing y jazz noche sí y noche también, tal y como hace una desorientada Dian durante los primeros arcos de la serie; intentando olvidar por una noche problemas como la acción mafiosa (La Tarántula, El Bruto), la decadencia social debida a la miseria (La Noche del Carnicero, quizá el arco más brutal dentro de una serie más bien lóbrega en este aspecto), la degeneración de las clases pudientes (La Vamp), la especulación en contra de los desfavorecidos (El Escorpión), la guerra entre guetos y clases (El Rostro)… y, en contraposición a todo ello, el surgimiento de almas justas y altruistas que luchan por la justicia y el bien, y alejadas del comportamiento brutal de policías como Burke (Hourman); temas que, quizá muy sintéticamente, son los más recurrentes en la colección, sobre todo hasta el ecuador de la misma; momento en se produce un cierto punto de inflexión en el que el otro gran hilo de apoyo contextual comienza a acaparar más argumentos.

La II Guerra Mundial se hace patente sobre todo a partir del arco La Niebla, donde aparece de nuevo la mafia (tema cuasi omnipresente en el cómic, por otra parte), en este caso aduanera al entrar en conflicto con una serie de simpatizantes nazis en suelo americano. La aparición de avances tecnológicos en armamentística que se analizan durante este arco, siendo uno de ellos una «niebla» desmolecularizadora proveniente de un misterioso Ted Knight (suena, ¿no?), en un principio fabricadas para detener un posible ataque en suelo americano de el Eje (hablamos de antes de los acontecimientos de Pearl Harbor), pero con la sospecha de que son armas terriblemente ofensivas y destructivas, extiende una capa de incertidumbre y temor sobre la gente; afectando sobremanera a gente sensible y concienciada como nuestra pareja protagonista de tal manera que llegan a preguntarse si merece la pena seguir peleando por su mundo o incluso traer más vida a él.


Miedo a la ciencia ¿ficción?

Y es que hablar de Sandman Mystery Theatre es situarse, necesariamente, entre los últimos, moribundos, coletazos del siglo XIX y la inexcusable realidad de estar inmerso en pleno siglo XX. Por un lado, la Gran Guerra, quizá la última guerra ‘a la antigua’, queda ya a dos décadas de distancia, pero por la otra parte ya comienza a hablarse sin tapujos de la que viene; un nuevo y devastador tipo de conflicto bélico hasta ahora inimaginable al estar inmiscuidas iniciativas militares del alcance de lo que se llamaría Proyecto Manhattan. Período por tanto en que la humanidad pasa de hablar de la destrucción global como algo totalmente palpable y posible en lugar de algo cuasi bíblico o cuanto menos metafísico. El pesimismo ante el futuro y la impotencia de no poder hacer lo suficiente para cambiarlo supone gran parte del trasfondo sociológico de la serie; llevando hacia el final a Dodds a perder la razón y creer que Sandman es su verdadero yo y Wesley su máscara en un triste episodio de locura, y, más terriblemente aún, obligando a Dian a llevar a cabo un acto que normalmente queda grabado para siempre en la mente (y el cuerpo) de toda mujer que tenga que sufrirlo.

Estas nuevas preocupaciones caen, como ya se ha mencionado, como una losa sobre la mayor parte de la humanidad, pero sobre todo moldean de manera abrupta las mentes jóvenes, forzando todo un cambio generacional. Señores ya maduros como Larry Belmont o el juez Schaeffer, no pueden evitar tener una manera de pensar derivada de su primera juventud y la herencia familiar: la unidad familiar y el trabajo lo son todo, por lo que un hombre se debe a obtener y mantener un empleo honrado y a ser cabeza de familia; protegiendo, pero a la vez tutelando, por no decir controlando, a su mujer e hijos.

Este paradigma ha cambiado gracias a hombres como Wes, pero sobre todo a mujeres como Dian. La Primera Ola del Feminismo está dando sus ansiados frutos: si bien ya queda lejos aquel 1893 en el que las neozelandesas se convirtieron en las primeras mujeres en poder asistir a las urnas; no es hasta el final de la Gran Guerra que se legaliza el Sufragio Universal en varios países de Europa y en EEUU. En dicho país en concreto no llega el voto femenino (parcial) hasta 1920, rubricándose en un muy postrero 1965 en caso de mujeres (y hombres) negros. Dicha ley sirve como una especie de poso oficial para afianzar la igualdad entre sexos. Y chicas como Dian apuntan todo a ello: independiente, curiosa, resuelta y totalmente dueña de su sexualidad y destino. Algo que hombres ‘chapados a la antigua’ como su padre no llegarán a entender del todo en ningún momento y que ocasionará difíciles crisis familiares, pero que sin embargo encontrará en otros como Wes un gran complemento masculino, aunque acompañado de otras dificultades morales derivadas de la no aceptación del «sí, quiero».


