Aniversarios DC – 30 años de Una Muerte en la Familia

Se cumplen tres décadas del día en que DC delegó una decisión en sus lectores. Rememoramos esta arriesgada obra, escrita por Jim Starling, dibujada por Jim Aparo y entintada por Mike DeCarlo.

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Jason Todd fue asesinado por los lectores. Concretamente, con 5.343 votos a favor de su muerte contra 5.271 de piadosos que preferían que viviese. Esto fue debido a un experimento que DC Comics llevó a cabo a finales de 1988, en el que ofrecían a los fans la posibilidad de decidir acerca del destino del segundo Robin ofreciendo dos números de teléfono. Así de sádica fue la proposición, permitiendo que quienes querían que viviese llamaran al 1-900-720-2660 y los que querían que muriese al 1-900-720-2666. El resultado de la votación dejó claro a la editorial que una mayoría, aunque con un porcentaje no muy alto, no tragaba a este nuevo chico maravilla. No fue una práctica extraña, pues en los 80′ no fueron extrañas las veces en que los lectores tomaban decisiones argumentales con sus votos, como pasó con la elección de Polar Boy como nuevo líder de la Legión de Superhéroes, por ejemplo.

«La vida es un juego», decía Jason Todd en el primer número de esta mini saga en la que emprendía una búsqueda de su verdadera madre por Oriente Medio, siguiendo unas pistas que recopilaba a través de una caja de objetos personales de sus padres que recibía de una antigua vecina de su familia. Jason atravesaba un proceso de duelo sin superar, lo cual lo había convertido en un joven furioso, despreocupado y temerario que llevaba a Batman por el camino de la amargura. Tanto que en plena operación para desmantelar una red criminal, momento con el que comenzaba el primer número (Batman #426 de diciembre de 1988, un número especial de 48 páginas), rompía las reglas de su mentor y se lanzaba a atacar en solitario a los maleantes, en un claro gesto de desprecio por su propia integridad.

Las primeras páginas de este número giraban en torno al arrepentimiento de Bruce por haber creído que crear un nuevo Robin era una buena idea, concretamente, nombrar a Jason el elegido para tal papel y casi obligarle a tomar el relevo de Dick. A lo largo de la trama llega a reconocer que no obró con amabilidad al convertir al chico en un justiciero, sino que lo hizo porque no quería estar solo, porque echaba de menos, realmente, trabajar con Robin, pero con Dick. Así como se deja entrever que el paso de Dick Grayson a Robin (y posteriormente a Nightwing) fue muy orgánico, se demuestra que la decisión de crear a otro Robin fue forzada y ahora estaba pagando las consecuencias.

Tras una conversación con Alfred, Bruce decidía apartar a Jason de sus operaciones, lo que cabreaba al chaval, que salía a pasear para despejarse y, sin darse cuenta, llegaba a su antiguo barrio y visitaba su antiguo vecindario, donde se encontraba con la vecina que le daba una caja con cosas de sus padres. Rebuscando en ella, una vez de vuelta a la mansión Wayne, leía su partida de nacimiento y veía que el nombre de su madre no era el Catherine, sino que empezaba por S y una mancha de humedad provocada por unas goteras que había en la casa de su vecina había emborronado el nombre de real de su progenitora. Entonces, investigaba la antigua agenda de su padre y haciendo gala de unas grandes habilidades detectivescas llegaba a descubrir a tres posibles madres. Tres mujeres que vivían, por distintas razones, en Oriente Medio: Sharmin Rosen, que trabajaba para el ejército israelí; Shiva Woosan, una mercenaria de pasado oscuro que operaba en el Líbano y Shelia Haywood, una doctora que hacía labores humanitarias en Etiopía.

Ocultando la información, decidía marcharse a Beirut, usando las tarjetas de crédito que Bruce le había dado, para buscar a su verdadera madre. Mientras, Batman, que había emprendido una investigación tras la última fuga del Joker de Arkham, priorizaba la lucha contra el crimen a ayudar a su apadrinado, a quien veía deprimido y enfadado. Pero no tenía tiempo para él, por eso, tras enterarse de que había desaparecido, decidía que ya le ayudaría más adelante. Otra muestra más de los sentimientos de alguien que tiene una balanza moral muy personal. ¿Qué debía hacer? ¿Es mejor el bien de la mayoría o el de la minoría? Batman no dejaba desatendido a Jason por un simple trabajo, lo hacía para seguir luchando contra el crimen. El Joker había vuelto a matar durante su huida. Las consecuencias de los acontecimientos de La broma asesina estaban muy recientes, por lo que no podía dejar enfriar una pista que situaba al Príncipe Payaso del Crimen viajando, precisamente, rumbo al Líbano.

