#ZNCine – Crítica de ¡Shazam! La furia de los dioses, de David F. Sandberg

Nuestras primeras impresiones sobre ¡Shazam! La furia de los dioses, la secuela de las aventuras cinematográficas del Capitán Marvel original dirigida nuevamente por David F. Sandberg

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Aviso de Spoilers: El artículo que sigue a continuación está centrado en ¡Shazam! La furia de los dioses, la secuela de las aventuras cinematográficas del Capitán Marvel original dirigida nuevamente por David F. Sandberg, pero no contiene spoilers sobre la trama, el argumento ni -¡los dioses nos libren!- sobre sus escenas postcréditos. Pero si aún así encuentras algún spoiler perdido, grita la palabra y acudiremos raudos al rescate.
 
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Dirección: David F. Sandberg.
Guion: Henry Gayden y Chris Morgan.
Música: Christophe Beck.
Fotografía: Gyula Pados.
Reparto: Zachary Levi, Asher Angel, Jack Dylan Grazer, Grace Fulton, Rachel Zegler, Adam Brody, Ross Butler, Meagan Good, Lucy Liu, Djimon Hounsou, Helen Mirren, Marta Milans, Cooper Andrews, D.J. Cotrona, Jovan Armand, Ian Chen.
Duración: 130 minutos.
Productora: Warner Bros. / DC Entertainment / DC Comics / New Line Cinema.
Nacionalidad: Estados Unidos.

 

«Crees que sé cómo arreglar esto, tío,
pero realmente no lo sé.»

Hay muchos aficionados que llevan un tiempo vaticinando la debacle del género superheroico en el audiovisual actual. El interés menguante del público generalista, la sobreexplotación llevada a cabo por la industria y la repetición de esquemas de este tipo de historias, serían algunos de los motivos que podrían avalar este pensamiento. Pero en Hollywood siempre han sido gente de ciencia, son conscientes desde hace décadas que nada se crea ni se destruye y que todo es susceptible de transformarse. De hecho, el principal éxito del género superheroico de principios de este siglo no ha sido la cantidad ni la calidad, lo que ha hecho relevante y atractivo a los superhéroes en el mundo moderno es su discurso. Y este ha calado más allá del género al que acostumbramos a relegarlos, solo hay que ver cómo el cine de acción y ciencia ficción de los últimos años se ha convertido en un lugar poblado de continuo por superseres. Las referencias al género y a estos relatos los podemos encontrar hoy a nuestro alrededor, no solo en películas, series y cómics, también en los videojuegos, en la ropa, la publicidad e incluso en las coletillas que la gente utiliza en sus conversaciones en su día a día. El superhéroe está hoy más que integrado en la cultura popular y su futuro pasa -a la fuerza- por adoptar nuevas y variadas formas, muchas de las cuales los aficionados al cómic ya conocemos.

Pero si es cierto que si nos limitamos al comentado audiovisual da la sensación que las productoras están impulsando este tipo de propuestas como si de una cadena de montaje se tratase. Es raro ya el mes del año que no tengamos algún producto superheroico de las dos grandes, sea de aún «todopoderosa» Marvel Studios o de una DC Studios en plena fase de reinvención y adaptación. Puede que en este caso tuviésemos que hablar de «crisis», entendiendo esta palabra más en el contexto de lo que ha significado tradicionalmente para las publicaciones de DC Comics y no en su acepción más cotidiana. El caso es que la «película del mes» de la que toca hablar hoy es la secuela de ¡Shazam! dirigida en 2019 por la «mano derecha» de James Wan, el director David F. Sandberg que se encargó en su día de la realización de Annabelle: Creation. Ahora, el cineasta tiene la papeleta de intentar salvar los muebles en plena reorganización del universo cinematográfico de DC Studios.