Sandy, superheroína de metaficción pulp

Volviendo al tema del conflicto bélico internacional, aunque en arcos como El Halcón Negro, donde Dodds entra a formar parte de un grupo de apoyo a la Resistencia desde América, o El Cañón, donde se sigue el rastro de oro judío bañado en sangre y continúan acontecimientos atisbados en el propio Sandman Midnight Theatre, la guerra y sus tangentes son el tema principal, nunca se abandonan todos los temas sociales ya analizados muy someramente; de hecho, hay hasta lugar, sobre todo a partir del ecuador de la serie, para tratar algunos de los grandes tótems de la cultura del momento: la radio (La Bruja), la Expo del 39 (El Fantasma de la Feria, donde también se trata, truculentamente, como no, el tema de la represión homosexual); y, evidentemente, el paso de la narrativa pulp al cómic superheroico en el absolutamente referencial, absolutamente metaficcional y absolutamente delicioso El Regreso del Fantasma Escarlata, durante cuyo segundo capítulo se llegó al #50 de la serie y por ello se optó por hacer un homenaje a aquellos primeros números de la Adventure Comics original insertando páginas ficticias de una Mystery Theatre Magazine en la que se narraban las andanzas de Sandman según el imaginario de un pueblo que no sabía si creer en él o no, y hasta de una descacharrante Thrill Comics en la que ya aparecen Sandman idealizado como superhéroe acompañado de su fiel ¡Sandy!, para la incredulidad y disfrute de los jocosos ojos de los propios Wesley y Dian.

Pero a diferencia de lo que Wesley puede leer en los más fantasiosos cómic que lo usan como avatar, él es un vigilante sin poderes víctima a menudo de las armas de sus contrincantes y a veces hasta de las propias; poseedor de su propio laboratorio, artilugios de fabricación propia y coche de asalto; que se esconde bajo una máscara de alto burgués filántropo, traumatizado por una infancia infeliz, ¡y cuya identidad sólo conoce en principio su mayordomo! ¿Os suena de algo, lectores DC? Sí, Sandman Mystery Theatre es lo máximo que se ha acercado Vertigo a una hipotética serie regular de Batman para lectores adultos. Vale, Dodds no es un dandy y un mujeriego como Bruce Wayne, no tiene a Robin como sidekick, sino a su valiente novia a cara descubierta, Dian (o Sandy durante todo un acto, en un bonito homenaje al compañero del Sandman original), y sus pesares son más mundanos y menos retorcidos o «góticos» que los del Murciélago, pero las semejanzas son incuestionables.

Y hablando de otros héroes DC, acorde con el carácter respetuoso que Wagner y Seagle quisieron imponerle a su obra como respeto al original y, en general, a toda a la Edad de Oro del cómic: Sandman Mystery Theatre es un compendio de cameos e incluso implicaciones completas en el argumento de gran parte del catálogo de la editorial en sus primeros años; en el que Ted Knight/Starman, Rex Tyler/Hourman, Janos Prohaska/Black Hawk, el Vengador Carmesí, o incluso un cameo del mismísimo Jim Corrigan, aunque sin posesión de El Espectro de por medio para no romper con el tono cuasi realista de la serie, se mueven por las páginas de la serie para deleite del profundo seguidor de la editorial. Y es que no podía ser menos ya que el propio Sandman es, al igual que ellos, un justiciero a medio camino del pulp, de la novelita de bolsillo, y el naciente mundo superheroico, por lo que los autores no podían perder la oportunidad de volver a presentar a sus compañeros generacionales de capa, revólver y máscara.


Hourman y Sandman; Sandman frente a Sandman

Pero si hablamos de conexiones con DC, hay que hablar de Vertigo, y ante todo, de The Sandman, la obra maestra de Neil Gaiman, Dave McKean y demás. Y es que si nos vamos a la esencia, Sandman Mystery Theatre es un caso paradójico en el mundo del cómic de los últimas décadas; irónico si cabe. Ya que, a pesar de que el personaje dual de Wesley Dodds/Sandman existe desde finales de los años 30 y precede, por tanto, a la reimaginación pergeñada por Gaiman en casi cincuenta años; dado el éxito de esta última, que trascendió al concepto inicial y se convirtió en algo mucho más complejo y rico hasta adquirir entidad propia, absorber a su referente primigenio e incorporarlo a su nueva mitología, hoy en día no puede sino que verse la serie de Wagner, Seagle y Davis como un spin-off del drama de Morfeo, a pesar de estar infinitamente más próxima al cómic original.

No es un caso único: personajes como Caín y Abel, Destino, Eva o Lucifer también existían en DC antes de la creación de los Eternos; pero a partir de 1988, sobre todo en sus apariciones en Vertigo, no pudieron subsistir fuera del contexto de habitantes de o relacionados con el Sueño. Habrá que ver si se mantiene el paradigma o si hay lugar para los Siete en este reboot UDCero, ya lanzado y expandiéndose; contenedor de nuevo de Shade, Constantine, Animal Man, Swamp Thing y quién sabe si en algún momento del propio Wesley Dodds, personajes todos relacionados fuertemente a Vertigo durante estas dos últimas décadas.

