Tribuna Marvel. Ben Reilly en el amanecer de un nuevo día

Tribuna Marvel es un espacio de opinión y reflexión, donde tratamos un tema con la intención de compartir pareceres. En esta ocasión, lidiamos con la vuelta de Ben Reilly

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Hace unas semanas se anunció el cierre de la etapa de Nick Spencer. El guionista, con varios años de historias a sus espaldas, clausuraba una etapa arácnida. Acostumbrados a este baile continuo de equipos creativos, el aficionado esperaba saber quién iba a ser el escritor o escritora que se hiciera con las riendas del título más importante de Marvel. Cuál ha sido nuestra sorpresa cuando se ha anunciado un baile de equipos rotatorios, que recuerda a los tiempos del Brand New Day, unos días complicados para nuestro Trepamuros de cabecera. Patrick Gleason, Saladdin Ahmed, Kelly Thompson, Cody Ziglar y sus acompañantes al dibujo van a dirigir los destinos de la franquicia, al menos, durante los próximos meses.

Porque nos falta una sorpresa. El papel preeminente de este nuevo landscape parece que no recae en Peter Parker. La vuelta de Ben Reilly ha sido anunciada a bombo y platillo, por lo que a nosotros solo nos ha quedado echar la vista atrás y ver cómo funcionó la Saga del Clon, en su momento. Muchos la conocerán, otros la descubrirán, en breve, pero no podíamos dejar pasar la ocasión de hablar de Ben Reilly, como está mandado. Antes de entrar en materia, repasamos la etapa de Nick Spencer, para ver si ha dejado un buen sabor de boca.

El final de etapa de Nick Spencer

Se avista el final de la etapa de Nick Spencer. Una era de altibajos y opiniones encontradas que dio comienzo en 2018 con unas expectativas muy altas, ya que Spencer venía con vitola de ser un guionista muy, pero que muy competente. Nuestro protagonista se había hecho un nombre en las independientes, como era preceptivo. Parece mentira pero nuestro Nick, durante su época universitaria, había tratado de presentar algunos proyectos a varias editoriales de cómic (entre ellas Marvel), que fueron rechazados de facto. Eso le hizo pensar en su vocación primigenia, la política, así que durante una época lo tuvimos enrolado en carreras electorales y trabajando para el partido demócrata. Estaba claro que Spencer tenía el gusanillo de la escritura y lo siguió intentando, consiguiendo la aceptación de la editorial independiente más importante de este siglo, Image Comics. Su primer proyecto fue la adaptación de una película llamada Existence 2.0 y desde ahí su influjo comenzaría a crecer: Forgetless, Shutterdown o Fractured Fables son algunos de los proyectos de Image en los que Spencer viene acreditado.

Su gran momento viene a ser el año 2010. En aquellos días se involucra en otra serie de Image, Morning Glories, que consigue atraer la atención no solo de los lectores, sino que también de alguna que otra major. En ese año obtiene pequeñas asignaciones en DC Comics, como un arco argumental en Action Comics (#893-896) y un fill-in en Supergirl #60. En la casa de Batman y Superman consigue su mayor proyecto en la forma de los T.H.U.N.D.E.R. Agents, un grupo de superhéroes de los 60 rescatados por los abogados de DC.

El año siguiente, 2011, sería el momento de probar en Marvel Comics. El entonces editor en jefe, Joe Quesada (que fue el que le rechazó un proyecto de Gata Negra en los años universitarios), contacta con Spencer para ofrecerle un revisión de la figura de James Rhodes, más conocida como Máquina de Guerra, en una serie que se llamó Iron Man 2.0. Spencer se hizo cargo del guion de los 12 números de la serie, dibujada por Barry Kitson, dejando un muy buen sabor de boca en la Casa de las Ideas. Por aquellos días, la escritura de Spencer orbitaba sin problemas en tonos trascendentes como en algo ligero, lo que granjeó nuevos proyectos, como pudiera ser Ultimate Comics. X-Men o continuar la senda de los Secret Avengers, iniciada por Ed Brubaker.

Pese a que los encargos en Marvel no paran de crecer, todavía se mantiene en activo en el circuito indie, colaborando con Image en obras alejadas del mainstream, como Infinite Vacation, Thief of Thieves (con Robert Kirkman, nada menos) o Bedlam. De todas maneras, el lanzamiento del Marvel Now! supuso que Nick Spencer centraría, a partir del año 2013, la mayoría de sus esfuerzos creativos en la Casa de las Ideas. De julio de ese año es el comienzo de la obra que destapó a Spencer como un guionista genial y esa no es otra que los Enemigos Superiores de Spiderman. Empezaba su acercamiento a la franquicia arácnida, sin contar los especiales sobre Capa y Puñal, que guionizó durante Spider-Island en 2012. Y que conste en acta; en aquella deliciosa serie, haciendo equipo con Steve Lieber (una colaboración que se trasladó a independiente con la maravillosa The Fix), el Trepamuros no tenía ningún tipo de incidencia, más allá de que la que versión superior del mismo provocara las iras de un puñado de sus villanos más olvidables: Bumerang, Conmocionador, Demonio Veloz, Escarabajo y Turbo. Este pequeño grupo de truhanes, bajo el cuestionable liderazgo de Bumerang, vivirán delirantes aventuras, en una mezcla de serie superhéroes y sitcom muy difícil de catalogar, pero que resultó una de las cabeceras más frescas, divertidas y complacientes de aquel Marvel Now!

