Doppelgänger en la línea Yokohama #3

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Edición original: Yokohama-sen Doppelganger, Shueisha 2014.
Edición nacional/ España: Editorial Ivrea 2018.
Guión: Vanessa Chihiro Tamaki.
Dibujo: Vanessa Chihiro Tamaki.
Traducción: Pablo Tschopp.
Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta (B6), 200 páginas.
Precio: 8,50€.

 

Aunque el doppelgänger de su título y el estilo oscuro de su técnica de dibujo lleven a pensar que este manga es una obra más terrorífica en un primer vistazo, la verdad es que Doppelgänger en la línea Yokohama, el trabajo de debut de la mangaka Vanessa Chihiro Tamaki es una historia que toca muy superficialmente toda esa vertiente sobrenatural y se embarca en un viaje más centrado en el suspense y la tensión del juego del gato y el ratón que siguen los protagonistas y antagonistas, en un relato plagado de misterios y cliffhangers que mantienen en vilo durante su lectura. Los dos primeros tomos supusieron una pequeña sorpresa en cuanto a su estructura narrativa a y su ritmo, ágil y arrollador, con multitud de información que sin embargo no se hacía farragosa de leer. Sin embargo, este tercer tomo comienza a resentirse de esa inexperiencia de su autora a la hora de conducir una serie hacia su final, y si bien sigue siendo una trama interesante para el fanático de los crímenes y los misterios, la fórmula se siente bastante menos fresca y más repetitiva.

El segundo tomo de Doppelgänger en la línea Yokohama dejaba a nuestro doble protagonista, Makoto Kenzaki en sus versiones del presente y del pasado, descubriendo la terrible verdad sobre los asesinatos en serie de escultores: Haruki Saginuma, un antiguo ayudante de su profesor de escultura, que en venganza por el incendio ocurrido en la facultad de arte años atrás se ha decidido a acabar con los responsables de su estado actual. Y es que Saginuma también ha viajado, aparentemente, al pasado, consumido por la venganza al haber quedado casi quemado por completo en el famoso accidente. Intentando descubrir su paradero, Makoto se pone en contacto con uno de sus antiguos compañeros, Hiyo, cuyo padre dirige el hospital en el que Saginuma estuvo ingresado. Allí ambos compañeros se ponen al día sobre sus vidas y se manifiestan el mutuo respeto y admiración que sienten entre ambos, hasta que Saginuma aparece y usando la fuerza secuestra a ambos.

El secuestrador lleva a los chicos a un almacén de esculturas y material para su realización y tortura a ambos y ahorcando a Hiyo. Tras contarle a Makoto su infancia y juventud, la típica de un psicópata con asesinatos de animales y nula empatía incluidas, y su relación con el profesor de escultura, al que admira por encima de todo. Tras ello le exige llamar a Kenzaki para tenderle una trama y acabar también con él, pero la conexión que existe entre Makoto y su doppelgänger es muy grande y Kenzaki llega preparado para lo que se le viene encima. Tras un enfrentamiento breve, Saginuma prende fuego al almacén y huye, mientras que Makoto y Kenzaki consiguen salir de las llamas llevándose consigo a Keiji Kinugawa, otro de sus compañeros que el secuestrador apresó en tomos anteriores y que no estaba muerto como parecía.

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Makoto y Kenzaki se deciden a llevar a Kinugawa al hospital para que atiendan sus heridas y en la puerta se encuentran con el detective Danki, el policía que provocó que Kenzaki fuese detenido como culpable de los asesinatos en la línea de tiempo alternativa en la que también fue condenado a muerte. Vemos un flashback en el que conocemos un poco más sobre el detective, un hombre intachable y concienzudo en su trabajo que, en la época de los asesinatos en serie de la línea Yokohama se veía asaltado por las deudas y la pena debido a la enfermedad de su hija y el coste de su tratamiento. Debido a ello, Danki estaba gestionando una excedencia al mismo tiempo que resolvía el caso de los asesinatos de escultores, por lo que la presión por dejar todos los cabos bien atados antes de irse del trabajo de su vida pudo ser una de las causas que explicasen su irracionalidad a la hora de inculpar a Kenzaki.

Pasado aparte, Makoto y Kenzaki deciden que lo prioritario tras asegurar la supervivencia de Kinugawa es proteger a Kohriyama y Natsuki, sus otras dos amigas. Kenzaki ha logrado una conexión especial con la primera gracias a las conversaciones sobre su vida y el futuro que han mantenido desde que llegó a este tiempo alternativo, mientras que Makoto siempre ha estado enamorado de Natsuki, así que el palo moral que supone descubrir que ambas han sido ya secuestradas por Saginuma es enorme. Para optimizar sus esfuerzos, los dos protagonistas deciden dividirse y buscar cada uno en dos de los tres recintos que Saginuma y el profesor usaban para la realización de sus obras de arte. En el lugar que Makoto investiga hay un riachuelo en el que se sumerge buscando pruebas, para descubrir un cadáver, aparentemente de Hiyo, con un cuchillo clavado que le incriminaría. Por su parte, Kezaki llega a uno de estos almacenes en los que descubre una estatua con un estilo muy particular, y tan reciente que parece imposible que se haya realizado, pues su autor debería estar muerto hace tiempo… Makoto y Kenzaki comienzan a juntar las piezas del puzle hasta llegar a la conclusión de que Saginuma no es más que una marioneta del verdadero asesino desde el primer momento: su profesor de escultura. Con este descubrimiento los objetivos de los dos se aclaran, y mientras Kenzaki se decide a ir a matar al delincuente y suicidarse después, Makoto se prepara para una carrera contrarreloj en la que consiga salvar a sus dos amigas y a su doble, de una muerte segura.