Lo que sí podemos decir es que la condición de spin-off de Sandman Mystery Theatre es mucho más laxa que la de otros más interconectados y dependientes como son The Dreaming o Lucifer, que casi cumplen el papel de secuelas; cada una con sus ambiciones y características, por supuesto. Morfeo hace su aparición en la serie, sí, pero únicamente dentro de los Sueños del protagonista, valga la redundancia contextual, para darle alegóricos y metafóricos avisos sobre el mal que acecha su ciudad desde su encierro en la famosa burbuja de cristal en territorio inglés que se nos muestra en el número #1 de The Sandman (número en el que sale, por cierto, Dodds como uno de los aquejados de la «enfermedad del sueño»). El lector puede incluso decidir si dichos augurios son inducidos por el Dador de Formas durante su legendario secuestro o si por el contrario son meros sueños premonitorios forjados por la propia mente de Dodds. Dependerá supongo de lo apegado o no que esté a la continuidad cada lector. En todo caso, ahí está Sandman Midnight Theatre para eliminar cualquier duda de la inclusión de Sandman Mystery Theatre en el canon Vertigo, con ambos Sandmen frente a frente en el sótano de la mansión Burgess durante dos meras páginas.

Análisis técnico

Aún sabiendo de la cierta querencia por el feísmo y la suciedad del dibujo del Davis más actual para AIDP y otros trabajos más contemporáneos, sigue sorprendiéndonos como estas características de su trazo estaban mucho más acentuadas en las páginas Sandman Mystery Theatre. De hecho, es un factor que suele echar para atrás a muchos lectores –que entronca de lleno en la sempiterna cantinela de «los cómics de Vertigo no tienen buen dibujo», por otra parte– pero que en esencia encaja a la perfección con el espíritu de la serie. Davis retrata con mucho acierto esa otra Nueva York; la que se esconde en las traseras y bocacalles de servicio llenas de basura y entre la sombras anexas a los grandes rascacielos y los opulentos salones de la burguesía; infestadas de maleantes, mendigos, ratas y seres ambiguos enmascarados: la Nueva York de la gran recesión. Pero más interesante aún es cómo retrata a las propias personas: los personajes de Davis se nos muestran casi siempre achaparrados, algo deformes, aunque irónicamente gracias a ello nos parecen mucho más cercanos que si guardaran proporciones más cercanas a las reales. De hecho, consigue el extraño efecto de que una misma figura que nos parece apacible y hasta entrañable tomando el té en casa con la familia, cuando sale a las calles a cometer algún crimen o, al revés, a defender al ciudadano, nos resulte siempre extraña y amenazante en cuanto las sombras ocultan algo de su rostro.


Amenaza en la sombra

En cuanto al color, unas impresiones del Davis ante la labor de David Hornung: «[…] nunca quise hacer The Marquis en color, y he decir que nunca me gustó el coloreado de Sandman Mystery Theatre. Pienso que el colorista hizo un buen trabajo con los otros dibujantes de la serie, pero no creo que funcionara para nada bien con mi arte…». Quejas que un servidor no llega a entender, o más bien compatir del todo; ya que si bien el color de Hornung, que quizá a veces puede resultar demasiado chillón para el tono decadente y desdibujado del trazo, y a menudo peca de amarillos que contrastan demasiado con los marrones y grises, suele encajar, quizá por esa cierta violencia que suponen los contrastes, con el estilo, llamémoslo ‘incómodo’, de dibujo de Davis elegido para el cómic.

Y aunque el arte de Davis marca el tono de la serie, al encargarse de casi dos tercios de ella, no conviene olvidar que otros dibujantes también participaron en ella y dejaron su testimonial impronta, a razón de arco argumental y en una cantidad total de 22 números (más dos especiales), a saber John Watkiss (El Rostro/The Face, #5-8), Richard G. Taylor (El Bruto/ The Brute, #9-12), Vince Locke (Dr. Muerte/Dr. Death, junto a Davis, #21-24), Warren Pleece (Pitón/The Python, #33-36), Matt Smith (El Halcón Negro/ The Blackhawk, #45-48) y Michael Lark (El Cañón/ The Cannon, #56-60), a los que se añade el siniestro aire pictórico de Teddy Kristiansen en el especial Sandman Midnight Theatre y todo el who’s-who que desfila por las escasas páginas del Anual de 1994: David Lloyd, John Bolton, Stefano Gaudiano, Dean Ormston, George Pratt, Peter Snejbjerg y Alex Ross.


El arte de Richard G. Taylor, Gavin Wilson y Richard Bruning

En cuanto a las portadas, pues nos encontramos con las cuatro manos de Gavin Wilson y Richard Bruning, ante un compendio de fotomontajes basados en su mayor parte en la fotografía a modelos que simulan los personajes de la serie y luego retocados posteriormente mediante ordenador. La fórmula, que durante la mayor parte de la colección proporciona resultados elegantes y, cuanto menos, resultones, a la larga puede resultar también algo repetitiva por el abuso de la imagen de Sandman (qué se le va a hacer, es su serie) hasta resultar en algún momento anodina; pero se ve reforzada, en contraposición, por diseños para arcos argumentales que se centran más en ambientes, objetos, localizaciones misteriosas o recursos de ficción más que en la persistente fijación en el héroe: para mi gusto La Niebla tiene las mejores portadas de toda la serie (localizaciones bajo la bruma), seguida de El Duende (juguetes inquietantes) y, quizá, La Ciudad (fotografías de los protagonistas entre el ajetreo de la gran urbe) y La Vamp (similar a una fotonovela). También pueden destacarse números sueltos: #6, #25, #29, #31, #47, #50… aunque cada cual tendrá, evidentemente, sus favoritos.

