Entre copas – Entrevista con Nadar

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«Ser el último de la fila tiene algo con mucho potencial.»

Son las cinco y veinte de la tarde de un viernes, la mejor hora para hablar de cómics. Más si es entre copas de pacharán, cafés y risas con un autor inmenso como Nadar. La entrevista la hemos podido realizar gracias a Astiberri y a la Librería Joker de Bilbao donde Nadar presentaba El cineasta, su última obra aparecida en nuestro país.

Autoretrato de Nadar
Entrevista a Nadar

Zona Negativa (ZN): ¿En qué momento tuviste claro que te querías dedicar al mundo del cómic?
Nadar (N): Vaya pregunta. Hay una cosa que tenemos todos los autores en común y es que a todos nos mola mogollón el medio. Parece una tontería, pero no lo es. No tengo claro cuando supe que me quería dedicar al cómic, creo que fue de adulto. Me encantaban los cómics desde que tengo uso de razón. He tenido la enorme suerte de que mi padre ha sido un superlector de cómics. Tengo todas las revistas de Totem, El Víbora, 1984… todas estas las tengo en casa. De hecho, ahora soy yo el custodio de todo eso. Así que el cómic siempre estuve ahí, pero el momento de decidir dedicarme a ello fue en la carrera, cuando empecé a mezclarme con gente artistilla, dije vale, lo mío son los cómics que es lo que me ha gustado siempre. De hecho, los que hacíamos cómics lo teníamos superclaro, el resto estaba como más disoluto. Pero nosotros estábamos a tope, porque tiene una parte de militancia. Es medio barato en el que puede hacer de todo. Es verdad que no te haces multimillonario, bueno, alguien habrá que sí, pero no estás buscando eso. Además es cultura popular pura y dura. En Bellas Artes era lo contrario, gente haciendo cosas no reproducibles y supersofisticadas, algo que yo respeto, pero no era mi cosa.

ZN: ¿Qué supuso en tu carrera la beca AlhóndigaKomik?
N: Todo. Me molesta mucho no solo que haya desaparecido o mutado, sino que además se tiende a pensar que ese tipo de becas es dinero tirado. Esas residencias artísticas son todo para un creador, yo trabajaba de lunes a sábado cuarenta horas, para dibujar cómics tenía poco tiempo, por decir ninguno, ni ganas, ni energía. Entonces me dan aquello y fue todo. Gracias a la beca hice mi primer cómic y tuve ese reconocimiento que necesitaba, porque seamos claros, necesitas un poco de reconocimiento para seguir. Dejar de pensar si valgo para esto o es una paja mental que me he hecho yo. Fue muy revelador, aunque la experiencia fue agridulce porque me fui solo a Francia. Es importantísimo dar primeras oportunidades a la gente, es lo que falta. Da igual el talento que tengas, si estás donde estás, has nacido donde has nacido y no te dan ninguna oportunidad, se acaba todo. Ese es el drama del mundo artístico, hay que dar primeras oportunidades a la gente y eso no es tirar el dinero nunca. Nunca. Yo lo veo así por mi experiencia, claro.

ZN: En los ochenta tenías la posibilidad de sacar historias cortas en las revistas.
N: Claro. Podrías probar, ahora es un muro. Laura, mi pareja, es ilustradora hace ilustración infantil y le está costando un montón. Ella es profe de dibujo para niños y gente mayor, pero cuando quiere publicar se da contra un muro por la falta de oportunidades. Es una cosa muy triste. Luego ve cada cosa publicada. Más vale malo conocido…
Para mi aquella oportunidad me cambió totalmente la vida, es así.

ZN: Es lo mismo que nos contó Zapico hace poco.
N: Claro es que tú pasas de ser una persona que dibuja en sus ratos libres a que te digan tienes un año para hacerlo, en un sitio donde todo está consagrado a eso. Allí los franceses me decían que los españoles (Álvaro Ortiz, yo, etcétera) trabajábamos a tope. Claro alguno de ellos no había trabajado nunca fuera del arte, de camarero o lo que sea, nunca. Y eso se nota porque hay un momento que te acomodas.