Los planes de James Gunn y Peter Safran todavía son muy embrionarios, se han anunciado nuevos proyectos y otros han caído -por ahora- en el sueño de los justos. Parece que el punto de inflexión será esa Flashpoint que tantos quebraderos de cabeza ha dado a la compañía y de la que el público aún no sabe que esperar (aunque según algunos medios Tom Cruise sí lo sabe). Hay que sumar a todo esto que la anterior Black Adam tampoco funcionó en taquilla de la forma esperada y supuso un nuevo punto de conflicto con los seguidores y defensores de la herencia de Zack Snyder en las producciones superheroicas de DC Studios a cuenta del cameo de un Henry Cavill que no tendrá continuidad. Así, el futuro se resume en un eslogan muy conocido por los lectores de cómics: «Mundos vivirán, mundos morirán y el Universo DC no volverá́ a ser el mismo». Todo este runrún hace difícil valorar ciertos aspectos de la comentada secuela de las aventuras del Capitán Marvel, titulada para la ocasión ¡Shazam! La furia de los dioses y en la que repiten la dupla formada por Zachary Levi y Asher Angel.

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La primera producción del personaje fue en cierta manera un soplo de aire fresco dentro de la tendencia grim and gritty de la compañía. El tono familiar de la película, unos personajes más amables y cercanos, un espíritu que referenciaba al cine de evasión de los años ochenta, su sentido paródico y desmitificador del género… La propuesta de David F. Sandberg no era especialmente original, pero sabía reírse de sí misma y hacer que la prototípica película de orígenes no se nos atraganta se en exceso. Era una historia para todos los públicos y eso era algo que se echaba de menos en el universo cinematográfico de DC Studios que se había convertido en un cotarro muy exclusivo para un grupúsculo de seguidores que confundían (y confunden) afición con loas al líder de la secta. Han pasado cuatro años y el personaje regresa a la gran pantalla incrementando su apuesta – ya sabéis, más grande y ruidosa- y manteniendo la fidelidad al tono de su predecesora. Esta puede ser la primera línea de corte para saber si te puede interesar esta secuela porque tanto los defectos como virtudes de la primera parte se impulsan en su continuación.

Es curioso que el planteamiento inicial de la historia se centre en las dudas de Billy Batson sobre su faceta superheroica, sobre un cierto síndrome del impostor al cuestionarse su lugar en un universo plagado de superhéroes como Superman, Wonder Woman, Batman y el viril Aquaman. Teniendo en cuenta el momento y la situación en la que se estrena esta película hay un cierto componente metatextual en ella totalmente inesperado y fruto de la más absoluta casualidad. Aún así, el corazón de la producción es la exploración que realiza del concepto de «shazamily» que se establecía en la anterior producción. Esto lleva a darle más peso a los duales compañeros de aventuras de Shazam interpretados por Jack Dylan Grazer/Adam Brody, Ross Butler/Ian Chen, Meagan Good/Faithe Herman, Jovan Armand/D. J. Cotrona y Grace Caroline Currey, la única que interpreta tanto a la faceta humana de Mary Bromfield como a su alter ego superheroico. En vestuario ha mejorado mucho respecto a la anterior entrega y eso hace que Shazam y compañía luzcan mucho mejor en la gran pantalla al desprenderse de esos trajes de spandex más propios de Kick-Ass y de algunas producciones del género de principios de este siglo.

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Pero esto no evita que tanto personaje sea en parte un lastre para la historia, porque en realidad no hay espacio para tanta capa en ella. El verdadero protagonismo se reduce al triángulo formado por la dupla Zachary Levi y Asher Angel y su relación con los personajes de Jack Dylan Grazer/Adam Brody y la mencionada Grace Fulton, manteniéndose el resto de personajes -a pesar del carisma de algunos de ellos- en un segundo plano bastante evidente y alejados de la dinámica más épica en la que sí tienen mucho que decir sus compañeros. Y más cuando esta secuela introduce a las Hijas de Atlas, un grupo de villanas comandadas por un par de veteranas como Helen Mirren y Lucy Liu que parecen habérselo pasado en grande con el rodaje de esta película. Ellas buscan venganza por la muerte de su padre y Billy Batson y compañía serán los principales damnificados. También habría que mencionar el papel de El Mago que recupera un Djimon Hounsou y al que le añade el guion un pátina más humorística que en la primera parte de la saga. Hounsou es una garantía en este caso, un actor sirve tanto para un roto como un descosido y al que cabría valorar más de vez en cuando.

