Alejandro Magno

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ALEJANDRO MAGNO (ALEXANDER, EEUU 2004, Histórica, 175 Minutos)
Dirección:
Oliver Stone
Guión: Oliver Stone
Reparto: Colin Farrell, Jared Leto, Anthony Hopkins, Angelina Jolie, Val Kilmer, Rosario Dawson, Johnathan Rhys Meyers,
Música: Vangelis

Valoración: 5/10

Resumen: A pesar de su prematura muerte, Alejandro el Grande consiguió crear el mayor imperio de la historia. Sus actos se recordarían con gloria durante toda la eternidad.

Crítica: Oliver Stone luchó con fiereza para arrebatarle el proyecto al australiano Bazz Luhrmann, y tomar así la delantera en la creación de una película que estuviera a la altura de la vida de su personaje. Desde un principio, y como reza la publicidad de los carteles, Alejandro Magno iba a ser la película definitiva, una obra maestra del peplum biográfico y la consagración comercial de un cineasta que siempre se ha movido al margen de los cánones de Hollywood.

Alejandro Magno, lejos de ser una película que relate la vida política del conquistador, sus triunfos militares o sus decisiones como regente de un gran imperio, se centra principalmente en desentrañar la supuesta personalidad oculta del protagonista. Stone se lanza de lleno a la difícil, aunque honorable tarea, de crear una película de personajes y emociones en vez de centrarse únicamente en el espectáculo bélico. Pero desgraciadamente el cine no vive de buenas intenciones sino de grandes obras.

Stone muestra a un Alejandro Magno, al que hasta entonces muchos considerábamos un gobernante sabio y firme, como una marioneta de los miedos que le causa su indigno padre y de las oscuras conspiraciones que trama a su favor su madre, aviesa manipuladora no ya sólo del destino de su propio hijo, sino del de toda una nación. Estos, siempre supuestos, traumas llevan a Alejandro a convertirse en un inseguro líder, caprichoso, concupiscente e irracional, atrapado en un sueño que sólo él ve y que no despierta otra cosa entre sus correligionarios que desconfianza.

De modo que para resaltar esos hasta ahora desconocidos aspectos de la figura del gobernante, la película realiza arriesgados saltos de equilibrista en la línea temporal, en la que gracias a la presencia de Hopkins como narrador, se permite la licencia de pasar por épocas de enorme trascendencia política con un par de frases mal escritas. Eso sí, una vez obviados dichos sucesos, se aprovecha un tercio de la película en describir, no ya de forma sugerente o sutil sino cobarde, una relación de amor que mantiene el joven Alejandro con su compañero Efestión, y que tal vez por miedo a provocar la homofobia incipiente en las mentes más conservadoras, se pasea de puntillas, pero con una insistencia enervante, durante todo el metraje.

Pero no todo es negativo en Alejandro. Stone demuestra su buen hacer en las batallas con un detalle precioso en la de Gaugamela, relatada a vista pájaro, y recobrando su particular estilo en la grandiosa y cruenta batalla final en los bosques de la India, y en la que por desgracia contemplamos por única vez al auténtico Stone. Farrell, se dedica con pasión a interpretar a un personaje tan contradictorio como magnético, pero lamentablemente la irrisoria tarea de apoyo de sus ficticios progenitores echa por tierra toda su constancia.

Puede que la desilusión sea el mayor punto en contra de Alejandro. El que haya creado, más con soberbia que con orgullo, tan altas expectativas no satisfechas deja en muy mal lugar a la esperada cinta. Alejandro Magno es un pergamino griego escrito en inglés: un gigante de seductora belleza pero carente de detalles. Carente de alma.

O.K.: Las batallas.

K.O.: Los fallos de narrativa.

La Escena: La batalla de Gaugamela no es narrada desde el privilegiado punto de vista de un águila que sobrevuela la escena.

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