Quiso el destino, y una coincidencia argumental perfectamente elaborada por el genial guionista Jim Starling, que el joven Jason en busca de su madre, el Joker llevando a cabo sus nuevos negocios de compra-venta de armas y Batman persiguiendo al Joker coincidieran a miles de kilómetros de Gotham. En aquellos días, el Joker trabajaba con su aliado Rupert, un secundario random que moriría durante de la historia a causa de una explosión colocada por su propio jefe en un cargamento que acababa de vender a unos traficantes. Una muestra de la frialdad y el poco respeto por la vida que siempre mostraba el Joker.

Durante su estancia en Beirut, Bruce Wayne reflexionaba tras ver el ambiente que se respiraba en las calles y afirmaba que «no es un lugar seguro para un americano». Una frase que puede contener unos tintes no ya racistas, sino de aires de superioridad de los ciudadanos que consideran que viven bajo la auténtica democracia, que se sienten superiores a esos salvajes que viven en en lugares tan malos como el Líbano. No es algo que haya cambiado hoy en día, es una forma de pensamiento muy común para los americanos.

No lo digo como crítica, sino como observación. La realidad es que en 1988 Beirut no era el centro financiero que es hoy, era una ciudad sitiada en plena Guerra del Líbano, un conflicto en el que se enfrentaron religiones, ideas políticas e intereses no solo del propio Líbano, sino también de Israel y Siria, principalmente y también Palestina e Irán. Fue un conflicto que se extendió entre 1975 y 1990. Recuerdo una crónica de Maruja Torres, periodista española con extensa experiencia como corresponsal de guerra, en la que decía que aún en los momentos finales de paz, podías tomarte un café en un bar de una zona tranquila de Beirut escuchando los bombardeos y las revueltas al otro lado de la ciudad. Esa guerra no se retrata como tal en el cómic, sino que se muestra una sociedad casi militarizada con ciudadanos que pagan las consecuencias. Hay una viñeta en la que Bruce coge un taxi y le dice al taxiste: «lléveme a la peor zona de la ciudad, donde se reúnen los criminales». Vale, estaba en Beirut en el 88, pero aún así… no era la mejor forma de retratar la ciudad y el contexto que se vivía.

Volviendo a la historia, descartaban a Sharmin Rosen, a quien conocen porque resultaba que también estaba envuelta en la investigación local que buscaba desmantelar una red de tráfico de armas, que era la que trabajaba para el Joker, por lo que se cruzan con ella por casualidad. Una segunda consecuencia que, al igual que la primera, sabe muy natural. Antes de este encuentro, Batman y Robin se habían cruzado siguiendo cada uno unas pistas que les llevaban al mismo camino y, felizmente, se daban cuenta de que aunque buscaban a personas diferentes, estaban dentro del mismo objetivo. Frustrado por perder su dinero durante la operación, el Joker decidía abandonar el Líbano y viajaba a un campo de refugiados de Etiopía, donde iba a pedir un favor a una antigua colaboradora suya… Sheila Haywood, una candidata a ser la madre de Jason.

Antes de seguir su pista, buscaban a Shiva, la segunda candidata que sabían que estaba por la zona. Ésta resultaba ser un interesante personaje, Lady Shiva, una villana a quien Batman ya conocía y que trabajaba formando soldados en un campamento clandestino. Y tenía mucha experiencia en el combate cuerpo a cuerpo, tanto que aguanta un mano a mano con Batman mucho mejor de lo que se esperaba. Este personaje tuvo su primera aparición en Richard Dragon, Kung Fu Fighter #5, en enero de 1976. Es una experta asesina que ha tenido muchas apariciones posteriormente, en títulos de Batgirl y las Aves de Presa. Además, llegó a ser maestra de Tim Drake. Como digo, es un personaje muy interesante, pero obviamente no era la madre de Jason Todd.

El reencuentro llegaba en Batman #427, en el tercer capítulo de la saga ya que los números #426 y #427 tenían el doble de páginas. Efectivamente, la doctora Haywood era la madre de Jason. Relata cómo perdió la posibilidad de luchar por su custodia y cómo se enteró de que su padre se había vuelto a enamorar tras separarse de ella y que decidió centrarse en su carrera. Sin embargo, el destino guardaba un dardo envenenado para el pobre Jason Todd, que enseguida descubría que colaboraba con el Joker y, para mantener su reputación intacta, no quiere que Batman (que en ese momento se encontraba persiguiendo unos camiones de medicamentos que su enemigo pensaba vender en el mercado negro) y él, Robin, detengan al Joker por temor a que se le vincule con él. Entonces, para mayor tragedia del chico, le dice que no debería de haber confiado en ella y no mueve un dedo mientras recibe la mortal paliza.

Pero lo peor para la doctora no era eso, sino que el Joker la ataba junto a una bomba con el cuerpo de Robin en una caseta. Resulta que éste sobrevivía a la paliza y liberaba a su madre de sus ataduras. Al fin y al cabo era su madre y él un héroe. Pero la puerta estaba atrancada. El Joker no deja nunca un cabo suelto. «¿Por qué no me di cuenta de que eras muy joven para este trabajo?», se lamentaba Batman mientras buscaba desesperado entre los escombros que había dejado la explosión. Era un golpe muy duro, no solo por la pérdida, sino por la impotencia al no haber podido hacer nada para impedirlo. Porque, antes de que Batman fuera tras el convoy de medicamentos del Joker, éste le había pedido a Jason que no interviniera, pero el chaval no podía evitar intentar ayudar a su madre pensando que era una inocente víctima, sin saber que era cómplice. Era un gesto más de rebeldía de Jason Todd, o de temeridad. Una actitud que, a diferencia de las peleas de las primeras páginas del número anterior, le había costado la vida.