Por otro lado, el prólogo de la historia ya es indicativo del ritmo y el tono de La furia de los dioses y de una dualidad que no sólo afecta a los poderes de sus héroes. La premisa es directa y rápida, casi sin tiempo para respirar desde el primer minuto. Podemos ver en acción a las villanas, bien encarnadas por Hellen Mirren y Lucy Liu. También vemos a la «shazamily» manos a la obra, actuando como un equipo y haciendo cosas propias de superhéroes al tiempo que intentan salvaguardar su identidad secreto de cara a sus conciudadanos y a sus padres adoptivos, nuevamente interpretados por Marta Milans y Cooper Andrews. En ese sentido, la película nos retrotrae a la visión bienintencionada del género que Sam Raimi nos enseñó en su trilogía de Spider-Man. El peso recae en Zachary Levi y Asher Angel y los dos cumplen, aunque es cierto que Levi no parece coordinarse del todo con su joven compañero llevando su interpretación al paroxismo en algunas escenas y dando la sensación de no estar encarnando al mismo personaje. No ocurre esto con Jack Dylan Grazer y Adam Brody en los que sí vemos una correlación más cercanas entre su personalidad humana y la superheroica.

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Si la propuesta original nos recordaba con fuerza a la entrañable Big que en 1988 protagonizaba un joven Tom Hanks, esta secuela nos remite en muchos casos a mistica de Los Goonies. No tanto por la historia como por el espíritu que la cinta dirigida por Sandberg intenta imprimir al conjunto. Por si la cosa no está claro, ahí tenemos guiño obvio con la camiseta que en parte del me traje luce el personaje de Billy Batson y que hace alusión directa a este filme. Tal como pasaba en esta mítica cinta ochentera, lo que aquí vemos es una historia narrada desde el punto de vista de una jóvenes que deben lidiar con los problemas de un mundo adulto que no acaban de comprender y su propia transición hacía el mismo. En el caso de Billy Batson esto es especialmente importante, ya que debido a su condición de huérfano su temor a ser abandonado está siempre presente y se resiste a crecer y dejar de lado a su familia adoptiva. Por ello, intenta ejercer un férreo control sobre sus hermanos y hermanas adoptivos tanto en el ámbito personal como en el superheroico.

Es este tema el que vehicula toda la producción y es el que hace que La furia de los dioses funcione a un nivel primario. Lo hace porque tiene algo que contar y no es puro fuego de artificio. Porque el humor es constante, pero no coacciona a los personajes y se hace a un lado en los momentos indicados para favorecer la épica y la emotividad de algunas de sus escenas. La producción nos dice que cualquiera puede ser un héroe y que la familia es algo que escogemos más allá de los condicionantes biológicos. Y nos lo creemos porque la película maneja su discurso a la perfección a lo largo de su introducción, desarrollo y desenlace. Algo que parece básico pero que muchas producciones actuales han olvidado al primar la forma sobre el fondo y el ejercicio narrativo por encima del corazón que debe mover siempre la historia hacía adelante.

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No quiere esto decir que esta secuela aporte nada que no hayamos visto antes ni en el cine ni el género, pero no siempre se trata de esto último y muchas veces estamos tan pendientes de la originalidad que no nos permitimos disfrutar de lo que tenemos delante. Si además estamos hablando de un producto como este que forma parte de un engranaje y cuya autonomía siempre queda algo resentida en favor del global, puede que la experiencia nos parezca insatisfactoria y carente de interés. Esto también nos debería llevar a reflexionar cómo se concibe hoy el cine de evasión y como lo consumimos porque podría ser que dentro de unos años -o décadas- nos encontremos echando la vista atrás y descubriendo que algunas producciones que en la actualidad descartamos por el peso extra que ponemos sobre ellas no estaban realmente tan mal.