Los Enemigos Superiores pusieron en el mapa de escritores a tener en cuenta a nuestro guionista. Ya en la regencia de Axel Alonso, Spencer comenzó a ser escudero de Jonathan Hickman en Vengadores (Avengers y Avengers World) y dio salida a sendos volúmenes con las mejores historias de Ant-Man, en los zapatos de Scott Lang, jamás publicadas. Su influjo iba creciendo por lo que no tardaría en coger las riendas de un colección importante.

Tras las Secret Wars, Spencer es designado como el nuevo guionista de Capitán América, con la salvedad que le toca lidiar con Sam Wilson vestido de Centinela de la Libertad. La idea original no fue suya, era algo que esbozó Rick Remender, su antecesor en el cargo. La fuerza y el impacto de un Capi afroamericano le hizo afrontar la colección con un claro toque a justicia social. Como buen discípulo del partido demócrata, Spencer volcó sus preocupaciones ante el ascenso del ala más conservadora de su país, por lo que mostraba, bien a las claras, que existen elementos que rechazan la idea de un Capitán afroamericano. Pero no quedó aquí la cosa; la recuperación de la forma física de Steve Rogers, transmutado en anciano desde que Remender le quitara el suero de supersoldado, dio lugar a una segunda cabecera con el encabezado Captain America; una para Sam, otra para Steve.

Internet ardió el día que se hizo pública la famosa viñeta de Rogers diciendo aquello de ¡Hail Hydra! La idea de Spencer era mostrar un reflejo distorsionado de la figura del Abanderado y para ello se sirvió de uno de los eventos recientes más polémicos, Imperio Secreto, con el Capitán América liderando fuerzas del todo fascistas, mientras que los héroes tratan de oponerse a ese reflejo retorcido de un buen amigo. El evento funcionó muy bien, y a su resolución, volvió a dejar las fichas en posición para el siguiente equipo creativo.

Para aquellos entonces, Nick Lowe ya se había puesto en contacto con Spencer para ofrecerle las riendas de Amazing Spider-Man. Unido al talento de Ryan Ottley (dibujante de Invencible), nos las prometíamos muy felices con la llegada de Nick Spencer. Es hora de que veamos si se han cumplido las expectativas o no.

Tras una larga etapa en la que Dan Slott marcó un antes y después en la trayectoria de Spiderman, para bien o para mal, según seamos detractores o incondicionales del guionista, llegó a nuestros oídos que Nick Spencer se iba a hacer cargo de la serie principal del trepamuros.

Las expectativas estaban altas y desde luego, tras su paso por el Capitán América, no existían recelos. Igualmente, a los lápices un maravilloso Ryan Ottley que con un simple vistazo de lo que supondría su paso por la serie nos ponía en canción de una posible nueva y maravillosa etapa de esplendor. Sumado a esto, y para tocar la fibra sensible, Panini Comics optó ya serializar la colección principal de Amazing Spider-Man en la colección quitando colecciones y series de la familia arácnida. Se trataba de un largo reclamo de los lectores españoles que finalmente se cumplió.

Ahora, tras dos años largos, la etapa de Nick Spencer llega a su fin, y es hora de valorar su paso entre telarañas, bombas calabaza, muertos, momias, monstruos de otras dimensiones, y variopintos enemigos. ¿Podemos hablar de una etapa inolvidable?, o por el contrario ¿es algo digno de archivar y olvidar en una caja “free acid”?

Vayamos por partes y desgranando cada uno de los grandes bloques en los que la colección se ha ido desarrollando.

En The Amazing Spider-Man vol. 1 #802 al #806 (Legacy), así como con el “Free comic book day” de 2018, Nick Spencer nos hace una presentación de por dónde va a dirigir a Peter Parker y a nuestro superhéroe favorito. Es decir, tenemos una introducción que aposenta las bases de lo que nos contará el guionista. Peter tiene una nueva oportunidad con Mary Jane. Y así, desde el principio nos marcó el camino a seguir. Claro, con este golpe de efecto la ilusión creció a raudales, puesto que desde One More Day, la injusticia del tratamiento de esta pareja había sido de proporciones galácticas. Guionizar a Spiderman puede ser más o menos dificultoso, pero Peter Parker es más complejo. No por el personaje en sí, sino más bien por la manía de encasillarlo como el eterno teenager. Esta maldita costumbre supuso ya hace mucho tiempo apartarlo del matrimonio de la manera más absurda que se recuerda. No hubiese pasado nada si Mary Jane y Peter se hubiesen divorciado, tampoco pasaría nada si hubiesen tenido un hijo o hija (bueno, por ahí circula un bebe o niña sin saber qué pasó a finales de los noventa). Ambas circunstancias no suponen que el personaje deje de ser “joven”. Para esta figura ya tenemos a Miles Morales, que si bien es cierto vino con posterioridad, ya existía por entonces la versión Ultimate.

