Los cuentos de hadas nunca fueron tan truculentos
«Pero tú nunca has tenido malicia Aurora, ese es tu problema…»
Algo que se suele llevar a cabo en todo tipo de ficciones, ya sean audiovisuales, como literarias, o como en este caso en el cómic, es la personificación de conceptos abstractos con el fin de que el mensaje o la analogía pretendida sea lo más clara y precisa posible. Este hecho suele estar disfrazado por conveniencias del guion al que se le hacen unas concesiones con tal de que su conclusión llegue a buen puerto. No es sencillo coger un concepto y personificarlo, volverlo material y que mantenga su entidad de concepto inalterada, al menos no lo es sin transformar a ese personaje en una parodia de sí mismo, o en un personaje que chirría por su inverosimilitud. La otra opción es convertir la obra en algo tan lleno de inverosimilitudes, que éstas se conviertan no solo en verosímiles, sino en necesarias. Nos encontramos ante la segunda situación, con una obra tan inclasificable como excesiva, la cual tiene tantos elementos abstractos concretados que en ella se conforma un universo que exige que todo lo que en él se halle se comporte de esa manera. Pero antes de entrar en más detalles conozcamos a sus artífices.
Fabien Vehlmann, nació el 30 de enero de 1972. Comenzó a escribir cómics en 1996, aunque al año siguiente llegó a trabajar para la revista Spirou, donde proporcionó historias muy cortas para el resumen semanal de la revista. Pronto, siguieron algunas historias de unas pocas páginas, con obras de arte de varios artistas diferentes, incluidos Eric Maltaite y René Follet. Del 2001 al 2005 trabajaría en su primera serie regular, Green Manor con Denis Bodart y por la que llegaría ser más conocido. En 2009, tras varios proyectos como Samedi et Dimanche (Dargaud, 2001), Le Marquis d’Anaon (Dargaud, 2005) o Seul (Dupuis, 2006), que le proporcionaron varias nominaciones en festivales como Angoulême o el Saint-Michel, llegó la obra que traemos hoy a nuestra casa, Preciosa oscuridad (Dupuis, 2009). Yvan Delporte lo apodó «El René Goscinny del tercer milenio«.
Kerascoët es el seudónimo conjunto de los ilustradores, cómicos y artistas de animación franceses Marie Pommepuy (nacida en 1978) y Sébastien Cosset (nacido en 1975). Pareja casada, se conocieron mientras asistían a la escuela de arte Olivier de Serres . Eligieron su seudónimo en 2000 por homenajear la aldea de Kerascoët en Névez , Bretaña , donde creció Pommepuy. Kerascoët ha trabajado en numerosas bandes dessinées , así como en la serie de televisión animada Petit vampire y en publicidad. Fueron nominados a un premio Eisner por su cómic Preciosa oscuridad, y al premio Ignatz por su otra gran obra Belleza (Astiberri, 2018).
¿Alguien dijo ingenuidad?
Aurora, una chica joven, está tomando el café con un apuesto príncipe cuando las paredes y el techo, que están hechos de una pasta roja, parecen venirse abajo. Tras salir vemos que su casa era el cuerpo de una niña, que yace desplomada en el suelo, muerta. Del cuerpo comienzan a salir más personajes como Aurora, que deberán sobrevivir en un mundo extraño y hostil como lo es el bosque en el que se encuentra la inerte niña.
Tras el argumento expuesto, cualquiera se sentiría confuso, no hay mucho sentido ante lo revelado, y es cierto, pero poco a poco el sinsentido de la premisa se convierte en uno de sus mayores atractivos por su evidencia análoga, porque si algo tiene tantos elementos extraños es porque algo esconde. Esta obra, que oscila entre el cuento de hadas infantil y un macabro El señor de las moscas, no dejará indiferente a nadie que decida acercarse a ella.
