Basura

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Edición original/ España: Basura (Toutain, 1989).
Guión: Carlos Trillo.
Dibujo y Color: Juan Giménez.
Formato: Tomo rústica 52 págs.
Precio: 800 pts.

 

Les aseguro que mi ánimo no es tan sombrío como mi insistencia en futuros tenebrosos puede hacer colegir. Acepto que Basura es una profecía agresiva y terrible (si discrepan recuerden a esa mujer tras dar a luz); también una ficción rutilante, de conmovedora amplitud y vigencia. En todo caso, una veta de inagotables lecturas.

La trayectoria del argentino Carlos Trillo está jalonada de obras memorables cuya revisión parece más esencial cada día que pasa: El último recreo, Las puertitas del Señor López, El loco Chávez, Tragaperras, Charlie Moon… los frutos de su entente con el maestro Horacio Altuna deberían ser objeto de devoción sostenida por todo aficionado al medio digno de tal nombre. Pero Trillo también firmó colaboraciones fecundas con otros magníficos dibujantes como el español Jordi Bernet (Custer, Light & Bold) o su compatriota Juan Giménez (ilustrador de los guiones de Barreiro en Ciudad o de Jodorowsky en La casta de los metabarones), quien tuvo la oportunidad de desplegar toda su potencia gráfica en este relato ya clásico sobre la supervivencia en un mundo consumido.

Como las grandes obras de la ciencia ficción, Basura es una certera parábola que desnuda las constantes humanas tras un barniz de pesimismo tecnológico, muy del gusto de la década de su concepción (los ’80 del pasado siglo), donde el pánico nuclear y el temor a la escasez de recursos y a la degradación del planeta campaban a sus anchas. La premisa, tampoco excesivamente original (sonará a los lectores de Alita o de Philip K. Dick), posee un acentuado desarrollo social alejado -casi diríamos antagónico- de la visión anglosajona, propensa al héroe de toques mesiánicos o, como mínimo, redentores. Trillo y Giménez, en cambio, ofrecen en sus criaturas dolientes, Mempo y Alma, ángeles de escepticismo y esperanza, respectivamente, una incisiva reflexión sobre los mecanismos del poder y el engaño, de las esclavitudes de la pobreza y la endogamia del privilegio, de una chocante lucidez para sus pocas páginas (52), sucintos textos (diálogos y bocadillos de pensamiento; nada de descripción literaria) y viñetas amplias (rara vez acumula la plancha más de siete u ocho; seis es la distribución más común).

Muestra de la parte superior de la plancha 05 en su edición original a color

Inicialmente publicada en color por Toutain (primero en Zona 84 a partir de su nº 17 y luego en álbum), las páginas fueron adaptadas por el propio artista al blanco y negro para su edición argentina en la revista Fierro. Comparar ambas versiones sirve para constatar la versatilidad de Giménez, igualmente cómodo en la tinta descarnada, con ese trazo fieramente orgánico, como en las tonalidades metalizadas que le son características. Los temas propios de Trillo -su humanismo patético, su desinhibición sexual, su dignidad en la derrota- se entremezclan con las virtudes de Giménez -la frialdad estatuaria de los rostros, las atmósferas abigarradas, la suciedad de la tecnología- y dan una pieza única, al mismo tiempo consecuente con sus biografías y sutilmente divergente.

La incomunicación suicida de las jerarquías tiene también su reflejo en Basura. Trillo prefiere un acercamiento elíptico, exigiendo al lector que rellene los huecos entre secuencias, las omisiones en los diálogos, como si entráramos con la película ya empezada. La parábola exige que confrontemos las actitudes con nuestra experiencia social para desentrañar las presumibles motivaciones de los actores. Una réplica abrupta sugiere un amor no correspondido. Unos líderes entregados a extrañas taumaturgias indican el arraigo del pensamiento mágico en cualquiera de las estratificaciones. Trillo y Giménez levantan piedra a piedra su edificio buscando la resonancia en cada mínimo aporte: el higienismo de los privilegiados, la militarización de los excluidos, la fragilidad del sistema conviven con topos habituales del género como mutaciones radioactivas, naves espaciales, iconos achatarrados de un pasado desvanecido en la noche de los tiempos, etc.