Desde el minuto cero también percibimos el encuadre de la serie: volvemos a nuestro Spiderman época Michelinie: grandes aventuras, poco trasfondo y vistosidad. Argumento sencillo sin tramas complejas, sin referencias a aspectos de corte psicológico o enrevesados, un Spiderman chistoso, caricaturesco y aparición de una gran cantidad de enemigos del trepamuros. La importancia de la vida personal de Peter Parker, es de nuevo reforzada y por deseo del autor se acoplan aspectos importantes de su fascinante “Enemigos Superiores de Spiderman”, si bien, como veremos el recurso de Myers acabará siendo cansino y aburrido. Nick Spencer hace uso de su personaje fetiche: Fred Myers. Bumerang ha sido por años un enemigo de poca monta del arácnido hasta que el guinista arácnido lo sacó del baúl del olvido. Bumerang abandonará su carrera delictiva y acaba compartiendo piso son Peter y Randy Roberston. Jugaremos desde el principio con la duda de si se ha rehabilitado o no. “El Bar sin nombre”, lleno de malhechores con poderes será el inicio de lo que vendrá después, siendo claro desde el principio que Kingpin, o Alcalde Fisk estará estrechamente relacionado con este personaje fetiche.

Nick Spencer comenzará ya a trazar el camino a “Hunted”, y pondrá las semillas de la mayor decepción de su etapa, la trama de El Pariente, un nuevo enemigo en las sombras que hará que el mismismo Kingpin se postré ante él. Humberto Ramos será el apoyo de Ottley para las entregas, y para el que suscribe es una maravilla, sabedor que tiene muchos detractores. Respetable lo uno y lo otro, lo cierto es que por lo menos el dibujante mejicano es cumplidor al cien por cien.

Un gran acierto de Nick Spencer será reintroducir a Felicia Hardy en el elenco de aliados de Spidey. No podemos olvidar que Felicia le debe al trepamuros una revancha tras la etapa Slott y el paso huracanado de Superior Spiderman, y se permite el gusto de llevarla a cabo. Si bien, los sentimientos afloran, y de esta manera el pasado como pareja, con lo que conllevó, supone un rencuentro, una reconciliación necesaria. Muy interesante también lo que subyace de esta primera parte en la historia que Nick Spencer quiere contarnos. Mary Jane tiene que superar el hecho de que su pareja sea Spidey. Sumado a esto la terrible trayectoria que han llevado los personajes cercanos al trepamuros. La tía May casi se casa con el Doctor Octopus, Gwen Stacy fue arrojada de un puente por el Duende Verde falleciendo tras partírsele el cuello. La propia MJ fue secuestrada por Veneno, y ha sido atacada infinidad de veces. Por tanto, tratar esta cuestión es un gran acierto de esta etapa, reconciliando la vida personal de la pelirroja con la superheroica de Peter.

Y de repente empezamos a denotar cierto bajón en la serie. Esta será la tónica a partir de ahora; altibajos. Nick Spencer gana mucho en una lectura amplia, es decir, cogiendo arcos completos. Si bien el problema es que se percibe en demasiadas ocasiones que se pierde en la inmensidad de sus ideas. La gran paradoja del guionista es que cuando comienzas a cansarte de lo que pretende contar, de repente, rompe ese tedio e introduce aspectos que resultan muy entretenidos. Esto le pasa por ejemplo cuando se recupera a J. Jonah Jameson en la cabecera principal, y como secundario de peso. En Civil War, Peter Parker reveló su identidad al mundo, siendo para Jonah un shock descubrir que quien había trabajado durante años como fotógrafo suyo, era Spiderman. Esta situación desapareció con el Mefistazo, y de nuevo, y con sentido común, ha sido Chip Zdarsky el que ha dado pie a recuperar este status quo. Spencer lo recoloca dentro del elenco de personajes secundarios y de forma muy positiva.

A lo largo de las primeras entregas de Amazing Spider-Man Nick Spencer fue dejando información sobre lo que suponíamos un futuro evento relacionado ni más ni menos que con Kraven el Cazador. Los lectores íbamos viendo cómo se iban “cazando” o secuestrando villanos con temática animal. Serán el Supervisor y Black Ant los encargados de llevar ante la presencia de Kraven a los secuestrados. El Cazador a pesar de su errática carrera como némesis del arácnido, podemos afirmar que se trata de uno de los enemigos más formidables de Spidey. Alcanzó dicho estatus tras la memorable “La última cacería de Kraven«. Y es aquí donde radica el principal problema de este arco. Si ya me pareció un escarnio su resurrección allá por The Amazing Spider-Man vol. 1 #635, el uso posterior del mismo ha demostrado la innecesaridad de su vuelta a la vida. Este aspecto puede que haya lastrado a esta saga, toda vez que en principio no supone un reclamo para el lector. Pero Spencer va más allá y recoloca las piezas en el tablero. El nuevo status quo que el guionista da a este enemigo es un acierto, sinceramente, sin perjuicio de que se rentabilice esta actualización. A pesar de ello el guionista se pierde en la inmensidad de muchos números como veremos le ocurrirá con “Last Remains”. En algunos momentos, en cambio, encuentra su propia voz y nuevos tonos para estos personajes que tienen décadas de historia. La interacción entre personajes como la Gata Negra, el Buitre, pasando por Gibón o incluso el Lagarto es muy buena, y aquí destaca habilidosamente el guionista. Si bien, debido a que esta historia trata con muchos personajes, puede resultar ciertamente caótica. El problema también radica en esa tendencia a la búsqueda de tramas complejas y que pasen a la historia de un personaje siendo excesivamente pretenciosos. Lamentablemente, la saga solo se queda en un simple entretenimiento.