Los dos siguientes números, de extensión normal, se centraban en la continuaciónd de la búsqueda de Batman del Joker, que para sorpresa de todos se ha convertido en embajador iraní tras un encuentro con el histórico Ayatollah Jomeini, que durante su marcha de Etiopía confrontaba al Payaso ofreciéndole el puesto, con unos oscuros intereses en la ONU. Obviamente, la inmunidad diplomática que da esa posición satisfacía los planes del Joker, que desde el principio ha estado buscando nuevos horizontes en su tarea criminal. Batman, frustrado, recibía la visita de Superman, que le recordaba que a partir de ahora la ley no podía tocar al Joker. Ahí teníamos una confrontación de estilos, histórica entre ambos, que no se desarrollaba mucho más. Cumplir con la ley o con la moral. Sin embargo, el intento del Joker (y de los iranís) de asesinar a todos los miembros de la ONU con su gas letal era frustrado porque Superman intervenía disfrazado de guardaespaldas («sabía que el boy scout no me fallaría») y Bruce Wayne aprovechaba su posición para acudir de oyente a la sesión. Superman aspiraba todo el gas que éste soltaba y Batman perseguía a través de un tiroteo al Joker hasta un helicóptero que acababa estrellado en los muelles. Obviamente, sabía que no encontraría el cuerpo del que había matado a su pupilo.

Resultaba un final que cambiaba bruscamente de escenario, pasando del desierto a la ONU, con esa carrera efímera del Joker como diplomático. Es una lectura que podría haber tenido un tono diferente al final, alargando tal vez más la vida de Jason y situando su muerte en las últimas páginas. De esta forma, el lector tuvo que reponerse casi de inmediato para poder seguir leyendo, ya que la muerte se confirma en las primeras páginas del #428, faltando este y el siguiente, el #429, para completar la historia. Finalmente, la historia quedaba como una victoria del Joker, del que sabemos que vive aunque no se vea cómo escapa. Batman pierde a otro compañero, que le había acompañado muy poco tiempo. Y que no había caído bien a los lectores, pues recordamos que fueron ellos quienes decidieron su final.

Pero todos sabemos ahora, 30 años después, que la muerte de Jason Todd no fue definitiva. Como casi siempre sucede en los cómics, volvió a la vida. Aunque tuvieron que pasar 17 años, hasta el Batman #638 en mayo de 2005, cuando se descubrió que Jason Todd era Red Hood. En el Batman Annual #25, un año después, se contó cómo había vuelto a la vida gracias a la energía que removió Superboy Prime golpeando las placas del tiempo durante Crisis Infinita.

Solo fue Robin algo más cuatro años, desde Batman #368 en febrero del 84. Hoy en día sigue operando como Red Hood, un miembro de la batfamilia que ha protagonizado sus propias aventuras en los últimos años, liderando su propio equipo, los Outlaws, en la serie traducida en España como Capucha Roja y los forajidos. También ha hecho equipo con Roy Harper en el título Red Hood/Arsenal. No es uno de los personajes más populares de DC, pero sí que es hoy más interesante que hace tres décadas. La personalidad dura y agresiva de la que hace gala desde su regreso de la muerte le dan unos tintes más llamativos. Sin embargo, su regreso hizo que esta saga perdiera con el tiempo el dramatismo que la envolvió en su día.

Antes de terminar hay que recordar y aplaudir el corte clásico del trabajo de Jim Aparo, entintado perfectamente por Mike DeCarlo, que hizo una labor brillante. Fue uno de los grandes dibujantes del Hombre Murciélago durante los 70 y 80, tanto en Detective Comics como en Batman. Desarrolló, como era habitual en sus cómics, una gran plasmación de los escenarios, dinamismo en la acción y una narrativa clara. También son dignas de mención las portadas que Mike Mignola realizó para los cuatro números.

Esta obra está actualmente recopilada por ECC Comics, incluyendo los cuatro números de la saga y un fragmento (que ya podría haber sido entero) del número anual que cuenta su regreso. Y ahora, unos compañeros van a dar sus sensaciones sobre lo que esta historia les hizo sentir.

GUSTAVO HIGUERO

La comunicación entre editorial y aficionados siempre ha existido y fruto de esa comunicación, a finales de los años 80, se produjo un acontecimiento en el que los lectores tuvieron la palabra final sobre el destino de un personaje de la editorial DC Comics.

