Marvel Limited Edition. Deathlok, el Demoledor

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Edición original:.Astonishing Tales #25-28,#30-36, Marvel Team-Up#46, Marvel Spotlight#33, Marvel Two-in-One#26-27,#54, y Captain America#286-289
Edición nacional/ España:.Panini y SD Distribuciones
Guión:.Rich Buckler, Doug Moench y otros
Dibujo:.Rich Buckler, Mike Zeck y otros
Entintado:.V.V.A.A.
Color:.V.V.A.A.
Formato:. Tomo en tapa dura
Precio:.

39,95 euros

 

Visiones de futuro. No sabemos muy bien la razón, pero suelen venir cargadas de pesimismo y carencia de cualquier tipo de esperanza en un mañana mejor. Por lo general, solemos concebir ese paisaje imaginario como un mundo caótico en el que la raza humana ha tirado por el retrete todo lo conseguido durante largos años. Si es que parece que tenemos asumido aquello de que “el hombre es un lobo para el hombre”. Ciñéndonos a fechas cronológicas concretas, elucubrar sobre el futuro en la década de los setenta del pasado siglo solía dar como resultado un paisaje postapocalíptico, no en vano fueron unos años de crisis generalizada, por lo tanto pesimistas, en términos generales. Aquellos días fueron muy importantes en una editorial llamada Marvel Comics, que llevaba desde los años sesenta consolidando una posición en el medio, y que poco a poco conseguía aumentar su nicho de mercado. Esto vino, en parte, por la diversificación de su oferta. Nueva savia, renovados creadores, ofrecían otras posibilidades. Dentro de los flamantes géneros, podríamos decir, estaba el de la ciencia ficción pura y dura. Y es aquí donde podemos enclavar la obra reseñada, Deathlok, apodado el Demoledor, recuperada por la asociación Panini-SD Distribuciones en un único y manejable tomo en la línea Marvel Limited Edition. El volumen que tenemos entre manos aglutina sus más relevantes apariciones en la década que le vio nacer junto con su trama más recordada, datada ya en los ochenta. A partir de este momento vamos a intentar explicar su génesis y ver quién es la mano creativa que se esconde detrás del personaje.

La idea, composición e imagen final de este Deathlok se la debemos en exclusiva a Rich Buckler, un artista de gran talento que nos ha dejado de forma reciente. Si buscamos bien en la hemeroteca, veremos que ese detalle es compartido con el guionista Doug Moench, pero la chispa inicial fue de Buckler. Siguiendo las palabras del bueno de Rich, imaginó una figura mitad humana, mitad máquina en un ambiente de paranoia propiciado por elementos tan variados como la candente guerra del Vietnam o el propio desarrollo de la robótica. Decidió que para que todo tuviera un sentido debía ambientarse en un futuro, pero nunca lejano, ya que se tocaban temas que podían tener una cercanía con problemática de la época. Por aquellos días, la idea era rompedora; apenas nadie había concebido la imagen de un cíborg. El autor, trabajando como dibujante profesional, llegó a plantearse desarrollar a este ser parte artificial en una novela, pero entonces se dio cuenta de las complejidades de armar y sostener una trama. Y es en este punto donde entra Doug Moench. Fue el propio Buckler, conocedor de las habilidades del escritor, el que lo asaltó en pleno Bullpen. Nunca antes habían trabajado juntos, pero Moench se sintió rápidamente implicado en el proyecto. Había buenos mimbres para dar lugar a una gran historia.

