Relatos Héroes: Viaje unidireccional al abismo por Jaime Palacios

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Siete pisos.

Tengo exactamente siete pisos para descubrir si estoy loco o si, realmente, puedo volar.

Supongo que Vic (mi mejor amigo. Un mamón…) lo llamaría “una apuesta”. O se echaría unas risas y diría que es un acto de fe. Que es como decir que soy un poco crédulo. Eufemismo de lerdo. Suponiendo que Vic supiese lo que es un eufemismo.

Seis…

Sé que puedo volar. Lo sé.

Aunque hacerlo en vertical (el suelo se acerca. A toda hostia. Y me temo que va a ser –la hostia- realmente memorable) no es exactamente lo que tenía en mente. La gravedad puede ser muy cabrona…

Esta noche iba a ser el principio de mi nueva vida. Mi renacimiento. Esperaba… no se lo que esperaba. Pensando en ello, esta mañana, mi futuro a medio plazo (o sea, mi plan para hoy) incluía pizza, cine y sexo. El orden y las dosis aún no estaban decididos, eso no estaba en mis manos (lo del sexo quizá si. De hecho, suele ser algo entre mi mano y yo. Patético. Pero es parte del legado del friki. No hablamos mucho de ello…)

Después, hablé con Vic. Y todo cambió…

El aire acaricia mi cuerpo, es cierto. Pero suena demasiado bucólico para describir el segundo anterior a la pérdida del control de mis funciones corporales (eufemismo de cargarse de miedo) Créanme, tampoco es algo de lo que me guste hablar. Voy a morir y, de repente, lo único que me preocupa es que todo el mundo sabrá que, antes, me cagué de miedo. Y no me consuela saber –porque lo sé- que es una respuesta automática. Orgánica. Pura fisicidad, desnuda de contenidos, de carencias emocionales, de falta de valor. De puro pánico. Da igual. Verán, yo quería ser un héroe…

Tres pisos. Dos…

Unos segundos más (cinco, quizá seis) para cumplir con el protocolo de ver pasar mi vida ante mis ojos. Demasiado bochornoso (descubrir que me sobran tres), así que eludo el trámite y los dedico a intentar comprender por qué decidí creer a mi mejor amigo cuando me dijo que soy especial.

Que ser distinto no es lo mismo que ser raro. Que había una razón, aparte del desprecio de los que se creen superiores; un plan, aparte de la impotencia de reivindicar la diferencia, mi diferencia, como si fuera una virtud. Y lo que es peor, como si la hubiese elegido. O como si ella me hubiese elegido a mi.

“Puedes volar”, me dijo el mamón. Y yo le creí, porque necesitaba hacerlo. Vic, si era una metáfora, te juro que me las arreglaré para volver desde el más allá (más allá de la reparación posible) y tendremos unas palabritas…

Un segundo para preguntarme qué esperaba. Volar, después de todo (Freud lo sabía. Hasta mi madre lo sabe), es una vistosa forma de huída.

Y yo quería ser un héroe…

Y entonces ocurre.

El clifhanger.

La lógica se reúne con mi sentido común, la realidad se realinea (mientras me pongo en paralelo con ese suelo que ya no se acerca, y descubro –por primera vez en la vida- lo que es tener el control sobre algo) y estoy volando.

Volando…

Regreso a la azotea, donde Vic (ya no está sólo. Hay otros, a los que nunca he visto, esperándome. Me resultan familiares. Probablemente por una indigestión de Gaiman regurgitando a Kirby…) parece satisfecho. Aliviado, incluso. Él, quizá, también esperaba otro resultado. Definitivamente, debí preguntar más antes de saltar…

Lo hago ahora. No hay rituales iniciáticos a la vista. Tampoco muchas sonrisas. Pertenecer a algo es agradable, aunque sea una secta clandestina de super tipos antipáticos.

Muchas preguntas. Elijo una. La más completa (y menos original): “¿Por qué?”. Ahora sí les he arrancado una sonrisa. Pero no una respuesta, así que me lanzo. “¿Quiénes somos? ¿qué somos? ¿cuál es nuestra misión?”

Hay un silencio tenso. Pregunta equivocada. Lo se porque suelo hacer muchas. Vic mira a los demás, como pidiendo permiso para revelarme la verdad. Percibo la aprobación tácita y siento, por primera vez, que todo (o, al menos, que algo) tiene sentido.