ZN: David Rubín te ponía como ejemplo hace un par de semanas comentando lo impensable que resultaba hace 10/12 años publicar una obra por parte de un autor novel que tuviera 400 páginas, como fue Papel Estrujado. ¿Cuánto hay de valor y cuánto hay de inconsciencia al embarcarse en un proyecto así?
N: Eso es ser un novato, el principal defecto, pero luego estaba en casa en una mesa con 26 años sin saber quién soy ni a dónde puedo llegar, ni si realmente controlo el medio. Al final, es todo una prueba, como esta verborrea que tienen los adolescentes que ha descubierto algo y están a ver hasta dónde pueden llegar. Ese comprobar mis limites por ser novato es un una de las causas, el otro es que cuando me presente no tenía ninguna esperanza que me la dieran. Yo hice una historia y me flipé. Tres líneas temporales… que guay (Risas). Ahora veo que le sobran mil cosas, lo normal, ¿no? Me puse a prueba y ahora lo veo y pienso que estaba como una cabra. Hacer eso de entrada… Era llevarme al máximo de lo que sabía hacer en aquel momento para ver si era capaz.

ZN: ¿Cómo surgió la historia de Papel Estrujado? ¿Has conocido alguna persona en tu vida con las labores de Javi?
N: (Risas) Yo me he criado en un barrio, pero no. Papel Estrujado era la historia de Javi solo. Y luego pensé que tenía que crear otro personaje y el segundón se come toda la historia. Fue muy confuso aquel momento porque no me acuerdo muy bien porque lo recuerdo como cuando has pasado una mala etapa en tu vida y luego te queda como una falta de memoria muy rara que no sabes muy bien que hiciste. Estaba aprendiéndolo todo… reescribía cosas, probaba colores… Fue un lío y mi memoria es muy fragmentaria, recuerdo mucha ansiedad haciendo la historia.
A veces me vienen ideas de cualquier cosa, estoy en el super y me viene, pero claro una idea está muy lejos de ser una historia. Una idea es nada. De hecho, me jode bastante la gente que me dice tengo una idea… No, no tiene nada (Risas). Eso es algo que he aprendido con los años, hago una criba que flipas.

ZN: El mundo a tus pies ahondaba en la crisis generacional. ¿Resulta terapéutico usar tu trabajo de altavoz para denunciar diferentes problemáticas sociales o, como les pasa a los actores del método, quedas tocado después de hacerlo?
N: Yo quede tocado por la época, no por el cómic. No sé qué decirte la verdad, a mí me sirvió para consolidar cosas y una nueva realidad. El momento que estaba pasando en mi vida mientras lo hacía era muy chungo a muchos niveles. Estaba muy enfadado, estaba viviendo eso. Tenía otras historias que hubieran sido mucho más divertidas de hacer, pero en aquel momento, no sé por qué, tuve que contar esa. Yo venía en los medios el discurso que se daba y pensaba todo eso es mentira. Me sirvió para asimilar conceptos, para establecer un diálogo conmigo mismo, con mi generación y con la anterior. Con el tiempo veo que hay cosas en esa obra que ya he superado. Quizás si me sirvió para algo, aunque no sabría decir si fue terapéutico. Simplemente era algo que quería enseñar, dar mi punto de vista. Lo que me pasaba en aquella época era todo tan visceral que no tenía forma, así que era darle estructura y forma, al final está todo muy estructurado. Tuve muy en cuenta qué poner y qué se debía quedar fuera, ahora quitaría algunas cosas, pero en aquel momento quería que fuera algo objetivo, que odio esta palabra porque nunca lo es. Era un intento de esbozar temáticas variadas no solo mi opinión. En aquel momento era algo que tenía que hacer y ya está. Y me quedé a gusto, me consta que ha generado en los lectores reflexiones, conversaciones, diálogos… que era la idea que buscaba la obra. Le tengo un poco de amor-odio porque me recuerda mucho a una etapa muy chunga que espero que no se vuelva a repetir. (Risas)