La etapa de Nick Spencer inició su segundo año atando la mayoría de los cabos sueltos restantes de los 24 números anteriores y puso en marcha una serie de nuevas historias. La tónica cambió, vislumbrándose un horizonte tormentoso. Amazing Spider-Man vol. 5 #25 es el punto de inicio de esta nueva fase cierra hilos específicos al tiempo que introduce otros completamente nuevos. Y empieza el camino a saber quién es El Pariente, qué quiere de verdad y la trama que envuelve a este curioso y desagradable enemigo. Sin embargo, el ritmo de narración empieza a perder la poca fuerza que tenía. Siguiendo con la tónica de lo visto hasta ahora, el tedio se apodera de la colección. Nick Spencer avanza lentamente hacia lo que parece será un enfrentamiento verdaderamente épico con un enemigo ciertamente perturbador. Por fin encontramos a Mary Jane desempeñando un papel importante después de desvanecerse en un segundo plano. Es algo inaudito siendo que el guionista apostó por ella y su relación con Peter desde el principio. El problema vuelve a ser el mismo. Ser pretenciosos y excesivamente ambiciosos es un hándicap. Tantas líneas abiertas, tantos secundarios en la palestra abocan a perder el hilo con facilidad.

Es en esta nueva fase cuando hace entrada Patrick Gleason. Ryan Ottley es brutal, pero no ha estado cómodo en la serie. No ha conseguido hacer suyo al personaje. Su trazo se ha percibido rígido en muchas ocasiones. De nuevo creo que la culpa es de Marvel Comics, y su manía de sacar dos y tres entregas al mes. De esta forma es casi imposible seguir mes a mes.

Y de nuevo, la montaña rusa. Si estábamos en la parte baja, de repente un subidón. Y en concreto sin ser pretenciosos. En concreto un pequeñito arco (The Amazing Spider-Man 26 al 28 USA). Spencer se centra en su personaje fetiche: Fred Myers, alias Boomerang. Fred Myers no es en realidad un tipo tan malo cuando se lo propone. El coqueteo entre Fred y la tía May será el culmen de Spencer en este arco. Y veremos las semillas que se plantan para cerrar otro arco que a fecha de hoy se desarrolla en USA, y que sin destripar nada se centra en una saga de la etapa Lee y Romita Sr. Spencer trata el personaje de Fred Myers de manera fresca y suelta. También introduce a las nuevas Seis Siniestras que serán el relevo generacional y de género de este grupo clásico: Coneja Blanca, Lady Octopus, Scorpia, Tramper, Escarabajo y Electro. Su objetivo es romper el techo de cristal en el campo del crimen organizado dominado por los hombres. En definitiva, una prueba más de que es un guionista que falla en eventos o sagas amplias.

Y entonces llegó Matanza Máxima y el trepamuros se vio inmerso en la saga a modo de tie in (The Amazing Spider-Man 30 y 31 USA). Afortunadamente Spencer capeó muy bien este evento. Sin embargo, empezó el camino a la perdición con la trama de El Pariente. Los lectores estábamos cansados puesto que tras treinta números no se había avanzado nada en esta línea. Con el monólogo de El Pariente y Norman Osborn, empiezan las pistas. Y empezaron las conjeturas.

Cuando Marvel celebró el 25 aniversario del Universo 2099, lo hizo publicando números individuales. Nick Spencer se encargó de utilizar la serie de The Amazing Spider-Man para dar el impulso a los dos especiales y a los números auto conclusivos mencionados. En la serie principal arácnida Miguel O’Hara regresa al presente para buscar a Peter Parker y le advierte sobre un evento próximo que dejará todo su futuro amenazado. Pero es aquí cuando la boca del lector se queda a la altura del suelo cuando vemos que solo se trata de un reclamo. Sinceramente, fue una burla a los seguidores de Miguel O’Hara. Realmente el núcleo duro pivota alrededor de una posible guerra Latveria y Symkaria. Peter une sus fuerzas con Teresa, su hermana espía la cual busca vengarse del Camaleón, que le quitó la vida a su pareja. A partir de aquí se abre el melón de otra saga en ciernes en USA, la Conspiración del Camaleón. Vuelvo a lo mismo de siempre, la excesiva pretenciosidad. Parece que no se es un buen guionista si no planteas tramas y más tramas para dar juego a sagas y más sagas. En conclusión estamos en la parte baja de la montaña rusa.