Recuerdo muy bien cuando se publicaron en España los tres comics que venían a traer, en formato miniserie, fuera de la colección regular de Batman, la que iba a ser la muerte del segundo Robin, Jason Todd. Corría el año 1990 cuando se anunció el primer número de esta miniserie en la que, a lo largo de sus tres números, con portadas de Mike Mignola e interiores de Jim Aparo, se nos iba a narrar la última historia de Jason Todd. Una historia trágica sobre la que los lectores americanos pudieron decidir su final y que en España tan solo pudimos disfrutarla, o sufrirla, como meros espectadores.

Esos tres números nos llevaban de la mano a una trama en la que Jason emprendía la búsqueda de sus padres en solitario, lo que acabaría en el final ya conocido por todos. Una trama en la que todos los defectos de este segundo Robin eran remarcados y resultaba muy complicado no acabar deseándole, no ya la muerte, pero si un buen montón de lesiones que lo hicieran entrar en razón. Jason Todd nunca me gustó. Su forma de ser, de tratar a Batman, de desobedecerlo, se me antojaban absolutamente injustificadas. Su propensión a ponerse en peligro, su malsano disfrute de la violencia auguraba un final duro para el personaje. Sin embargo, verlo muerto en brazos de Batman, con innumerables heridas, fue una escena que me dejó marcado aun siendo un personaje por el que no desarrollé mucho apego emocional.

Pero tampoco puedo decir que su desaparición como Robin me importara demasiado, máxime cuando más tarde llegaría Tim Drake, el que sin duda ha sido el mejor Robin de todos, por su apego a dicha identidad y su enorme carisma.

Jason destilaba rabia, frustración y falta de respeto y no resulta complicado imaginarse a los lectores americanos llamando para que en DC eliminaran al personaje de forma clara y taxativa (aunque todos sabemos lo que pasaría un tiempo más tarde).

Sea como sea, Jason tenia que morir para redimirse. Jason nació maldito, cargado de todo aquello que no debe ser un Robin y sin duda este fue el camino natural que debía seguir. Lo vivimos desde el otro lado del océano Atlántico, pero lo vivimos con intensidad, con aquella última viñeta en la que Batman sintió como su mundo se desgarraba por completo y su alma estaba un paso más cerca del abismo.

NACHO PENA

Como el superhéroe más identitario de la cultura popular es sencillo reconocer varios de los grandes momentos de la historia de Batman: La Broma Asesina, Knightfall, Tierra de Nadie… Pero sin embargo uno de los que más marcan su mito como héroe trágico es, sin duda, Una Muerte en la Familia. Esta historia al cargo del escritor Jim Starlin, uno de los nombres más reconocidos del cómic de superhéroes por su trabajo tanto en Marvel como en DC así como en su obra de creación propia Dreadstar y de uno de los dibujantes más iconicos del héroe de Gotham, Jim Aparo, cuenta la historia de la debacle de la segunda encarnación de Robin, Jason Todd, el cual estaba sumido en una espiral de impulsividad, frustración y agresividad por la ansiedad de querer conocer sus orígenes como telón de fondo. Estos hechos influyeron de cara a su popularidad con los lectores, que comenzaban a no aguantarlo comparado con Dick Grayson, Nightwing, lo que conllevó a que DC Comics realizase una encuesta en la que se decidiría su vida o su muerte y finalmente la probabilidad selló su destino, tal como hizo la moneda de Dos Caras con la vida de su padre.

Aunque la mayor plana de su obra toma la ciencia ficción como temática, el escritor decide salir de su zona de confort como es el caso de sus trabajos protagonizados por Batman como Las 10 Noches de la Bestia también con Jim Aparo, La Secta junto al excepcional Bernie Wrighston o la presente obra a tratar, cómics más englobados en el thriller. En la presente obra Starlin nos presenta un viaje alrededor de países con conflictos y casos de vulneración de los Derechos Humanos como Líbano o Etiopía con Batman y Robin divididos por diferentes motivos.Bruce Wayne busca dar captura a un Joker arruinado al haber embargado el Gobierno de los Estados Unidos sus propiedades y requisado su arsenal de armas y que es uno de los villanos más repudiados de los Estados Unidos ya que esta historia transcurre justo después de La Broma Asesina de Alan Moore y Brian Bolland, en la que el psicópata deja tetraplejica a Barbara Gordon, y ahora busca volver a financiarse con la venta de armas o medicamentos. Por otro lado, Jason busca averiguar el paradero de su verdadera madre. Una aventura de corte internacional que tendrá consecuencias fatales para el compañero de Batman al seguir el comportamiento que lo llevaría a la tumba.