ZN: ¿Cómo es tu pase al mercado franco-belga? ¿Cómo llegas a ¡Salud! y a El cineasta?
N: Pues es muy fácil de responder. Futuropolis, que es la editorial que publicó Papel estrujado, me llamaron y me dijeron que tenían un guion que transcurría en España diciendome que como español igual me interesaba, pero pasa en A Coruña y yo soy levantino. (Risas) Pero bueno me estaban abriendo la puerta, así que me la leí. En la primera lectura tampoco me llamo mucho, pero me dije háztela tuya. Y así es como comencé, luego se pone en contacto otra persona…
He seguido escribiendo todos estos años y tengo guiones míos acabados. Guiones técnicos cerrados algo que no había hecho nunca. Pero estoy aprendiendo mucho a dibujar porque cuando trabajas en tu historia el dibujo es el último mono, es más importante el diálogo, la estructura y, al final digo “vale, funciona”, y lo dibujo. Trabajar con guiones de otro te permite centrarte en aspecto más gráficos, de narración pura y dura. Tomar decisiones que de otra manera no tomaría.

ZN: ¿Ahora ejerces solo de dibujante, te han quedado muchas historias en el tintero? ¿Te volveremos a ver como autor completo?
N: Si. Tengo muchas historias y son mejores. (Risas). Lo mío es escribir, escribo relatos, escribo historias, tengo varias cosas guachis que me motivan y me hace mucha ilusión hacer. Lo haré. Mi idea es acabar estos y ponerme a ello.

ZN: En ¡Salud! Utilizaste un dibujo setentero para mostrarnos los últimos latidos del franquismo. ¿Qué referentes tuviste en mente a la hora de llevarlo a cabo?
N: Ostras. La verdad es que no trabajo con referentes, los tengo, pero no los conozco. Están ahí, sé que están, pero no sé acceder a ellos de manera consciente y decir “es tal”. Simplemente me puse a dibujar y la historia me iba llevando. Me traía a una paleta reducida, me llevaba a un dibujo más fresco, porque la historia es sobre el franquismo. La editorial al principio decía “Magenta… toda la hisotria es como muy deprimente y tú pones magenta y cian”. A veces me gusta desobedecer el canon. Y fue probando, yo trabajo mucho así. Me pongo, hago y me dejo llevar para encontrar algo que sea mío, no empezar a mirar, porque lo que quiero es gustarme a mí. Hay gente buenísima por el mundo. Siempre intento no leer y tener muchos referentes cuando estoy creando algo, porque me aplatano, me hago pequeño. Sigo un proceso muy intuitivo. En el resto de la vida soy muy toc, pero en ese sentido soy bastante artístico, por decirlo de alguna manera equivocada.

ZN: Y hablando de ¡Salud!, ¿cuál crees que es el estado actual del cómic español?
N: No sabría decir. Es que este país es muy paradójico, hay un talento y unos cómics que son una pasada que no tienen nada que envidiar a ningún país, pero luego muchos autores nos vemos obligados a tener otro trabajo o publicar fuera. Se está publicando mucho, que no sé si es bueno o malo. Pero también pasa en Francia donde se publican siete novedades diarias lo que provoca que la vida de un cómic sea muy corta. Pero la gente no deja de hacer cómic y aparecen nuevos autores. Así que el estado siempre será bueno, mejorar desde luego, hay que mejorar el nivel económico, el estatus de los autores, hay que mover más el producto nacional, pero como pasa con el cine. Es una batalla que tenemos, somos un país que nos saboteamos con mucha frecuencia a nosotros mismo, pero a todos los niveles. No solo a nivel artístico, también a niveles laborales.
Quizás habría que publicar menos y pagar más. Financiar los productos de una manera diferente. Ahora bien, eso es mi opinión, que es muy discutible, y no tengo los números delante ni soy un editor. Hay que llegar a más nichos de mercado, a gente que lea. Que nos es imposible porque hay autores que lo consiguen.