Y llegamos a las puertas de otra saga “La Ascensión de los pecados”. En ella como antagonista El Comepecados, y manejando los hilos EL Pariente. La verdad es que la elección de Stanley Carter puede ser más o menos acertada pero lo desconcertante es el entorno místico, mágico que envuelve al personaje. Igualmente la finalidad de este personaje y el uso de sus poderes, porque ahora los tiene, no tiene ni pies ni cabeza, siendo usado por El Pariente para no sé muy bien el qué. El Comepecados no congenia con ese toque mágico y sobrenatural. De la historia que narra Nick Spencer me quedo con el trasfondo. El público aprueba el castigo y el ajusticiamiento ante los delincuentes que este psicópata liquida. En realidad es una cuestión muy actual. Por lo demás un sinsentido que prometía ser la revelación de algo mayor que se pospone hasta la continuación en “Restos mortales”. En definitiva, un rollazo, dicho sea de forma cercana y coloquial. Nos hemos tirado casi una veintena de números para un final que desvela quién está detrás de esa máscara momificada para darnos de bruces con un gran “plof”. Parecía y solo parecía que ésto iba a ser un “desmefistazo” pero de momento toca esperar. Ahora tenemos muchas dudas y ya cansa: ¿es Harry pre mefistazo, o posterior, y conviven dos versiones?; ¿esta versión demoníaca de dónde viene?; ¿Misterio tiene que ver con este cambio o con su origen, y de qué forma?. En fin, que vamos ya por la entrega sesenta y nada de nada. “Restos mortales» ha sido ya la gota que ha colmado el vaso de la pretenciosidad que denuncio. Conversaciones de tinte y corte psicológico, confusas, con motivos y móviles repetitivos. El tema de la responsabilidad y la carga de Peter por todos los muertos que arrastra ya ha sido muy vista. Harry Osborn ya tuvo un final súper digno en Spectacular Spider-Man vol.1 #200 hace muchos años, cerrando ese ciclo que de nuevo quieren iniciar. Cansancio, ese es el poso que ha dejado este último arco.

A fecha de hoy en España estamos dentro de un nuevo ciclo. Nuevo traje horroroso (va a ser esporádico tranquilos) y un nuevo golpe de efecto en su vida personal. Las sagas de la Tablilla y del Camaleón nos llevarán directos al final de la etapa de Nick Spencer. Una etapa que no es mala, pero tampoco buena. ¿Qué quiero decir? Simplemente que ha sido una etapa de altibajos, con más bajos que altos. Ha sido muy larga para contar poco. Ha resultado aburrida y con las expectativas altas ha defraudado. Tampoco facilita el hecho de un método de publicación agobiante de dos y tres números al mes. El baile de dibujantes no apoya una constancia y una fortaleza del conjunto de una obra. Los dibujantes no han sido malos, pero es cansino ver como pululan muchas formas distintas de dibujar al trepamuros. Finalmente, no es necesario ser un Morrison para triunfar. Dejemos tramas enrevesadas que pinchan en cada página y vayamos a lo que nos interesa: hacer disfrutar al lector.

Por lo demás, a fecha de hoy sabemos que Spencer ya tiene fecha de salida, y queda poco. Esperemos que cierre bien el tema de Harry, y que se vaya sin desaguisados, que suele ser también la tónica. Esperanza en el nuevo equipo y en esa posibilidad de aire fresco con Ben Reilly. Peter está quemado, necesita aire fresco. Nuestro Parker tiene que irse de vacaciones, volver a recuperar el camino, tener un hijo o hija, y explorar ese camino, que desde luego no le va a sentar nada mal. Muchos ya somos padres y no por ello somos unos carcamales. Peter Parker tiene que evolucionar no ser el eterno joven. ¿Llegará ese momento? Espero sinceramente que sí.

Ben Reilly, por Luis Javier Capote Pérez

El anuncio del regreso de Ben Reilly ha hecho que me sienta veinticinco años más joven y me ha llevado de vuelta a la mitad de los años noventa, cuando comenzaba mi periplo laboral y, consecuentemente, ampliaba el número y la variedad de las lecturas. Entre los nuevos fichajes del momento, allá por abril de 1996, cayó en mis manos el décimo quinto número del segundo volumen de las aventuras de Spider-Man editadas por Comics Forum. El tebeo lleva fecha de marzo más, en aquellos días, los cómics llegaban a Canarias con unas cuatro semanas de retraso, así que, más o menos por Semana Santa, me enganché a la franquicia arácnida con un número que llevaba por título «El juicio de Peter Parker». La portada del tebeo -que recopilaba las cuatro cabeceras dedicadas al lanzarredes en Yanquilandia- era una poderosa imagen, realizada por John Romita Jr. y correspondía a un arco, dentro de la larga, polémica y denostada segunda saga del clon.

En aquellos tiempos, las noticias que llegaban desde Estados Unidos lo hacían a través de los propios correos de los lectores -bendito Doctor Átomos- de las secciones de noticias y de publicaciones especializadas, más o menos profesionalizadas. Internet era para mí un invento relativamente reciente y la navegación se hacía en el poco atractivo modo texto; el principal y casi único buscador era Yahoo! y todo aquello era como encontrar un aguja en un pajar. Así pues, cuando leías el tebeo en versión española, bien pudiera ser que la aventura que estaba comenzando en ese número hubiera sufrido múltiples cambios, giros y cambios. Los noventa, niños y niñas, fueron unos tiempos bastante atribulados para la casa de las ideas y, tras los engañosos días de vino y rosas de la burbuja especulativa, llegó la caída. La premisa de imponer el dibujo al guion, para luego imponer la política de que los personajes estaban por encima de los ilustradores, trajo como resultado la marcha de buena parte de sus escritores veteranos y, poco después, de sus pesos pesados del dibujo. La cantidad de las publicaciones empezó a ir en desmedro de su calidad y el continente empezó a incluir un contenido que, con contadas y notables excepciones, era, en el mejor de los casos, flojo y olvidable. Las ventas caían y de poco servía la incorporación de portadas múltiples, troquelados, hologramas o similares. Visto con la perspectiva de los años, parece que se había olvidado la premisa de que para vender tebeos hay que ofertar tebeos que mereciera la pena comprar, pero me estoy desviando. Los trucos de la chistera se iban agotando y la situación no se revertía, así que, en un intento un tanto desesperado de cambiar el sentido descendente, se optó por llevar a cabo el más difícil todavía y romper el statu quo en el que se habían movido las principales colecciones de la editorial.

