Gringos Locos

2
1802
 


Edición original: Gringos locos, Delcourt, 2012.
Edición nacional / España: Gringos Locos, Colección Diviértete, Dibbuks marzo 2016.
Guión: Yann.
Dibujo: Olivier Schwartz.
Color: Fabien Alquier.
Formato: 64 páginas a color editadas en cartoné.
Precio: 16 € .

 

La biografía es un género complicado. Lo es por su tendencia a convertir en leyenda, por su incapacidad para contentar a todos y por su mera naturaleza, una que debe contener la esencia del retratado, mientras trata de contar una historia lineal y entretener al tiempo. Si la familia cercana de los retratados está viva, o los mismos protagonistas siguen en este mundo, todo resulta más incómodo. Para todas las partes. Y si no, que se lo pregunten a Dennis Quaid cuando el mismísimo Jerry Lee Lewis entró en el set de Gran Bola de Fuego, pistola en mano. Cualquier acercamiento a figuras reales –ya sean de alta importancia histórica o no- conllevará licencias, que serán del gusto o no de quien las vivió cerca. Gringos Locos, narrando el viaje y estancia en América de Morris, Franquin y Jijé, tres de los pilares que conformaron el tebeo franco-belga tal y como la conocimos en el siglo XX, no podía ser menos. Eso, desde luego, desde el punto de vista de familiares de los dibujantes, cuya disconformidad con lo retratado ha sido del todo sonada. Los hijos de Jijé, sobretodo, han clamado por la falta de rigor de la obra, habiendo confundido, a opinión de quien esto escribe, parcialidad con fidelidad. Es decir, un biografía debe contener la semilla de la personalidad de los retratados con el fin de contar una historia concreta. Ni es un documental, ni un reportaje de investigación, ni lo pretende. De modo que si ha llegado hasta vuestros oídos algún conato de polémica, haceros los sordos, pues Gringos Locos es un título a tener en cuenta.

gringos-locos-yann-schwartz-pagina1

Esto es así de buenas a primeras debido a sus excelencias en el dibujo. Schwartz, autodidacta dibujante, maestro ya de la línea clara, bebiendo de los grandes, desde el propio Franquin, al más que evidente Chaland pasando por el inevitable Hergé, ofrece un trabajo para enmarcar. Si ya nos había deslumbrado en su Spirou, el botones de verde caqui, previamente editado por Dibbuks, aquí hace que tus ojos se queden pegados a las páginas, con viñetas repletas de detalles, dominando perspectiva, composición y expresividad, en un milagro actual de un estilo de tebeo del que supone la mejor de sus representaciones. Schwartz se explaya describiendo un mundo, la idealización del mismo, plagado de color, de sol, con los mejores diseños, con un vestuario que existe sobre los cuerpos de unos personajes que deambulan por la visión más edulcorada de un universo parecido al real, pero mejor. Mucho mejor. Pues a pesar del detalle, a pesar de la profusión de elementos cotidianos, este tipo de BD no deja de ser una evolución de la caricatura, con todo lo bueno que eso conlleva. Esto es, en principio, la exageración de la expresividad de sus personajes y la idealización de universos reconocibles. Quiero decir con esto que Gringos Locos es una visión sesgada de un suceso acontecido en la realidad pasado por el filtro más que evidente de su propia fórmula cómica, de su misma naturaleza de BD de línea clara. Así, el tebeo en cuestión, a pesar de narrar algo verídico, se ve agasajado por las normas propias de la caricatura, se aleja del realismo, y abraza el almíbar de los iconos del cómic europeo de mitad del siglo pasado.

gringos-locos-yann-schwartz-pagina2

Y ahí radica una de las bazas del título, que es lo suficientemente astuto como para convertir entonces a sus protagonistas reales en trasuntos cercanos a sus creaciones para la ficción. Así, Jijé, Morris y Franquin habitan el mismo universo icónico e irreal de Lucky Luke o Spirou. Yann y Schwartz los convierten en criaturas afines a esa realidad de tebeo, en personajes, en definitiva, de modo que sus personalidades podrán ser recreadas, amoldadas o resumidas según la historia lo pida. Porque son, en este título, personajes de cómic, como digo, no su representación dibujada, ni mucho menos su fotografía documental. Esto es algo que no parecen haber entendido los familiares citados, imagino que debido al calado sentimental que provoca ver un episodio de tu vida adaptado a un medio con sus propias normas. Y el resultado no podía ser más gratificante. Tanto, que los tres dibujantes bien podrían protagonizar un puñado de álbumes contando sus aventuras. Pues esa característica episódica común de la BD también resulta del todo clavada por sus autores. Será el formato álbum, será el estilo, será por lo que sea, que este Gringos Locos bien pudiera ser el primero de una serie. Aunque no vaya ser el caso.
Lo que sí es evidente es el amor de Yann y Schwartz por retratar una época y unas vidas que han dado sentido a las propias. Gringos Locos parece un canto de amor de unos alumnos a sus maestros y ese sentimiento se contagia en cada página, en cada viñeta. Una delicia que espero releer un buen par de veces.

  Edición original: Gringos locos, Delcourt, 2012. Edición nacional / España: Gringos Locos, Colección Diviértete, Dibbuks marzo 2016. Guión: Yann. Dibujo: Olivier Schwartz. Color: Fabien Alquier. Formato: 64 páginas a color editadas en cartoné. Precio: 16 € .   La biografía es un género complicado. Lo es por su tendencia…
Guión - 7
Dibujo - 10
Interés - 8

8.3

¿El mejor tebeo franco-belga de línea clara actual?

Vosotros puntuáis: 5.76 ( 2 votos)
Subscribe
Notifícame
2 Comments
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
Alejandro Ugartondo
Autor
21 abril, 2016 16:57

Vaya pintaza tiene este comic! Se me había pasado por alto y es imperdonable porque me encanta el dibujo de Olivier Schwartz y el sentido del humor de Yann siempre me ha gustado. Este me lo pillo fijo. Gracias por la reseña Raúl, genial como siempre.

Cesc
Cesc
Lector
21 abril, 2016 19:22

El tebeo es buenísimo, y por lo que tengo entendido los autores trabajaban en la continuación, «Crazy Belgians», pero los herederos de Franquin se opusieron porque consideraron que se burlaban de Franquin, y Dupuis aceptó cancelar.