“Salva a la animadora”, me dice Vic (tener poderes no le hace menos mamón). Y todos se descojonan. Y me dice que me olvide de todo lo que he leído. Y, sobre todo, del tío Ben (lo cito porque, gracias a Raimi, casi todos ustedes pueden ya pillar la referencia). Me dice que la vida es más compleja que un cómic.

“Anda, ven” (me rodea con el brazo. Percibo el afecto del grupo.) “Tenemos mucho que contarte”… Y mientras bajamos (en ascensor. Las apariencias…), me siento, por primera vez, parte de algo. Aún no se de qué, pero ya no importa.

No estoy solo…

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Raúl López
Naci en Sabadell (Barcelona) en 1978 aunque siempre he vivido en Barbera del Vallés. Mi afición por los cómics de superhéroes se comenzó a gestar en el momento en que mi profesor de EGB, Joan, me dejó algunos números de Clásicos Marvel que contenían las historias: La muerte del Capitán Stacy, La muerte de Gwen Stacy y La última cacería de Kraven. Desde ese momento me convertí en fan absoluto de Spiderman y por extensión de Marvel Comics. Con el paso de los años aprendí a paladear el buen cómic sea cual sea la editorial, el personaje o autor. En 1999 fundé Zona Negativa como el rincón donde hablar de aquello que me apasionaba, el resto es historia.
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El Killer
Lector
16 noviembre, 2007 17:30

Muy bueno, y bastante gracioso, me encanto eso de mezclar una narracion «elegante» con una narracion informal y en algunos casos vulgar. eso si un poco corta pero bueno… Saludos y felicitaciones

Ric
Ric
16 noviembre, 2007 17:45

Léidos todos los relatos, mi valoración TOTALMENTE PERSONAL Y SUBJETIVA es que El Paseo, Viaje unidireccional … y Ciudad de sueños, por este orden, son las mejores.

Las otras dos no se pueden comparar.

Ya se que ya están premiadas y no hacía falta el comentario, pero me apetecía hacerlo, para ratificar mis opiniones anteriores, independientemente de las formas, por las cuales pido excusas a todo aquel que se haya sentido agredido

Kúbik
Kúbik
16 noviembre, 2007 20:40

Er… ¿Dos comentarios?

Alberto Benavente
16 noviembre, 2007 20:59

Es viernes, Kúbik. 😉

colossus
16 noviembre, 2007 21:03

de todos me gusto mas el primero el de la noche mas larga

Las Entidades
17 noviembre, 2007 12:48

Felicidades a todos, los ganadores y los no ganadores. Este último también está genial, la verdad que los 4 (quitando el de nosotros, que no es trabajo nuestro juzgarlo :))han tenido un nivel muy muy interesante para ser un concurso de relatos «amateur». Y felicidades a ZN por hacer un concurso como este, que ha movido a tanta gente. Ojalá hiciérais más así.

Ahora a esperar al lado del buzón el premio, jijijijiji

Y Ric, se aceptan las excusas 😉

sputnik
sputnik
Lector
17 noviembre, 2007 13:33

Cojonudo relato. Me gusta mucho, porque aunque usa el humor «escatológico» no abusa de el, y lo convierte en un humor bastante fino que me gusta mucho. Porque, aún así, no es una historia humorística del todo, quizás si sarcástica. Por como está narrado, sin artificios pero sin sequedad, y por resultar sincero. Quizás el final me gusta un poco menos, pero funcina muy bien si l lector ha atendo al «género» en el que se mueve la cabeza de nuestro friki protagonista.
Es mi humilde opinión, vaya
Como dicen las Entidades, no es cosa mía juzgar mi relato, pero este «viaje unidireccional» el que más me ha gustado (¿de los otros 4? ¿de los 5? aaah, ¡quien sabe!)

Kúbik
Kúbik
17 noviembre, 2007 17:26

Gracias por los comentarios, me alegro de que os haya gustado (sin falsas modestias chorras, me quedé bastante flipado cuando lo vi entre los elegidos). Y ahora, a unirme a esa espera frente al buzón… 🙂

jonny
18 noviembre, 2007 10:31

jjejejee, enhorabuena, peazo de historia, jejeje
Ya podemos esperar todos con la lengua fuera mirando al buzón y babeando, jejeje