Sin embargo, aunque Starlin presenta una historia bien estructurada con planteamiento, nudo y desenlace y un estilo desenfadado que realmente no hace ver venir el impacto de esta historia, logra que la misma pierda seriedad debido a algunas de las decisiones creativas que toma en la historia. Con el conflicto entre Estados Unidos e Irán de finales de los 80 como ambientación y que se ve reflejado fielmente en otras obras de la cultura popular como Argo (2012) de Ben Affleck (que encarnó al Caballero Oscuro en el celuloide con posterioridad) , resulta cuanto menos inverosímil que la decisión que toma una potencia extranjera aunque sea solo por oponerse a los Estados Unidos, aunque igual a los ojos de otros lectores puede ser irónicamente divertido. Sin entrometerse en la cuestión política, es algo que le quita al cómic, en mi opinión, algo de carga dramática en el final así como considero el final del mismo algo abrupto y no se profundiza en el drama del “Día Después” de que Bruce Wayne acaba de perder para siempre a su compañero y amigo. El dibujo de Aparo, aunque convencional y algo confuso y poco detallista en las escenas de acción, es realmente expresivo en los rostros y páginas como la Batman cargando en brazos el cuerpo de Jason quedan ya consagradas para la iconografía de grandes momentos de la historia del cómic de superhéroes. Hay que resaltar las portadas realizadas por Mike Mignola, las cuales, en forma de retratos, logran transmitir las sensaciones de los personajes que las protagonizan, desde la euforia a la tristeza.

Una Muerte en la Familia supone el final de Jason Todd como Robin, porque no encajaba en ese papel: desde sus problemas de disciplina a su claro exceso de agresividad indicaban que al final no era el adecuado para ese papel aunque unos años más tarde llegase otro joven que portaría más dignamente ese manto sin necesidad de cambiar a otro papel posteriormente, Tim Drake. No solo planteó dudas tanto al propio héroe como a su entorno si realmente Batman estaba proporcionándoles un hogar y un objetivo a estos muchachos que adoptaba o en cambio lo que estaba consiguiendo era acercándolos a la muerte, y durante algún tiempo hubo un Batman que trabajaba en solitario, casi a la par que el estreno de la primera adaptación cinematográfica del personaje dirigida por Tim Burton y desde entonces tendría reticencias a la hora de aceptar ayudantes, como fueron los casos de Drake o de Stephanie Brown. Sin embargo, el segundo Robin regresaría a la vida de Batman con la irrupción del Siglo XXI, no como Robin, pero lograría encontrar al final ese lugar en la Batfamilia que tanto le había costado encontrar como Capucha Roja hasta el día de hoy. Puede que Jason que no estuviese hecho para ser un Robin, pero la presente historia le hizo ser recordado para siempre en la historia de Batman.

Juan Iglesia – Treinta años de duelo por un petirrojo

Tras la muerte de un ser querido hay un periodo de adaptación emocional a la nueva realidad que la psicología llama duelo. La muerte de Jason Todd, el segundo Robin, fue una pérdida de causas y consecuencias extrañas. Robin era, y es, muy popular en España. Ampliamente reconocido como el compañero inseparable de Batman, su popularidad estaba indisociablemente unida a la de su oscuro tutor. Sin embargo, popular no tiene porqué significar querido. Que Robin fuera querido no lo tengo tan claro. Era el primero y más representativo de los sidekicks, concepto que el fandom marvelita (hegemónico en nuestro país) suele despreciar y denigrar por inverosímil e infantiloide. Si esto podía decirse de Robin, ¿qué cabía decir de Jason Todd? Pues… nada.

La accidentada publicación de Batman en nuestro país hacía que Jason Todd fuera prácticamente un desconocido. Cualquier aficionado podía enterarse en alguna medida del creciente distanciamiento entre Bruce Wayne y Dick Grayson o la conversión de éste en Nightwing en las páginas de Nuevos Titanes o Batman, pero Jason Todd apenas era un secundario que empezó a aparecer casi al final del primer volumen de Zinco dedicado al Señor de la Noche y en algún cameo suelto en los primeros años del segundo volumen, además con pelo rubio, para sorpresa de todos. Se trataba del Jason Todd pre-Crisis, obviamente, que calcaba su origen del de Dick salvo un par de detalles. Pero nadie sabía eso y probablemente ni interesaba. Era el nuevo Robin y ya está.

Ni siquiera llegó a regularizar sus apariciones en el segundo volumen de Batman: algunas se dieron cuando “ya estaba muerto” en la serie de EE UU. Su origen post-Crisis permaneció inédito durante décadas (creo que ha sido ECC la que lo ha publicado finalmente en uno de sus coleccionables). Para colmo, en los correos de los lectores se afirmaba que en EE UU no era un personaje muy querido (no era una información inocente: sabían lo que venía e iban preparando el terreno).

A esto hay que añadir un dato de contexto: estábamos en la “era post-Watchmen”. Los cómics de superhéroes se vuelven oscuros y pesimistas. La película de Batman, de brutal impacto fuera de los círculos de aficionados, prescinde de Robin. Se podía percibir un espontáneo rechazo a la idea del “Dúo Dinámico” (que para colmo aquí tiene otros titulares muy poco “grim and gritty”). Batman no podía ser el estandarte de la Edad Oscura del Cómic de Superhéroes con Robin revoloteando alrededor: debía desaparecer (nadie pareció dar importancia entonces a que hasta en The Dark Knight Returns había un/a Robin). Parece por tanto que, en lo que respecta al impacto en nuestro país, nos encontrábamos ante otra muerte típicamente deceíta, esto es, que no le importaba a nadie, como con sorna decían en los correos de fórum sobre las defunciones vistas en Crisis.