Muestra de la parte superior de la plancha 05 adaptada al blanco y negro por el artista

La abrupta conclusión ha sido motivo de debate. Por un lado, parece nadar a favor de esa corriente de la ciencia ficción reflexiva donde lo importante no son las respuestas sino las preguntas, lo que implica una cierta indefinición sobre el futuro de la peripecia a favor del revulsivo intelectual. Por otro, el propio Giménez admitió que Trillo y él contemplaban una segunda parte que cerrase inequívocamente la historia. Pues mi confianza en el guionista argentino puede considerarse poco menos que ilimitada no me queda sino lamentar que las circunstancias evitaran ese regreso al mundo cansado y cruel de Basura. Trillo, sin duda, habría sabido fascinarnos con inteligentes derivaciones, herirnos con insospechados vericuetos por los que zarandear a unos personajes que ya amamos. Pero en modo alguno esta consideración debe empañar lo que tenemos entre manos. Basura es tan redonda, tan maravillosamente genial y absorbente en su estado conocido que no necesita más que abrirse y disfrutarse. Eso sí: con un adarme de inquietud y desesperanza.

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Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
25 marzo, 2014 12:19

Pues no estoy seguro de haberla leído. De haberlo hecho tuvo que ser serializada. E, incluso en ese caso, casi fijo que no la leí entera.

Porque el caso es que no guardo recuerdo de esta obra. De todas formas, a ver si lo remedio, que creo que anda por ahí perdida por alguna de las pilas acumuladas.

Me gustan las historias de Trillo. Carlos Giménez, en cambio, aunque me parece un dibujante muy dotado no acaba de figurar entre mis favoritos; me deja un tanto frío.

the drummer
the drummer
Lector
25 marzo, 2014 18:55

tampoco yo recuerdo ésto, pero es más que probable que tenga esos números de zona 84 ‘archivados’ en casa de mi madre; a ver si los localizo.

Jeremy Brood
Lector
9 abril, 2014 0:57

Un gran tebeo, Toutain en su dia lo comparó con lo que nunca podía hacer el cine ( en aquellos años..) en efectos especiales.

Juan Gimenez está brutal en el apartado gráfico.

Produce cierta tristeza que ni se recuerden estos inmensos tebeos. Casi tanto como la poca curiosidad que parecen despertar…

Marvel kill the Toutain Stars…

Agente Sadness
Agente Sadness
Lector
8 diciembre, 2014 15:33

Apa, javi.

Estaba cotilleándote las reseñas antiguas que tenías por aquí y me he topado con esto.

Joder. Basura fué prácticamente uno de mis primeros contactos con el mundo del comic. Claro está que no cuenta ahora ni Superlópez, ni Ibáñez, ni los esporádicos tomitos y revistas de vértice y surco con los que mi madre me distraía cada vez que tenía que ir al practicante de crío, a que me clavaran agujas en el culo, así, impunemente…

Recuerdo haberlo leído serializado no sé si fué en 1984 o en el Zona84, y comprarme el álbum siendo aún un tierno adolescente que prefería estas cosas a los «tebeos de capullos en pijama»… cosas de venir de un barrio un poco chungo…

Con trece o catorce años me pareció una puta maravilla, y desde entonces, al menos un dia al año, me reservo un ratito para releérmelo, casi siempre escuchando a Pink Floyd… y no me canso.

Un Trillo en estado puro y un Juan Giménez que se puso el listón tan alto a sí mismo, que, PARA MÍ, no se ha superado desde entonces…

Pues eso, un lunes tonto de rodríguez polleando por la red…

Pero qué gran tebeo, cagontó…