La primera maniobra se ejecutó en la escudería mutante, a través de La era de Apocalipsis. Una idea reciclada de la serie animada -o eso contaba el editor-X de esos años, Bob Harras– sirvió para que, durante cuatro meses, el mundo de la Patrulla-X se volviera del revés como un calcetín, suscitando todo tipo de reacciones y devolviendo la atención a una franquicia que llevaba instalada en la insustancialidad desde la marcha de Chris Claremont. Terminada la historia, todo volvió a la anodina normalidad, con algunos cambios menores, pero el repunte en el interés generó la idea, buena en la cabeza editorial, de que la jugada podía ser repetida en todas partes. El resultado se tradujo en La Encrucijada para los Vengadores y en Clonación Máxima para Spider-Man, en mi opinión dos de las peores historias pergeñadas en la casa de las ideas, con unas premisas malas y una ejecución pésima.

Ben Reilly simboliza para mí el ejemplo de un personaje que fue víctima de una serie de malas decisiones, motivadas por la ausencia de un plan o, quizá, por la falta de confianza en el que hubiera. Para empezar, la premisa de que el Spider-Man que habíamos tenido hasta ese momento -el de la batalla contra Thanos, las Guerras Secretas, el matrimonio con Mary Jane Watson…- no era el original, sino un clon. El pretendido clon que, en su primera aparición acababa difunto, era en realidad el original y se había pasado todo ese tiempo haciendo de una mezcla entre Richard Kimball, Kwai Chang Caine y David Banner. En la ficción marveliana, «sólo» habían pasado cinco años, pero en el mundo real habían pasado dos décadas. Diga lo que diga el tango, veinte años de historias arácnidas eran demasiadas historias, como para pasarlas de largo. La sustitución de Peter Parker por Ben Reilly no dejaba de ser una forma de retornar al personaje a unos orígenes, cuando el original (ahora presunta copia) tenía un bagaje que parecía hacerle menos atractivo a ojos del público. El Spidey honrado padre de familia debía dejar paso al Spidey libre como el sol cuando amanece, con dificultades para llegar a fin de mes. Si tal era el punto de partida, nada podía salir bien, pero este fue un caso en el que todo cuanto podía ir mal, fue de mal en peor.

El primer punto a criticar es la forma en la que se produce la sustitución: siguiendo el ejemplo de Born Again -copiado muchas veces, siempre de aquella manera- el Peter Parker que conocíamos es sometido a un proceso de machaque constante, en el que se agudiza la sucesión de penurias iniciada en Triunfo y tragedia. De forma paralela, tenemos a un Spider-Man que parece haber perdido buena parte de sus habilidades y talentos, habida cuenta de las palizas que recibe, mes sí y mes también. Mientras tanto, Ben Reilly deja de esconderse -viva la retrocontinuidad- y crea el manto -o la sudadera- de la Araña Escarlata y empieza a hacerse un nombre propio. La señal de que se están cruzando puentes, para luego quemarlos, es la muerte de la tía May que, oh tempora oh mores, sabía que Peter era el trepamuros. El fin de fiesta, orquestando el cambio es la mentada Clonación Máxima, que brindó una ensalada de clones en la que destaca sobremanera el señor Spidercida, hijo de su tiempo y de una mala idea. La desaparición de escena de Peter y Mary Jane, camino de la ampliación familiar, fue el signo de que, o bien los responsables del tinglado no lo tenían todo consigo, o bien habían comprendido que era mejor dejar ciertas puertas abiertas. Experiencias parecidas, como la de Linterna Verde en la distinguida competencia, derivaron en discusiones añejas.

Peter ya no estaba y, con su marcha, desaparecía de escena casi todo el vasto y rico elenco de personajes secundarios que había crecido y hecho crecer a la franquicia. En una miniserie escrita por el ubicuo Fabian Nicieza, Parker perdía sus poderes en una última aventura, en la que el manto azulgrana quedaba listo para que Reilly lo tomara. Entretanto, este último ve cómo su identidad como Araña Escarlata -construida con no pocos esfuerzos- queda manchada irremediablemente, de modo que tenemos a un héroe sin identidad y a una identidad sin héroe. De nuevo, una solución ejecutada de forma un tanto chapucera, porque hay que dar paso a una nueva etapa, mas pronto que tarde.