Sin embargo, lo cierto es que no fue así. Pese a que la agujereada trayectoria publicada de Jason Todd dificultaba sentir algo por él, ya fuera afecto o rechazo, fue la primera muerte deceíta en la que pudimos ver algo de continuidad, de consecuencias. De duelo. No había muerto Jason Todd sino Robin. Batman deambuló como alma en pena durante algunos números pero en seguida pudimos ver la presentación de Tim Drake en Año Tres y su encumbramiento como tercer Robin en Un lugar solitario para morir. En ésta saga, Alfred realizó una afirmación que a mí me convenció plenamente de la necesidad de un Robin: “el señor Bruce necesita tener una familia casi tanto como combatir criminales”.
Gracias a un necesario rediseño y una dinámica diferente con su mentor, más independiente, con más espacio para cada uno, Tim Drake pudo convertirse en un Robin, esta vez sí, especialmente querido.

Así que la muerte de Robin sirvió para que aceptáramos a Robin. Al final resultó que era cierto aquello de que Batman necesitaba un Robin. Jason tuvo que morir para que nos diéramos cuenta. Su regreso, por otro lado, no ha hecho más que confirmar la incapacidad del cómic de superhéroes para definir y completar trayectorias coherentes para los personajes, con toda la pérdida de potencial que eso supone.
No tengo nada contra ti, Jason, pero para mí sigues muerto.

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Drury Walker
Drury Walker
Lector
13 diciembre, 2018 16:25

Gracias por el artículo. Me ha gustado el planteamiento y es muy ameno.

Recuerdo que cuando lo leí me supuso una decepción. No sé si porque esperaba más de Aparo, si porque me parecía que Starlin hacía demasiadas carambolas (todo el mundo se encuentra con todo el mundo en Oriente Medio)… El caso es que la parte de investigación y búsqueda me resultó difícil de disfrutar, y por eso yo la recomiendo sólo como interés histórico, no por la historia en sí. Pero me alegra ver gente que la disfruta. Por comentar cosas concretas:

1) Es simpático lo que recordáis de que el Joker está en horas bajas al destruir su financiación el gobierno y la JLA. Qué tiempos aquellos!

2) Me ha llamado la atención del comentario de Nacho Pena de que Irán le ofrece un puesto como embajador al Joker por oposición a EEUU. Lo tendréis más fresco, pero siempre entendí que Jomeini lo elegía para que atentase en la ONU, y posiblemente lavarse las manos alegando que es un trastornado. Qué tiempos aquellos!

3) La imagen de Batman sacando el cadáver de Robin es icónica. Pero a mi el momento que más me impactó fue el la entrada de Joker en la ONU y su reacción con Bruce, y la sospecha de que reconozca su identidad. Siempre me ha parecido interesante ese apunte, que Morrison menciono de refilón en Arkham Asylum y ya recogió Snyder mucho tiempo después.

4) Sobre el dibujo, puntazo que en el annual donde se explicaba lo de Capucha Roja se incluyese la página alternativa de Aparo y deCarlo. Ahí muy bien DC.

5) Sobre Capucha Roja. Siempre me pareció un regreso innecesario, y salvo lo que hizo Winick con él, poco interesante.

6) Y por último… el Robin odiado es el Robin post-Crisis, el del origen de Max Allam Collins que luego Starlin radicalizo. El original de Conway desarrollado sobre todo por Moench era un chico encantador aunque excesivente clónico de Dick.

Martin
Martin
Lector
14 diciembre, 2018 8:34

Siempre pensé que Jason, cuando volvió a la vida, podría haberse convertido en el mas grande y temible villano de Batman.
Un niño convencido de que su compañero lo «dejó morir». Además junto a su madre. Y al regresar ver que, para empeorar las cosas, JAMÁS hizo » justicia» con el hombre que lo asesinó.
Impresionante punto de partida y motivaciones para lo que, a mi entender, era el villano definitivo de Batman. Pero no…lo llevaron por el plano y gastado camino del «anti-heroe», para luego intergrarlo nuevamente a la Batfamilia. Un desperdicio. Un personaje con enorme potencial convertido en un cliché genérico. Una pena.

Saludos!

