De sangre, vírgenes, termitas y ningún elefante…
«Lo suyo es cortar en medio de una acción. Y luego pasas a otra acción y vuelves a la primera y así sucesivamente»
La sombra de los hermanos Hernandez, de Peter Bagge, de Alison Bechdel o de los Joe Matt, Adrian Tomine y Seth sigue siendo muy alargada en el tebeo alternativo norteamericano. Los caminos que estos artistas han abierto son casi las únicas pistas practicables, lejos de las autopistas del mainstream superheroico o del mal llamado cómic independiente cuya imagen empieza a producir vértigo.
Dentro de estas veredas bastante desconocidas, pero aceptablemente transitables nos encontramos a un autor como Sammy Harkham, comprometido con el cómic más costumbrista, con la narración más rigurosa en recursos estilísticos, con la historia más cercana en el tiempo y a favor del arte eminentemente popular.
Su última obra se titula La sangre de la virgen que acaba siendo un compendio de sus mejores virtudes incluidas en una narración de casi 300 páginas.
Temporalmente y en su tronco principal, La sangre de la virgen está situada en la década de los setenta del siglo pasado, dentro del submundo de las películas de bajo – bajísimo – presupuesto y su ubicación principal es la ciudad de Los Angeles.
La habilidad de Harkham para ensamblar, fusionar, casi soldar todas las acciones familiares y personales de su protagonista con su actividad profesional de montador de cine, guionista y aspirante a director es asombrosa y acaba constituyendo el núcleo central del relato. Seymour tiene veintisiete años, está contratado por una productora de cine de bajo presupuesto – especializada en el cine de terror, pero no exclusivamente – y está casado con Ida, con la que tiene un hijo recién nacido.
Esta obra monumental nos detalla una crisis personal muy profunda, la de Seymour, que abarca tanto su entorno personal como su faceta profesional. Pero, como suele pasar a menudo, Seymour no tiene la posibilidad de parar para reflexionar, debe seguir adelante e ir capeando sus angustias, sus dudas, sus miedos… con una frenética actividad cotidiana. El resultado es un angustioso, un estresante viaje por un submundo empresarial, cultural y artístico más pendiente de cada centavo gastado, de cada minuto de rodaje consumido que de crear una obra decente, por muy termita que sea.
Pese al protagonismo principal de Seymour, hay momentos de la obra en la que Ida se adueña de la acción, especialmente en su escapada a Nueva Zelanda, e incluso nos encontramos con un extenso interludio de 24 páginas a color protagonizado por el ambicioso y lacónico Joe que recorre su azarosa vida, al mismo tiempo que la historia de los pioneros del Hollywood más primitivo. Mención aparte merece el capítulo que narra la odisea de la madre de Ida, escapando de los nazis en el Budapest de 1942. Son 14 páginas mudas, estremecedoras, llenas de rabia, de ternura y de verdad que cuentan mucho más que cientos en otras historietas u horas y horas de metraje en muchas películas.
Los diálogos de La sangre de la virgen son apasionantes y estremecedores, desde las reuniones con el propietario de la productora donde trabaja Seymour hasta la conversación final con un director caído en desgracia, todos respiran verdad y conocimiento de lo que se está hablando, son certeros y demoledores.
Al final, pese a la ruina en que se está convirtiendo su vida, Seymour e Ida intentarán seguir hacia adelante, buscando conservar solo lo básico.
En el aspecto gráfico y – sobre todo – narrativo, La sangre de la virgen es un tremendo prodigio, es un tour de force artístico de proporciones gigantescas.
Las casi 300 páginas están estructuradas de una forma tradicional, sin grandes aventuras formales. La parrilla básica es de cuatro tiras por tres viñetas cada una, pero va variando esta estructura en función de la trama. En numerosas páginas juega con viñetas más grandes que ocupan la mitad o toda la plancha, pero también la descompone en múltiples cuadros para desmenuzar una acción concreta o para aumentar la sensación de agobio o, por lo contrario, de monotonía.
Su trazo es ágil, relativamente limpio y muy exacto. No le asustan las manchas de negro, densas y opresivas, el rayado es manual, los grises complementan perfectamente el equilibrio entre las zonas de blanco y las masas de negro. Además, en la edición en castellano de Fulgencio Pimentel le añaden un bitono de tonalidades ocres que acaba completando una atmosfera visual retro, pero atractiva.
La definición de los personajes es uno de los puntos fuertes del arte de Harkham. Cada uno de los integrantes de la obra tiene una personalidad acusada. Desde el protagonista, pasando por Ida o incluso el lacónico Joe, todos son reconocibles, se mueven con una soltura increíble y pasan de un registro melodramático a otro cómico en el intervalo de una viñeta. Cobra mucha importancia el lenguaje corporal que se mueve entre el cartoon, la pantomima y el cine de animación.
La narrativa es otro de los grandes logros de La sangre de la virgen. La facilidad del autor de Todo y nada para introducir elipsis brutales sorprende y produce vértigo, pero lentamente nos vamos acomodando, porque la sensación que todo está perfectamente planeado se impone al inicial recelo de que la narración acabe patinando. A estos saltos temporales, Harkham le contrapone otros momentos donde la acción se ralentiza, donde nos explica con todo detalle los pormenores de la escena, es especialmente conmovedora la secuencia de Ida y Seymour jugando con su hijo, de una ternura infinita y explicada con una economía de medios asombrosa.
Blood of the Virgin empezó a publicarse en la revista Crickets en el #03, de diciembre de 2010, y la serie acabó en el #08 de la misma publicación de septiembre del 2022. El álbum recopilatorio apareció en mayo de 2023 publicado por el sello Pantheon Books.
La concepción física y técnica del tomo por parte del sello Fulgencio Pimentel es impecable. El álbum es en cartoné con sobrecubierta, tiene un tamaño muy manejable pero lo suficientemente generoso para permitir una lectura cómoda. El papel es excelente y la reproducción también. No contiene ningún tipo de material adicional, ni gráfico ni escrito y el precio es casi razonable por la cantidad y calidad de material que ofrece, si tenemos en cuenta los tiempos que corren.
La sangre de la virgen es una obra asombrosa, barroca y absolutamente apasionante. Es la confirmación de que Sammy Harkham es uno de los grandes narradores estadounidenses del momento y es, además, un álbum extraordinario que no se pueden perder si les gusta el cómic de verdad y con verdad.
Salut!
Lo mejor
• La sensación de verdad que respira toda la obra.
• El despliegue narrativo que realiza el autor.
• La originalidad del argumento.
Lo peor
• La sentimiento de orfandad que causa cuando se acaba.
Guion - 10
Dibujo - 9
Interés - 9.5
9.5
Auténtico
Una obra monumental y llena de hallazgos narrativos que respira emoción y verdad por todas sus páginas
Oooostrás, menuda reseña. Ésta cae!