En términos muy generales podríamos definir este trabajo como un Inside out para adultos, uno en el que no se hacen las concesiones necesarias en las fábulas infantiles actuales, en las que todo es mullido y el peligro está solo en apariencia pero nunca se concreta. Aquí no, aquí hay muerte, asesinatos, traiciones, vejaciones, maltrato, aunque también bondad, esperanza, sacrificio por el prójimo e ingenuidad. En el caso de esta última, y que suele ser un elemento que en los relatos de este estilo se percibe como adorable, es uno de los motivos de las mayores fatalidades que suceden en la obra. Es un cuento para niños de los de antaño, en los que la advertencia es el principal motor narrativo, seguido por la famosa transformación, ese obligatorio paso de la ingenuidad a la toma conciencia, en la que se pone en contacto con la dura realidad, que no por ello queda ésta exenta de placeres.
Uno de los grandes atractivos de la obra, más allá de su crueldad mezclada con elementos infantiles que la convierten en algo casi herético con respecto a las coordenadas sobre las que todos identificamos que deben moverse; es su pronunciada focalización en la analogía. Tenemos una miríada de personajes que salen en desbandada del cuerpo del cadáver de una niña, y vemos que todos ellos son claras, en algunos casos más que en otros, personificaciones de conceptos que abarcan lo concreto y lo abstracto, lo individual o lo grupal. Hay personajes que hablan de la propia individualidad y su protección ante el grupo, hay conceptos como el amor o la envidia, como también se trabajan las diferencias entre tipos de gobierno y sociedades. Todo ello enmarcado en una historia de aparente simplicidad que consigue profundizar más en temas complejos de esta índole, y con mayor neutralidad por la ingenuidad reinante, que sesudos y pretenciosos panfletos con una finalidad más que evidente.
Entrando en el terreno gráfico, nos hallamos ante un estilo sencillo, con una línea clara y unas agradables aguadas, que dan ese aspecto de cuento de hadas infantil que contrasta tanto con la historia que estamos leyendo. Los animales que aparecen en la obra son bastante fieles a la realidad, y no tienen ese aspecto tan caricaturesco que tienen todas las personificaciones que pueblan las páginas. En ese sentido, la niña que aparece en más de una ocasión, y que con el paso del tiempo se va tornando en un cuerpo en descomposición, como todo el entorno que rodea a los estrafalarios personajillos, tiene ese tinte de realidad que tan en alerta nos hace estar. Entendemos a la perfección que los personajes caricaturescos no pertenecen a esta realidad, que en su universo no hay posibilidad de que suceda algo malo, pero sí en la realidad a la que han dado a parar, y eso se ve muy bien reflejado en los dos estilos, que por otra parte se complementan perfectamente sin entrar en conflicto.
La edición de Reservoir Books de ECC es de alta calidad, con tapas muy resistentes y una atractiva portada. No tiene extras en su interior, ni trae sinopsis alguna más allá de una frase de la protagonista muy inconcreta, algo que puede hacer caer a algún padre o madre incautos que se guíen solo por su apariencia y no por su contenido.
Una obra que no peca de quedarse corta, y que quizás tiene aspecto demasiado infantil para la crudeza y profundidad de su historia, por lo que, pese a sus múltiples elogios de la crítica, no tuvo la repercusión que en su día debió tener entre el público, pero que hoy reivindicamos como obra muy a tener en cuenta para el público adulto.
Lo mejor
• La constante analogía inteligentemente introducida en la narración.
• La neutralidad que emana de ella, sin artificios en los debates que plantea, lo que da cabida a la reflexión.
• Los dos estilos de dibujos tan bien fusionados, que funcionan como elemento visual diferenciador de las distintas realidades que se encuentran.
Lo peor
• El que no tenga una sinopsis hace que la gente que no indaga en su contenido pueda o no verse atraída por no saber lo que contiene, o verse engañada porque aparentemente contiene otra cosa.
Guión - 8.5
Dibujo - 8
Interés - 9
8.5
Preciosa oscuridad se presenta como una obra de apariencia infantil, pero que esconde en ella unos sucesos muy realistas y que poco tienen que ver con las edulcoradas narraciones de este tipo. Un trabajo atrevido, eminentemente adulto, con ideas de gran profundidad y que no dejará a nadie indiferente.