Drury Walker
Drury Walker
Lector
En respuesta a  Martin
14 diciembre, 2018 22:13

Sí, ese es el punto. Su resurrección también me pareció una pésima idea, pero la dirección inicial que apuntas planteaba un escenario interesante, mucho potencial. La campaña contra Máscara Negra, contra Batman, contra Tim en la Torre de los Titanes… la lección a Speedy… era interesante. La cosa se torció sobre todo con la desastrosa Cuenta atras a Crisis Final. Eso acabó irremediablemente con el personaje.

zorel
zorel
Lector
En respuesta a  Martin
16 diciembre, 2018 20:33

Lo siento Martin, pero ya tienes al Batman que Ríe como el enemigo definitivo de Batman…

Drury Walker
Drury Walker
Lector
En respuesta a  zorel
17 diciembre, 2018 6:53

…que tiene toda la pinta de ser un personaje guionista-dependiente. Durará lo que dure Snyder, si él mismo no lo mata antes. Si mató a su Tiburón Tigre!

tiamath
tiamath
Lector
En respuesta a  Drury Walker
18 diciembre, 2018 0:47

Sigo sin entender a la gente que le maravilla Snyder la verdad, incluso su arco del consejo de los Búhos, vuelto a leer, me parece un cómic del monton.
Me quedo con King de aquí a Lima

tiamath
tiamath
Lector
En respuesta a  Martin
18 diciembre, 2018 0:45

No puedo estar más de acuerdo con lo que dices compi. Una opción perdida además para renovar una galería de villanos que ya cansa un poco. Me parece que el Joker está exprimido mas alla de una fácil recuperación si no se le deja fuera una larga temporada.
Jason tenía todo para ser la nemesis definitiva de Bats

Jack Knight
Jack Knight
Lector
14 diciembre, 2018 9:30

A mi lo que siempre me pareció ridícula es su resurreccion, posiblemente la peor justificada que recuerdo. ¿Súperboy Prime le pegó puñetazos al tiempo? Venga ya.

Ahora bien, una vez resucitado, me parece que su rol en el UDC debería ser algo así como un Punisher más pasado de rosca y con una relación bastante tensa con la batfamilia y especialmente con Batman. Lo de reintegrarlo en la batfamilia me parece completamente desacertado, al revés, debería ser alguien que les pusiese contra las cuerdas, tanto por sus métodos letales como por ser ex integrante. Tampoco lo veo como un personaje que actúe en grupo ni mucho menos como han hecho con él, al revés, lo veo más bien un paranoide que lleva muy mal lo de tener que hacer equipo (a fin de cuentas ya lo hizo con Batman y mira lo que pasó).

En definitiva, una resurreccion ridicula y totalmente desaprovechada.

Xlin
Xlin
Lector
En respuesta a  Jack Knight
14 diciembre, 2018 10:14

No podría estar más de acuerdo. Creo que su resurrección trató de ser un gran truco comercial que se quedó en humo.
Respecto a la historia que aborda el artículo, creo que me sentí bastante decepcionado cuando la leí. Me dejó una sensación de que el envoltorio era mucho más llamativo y atrayente que el contenido. Aún así, el tiempo la ha convertido en un pasaje clave en la mitología de Batman y su importancia la hace de imprescindible lectura para todo buen aficionado al Detective Oscuro

Paulo Hernando
En respuesta a  Jack Knight
14 diciembre, 2018 10:57

Bueno bueno ,siempre estara la resurreccion de Oliver queen como top de las estramboticas.

Xlin
Xlin
Lector
En respuesta a  Paulo Hernando
14 diciembre, 2018 11:09

Ya te digo… Si es que el tema de las resurrecciones de superhéroes da para un libro XD

zorel
zorel
Lector
En respuesta a  Jack Knight
16 diciembre, 2018 19:52

Es irónico que la película animada «Under The Red Hood» del 2010 haya dado una mejor explicación para su resurrección (y más lógica) que la planteada originalmente en los cómics.

Drury Walker
Drury Walker
Lector
En respuesta a  zorel
17 diciembre, 2018 7:00

Fue por mandato editorial, zorel. La película también está escrita por el mismo Judd Winick y creo que en su momento la vendió como «lo que me habria gustado hacer». En la mini de «bajo la capucha» amplia y retoca lo del annual y me parece recordar que pasa más de puntillas por lo de los puñetazos, si bien fue más polémico por el tema Talia.

Paulo Hernando
14 diciembre, 2018 10:55

Me veo en la obligacion de escribir un comentario favorable , ya que ni a redactores ni a comentaristas gusta en exceso el personaje jeje. Este fue el primer comic dc que lei. Venia de mucho spiderman y mucho lobezno y fue un comic bastante crudo para lo que estaba acostumbrado. No tenia ni idea de las votaciones para matarlo, ni de nada mas , de batman sabia lo que la serie animada y la pelicula me habian enseñado. Aquellas dos grapas de Zinco( la tercera nunca la consegui) me dejaron pensando , con el regusto de quien acaba de leer una gran obra. Para mis 11 años que tendria ,aquello lo era porque impactaba. Cuando años despues , ya siendo un lector de dc , vi la resurrecion de jason , con traje molon y una historia tan buena como «bajo la capucha» hice palmas con las orejas. Las primeras lecturas condicionan tu sentimiento hacia el universo, Tim no me hace mucha gracia por ejemplo ,es el robin sustituto para mi. Asi que nada , tras tanta opinion desfavorable al personaje , dar una positiva, que parece que el pobre Jason no le gustara a nadie.