Valoración final

Sandman Mystery Theatre, quizá por lo poco arriesgado de su propuesta y el tono clásico que desprenden sus páginas, no es usualmente considerada como una de las series más clásicas de Vertigo, o al menos no en una primera ronda. No contiene, más allá de lo alegórico de los sueños de Wes y Dian que conectan de lleno con el reino de Morfeo, ningún tipo de experimentación psicodélica al estilo de la serie de que surgió a rebufo, Shade, el Hombre Cambiante o la Doom Patrol de Morrison; ni tampoco posee la oscuridad fantástica de Hellblazer o La Cosa del Pantano. Podría incluso decirse que es la serie más mundana que todas ellas, más humilde. Sus escasos toques fantásticos, obviando los mencionados sueños insuflados por Morfeo, se remiten a un par de apuntes de ciencia-ficción primigenia (aparatos que separan moléculas, pastillas de super-fuerza); y además, su intencionado toque pulp la alejan de hacerle pionera del noir de la Vertigo de 100 Balas, Blanco Humano y Scalped.

Aún así, la obra de Wagner, Davis y Seagle destaca sobre la media del cómic de los noventa por su profundo (más de lo que parece) análisis de la sociedad y cultura occidental de gran parte del siglo XX, su trabajado guión y sus situaciones creíbles, dentro de lo creíble que pueda ser la existencia de un vigilante que pasa noche sí y noche también saltando de un tejado a otro, soltando gas somnífero y recibiendo balazos (aunque de eso va el pulp, ¿no?). Aún así, si alguna vez tendríamos que pensar en la existencia de un héroe local, es más fácil pensar en un Dodds con todos sus defectos, que en un impertérrito Batman o un conjunto de Watchmen.


Deseos (y Pesadillas) de los Justos

Pero puede que, ante todo, Sandman Mystery Theatre sea «sólo» la historia de una relación. Los setenta números de la serie pueden verse como pasos en el curso de la historia conjunta de Dian y Wesley: desde las primeras miradas y escarceos y los primeros tiempos felices; a las crisis que producen las mentiras, los ocultamientos y las divergencias de opinión y actos; hasta la reconciliación y difícil esperanza en el futuro. Todo este proceso se nos muestra tremendamente cercano y plausible, sin caer en la cursilería ni el idealismo propio de las historias heroicas. Delmont y Dodds forman una pareja muy real, e incluso pueden ser vista como un prototipo de pareja contemporánea: aquella que intenta deja atrás las imposiciones y opiniones sociales y culturales del pasado para enfrentarse, con titubeos, a un incierto futuro que se supone más igualitario y justo para ambos individuos. Y para el resto del planeta.

Concluiré con un consejo práctico: si se acepta todo lo que puede ofrecer Sandman Mystery Theatre, tanto lo bueno como (lo escaso) malo, el lector de estas líneas no debería dudar en hacerse con la serie en los próximos meses; incluso si se está muy interesado y se tienen los recursos, más vale que lo haga ahora, de sopetón y a la vez, pues no se sabe (todavía) qué pasará con la colección completa a partir de enero de 2012. Ya que, suceda lo que suceda, vista la difícil carrera por la edición completa que ha sufrido la serie desde siempre, dudo que El Catálogo del Cómic (ECC Ediciones) decida reeditarla en un futuro próximo o medio…

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José Torralba
21 noviembre, 2011 12:23

Un artículo maravilloso, Yuri. Muchísimas gracias por prestarte a colaborar una vez más con la sección Vertigo de Zona Negativa y gracias, también, por confiar en mí de nuevo para coordinar y maquetar el texto. Un asunto pendiente que me quedó al irme y que me alegra haber podido dejar bien atado. Respecto a Sandman Mystery Theatre… cuando la empecé a leer hace tiempo me interesó, aunque veía los arcos algo reiterativos y acabé por abandonarla. Sin embargo, pasado el tiempo y dejándola reposar, descubrí que en mi cabeza había madurado mucho mejor de lo que pensaba: la ambientación vintage, su tono abiertamente oscuro y pulp (del que apenas tiene espacio para el desenfado), el extraordinario crecimiento de los personajes principales, la voz personal y nada impostada de los guionistas (lo que más me fastidia de la Vertigo más actual –Greek Street, Young Liars, Sweet Tooth y varias de miniseries– es la pretensión que destilan sus series desde el primer momento)… el tipo de serie que no pasará a los anales de la historieta pero que es justamente el que apetece leer en una tarde lluviosa de otoño.