ZN: Que publiquen en España solo viven exclusivamente del cómic Paco Roca, Ibáñez, Jan y pocos más. El resto son cómics de tirada reducidas que duran muy poco tiempo en librerías y con escasa promoción.
N: Pero aquí el tema de la prensa está bastante bien. Astiberri se mueve muy bien y tiene mucha mano para eso. Pero es curioso porque luego vas a Angulema o cualquier festival de Francia y entiendes la realidad del cómic allí. El cómic es algo sagrado, vas a un festival pequeño y viene una persona y se compra todos tus cómics. Ves gente de todas las clases sociales y de todo tipo leyendo tebeos. Nos es comparable, es otra idiosincrasia.

ZN: Allí tuvieron unas grandes políticas culturales.
N: Y las siguen teniendo. Eso demuestra que cuando el gobierno se involucra se pueden conseguir resultados. Aquí hay mucho Netflix, HBO, película… que quitan nicho de mercado. No sé si os habrá pasado que muchos de los que hace años leían mucho ya no leen, gente con un perfil cultural que eran lectores hace años ahora ya no leen.
Si el gobierno empezará a aprobar cosas como el estatuto de los artistas, reformas los de los autónomos, regular el perfil temporal que tienen los artistas, hay muchas cosas. No es solo cosas de autores y editores, también debe hacer algo los entes públicos (gobierno e instituciones).

Página de Fatty su nuevo trabajo.

ZN: El problema es que las ayudas, quitando excepciones como el Premio Nacional del Cómic, las becas del Gobierno Vasco y alguno más, son concursos de 2000 € o menos que no sirven para que un autor invierta el tiempo necesario para producir una obra.
N: Eso cuando estás empezando tiene un pase, pero el problema real es que tenemos que dejar de pensar que ese trabajo vale tan poco. Aunque esa persona tenga otro trabajo y gane 40.000 € al año, las obras tienen que valorarse más. Yo sé cómo están las cosas y las cifras y esto es un ojalá. Pero es verdad que en esta industria hay mucha gente que se deja la piel, pero el autor o autora muchas veces es el último mono. Algo que es una realidad y tengo derecho a cagarme en la hostia cuando pasa eso. Habría que mirar muchas cosas, pero cuanto más se leyera pues mejor. Vosotros cómo lo veis, me lo habéis preguntado, pero también me gustaría saber vuestra opinión.

ZN: Tienes que apoyar la cultura en todos los ámbitos. Yo cuando tengo estas conversaciones con mis amigos todo el mundo dice lo mismo, es que cada vez se lee menos. Es tan fácil el acceso a las plataformas audiovisuales que yo tengo amigos que antes no veían series y ahora engullen siete al mes. Es algo sencillo y que engancha. Antes a la noche cogían un libro o un cómic. Si se quisiese se podría potenciar el cómic y la lectura, otra cosa es que interese o no.
N: Yo vivo en Barcelona, pero luego están los sitios que son como una burbuja. Yo soy de Castellón cuando viajo allí y digo que hago cómic la gente me dice “¿El qué?”. El otro día baje a ver a la familia y un colega me dice “Me acabo de leer Anna Karenina” y yo “¿Cómo?”. Fijaos cómo nos sorprende que la gente lea. Nosotros tendríamos que hacer también una reflexión que no lleva a ver series por el mínimo esfuerzo que suponen.

ZN: Pero también es un problema del sistema educativo que, por lo menos en mi época, no me dejaba elegir qué leer. ¿Con trece años cómo me iba a interesar La Celestina? Dame algo más apropiado para que no lo vea como una imposición. Luego ya llegaremos a ella.
N: Claro. Tienes razón habría que darles a los chavales cosas que les enganchen a la lectura. Yo Quevedo y El lazarillo los he disfrutado de adulto. O Cela y Umbral que literariamente son la hostia.

ZN: Lo que sí hemos avanzado es que ahora se ofrecen algunos comics para leer en las aulas.
N: Sí, me consta.