La nueva aventura de Shazam es un entretenimiento ligero y sin pretensiones. Lo mismo que lo fueron en su día películas hoy de culto como las citadas Los Goonies y Big o Regreso al Futuro, entre otras muchas. Lo que ha cambiado más allá de las historias es el concepto y la manera que consumimos este tipo de historias. Todo cine es hijo de su tiempo y nada dice más sobre él que sus referentes y La furia de los dioses, a parte de tener constantemente un ojo puesto en los ochenta (con lo aburrido que ya resulta esto a día de hoy), también contiene guiños -algunos más que obvios- a Juego de Tronos, El Señor de los Anillos, Harry Potter e incluso las películas de la competencia, las de Marvel Studios. Las referencias al propio universo cinematográfico de DC Studios van por su propio lado y, especialmente, son recurrentes las coñas con Wonder Woman debido a la fijación del propio Billy Batson con la semidiosa amazona interpretada hasta hace poco por Gal Gadot en la ficción y de la que también desconocemos su futuro.

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Entre los pecados que podemos achacar a La furia de los dioses está el hecho de presentarnos a un grupo de villanas que a pesar de estar bien caracterizadas e interpretadas dan la sensación de ser una amenaza demasiado genérica y accesoria a la trama. Por otro lado, como muchas otras películas del género, la película de Sandberg plantea escenarios y situaciones muy interesantes e incluso arriesgados que desgraciadamente se desaprovechan y refutan a lo largo del mismo metraje. En esto puede ser que el tono familiar sea un hándicap para ir un paso más allá, pero también el hecho de las circunstancias y el todavía incierto futuro del universo de DC Studios. En este sentido, las dos escenas postcréditos que incluye la película son toda una declaración de principios tanto para el papel de Shazam en el global de este universo como en el de su propia franquicia… ¡Y hasta aquí podemos leer!

En el apartado técnico llama la atención como nuevamente el cine de superhéroes le baila el agua a Christopher Nolan. Si en 2016 fue Scott Derrickson quién descaradamente fusilaba en la primera entrega de las aventuras de Doctor Extraño la imaginería visual que Nolan había puesto en marcha unos años antes en Inception, Sandberg agarra el cubata y hace lo propio en La furia de los dioses al definir los poderes del personaje de Anthea interpretado por la joven actriz Rachel Zegler. El resto del visual de la producción está bien resuelto y mejora la galería de monstruos, animales fantásticos y otras bestias de herencia «snyderiana» que como muchos aspectos del mismo no se veían beneficiados por el tono excesivamente oscuro que dominaba todo. Hay aspectos mejor resueltos que otros en la producción, pero las hazañas de Shazam y compañía lucen como lo que deben ser: un espectáculo.

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Lo que sí destaca por encima de la media en La furia de los dioses es la banda sonora. La cinta incluye temazos de Bonnie Tyler, Elvis Presley y Beastie Boys, entre otros muchos, pero no cae en lo fácil y también presenta unas composiciones originales a cargo de Christophe Beck que van de lo emotivo a lo épico de una forma natural, sin imponerse a lo visual, pero preservando una gran fuerza e identidad. Y atención a cierto guiño a una composición ya mítica de Hans Zimmrer para el mismo género. Nuevamente… ¡Hasta aquí podemos leer! Y es que la película de Sandberg tiene alguna que otra sorpresa a lo largo de su metraje capaz de hacernos esbozar una sonrisa. Hay que reconocer que vivimos en la era del guiño y el easter egg y aunque, en ocasiones, el mismo concepto puede llevar a saturarnos y aburrirnos no podemos negar que también le da un salseo muy propio a estas historias que en los cómics siempre se han caracterizado por sus alucinantes cliffhangers.