Creo que el principal problema de esta colección radica en recibir demasiado público que llega desde el «otro» Sandman y que, al encontrarse con algo radicalmente distinto, se desconcierta con lo que encuentra y no le concede siquiera la oportunidad de que pueda gustarle. Es TAN distinta y promete con su título algo TAN parecido, que el trastocar totalmente las expectativas del lector (hasta de aquellos atraídos por este tipo de géneros y propuestas) se convierte en un crimen imperdonable, sobre todo por anticlimático. Pero si se abstrae uno de esas cosas y piensa «vale, no se parece pero puede estar bien» se acabará encontrando con una colección enormemente disfrutable y consistente. ¡Un saludo!

cap2
cap2
21 noviembre, 2011 12:29

Una correción/ aclaración.Aunque el debut de Guy Davis efectivamente se titulaba Baker Street, al recopilarse se retituló la serie como «Honour Among Punks», que es el titulo como se editò en españa por Norma (Honor entre Punks)

Sputnik
Sputnik
Lector
21 noviembre, 2011 12:58

A mí me gusta mucho la «ambientación vintage» (¿cuándo se puso de moda ese palabro?) y en general soy más de pulp que de superhéroes. El dibujo de Guy Davis nunca me gustó tanto como en ésa época, y creo que, por la forma de definir a los personajes, los espacios y los tiempos narrativos y por la fluídez de su narrativa escrita, es técnicamente el mejor trabajo de Wagner ever.
Sin embargo, sigue siendo una serie repetitiva en la composición de sus tramas. Puedes usar plantillas para acrecentar el sabor pulp, un género de fórmulas y arquetipos, pero tampoco puede ser que estés usando siempre la misma estructura exacta. De todas formas, siendo una serie no para leer del tirón (no sé que sentido tendría un tomo recopilatorio, por ejemplo, aparte de la comodidad de tenerlo todo junto) sino arco a arco y, como dice Torralba, en una de esas tardes en las que quieres abstraerte con un buen cómic, esa reiteración estructural no pasa de ser una cagada de mosca sin importancia.

Askani
Askani
21 noviembre, 2011 13:04

Estoy de acuerdo con el Sr. Torralba, yo mismo me acerque a esta serie atraído por el tirón del personaje de Gaiman. Pero me enamore al instante del cándido del Sr. Dodds y la luchadora Sra. Belmont, me parecieron dos personajes geniales totalmente apartados de lo que yo conocía hasta ese momento de los comics. Es una de los comics mas recomendables que tengo en mi biblioteca y esta reseña que habéis publicado es, simplemente, magnifica.

Gracias!!

josemari
josemari
Lector
21 noviembre, 2011 13:04

Gracias por la reseña. De hecho, diría que es la primera obra de Vértigo que me ha interesado por la descripción. Lástima que no haya sido recopilada en tomos por Planeta.

josemari
josemari
Lector
21 noviembre, 2011 13:05

Por cierto, ¿se podría decir que la obra entra en continuidad con el Universo DC y con la serie Starman de Robinson?

Clavos
Clavos
Lector
21 noviembre, 2011 13:08

Josemari, ha sido recopilada en tomos completa e íntegramente; no hemos puesto los enlaces a la web de Planeta porque en pocas semanas pasarán a estarán, presumiblemente, descatalogados. Precisamente por eso, he añadido la guía de edición/lectura de la editorial y recomiendo su pronta compra a cualquiera que esté muy interesado en la obra, ya que dudo que el El Catálogo la reedite en un medio plazo…

Clavos
Clavos
Lector
21 noviembre, 2011 13:27

Bueno, y respondo al resto de paso 😛

José, un placer y un privilegio contar con Zona Negativa para que de difusión a mis reseñas y contigo en concreto para que las edites. Un equipo de lujo, vamos. Es cierto que la serie puede descolocar al tener ‘Sandman’ en el título, pero no por es o es menos legítimo, ¡ya que Dodds es Sandman también! Aunque el título surgiera como modo de seguir sacándole los cuartos a los fans mediante desviación de la obra de Gaiman…

Sputnik, en cuanto a lo que dices de obra reiterativa, es cierto, pero hasta el propio Wagner lo dice en uno de los comentarios que añado: quería que cada 4 números compusieran un tomo de tamaño y características parecidas a una novelita pulp. Y las características del pulp implican repetición de tramas e ideas continuamente. De hecho, la composición en tomos de 4 números es, según su autor, el soporte final de la serie, en el que mejor se entendería. Creo que dejando pasar un tiempo entre tomo y tomo, creo que se evita el cansancio pulp 😛

Cap2, cierto… aunque en la edición americana de Baker Street que es en la que me he basado, como puedes ver en la portada que añado, el tomo puede llamarse al completo: ‘Baker Street – Honour Among Punks (a mystery in five acts)’. Queda un poco ambiguo, parece…

Askani, para mí lo mejor de la serie es la evolución de la relación de Dian y Wes. Pocas veces he visto en el cómic un desarrollo de pareja tan bien llevado como en SMT.

Y Josemari otra vez, lamentablemente aún no he leído Starman, pero sé que salen Dodds y Dian, aunque no sé en qué medida. Pero no sé si te refieres a que Starman hace los papeles de una especie de secuela, que me a mí, a no ser que me corrijan otros, que no. En cuanto a continuidad, pues al menos mantiene continuidad canónica Vertigo: Dodds padece de la enfermedad del Sueño que sufre mucha gente durante el siglo XX debido al cautiverio de Morfeo, que es lo que le hace convertirse en vigilante. Además, vemos la aparición de Hourman, Ted Knight (antes de ser Starman), Jim Corrigan, Black Hawk… más como homenaje que otra cosa, pero son personajes totalmente DC…

josemari
josemari
Lector
21 noviembre, 2011 13:30

Okis, muchas gracias Clavos.