La premisa de este nuevo comienzo era una vuelta a los orígenes de libro. Ben era un Spider-Man sin lazos familiares y con problemas económicos, pero hasta un punto de exageración que le hace estar al borde de la indigencia. La batuta de esta etapa va a correr de la mano de Dan Jurgens, un autor que venía de encargarse de Superman en la distinguida competencia durante un buen puñado de años. Ejerciendo de guionista y de dibujante, el caballero empieza a construir un nuevo escenario para la franquicia, con nuevos secundarios y la premisa de que este nuevo-viejo Spider-Man debía ponerse al día en cuanto a alianza y enemistades. Después de una temporada de malas ideas y trapisondas, se agradecía cierta estabilidad y la nueva dirección suscitaba cierto interés… pero la tranquilidad duró poco. Jurgens se marchó con media docena de números de una colección que, en principio, estaba pensada para ser el buque insignia y para su lucimiento, el de un autor que había ganado fama contando las historias de uno de los buques insignia de la competencia. A partir de ahí, todo se vuelve más confuso y el retorno de Peter y Mary Jane, más la restauración de los poderes del primero, indica que el cambio se va a revertir.

La reversión se produce de un modo y manera que deja patente el nivel de ocurrencia del comité editorial arácnido. Si nos quejábamos del regreso de Palpatine para La risa de Skywalker, el regreso de Norman Osborn y su condición de mente maestra tras todas las tribulaciones de Peter Parker es un Deus ex machina de libro y, con todo, no era la peor de las soluciones. Una de las propuestas era que, durante la batalla contra Onslaught, un centinela aplastara a Ben de un pisotón. Ése era el nivel, amiguetes y, gracias a él, el asunto clónico fue tabú en la casa de las ideas y en el cuarto de baño arácnido durante bastantes años.

En conclusión, Ben Reilly simboliza una época que duró, entre pitos y flautas, cuatro años, con cuatro colecciones mensuales, una trimestral, miniseries, prestigios y hasta alguna que otra novela gráfica. Representa una sucesión de malas ideas, peores premisas y pésimas ejecuciones y, con todo, sigue teniendo cierto potencial, aunque me temo que sus sucesivas reapariciones sean siempre un indicio del que llegan las vacas flacas a las ideas.

Ben Reilly, por Juanjo Carrascón

Ben Reilly es sinónimo de “casposidad” para algunos. Para otros, trae sabores de tiempos nada halagüeños pero sin embargo tiene un regusto a frescura. Nuestro bueno de Ben, cogiendo el nombre del tío de Peter y el apellido de soltera de tía May, es un clon. El problema es que se asocia a este buen chico con la Saga del Clon noventera. Esto ya de por sí es un hándicap.

Desde su primera aparición en 1975 en Amazing Spider-Man vol.1 #149, de Gerry Conway y Ross Andru, Ben ha luchado por encontrar su propia identidad. Aparentemente murió al final de su batalla con Peter Parker. Ben sobrevivió y resurgió años más tarde en Spectacular Spider-Man vol. 1 #216 (1994), de Tom DeFalco, Todd DeZago y Sal Buscema.

Durante años, Ben intentó dar sentido a su vida y construir su propia personalidad, viviendo lejos de Peter. Ben adoptó un nuevo nombre y un nuevo hogar, pero no pudo permanecer alejado por mucho tiempo de sus orígenes. La única razón por la que Ben regresó a Nueva York fue para ver a la tía May, que se estaba muriendo.

Cuando hablamos de Ben Reilly tenemos dos reacciones muy dispares y contrarias entre sí. Por un lado, los veteranos que añoramos ese traje molón con sudadera, y por el otro, aquellos que, cual violenta reacción alérgica a los frutos secos huyen corriendo a inyectarse Urbason. Nótese cómo soy de los defensores de la sudadera. Incluso después de ese traje con sudadera, tuvo un diseño del uniforme “oficial” la mar de chulo.

Para mí y sé que es una herejía para muchos, esta época me gustó mucho. Leía vorazmente cada cómic, cada entrega y la llegada de Ben fue impactante. Ya llevaba unos años leyendo cómics pero me lastraba un pasado largo de historias que no pude leer entonces. Cómics Forum hacía lo que podía, pero no era Panini, ni existía la facilidad de hoy en día de acceder a material clásico. Por eso, quitar el lastre de muchos años no era más que una ventaja. No nos equivoquemos, no estoy defendiendo cargarme a Peter, pero por aquella época era un jovenzano con otras miras y otros gustos que han evolucionado. A título de ejemplo a la actual generación le gusta mucho lo que ha hecho Cates con Veneno, pero a mí me ha aburrido sobremanera. Supongo que con 20 años menos hubiese flipado, pero ahora, pues no.

Hay que ponerse en tesitura y saber en qué época nació Ben Reilly. Vayamos a una época en la que las ventas de Marvel no eran nada buenas y entonces las mentes pensantes (que no por ello inteligentes) comenzaron a creer que sus historias se estaban volviendo obsoletas. En concreto con el trepamuros se tomó la decisión de deshacerse de años y años que asustaban a nuevos lectores y renovar de manera drástica la colección, trayendo a Ben Reilly que tomaría el manto de Spiderman. No fue una mala idea, todo sea dicho, pero pésimamente desarrollada.