ZN: ¿Cambia mucho tu manera de trabajar de hacerlo en solitario a hacerlo con autores como Philippe Thirault o Julien Frey?
N: Sí. Cambia porque hay que negociar un montón de cosas. Algo que está muy guay porque es una cura de humildad, contrastas ideas y lo que te parecía una idea tan buena, vista por otros, no lo es. A mí me gusta trabajar en equipo, pero creo que doy demasiado. Me explico yo soy muy servicial por carácter. Entonces como que siempre cedo y hago caso. Y ahora estoy aprendiendo a no serlo tanto. Cuando trabajo solo tomo decisiones que otra gente no haría como empezar una escena de una manera determinada. A veces la gente tiene mucho miedo a que no se entienda y hay que quitarse ese miedo. No te entienden ahora pero ya te entenderán. Así que mi manera de trabajar cambia. Es mucho más creativa cuando estoy solo, porque me dejo hacer lo que estimo oportuno. Cuando trabajas con alguien suele salir algo más guay, en el sentido que está mejor hecho porque hay más ojos trabajando en él, pero también es más convencional de algún modo. Porque el hecho de tener que llegar a un punto intermedio implica una reflexión que hace concretar algo que en solitario no sería concreto.

ZN: Menos arriesgado.
N: Exacto. Cuando trabajo solo abordo las cosas de otra manera. Esto lo cuento así. Ya me entenderán, hay que superar ese miedo.

ZN: Junto a Julien ya llevas tres obras (El cineasta, L’œil du STO y Fatty), ¿Hay colaboración para rato con él?
N: No, Ya está. Si fuese por él seguiríamos porque él está muy a gusto conmigo. Soy una persona con la que es fácil trabajar. No cojo el guion, digo hasta luego, y te lo enseño cuando lo acabo. Yo le doy pie desde el storyboard a trabajar juntos, que tengo su manera de narrar y que note que es suyo. La gente que trabaja conmigo está a gusto ya que, aunque no sepan hacer la O con un lápiz pueden aportar en eso aspecto. Pero como os decía todos estos años he estado preparando mis historias en mi tiempo libre. Y con Fatty ya le dije que era la última. Ahora mismo él está con su hija pequeña mirando a los orangutanes en Borneo. Y me quería meter en ese proyecto, me dijo vente que yo te pago el viaje. Y yo le dije que todo guay, pero no. Hacemos este último, del que acabo de terminar el storyboard, que serán casi doscientas páginas de acuarela a color. Acabaré este año y luego me pondré con uno de ciencia-ficción mío que tengo.

ZN: ¿Para donde lo vas a hacer?
N: Seguramente lo haré con Francia, porque quiero probarme a mí si soy capaz de hacerlo para allí. A parte de probarlo también me van a pagar mejor, yo sé que aquí me pagarían muy bien si pudieran.

ZN: ¿Estás contento en el mercado francés?
N: Estoy contento con mi editorial. Es un mercado muy ecléctico en el que hay de todo. Tienes que encontrar tu nicho, pero, sinceramente, a mí lo que más me molaría del mundo es vivir solo del cómic hecho aquí. No es una impostura, me encantaría ganarme la vida aquí escribir para mi gente, que son la de España. En mis obras yo tengo tendencia a jugar con nuestra idiosincrasia, intento no jugar con otras y me molesta tener que hacerlo, pero por ahora no es posible. La vida es larga y más adelante no descarto publicar aquí toda mi obra.

ZN: En El Cineasta seguimos la pista a Édouard Luntz, un director de cine olvidado por el paso del tiempo, ¿alguna vez piensas en el legado que dejará tu obra?
N: La verdad es que no, es algo que pensaba cuando era un chaval, pero ahora pienso en disfrutar de lo que hago y que la gente lo disfrute. Lo del legado… es que nos han vendido una moto con eso, está bien, pero soy demasiado fruto de mi tiempo como para pensar en eso. El cómic es lo que es y si ha de llegar algo está tan fuera de mi potestad o mis deseos que es algo que ni siquiera me planteo.
En El cineasta, Julien dice que su memoria está hecha de imágenes, cuando está en Washington dice “Independence Day” y es verdad. El hecho que las películas desaparezcan implica que una parte de su memoria lo haga algo que no le gusta y le da miedo. Quizás, más que mi legado, me preocupa lo que salva o no la trituradora mundial de cultura. Que es algo muy aleatorio. El día que no esté aquí me da igual mi legado.