Superfre
Superfre
21 noviembre, 2011 13:42

Una de las mejores series de Vertigo, sino la mejor. Si a Vertigo le quitas magia, psicodelia, fantasía, postmodernismo y cierto molonismo impostado, lo que debería quedar bajo toda esas capas es la esencia pura y sin adulterar de un cómic de género para adultos 100% . Y eso es lo que es SMT. Si Vertigo es la HBO de los comics SMT es The Wire. Una joya a descubrir…

Ocioso
Ocioso
Lector
21 noviembre, 2011 13:56

Clavos…¿te llamas Yuri? Jo, es el primer caso que conozco en el que el nombre real es mas raro que el nick. 😛
Luego, con el café de después de comer, me pongo con tu artículo. Tiene una pinta estupenda.

José Torralba
21 noviembre, 2011 14:16

Josemari, al respecto de tu pregunta publiqué hace tiempo un artículo cuyas conclusiones aclaran un poco el lío UDC/Vertiverso/Vertigo. Básicamente el resumen es el siguiente: 1) A Vertigo como tal pertenecen los creator owned (Predicador, 100 Balas, etc.) que están fuera del UDC. 2) Al UDC pertenecen La cosa del pantano, Animal Man, Doom Patrol, Orquídea Negra, Kid Eternity y demás. 3) Al Vertiverso pertenecen The Sandman (y derivados como Lucifer), Hellblazer y Los Libros de la Magia, y este universo queda constituido como una especie de Elseworlds. Su fundación, tras todo el lío de Flashpoint/NuDC se establecería en el primer número de la regular de Hellblazer y, aunque sus límites son un poco abstractos, la regla general parece respetar el hecho de que cuando un personaje del Vertiverso vuelva a usarse en el UDC se acuda a fuentes pre-Vertigo (caso de Constantine). El caso de los Eternos es algo particular, en cualquier caso.

Sin embargo en esos tres grupos nos dejamos un componente esencial de Vertigo, como son las «reimaginaciones» de personajes del UDC, que son del todo inextricables a veces, básicamente porque se mezcla la continuidad ficcional con la política editorial (marcada por las ventas, la publicidad, los guiños entre autores y demás). Hay algunas (como el Blanco Humano de Milligan o el Deadman de Bruce Jones) que claramente no entran en la continuidad del UDC, pero hay dos (el Shade de Milligan y esta Sandman Mystery Theatre) que son un dolor de cabeza… SMT, por ejemplo, altera características psicológicas y personales consustanciales al Wesley Dodds original, altera la naturaleza de Sandy, le da un final distinto a Dian, aporta un tono radicalmente distinto a lo superheroico y parte de una voluntad de reimaginación confesa por parte de los autores. Desde ese punto de vista se puede defender que es una reimaginación Vertigo del personaje del UDC. Sin embargo, hay quien te dirá que en realidad es un retconeo por asuntos como, por ejemplo, esa aparición de Wesley y Dian en Starman (que haría canónico el asunto de cara al UDC) o incluso una versión post-Crisis del personaje. En realidad lo único que sucede es que la publicación de Starman y SMT coincidió en el tiempo durante los noventa y la primera le hizo un guiño a la segunda (incluso imitando su estilo visual). Así que aquí, cada uno que escoja lo que le guste.

josemari
josemari
Lector
21 noviembre, 2011 14:37

Gracias por la explicación, José Torralba 🙂

Jack
21 noviembre, 2011 14:56

Excelente el articulo, solo quería hacer una aclaración en este parrafo:

«incluso miembro fundador de la Liga de la Justicia de América en el All-Star Comics #3.»

que el grupete del que participa Dodds es la SOCIEDAD de la justicia.

Sobre la pregunta de Josemari, habiendo leído Starman podría decir que Robinson toma los personajes pero no todas las situaciones de SMT: Wesley y Dian aparecen MUY viejos pero con toda la caracterización que les supieron dar Wagner y Seagle e incluso los flashback a los años 40 están dibujados por el mismisimo Guy Davis. Pero ahí terminan las conexiones e incluso cuando Robinson arranca con la revista de la Sociedad deja en claro que si existe Sandy y que no fue un invento literario.

Saludos desde Argentina

Clavos
Clavos
Lector
21 noviembre, 2011 15:36

Gracias de nuevo, José, por tus aclaraciones UDC/Vertigo/Vertiverso. Yo prefiero pensar que en pre/Vertigo, sobre todo a partir del fin de Sandman, todo lo que implique algo de ‘continuidad’ con lo anterior(en Hellblazer, Los Libros de la Magia, etc), no hay que tomarlo como algo férreo, sino dejarle libertad, y que sea la propia calidad de la historia la que hable… Quizá sólo haría una salvedad con Lucifer, que depende argumentalmente mucho de The Sandman…

Jack, gracias por la aclaración. La historia de Sandman desde su creación hasta los ochenta es lo que más me ha costado del artículo, porque era un terreno que prácticamente desconocía.