Como digo, este tercer tomo de Doppelgänger en la línea Yokohama comienza a adolecer de la inexperiencia de su autora a la hora de mantener ese ritmo y esa frescura que plagaban los dos primeros volúmenes, que si bien estaba algunos peldaños por debajo de obras como Museum o Prophecy (por citar un par de mangas que juegan en la misma liga), sí que tenía buenas ideas y una manera acertada de contarlas, con los giros de guión suficientes para atrapar al lector pero sin tomarle por tonto. En este tercer tomo, sin embargo, lo que más se nota es la repetitividad y, salvo en el tramo final, intrascendencia. Es una sección de la trama muy de transición, con algunos momentos necesarios para lograr entender y avanzar la historia hasta su punto final, pero que calca la estructura que ya se utilizó cuando Saginuma se perfilaba como el asesino. Además, el ritmo en ese caso es demasiado acelerado, y si bien el lector sigue teniendo una enorme y detallada cantidad de información para dar contexto, en este caso sobre todo del pasado y de la línea temporal alternativa, la realidad es que los momentos capitales del presente del tomo son demasiado difusos y ocurren muy rápido, dando lugar a cierta frustración por la precipitación de los hechos.

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La estructura narrativa sigue funcionando, la historia está bien contada y sabe en todo momento hacia dónde llevar al lector, pero tiene dos grandes problemas: el cliché, que ya estaba presente en los anteriores tomos, pero que aquí explota por completo con la exposición del verdadero asesino, muy predecible y habitual, al igual que en el pasado de Saginuma o los problemas personales del detective Danki; y por otro lado, que estamos en el mismo punto que en el final del primer volumen, pero con diferente objetivo particular. Quiero decir, los tres tomos han concluido con Kenzaki decidido a buscar su venganza final con la única variación de quien es el destinatario de la misma, algo que puede llegar a cansar.

Pese a todo, el manga sigue teniendo buenas ideas, como el uso del doppelgänger para identificar esa dicotomía de venganza/salvación que reflejan Makoto y Kenzaki o el tono general de la obra, que bebe mucho de la cinematografía de suspense y el terror psicológico, de películas como Seven, El coleccionista de huesos, Saw… La construcción de personajes la veo acertada, pero la evolución es mínima y parece que no les afecten los hechos de los que están siendo testigos, con la excepción de Kenzaki que parece el único algo más permeable a los estímulos de la trama, aunque al final sigue siendo igual que al comienzo. Aun así, como digo, la tensión está muy bien conseguido y los personajes son creíbles aunque típicos. Tensión conseguida en buena parte por el ritmo ágil y las situaciones bien construidas por la autora, aunque la falta de empatía por los secundarios y ese mismo ritmo que en ocasiones se precipita demasiado, provoca que el resultado general sea peor de lo que podría ser.

Por último, mencionar la ayuda del dibujo a la hora de crear esa atmósfera oscura y algo opresiva, con un gran uso de la tinta y un buen trabajo de iluminación y sombras. Sigue ese estilo particular de la autora, con algunas escenas algo descompensadas y que llegan incluso a dar “mal rollo” en algunas ocasiones (en el mal sentido, demasiado grotescas o irreales y exageradas), pero que en general presenta una interesante composición de páginas, unos planos muy cinematográficos y que se funden totalmente con el ritmo de la obra. El trazo es rápido y ágil, suave y limpio en los momentos de pausa, y agresivo y lleno de suciedad en los momentos más tensos y peligrosos, creando un gran equilibrio y teniendo una manera muy acertada de lograr las transiciones entre momentos de calma y el paso a la preocupación o el suspense. Es un dibujo bastante detallado, que ha mejorado desde el principio de la serie, especialmente en las expresiones, que rallan a gran altura. Un arte bastante curioso y particular para una obra de este tipo, con un diseño que parece no pegar nada para un thriller, pero que sin embargo encaja muy bien por las técnicas usadas por la mangaka.

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En general, es un alivio que la obra finalice en el siguiente tomo, el cuarto, porque la fórmula inicial de Doppelgänger en la línea Yokohama parece estar agotada y necesita llegar a un final de un modo u otro. Este volumen pierde frescura y gana en repetición de ideas y esquemas, y peca de cierto estatismo para tratarse del preludio al gran final de la trama. Aun así, como ya he dicho en las otras reseñas, si eres un fan de las obras de misterio y suspense, es un manga recomendable, sobre todo por el estilo artístico de Vanessa Chihiro, que juega mucho con el contraste y que logra sumar puntos para una trama que ya hemos leído muchas veces antes.

  Edición original: Yokohama-sen Doppelganger, Shueisha 2014. Edición nacional/ España: Editorial Ivrea 2018. Guión: Vanessa Chihiro Tamaki. Dibujo: Vanessa Chihiro Tamaki. Traducción: Pablo Tschopp. Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta (B6), 200 páginas. Precio: 8,50€.   Aunque el doppelgänger de su título y el estilo oscuro de su técnica de…

Valoración Final

Guión - 5.5
Dibujo - 7
Interés - 6.5

6.3

La fórmula de Doppelgänger en la línea Yokohama parece agotarse y este tercer tomo resulta ser el peor hasta ahora: repetitivo, algo predecible y muy arquetípico en sus resoluciones. Aun así el buen trabajo artístico de Vanessa Chihiro, el tono y ambientación y el interés que pese a todo genera la trama lo hace suficientemente aceptable para los aficionados al suspense.

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