En resumen, ¡Shazam! La furia de los dioses es una película más de superhéroes y una producción más del género. Tiene acción, tiene humor, incluso algo de romance, tiene dilemas morales y mensajes bienintencionados, tiene la típica lucha entre héroes y villanos (con héroes haciendo cosas de héroes y con villanos que a veces hacen cosas de villanos y otras no tanto…), poses superheroicas y referencias a la cultura popular, publicidad falsamente encubierta, algunas que otra sorpresa y promesas de futuro para dar y tomar… Entre otras muchas cosas. Es también una nueva muesca en un DC Studios que vuelve a colgar el cartel de «En construcción» pidiéndonos paciencia para lo que ha de venir y que debe ser -por necesidad- mejor que lo anterior. Eres tú quién debe decidir si te convence la propuesta y pasas por caja, pero sí te gusto su primera entrega quizás deberías darle una oportunidad a la secuela de las aventuras del Capitán Marvel y ya si eso hablamos otros día sobre el destino del género superheroico. Hay que disfrutar mientras se pueda.

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Aviso de Spoilers: El artículo que sigue a continuación está centrado en ¡Shazam! La furia de los dioses, la secuela de las aventuras cinematográficas del Capitán Marvel original dirigida nuevamente por David F. Sandberg, pero no contiene spoilers sobre la trama, el argumento ni -¡los dioses nos libren!- sobre sus…
Dirección - 6.5
Guión - 6.5
Reparto - 7
Apartado visual - 7
Banda sonora - 8

7

Familiar

La secuela de las aventuras cinematográficas del Capitán Marvel original siguen la estela de la primera entrega dirigida por David F. Sandberg. Con una historia bien hilada en la que se balancea bastante bien la acción, el humor y la épica para definir un producto para todos los públicos. ¡Shazam! La furia de los dioses nos propone más de lo mismo y eso no necesariamente tiene que ser malo. Para disfrutar en familia.

Vosotros puntuáis: 6.44 ( 58 votos)
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Eddie Brock
Eddie Brock
Lector
19 marzo, 2023 15:43

Bastante entretenida, creo que me gusto las que la primera. Y pese a ser cine familiar una de las villana bastante despiadada.

Dieog
Dieog
Lector
19 marzo, 2023 21:32

Una pelicula buena en mi opinión, en realidad no comprendo el negativismo que lleva cargando por varios sectores, si disfrutaste la primera esta tambien lo haras. Una cinta como bien dicen en esta critica, bien baleanceada

Danyus
Danyus
Lector
19 marzo, 2023 22:13

Entretenida, para pasar el rato.

De un tiempo a esta parte, esta frase parece que hace de menos a las películas de súpers. Y la verdad es que nada más lejos de mi intención.

La peli se deja ver, tiene un poco de todo sin que ninguno de sus elementos moleste ni que rechinen cuando se rozan. No es un peliculón, de hecho es bastante (muy) previsible en su desarrollo, los personajes ya están establecidos y no te sorprenden, pero… es que no hace falta. Creo que todo está bastante medido y que no se han comido la cabeza: está hecha para entretener sin comerse la cabeza. Los chistes, los guiños al espectador, todo funciona y la película se disfruta.

Es más de lo que se vive en muchas pelis últimamente. Quizá las expectativas hayan sido sus aliadas, pero a mí no me importaría que este personaje siguiese en el universo cinematográfico DC sin ningún cambio, porque creo que defiende bien su cuota de mercado.

Carlitos
Carlitos
Lector
19 marzo, 2023 23:16

Perdonad que lo ponga aquí, no se si es cosa mía pero no se puede comentar en la sección de noticias de Cine. Gracias y disculpad las molestias

Pedro Luis
Pedro Luis
Lector
20 marzo, 2023 0:05

Sí que es mala. Como la primera. No me sorprende que ahora Billy no sea Shazam.

Blackman
Blackman
Lector
20 marzo, 2023 12:08

Vi la primera y me pareció un supertruño, con chistes que hace que las de Marvel parezcan intelectuales. Anodina a más no poder. Y el trailer de esta segunda me pareció horrible y era más de lo mismo. Por la crítica, veo que efectivamente es lo mismo, así que ni pagándome me la trago. Y por cómo le ha ido en taquilla, es la opinión generalizada.