ZN: Como artista que eres ¿cuáles son los mayores miedos a los que te enfrentas?
N: Mi temor máximo, y esto es muy prosaico, es la precariedad constantemente. Es algo tan elemental que me da hasta palo decirlo. Estoy siempre al borde de ser pobre y no hay día que no me lo plantee. Que tomen nota todas las editoriales del mundo. Porque es así. Me encanta lo que hago, pero siempre está el tema del dinero. Siempre pienso en buscar algo más. Es muy raro cuando has estado toda la vida queriendo llegar a un sitio y llegas y tienes esa sensación. Aunque luego ves la gente de otros medios y les pasa lo mismo. Está todo el mundo un poco igual excepto los best-sellers, que a pesar de eso, deben seguir haciéndolos, lo que implica renunciar a muchas otras cosas. Muchas veces me planteo sacarme una plaza de algo, unas oposiciones. Me encanta hacer esto, pero no puedo con lo que sobrevuela y me como el coco. A lo mejor no valgo para estar en esa situación de tensión siempre. No lo sé. Además, estoy pensando en tener familia. Es complicado. Yo he pasado por momentos de puta basura muy malos y no me apetecen más, por ahora estoy guay, pero me lo he currado mucho. Curro mucho más que la gente con la que trabajo en cuanto a horas.

ZN: ¿Cuáles son los principales puntos en común que tienen el séptimo y el noveno arte a nivel creativo?
N: A ver, el guion es de Julien así que hay reflexiones que yo no he hecho. Para mí son dos medios muy diferentes, sin embargo, tenemos la manía de decir este cómic es muy cinematográfico y es verdad que ha tiempo un colega me dijo que cuando oía decir que un cómic mío era muy cinematográfico le mata. Por ponerme más trascendental si quieres, todas las representaciones artísticas tienen mucho en común, hay un espíritu que es común. Yo toco la batería desde que soy chaval y cuando estaba estudiando Bellas Artes también estaba estudiando batería y yo aprendí más a dibujar tocando la batería que dibujando. Y es porque nada es estanco, en todas las artes hay un espíritu, una manera de ver, que es la forma en posicionarte en el proceso creativo. No importa la forma, tú puedes estar dibujando un cómic o grabando un disco, pero es lo mismo. El cómic y el cine se parecen en que son narraciones visuales, pero todo tiene que ver no solo el cine y el cómic per se.

ZN: Alan Moore mantiene que hay un par de adaptaciones que quizás sean tan buenas o mejores que la obra original, pero la gran mayoría de ellas son inútiles ¿Qué opinión tienes de las adaptaciones de cómic ya sea para la gran pantalla o en formato doméstico?
N: No suelo tener unas actitudes tan taxativas sobre nada, hay cosas que son una mierda y cosas que están bien. Adaptaciones de libros a cómics hay maravillosas, por ejemplo, La ciudad de cristal de Mazzucchelli. Para mí fue un cómic de cabecera, que me parece una adaptación extraordinaria, complicadísima de hacer.

ZN: Te lees el libro y parece inadaptable.
N: Sí. Hay una cosa que me jode que no tiene que ver con eso que es cuando hacen una adaptación cinematográfica y le ponen de portada una foto de la película.

ZN: Algo parecido hicieron cuando salió la peli de SuperLópez, llevaba una faja en la que se leía el cómic en el que se basa la película.
N: No me digas… No sabía eso. Yo lo recuerdo con Robin Hood, portadas con Russell Crowe. Las adaptaciones se han de hacer con cariño y deben ser adaptaciones porque son medios diferentes. No hace un copypaste. Y se adapta a muchos niveles, cosas hechas con mucho mimo y cariño. Hay gente que se arrodilla delante del original y hace una copia, como Watchmen. La serie no he visto pero en la película había una voluntad de absoluta de copiar el cómic. En este mundo capitalista la gente intenta sacar pasta de lo que sea, si le puedo dar una segunda vida haciendo una peli… luego se volverán a comprar el cómic y es un ciclo sin fin que lo envuelve todo. Es una forma de darle otra vida a las historias.