Juan Iglesia Gutiérrez
14 diciembre, 2018 14:10

Acabo de caer en un error: había pasado por alto que el Robin que aparece en la etapa de Barr/Davis, entre los nºs 7 y 12 del vol.2 de Batman ¡es Jason! Y aunque se trata de su versión post-Crisis, lo cierto es que su carácter es indistinguible del Dick clásico, pero en fin. Sólo recordaba los cameos de los números 17, 30 y así.
La edad no perdona.

Drury Walker
Drury Walker
Lector
En respuesta a  Juan Iglesia Gutiérrez
14 diciembre, 2018 22:32

Es que la etapa de Barr y Davis es una continuación pre-Crisis en toda regla pero tirando hacia un espíritu más naive, tanto que algunos la catalogan como apócrifa (el Año Dos tampoco ayudó). El volantazo vino con Max Allan Collins y su nuevo origen de Jason como niño de la calle, para diferenciarlo definitivamente de Dick y darle una dimensión más social a Bruce. Starlin fue el que lo convirtió en un personaje impulsivo, violento y rebelde. Pero ha quedado fijada esta imagen como post-Crisis, cuando en realidad se modificó sobre la marcha

Juan Iglesia Gutiérrez
En respuesta a  Drury Walker
14 diciembre, 2018 23:00

Siempre digo que la etapa Barr/Davis me parece más un homenaje (no sé si consciente) a la serie de Tv de los ´60 que otra cosa.
En cuanto a las versiones, aquí era muy difícil hacerse el cuadro completo. En el vol.2 de Zinco primero aparece un Jason post-Crisis pero caracterizado como pre-Crisis porque aun no se le había «rebooteado»(lo dicho de Barr/Davis), luego aparece el pre-Crisis (nº17), después otra vez el post-Crisis ya «rebooteado» pero sin que se publique su nuevo origen… Muchos descubrimos el origen de Jason y su carácter pendenciero en la misma saga de su muerte… de ahí que no fuera muy impactante por lo que respecta a Jason. Otra cosa es el hecho de que Robin (al margen de quien estaba tras el antifaz) muriera a manos del Joker, eso lo recuerdo como un auténtico hito.
Y relacionado con su regreso, me irrita que le quiten ese triunfo al Joker. Como lo de que Bárbara vuelva a andar.

Drury Walker
Drury Walker
Lector
En respuesta a  Juan Iglesia Gutiérrez
15 diciembre, 2018 13:51

Yo creo que totalmente consciente. Después de la Crisis se produce un relanzamiento de Superman, Wonder Woman… que en el caso de Batman se plantea como un regreso a la esencia. Los primeros equipos creativos lo plantean de forma distinta: Collins en Batman hacia algo más urbano, y Barr en Detective hacia la silver age sesentera (muy West), con un dúo con dinámica maestro-aprendiz, villanos temáticos con gadgets imposibles y secuaces cómicos, que dejan pistas y acertijos absurdos para medir su ingenio. La primera historia con catwoman es muy ilustrativa, con el trío dinámico y esa escena del beso, la reacción de Robin… Miller lo cambió todo de manera muy abrupta. Las historias de Barr fueron cambiando el tono, Davis salió como salió…

Las inconguencias en la línea en esa época son muchas y no tienen nada que envidiar a los N52. Si a eso le añadimos la errática publicación de DC en España, lo que dices es lógico. El Batman post-Crisis realmente se fijó con el equipo Grant/Moench/Dixon a partir de las aportaciones previas de Miller (reboot de Batman, Gordon y Catwoman), Collins y Starlin (reboot de Jason y relación con Dick) Barr (reboot de Leslie), Grant (nuevo tono hacia grim and gritty), Wolfman (redefinicion de robin y nuevo robin) y sobre todo O’Neil, el editor que marcó durante años dirección y tono hasta el Silencio, un punto de inflexión en el personaje comparable a Año Uno pero posiblemente a peor. Pero eso es otro debate

tiamath
tiamath
Lector
18 diciembre, 2018 0:42

Muy buena reseña nenes, digna DE la mejor ZN.
Yo la verdad es que con muerte en la familia tengo una relación amor odio. La tengo mucho cariño porque la leí en la época cuando era chaval y vivía en USA y me impacto, pero las veces que he vuelto a leerla, sin ir más lejos después de leer esta reseña, me parece que ha envejecido mal, historia simplona, sin pies ni cabeza, cuya única razón era cargarse/no cargarse a Robin.
Se habla de que en la época hubo anuncio en el cómic sobre una llamada para discernir el futuro de Robin y no recuerdo haberla visto (las relectutas han sido en la versión hispana), buscaré el original a ver jaja

Me parece de los peores momentos de la etapa de Starlin en Batman, una etapa que recuerdo por ser la última pre Dark Night donde pasaron de convertir a Batman en un detective sagaz con sus juguetes y traje azul al caballero oscuro rey de los grimm and gritty que tan de moda se pusieron en los 90.

Como hecho de menos ese batman de Neal Adams