Esto llevó a la ejecución entre los años 1994 a 1996 de la mítica “Saga del Clon”, en la que Peter y Ben se enfrentaron cara a cara. Esto hizo que Peter llegase a pensar que era el clon y Ben el auténtico Parker. Esa fue la trama principal de esta confusa saga. Marvel comenzó a centrarse en Ben Reilly. Una vez que Peter y Ben resolvieron sus diferencias y comenzaron a trabajar juntos, esto llevó a Ben Reilly a convertirse en la Araña Escarlata.

Después de que entidad de la Araña Escarlata es destruida por la mala prensa, Ben acepta las responsabilidades de Spiderman, aunque con un nuevo diseño de atuendo. Un diseño espectacular como ya he anunciado antes. Era la hora de apostar fuerte por la renovación del trepamuros y la verdad es que comenzó bien la cosa. Ben hizo malabarismos con sus responsabilidades como Spiderman con su nueva vida y continuó fortaleciendo su relación con Peter, quien se refirió a él como un hermano y uno de su familia extendida.

Estaba bien la idea, se fue construyendo poco a poco, pero desafortunadamente, la vida de ambos se arruinaría con el regreso de Norman Osborn, quien se reveló que había planeado años de eventos destinados a torturar y poner a prueba a Peter Parker. Realmente detrás de Norman estaba el fandom que gritaba “¡herejía, herejía, que quemen en la hoguera a guionistas y editores!”. No digo que fuese un acierto, pero si se hubiese apostado por una renovación menos agresiva, sin tantos giros en la trama, y desde luego sin maltratar a Peter, igual la cosa hubiese funcionado. La feroz pelea del Duende Verde con Peter y Ben terminó trágicamente cuando Ben fue empalado por el planeador de Norman. Este momento mitificó al personaje. Tuvo que morir para ser recordado con cariño y añoranza. ¡Qué crueles somos a veces los fans!

El escaso año de Ben Reilly como Spiderman sigue siendo controvertido. Además la Saga del Clon es recordada como su historia más odiada. Aquí discrepo puesto que para mí lo es la etapa de Byrne y el Mefistazo. Pero realmente, fue una época atrevida del trepamuros y de haber tomado otros derroteros igual la cosa hubiese sido diferente y valorada de otra manera.

Ben regresó, en Amazing Spider-Man vol. 4 #22. Dan Slott, Christos Gage y Camuncoli revelaron que el Chacal original lo había matado y resucitado muchas veces, traumatizando a la antigua Araña Escarlata. La verdad es que soy defensor de Slott, pero esto no me gustó ni un pelo. Esta nueva versión cambió la percepción del bueno de Ben y lo desnaturalizó. Posteriormente jugaría como un justiciero antihéroe con base en Las Vegas, de la mano de Peter David y Mark Bagley. A pesar de ello, fue un fracaso y la llamada a la nostalgia no fue suficiente carburante para que el viaje continuase.

Veremos qué ocurre en la nueva etapa de El Asombroso Spiderman con la vuelta de Reilly. Yo estoy ilusionado. Soy un gran defensor de Peter pero me encanta Ben, y creo que se pueden explorar nuevas vías para enriquecer la franquicia y dar oxígeno a un personaje quemado como lo es Peter.

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Hijo de Jor-El
Hijo de Jor-El
Lector
13 julio, 2021 18:37

Traer de vuelta al clon era una idea GENIAL, estamos hablando de retomar una historia, la Saga del Clon de mediados de los setenta, que fácilmente aparece en el top ten de las mejores historias de Spiderman, y de repescar a un enemigo, el Chacal, poderoso, inquietante y por el que Spiderman se sentía sobrepasado.

Recuerdo esperar los tomos mensuales de aquel tiempo como agua de mayo, ¿quién narices era ese que hablaba con tía May con tanta confianza? ¿Qué eran todos esos recuerdos de Peter de cables y cubas de acero inoxidable que no deberían estar ahí? ¿Qué planeaba el Chacal tras su brillante reentré en el Amazing 399? ¿Y qué decir del Amazing 400? ¿Cómo iba a salir Peter de ésta, acusado de asesinato?

El problema es que todo se fue al garete, básicamente por un descenso en la calidad de las historias propiciado por un alargamiento de la trama durante meses en cuatro (e incluso cinco) colecciones.

Pero como idea estaba muy, muy, bien, y de haberla ejecutado bien, hubiese salido aún mejor. Lo que ocurre es que la llevaron adelante improvisando. Con un plan serio, meditado a medio/largo plazo, que contemplase la sustitución de Peter durante medio, un año, para dejarla permanente o dar marcha atrás si no cuajaba, hubiese podido ser una etapa mítica de Spiderman. Pero como se hizo como se hizo, pues salió como salió.

Al menos siempre nos quedará Los Años Perdidos.

P.d: no espero nada bueno de Reilly a partir de octubre.

Last edited 2 años atrás by Hijo de Jor-El
Sith
Sith
Lector
14 julio, 2021 14:31

No deja de asombrarme como Marvel cada dos por tres vuelve a cometer los mismos errores, parace como si fueran masoquistas.

warlock
warlock
Lector
En respuesta a  Sith
14 julio, 2021 20:49

Yo tampoco lo entiendo, salvo que nos estén vendiendo la moto de una etapa larga y en realidad sea una corta de transición hasta el 900 USA en un movimiento parecido a la de X-Men con tres guionistas previa a la llegada de Hickman.