Cumplir el legado
Una semana más, continuamos con las reseñas correspondientes a Estado Futuro. En esta ocasión, ECC Ediciones ha optado por un tomo completo de dos miniseries que, si bien relacionadas, no presentan la conexión especial de otras. Por un lado, en el extremo positivo, tenemos Aquaman, en la que destaca el trabajo de Daniel Sampere y Adriano Lucas, en los términos que pasaremos a disponer. En el otro, con menos acierto en lo que respecta al guion, nos encontramos con una historia completa de la nueva Liga de la Justicia, con Joshua Williamson y el tristemente desaparecido Robson Rocha, un artista de unas condiciones extraordinarias, al mando.
Si algo tienen en común las mejores cabeceras de Estado Futuro es su enfoque más relajado, ajeno de la grandilocuencia en las pretensiones, así como la búsqueda de la identidad del personaje principal en los momentos más íntimos. Aquaman se encuadra dentro de estas, con una propuesta tan interesante como sencilla y tan humana como superheroica. Al guion tenemos a Brandon Thomas, autor todavía desconocido por el público mayoritario pero ya con varios trabajos en DC Comics pendientes de publicación en España, como es Batman: Urban Legends, a cargo de los Outsiders, o el especial del 80 aniversario de Green Arrow.
La acción queda dominada por dos personajes, Jackson Hyde y Andy Curry, en una clásica aventura de maestro y protegida, en la que desde el diálogo se ahonda en sus diferencias. Por su parte, vemos al primero, en un futuro específico, respondiendo por sus actos.
Sobre el nuevo Aquaman, lo más atractivo resulta de su posición en la propia historia y el lugar que ocupa y aspira a ocupar en el mundo. Se mueve entre dos realidades muy distintas, por un lado, como pupilo de Arthur Curry, y en segundo como hijo de Black Manta. Y eso se ve reflejado en sus reacciones, en la conversación con Andy y el modo en el que, con los hechos del fin del primer número, asume la culpa, la que pudiera merecer y la que no. En la segunda se toma una nota diferenciadora, por su alto origen, como hija del citado Arthur y Mera. Tiene una personalidad arrolladora, no exenta de altanería, con las inquietudes propias de alguien de su edad pero con las posibilidades infinitas que le esperan como hija de sus padres.
Aparte de las virtudes exhibidas con el diálogo, el éxito de estos números es atribuible en su mayoría al extraordinario trabajo desde dibujo y color. Daniel Sampere, como ya hiciera en varios números de Escuadrón Suicida, y al que veremos próximamente en nuestro país con Action Comics, demuestra un talento particular a la hora de concebir la personalidad del superhéroe desde el diseño. Son personajes con características físicas que les hacen ser reconocibles de inmediato, que se enfrentan a amenazas especiales, en un entorno infinito e inabarcable. En segundo lugar, tiene un manejo de igual manera acertado en lo que respecta a las expresiones faciales en las escenas del futuro, describiendo la pena de Jackson y sus sombras como héroe. Adriano Lucas, por su parte, cautiva con un manejo notable de las necesidades de los dos escenarios principales, desde lo oscuro de la reclusión del futuro hasta, especialmente, los tonos claros de los espacios abiertos en alta mar.
El problema principal se encuentra en las propias limitaciones de la historia. Dos números apenas, que saben a poco para una obra que se mueve por tiempos distintos, con varios giros de guion y con gran profundidad en su temática.
En la historia de la Liga de la Justicia observamos el problema principal de la anterior, relativo a las dimensiones de la misma, con otro añadido más gravoso en el cómputo global: la carencia de dirección a la hora de cumplir con las exigencias de la aventura. Se parte de una situación clave en Estado Futuro como es el legado a cumplir por los nuevos héroes y la dificultad, incluso imposibilidad, de recoger el testigo de tan altos referentes. Acusa en exceso la dificultad de dar voz a personajes muy distintos que no son todavía conocidos por el lector, recurriendo a la inmediatez, con imprecisión en la información que se aporta de cada uno a través de los diálogos. Se sobrecarga la viñeta de contenido, especialmente en las páginas iniciales, lo cual lastra el ritmo y el interés por lo que se cuenta.
En el lado positivo, sí se aprecia una inquietud muy atractiva sobre Jon y el papel que ha de tomar en el mundo, como nuevo Superman. Es el claro protagonista de la miniserie, dándole la voz dominante y situándole como el núcleo básico sobre el que presentar al resto.
Por su parte, el arte de Robson Rocha destaca en los momentos de conflicto, tan espectaculares como los héroes que la protagonizan. Tiene un gusto exquisito por las splash-pages, con acierto a su vez en las viñetas con acción más reducida para las que se opta mayoritariamente por un diseño de 3×3 que sienta muy bien a los personajes
Por sus características, es una de las cabeceras más complicadas de escribir en este Estado Futuro y eso es algo que está muy presente en el desarrollo y ejecución por parte de Joshua Williamson. Domina la sensación de que, de haber contado con mayor espacio para ello, el resultado hubiera sido distinto. Con ello, se culmina con una colección más irregular, anclada en sus imprecisiones, pero con un apartado gráfico muy característico, a la altura de la historia que se pretende contar.
Lo mejor
• El gran trabajo en el dibujo de ambas miniseries.
Lo peor
• Lo atropellada que resulta la miniserie de la Liga de la Justicia.
FUTURO
Guion - 6
Dibujo - 8
Interés - 6
6.7
Dos miniseries con desigual resultado, con una, Aquaman, notable.