ZN: Cambiando un poco las tornas, ¿Qué película ambientada en el mundo de las viñetas nos puedes recomendar?
N: Recuerdo que me gusto bastante American Splendor. Tengo la sensación de que lo que suele hacer es un naif, como que todo lo que sea sobre cómic tiene que tener personajes freaks. Han hecho serie de todo, pero nunca sobre dibujantes y daría para una buena ya que es un mundo donde todo es muy brillantemente imperfecto. Tiene una miseria muy bonita. (Risas) No sé cómo decirlo, hay una poesía enorme en eso. Os voy a contar una anécdota que lo ilustra muy bien. Este año estuve en el evento en el que más fuera de sitio me he encontrado como dibujante, me invitaron a la Freak Com de Málaga, que les agradezco muchísimo la invitación, allí cualquier persona, como un tío que salía en una escena de Juego de Tronos, generaba expectación y los dibujantes estábamos allí sentados sin que le importáramos nada a nadie. Pero no sé por qué es hermoso. Igual es mi manera de verlo, pero hay algo muy de serie. Es magnífico. Y no se explota. A lo mejor yo lo uso algún día, no digo que no. Tú en el hotel, bajar y ponerte hablar con los invitados “¿Tú que haces?”, “Yo hago pelis” y tú dices que haces cómics como si fuera poca cosa. Luego me consta que hay mucha gente del cine que admira muchísimo a los autores de cómics. Hay algo pasmosamente brillante y triste, hermosamente deprimente que es un filón que deberíamos aprovechar.

ZN: Monteys cuenta algunas cosas en El show de Monteys.
N: Yo estoy en un grupo de whatsup con él, Javi Rodríguez y estos porque quedo con ellos y no hay día que no diga alguien “esto para qué”. Sin embargo, seguimos. El otro día decía Monteys, que acaba de terminar un cómic, de no volver a hacer cómics más. Y eso es hermoso, ser el último de la fila tiene algo con mucho potencial que aún no hemos visto.

ZN: Algo a lo que se ve en la serie de Ignatius.
N: O en la del malogrado Louis C. K. Hacer de las miserias comedia, algo que en los Estados Unidos hacen muy bien. Allí consiguen hacer una historia de todo aquí no lo sabemos hacer tan bien.

ZN: Háblanos de la obra de ciencia ficción que preparas.
N: No puedo decir mucho. Puedo decir que se titula Padre y que son unos niños en el bosque y hay un robot. Os puedo decir poco. Os contaría más encantado, pero es de estas obras, como Nela de Rayco Pulido, que es un poco jodido definir sin decir nada del argumento.

ZN: Algún otro proyecto que tengas en cartera.
N: Tengo una trilogía escrita, una especie de thriller costumbrista que se llama Línea Roja. Tengo una historia ambientada en Barcelona en 1900 sobre una investigación. Tengo cosas, escribo bastante, lo que pasa es que descarto mucho.

ZN: ¿Te planteas que alguna la dibuje otro?
N: No me lo planteo de momento, yo cuando escribo pienso en todo también en el dibujo. Pero al mismo tiempo me encantaría darle algo a alguien algún día y que me devolviera algo que me reviente la cabeza. Si trabajas con alguien dale cancha, salvo que haga una cagada gordísima. De momento mi idea es hacerlo todo yo, pero…

ZN: Muchísimas gracias por atendernos.

Enlaces de interes:

Reseña de Papel Estrujado. Por Raúl Silvestre.
Reseña de El mundo a tus pies. Por Raúl Silvestre.
Reseña de ¡Salud!. Por Tristán Cardona.
Reseña de El cineasta. Por Diego García Rouco.
Entrevista a Nadar. Por Pedro Monje.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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Abraham
Abraham
Lector
3 junio, 2020 16:08

Gran entrevista, gracias!