Katar
21 noviembre, 2011 15:54

Bueno, que los Libros de la Magia (Lo de Gaiman, no la regular posterior) no está en el UDC es absurdo. Es una serie 100% Universo DC y sólo puede funcionar dentro del Universo DC.
Sandman de Gaiman también está en el UDC, obivamente. Sin estar en el UDC no tienen sentido muchísimas cosas que se ven y pasan a lo largo del comic.
Al menos yo entiendo que los Eternos, al estar en lo más alto del escalafón de «poder» de los personajes del UDC entran y salen cuando les da la gana, se mueven entre dimensiones y lineas temporales a su antojo, etc.
Y tampoco está de más aclarar que UDC no es sinónimo de comic de Super-Héroes. Puedes hacer un comic dentro del UDC sin necesidad de que salga un solo superhéroe

Resaca
Resaca
Lector
21 noviembre, 2011 15:56

Excelente reseña, particularmente nunca había mostrado ningún interés por esta serie, la veía como un intento de aprovechar el nombre de Sandman,no se porqué la había relacionado como un sacacuartos y después de leer esto me ha entrado el gusanillo, habrá que hacer un esfuerzo, estar atento y guardar un dinero aparte por si finalmente Planeta se anima a hacer liquidaciones y pack de series completas, no creo que estén por acumular todo el fondo editorial en un almacén hasta tiempo inmemoriales xd

José Torralba
21 noviembre, 2011 16:06

Katar, si quieres discutir sobre eso mejor hacerlo aquí para no desviarnos del magnífico artículo de Yuri. No obstante, sí que te aclaro que las dos cosas que tachas de «absurdas» no están tan claras a la luz de las palabras de los autores y editores relacionados con las obras. El famoso «viaje en avión» de Gaiman respecto a The Sandman, el «John Constantine no vive en un mundo con Superman» de Diggle (en su caso es cierto) o la paradoja «Elaine Belloc». Por no hablar de las palabras de Didio a propósito de Constantine. De todas formas esto nos la debe traer un poco al fresco pues, como bien dice Yuri, «en pre/Vertigo, sobre todo a partir del fin de Sandman, todo lo que implique algo de ‘continuidad’ con lo anterior(en Hellblazer, Los Libros de la Magia, etc), no hay que tomarlo como algo férreo, sino dejarle libertad, y que sea la propia calidad de la historia la que hable…» Un saludo.

Clavos
Clavos
Lector
21 noviembre, 2011 17:11

En efecto, Katar, como dice José, en series como Hellblazer o Los Libros de la Magia (la regular; la miniserie está clarísima su implicación en el UDC por fecha, 1990, pre-Vertigo, y su empeño en darle sentido al mundo mágico de ese universo), no digo que NO PERTENEZCAN al UDC, sino que creo que debe dar un poco igual. En todo caso, en Los Libros aparecen Titania, el arcángel Miguel, Muerte, Constantine… por lo que puede decirse que, al menos, está en el Vertiverso.

cricomic
cricomic
21 noviembre, 2011 23:24

Gracias por comentar  (por fin)  una de las series más recomendables que se han publicado en los últimos años.
Nunca el dibujo de Davis (excepto en AIDP)  fué tan acertado y los guiones de Seagle y Wagner tan consistentes.
Si bien pueden parecer repetitivos (dado el esquema de la serie y el tema criminal que abordan) , siempre son interesantes.
Y , sobre todo,   destaca en la ambientación (raramente el clima social y político de la época ha sido tan bien tratado en el cómic americano) y en la plasmación de una relación de pareja adulta como pocas.
Los personajes respiran y crecen a lo largo del tiempo mientras se desarrollan los episodios.
Y todo, absolutamente, está tratado con una coherencia y solidez rara  (incluso para la línea Vértigo)
Tanto la guerra, como los problemas sociales (sobre todo por la implicación de Diane) , las discusiones políticas , la visión sobre el movimiento sufragista , la tensión de las nuevas relaciones hombre-mujer ,ó bien, de la autoridad de los padres sobre los hijos , y otros que me olvido (hace tiempo que disfruté de su lectura completa ) son un ejemplo de cómo la historieta puede abordar todo tipo de temas desde un punto de vista comercial ( ó mainstream) .
Es una serie que resiste nuevas lecturas sin problema, y que , sobre todo, merece una nueva edición
(ahora que están de moda las reediciones lujosas) que la eleve a la categoría que merece.
Saludos 

Dcero
Dcero
Lector
21 noviembre, 2011 23:54

cricomic, has dicho exactamente todo lo que yo pienso 🙂

Clavos
Clavos
Lector
21 noviembre, 2011 23:55

¡Gracias, cricomic!

Como dije en el texto, SMT es una de las series Vertigo con los ‘pies’ más en el suelo, quizá la que más. Y no sólo porque no haya tanta fantasía como en otras de la época, sino porque los personajes evolucionan de forma coherente y cercana. Hay grandes arranques de furia y venganza, claro, pero también noches de insomnio, secretos que se callan, lágrimas en rincones, dolorosos silencios… que son lo que provocan los grandes cismas de la serie, que nos resultan terribles porque pueden sucedernos a nosotros también.
Y no sólo en cuanto a Dian y Wes; por no alargar más el artículo, no he hablado de la evolución de Burke, que pasa de ser un cabronazo amargado obsesionado con Sandman a encontrar cierta paz en el equilibrio que le proporciona una relación y un clímax final (muy sobrio, nada de pelea final) junto a Sandman. O el de Larry Belmont, que asiste perplejo a las locas ideas de su moderna hija hasta que su cuerpo le dice físicamente que no puede más ante tales ultrajes… en fin, muchos matices por todos lados…

Katar
22 noviembre, 2011 8:50

Sobre SMT en la muy recomendable web Cosmicteams.com donde hay muy detalladas cronologías y timelines de la JLA y la JSA intercalan Sandman Mystery Theatre en la cronología de la JSA. Según esa web encaja bastante bien y sin problemas mayores con la historia oficial del UDC (Todo esto Pre-Flashpoint claro).
También en esa web explicaban lo del debut editorial de Sandman: The Sandman’s first published appearance was in New York World’s Fair Comics #1, released April 30, 1939, although the story in Adventure #40, which was published in early June 1939, preceded it chronologically (and was probably written first).
 
 

Spirit
22 noviembre, 2011 8:57

Saludos;
 
Pues mis felicitaciones al autor por el artículo, que he leído una vez en calma y reposado y abarca todos los aspectos de esta serie.
 
Personalmente, creo que es una de esas series que prometen más de lo que ofrecen, sin que lo que ofrezca esté nada mal. No sólo por lo comentado de que alguien se acerque buscando una historia del universo GAIMAN y se encuentre con algo muy diferente, si no porque, por ejemplo en mi caso, me acerqué buscando una serie negra y…y tiene algo de negra, pero también algo de fantasía y también algo de ese pulp vintage que se menciona y también…
 
No obstante, creo que este SANDMAN MISTHERY THEATRE fue lo que actualmente no hay en VÉRTIGO; una serie legible, coherente y de calidad media más que aceptable, que sin suscitar grandes ventas ni mucho ruido tiene un público fiel y ofrece unas historias sencillas (en el sentido de que no son espectactulares) pero trabajadas. Es decir; series qeu ni son una pasada ni son una porquería, ese término medio que a veces se agradece y que yo, personalmente, echo en falta cuando hay más porquería que series que sean una pasada.

José Torralba
22 noviembre, 2011 9:15

De tu misma fuente: In Sandman Mystery Theatre, Dian was portrayed as an only child, so the part about Sandy being her nephew remains unexplained. Also, the circumstances of her return from the dead (following the events of All-Star Squadron #18) have yet to be told. Dian did not appear in Adventure Comics after the Sandman’s costume change (by Jack Kirby). She was similarly absent from the tales involving Wesley’s hypnotic amnesia and Sandy’s transformation. If we are to believe that she and Wes were always together, then surely her presence would have influenced both of the aforementioned situations. (Perhaps she, too, underwent hypnosis.). Por eso decía que quien quiera defender que es una reimaginación puede hacerlo y quien quiera defender que puede o podrá ser explicado como un retconeo también. Al fin y al cabo la continuidad es cuestión de fe del lector y derechos de la editorial. Cualquier cosa puede encajar. Pero no creo que lo opción contraria sea absurda porque hay muchos motivos para sostenerla. Respecto al debut editorial, por eso se dice que no está claro: una fue la primera, la otra se escribió antes y ambas aparecieron con una diferencia de pocas semanas. Un saludo.

José Torralba
22 noviembre, 2011 9:19

Me refería a Katar, naturalmente. Por lo demás estoy totalmente de acuerdo contigo, Spirit 😉

josemari
josemari
Lector
22 noviembre, 2011 15:59

Muchas gracias por las aclaraciones a todos. Suena muy interesante. Lástima que no se hayan animado a recopilar esta serie en condiciones.

Clavos
Clavos
Lector
22 noviembre, 2011 16:21

Josemari, la serie puedes conseguirla completa todavía, pero en condiciones regularcillas como digo: numeración de tomos que comienza en lo que sería el tomo 4 por orden original americano de publicación (además señalado como tomo 2, toma ya), ausencia total de numeración en los tomos anteriores, falta de portadas, escaneos… pero la verdad, dudo bastante que se vaya a editar una nueva edición más cuidada por lo menos en los próximos años.

Spirit, gracias por los elogios. Y en cuanto a que no hay serie en la Vertigo actual de calidad media aceptable, te diré una cuya calidad no suele bajar del notable: Scalped. Y un peldaño por debajo, pero siempre bastante por encima del aprobado están DMZ o American Vampire. Y supongo que la mayoría te dirá buenas cosas sobre The Unwritten, ya que yo no puedo porque no la he empezado…

Katar, ya dije que lamento mi error al incluir a Sandman en la JLA original en lugar de la JSA. Pero ya lo que dices de empezar a investigar en cronologías de grupos DC para poder encajar SMT en el UDC… se aleja totalmente de mis intenciones como articulista para esta obra, que es valorar a SMT como obra de Vertigo con todas sus consecuncias; lo que significa valor por sí misma y sin depender de ningún universo demasiado, más allá de un ‘Vertiverso’ primigenio y bastante moldeable por cada autor.

josemari
josemari
Lector
22 noviembre, 2011 16:27

Gracias, Clavos, tantearé los tomos por ahí entonces 🙂