Comienza un periodo de brainstorming entre los dos creadores para presentar la propuesta a la editorial. Buckler hizo acopio de material técnico sobre la temática, pero el principal elemento de la historia sería la imaginación de la dupla creativa. Así lo explica en la introducción del tomo: “para documentarme, tenía un puñado de material impreso sacado de la biblioteca sobre biónica y un diccionario de informática. Y ya está. El resto eran extrapolaciones y la imaginación aplicada por parte de los dos cocreadores de Deathlok, Doug Moench y yo”. Los primeros detalles de la serie se fueron afinando en aquellas reuniones: un antiguo militar muerto en combate que es recuperado de forma cibernética, convirtiéndolo en un ente artificial, comandado por una computadora de abordo; Luther Manning sería el nombre de la parte humana, un detalle que Rich tuvo claro desde su misma concepción; y lo más importante, no se trata de un personaje heroico, para nada, pues nos hallamos ante un alma torturada en una situación que escapa a su control. Cuenta el artista que el primer nombre en clave elegido era Deadlock (algo así como encerrado en la muerte), por motivos más que evidentes. Pero a su compañero de correrías no le sonaba del todo bien, por lo que le propuso el cambiarlo al definitivo Deathlok, que a Buckler no terminó de convencer, aunque aceptó de buenas formas la propuesta. Con estos mimbres se presentaron ante Roy Thomas, entonces el editor jefe, y éste dio su visto bueno inmediato. La única pega que les puso fue respecto a la nomenclatura, escasa en su opinión, por lo que les que exigió un apodo para el personaje, que acabó siendo el de Demoledor. Ni a Moench ni a Buckler les gustó ese sobrenombre pero estaba claro que aquello debía hacerse sí o sí, debido a los consabidos motivos comerciales.

Con la aprobación por parte de las altas instancias era el momento de ponerse a trabajar en el primer número. Así, con el personaje de Manning más o menos perfilado, se trató de moldear todos los aspectos adyacentes, como configurar a los secundarios, con importancia capital para Simon Ryker, ideólogo del proyecto Deathlok, y la primera línea argumental a seguir. También se estableció ese diálogo continuo entre el ordenador que debe comandar al cíborg y la personalidad humana que todavía subyace en el cuerpo biónico. Ese quizás sea el elemento definitorio de la serie. Luther Manning es una parte que ha debido ser borrada pues ahora solo queda Deathlok, un prototipo de soldado implacable (en realidad, un asesino implacable) al servicio de Ryker. El hecho probado de que se produzca esa anomalía dará sentido a la existencia de la cabecera. Por otro lado, el ambiente que envuelve a la trama no puede ser más hostil. Nos encontramos a inicios de la década de los noventa, con el mundo levantado en armas desde 1983, la tan temida Tercera Guerra Mundial; todo un paisaje de caníbales, mutantes y calaña despreciable puebla una ciudad de Nueva York que ya no es aquella urbe luminosa que se atisbaba en el pasado. Todos los elementos se hallaban dispuestos, con Buckler ostentando el cargo de dibujante, creador del concepto y responsable del argumento principal, dejando a Moench el apartado de guion. La idea era publicar en revista epónima, es decir, en Deathlok#1, pero al final se decidió otro destino para el personaje. Thomas puso en conocimiento de los autores que había un hueco disponible en la cabecera contenedor Astonishing Tales, ya que It el Coloso Viviente no había dado resultado como reclamo, lo que adelantaría su salida a la luz. El tándem dio el visto bueno, a pesar de ser una desventaja en principio, ya que el espacio utilizable en ese primer acercamiento sería algo menor que un comic-book normal. Pero el empuje y las ganas de los dos autores no les hacían notar ningún inconveniente al respecto. Solo querían ver publicada su historia sobre el Demoledor.

Astonishing Tales#25 (fecha de portada, agosto de 1974) supone el debut del cíborg Marvel por antonomasia. Con el discurrir del serial observamos de cerca los pasos del Deathlok, cómo consigue evadir su programación y somos testigos en su determinación de vengarse de todos aquellos que lo han convertido en el engendro cibernético que es ahora. El Comandante Ryker pasa a establecerse como su némesis principal, un tipo obsesionado con los avances de la robótica y totalmente entregado a cualquier adelanto referente al tema. Por el camino conoceremos a personajes asociados a su antigua vida humana como Luther Manning, tal y como se puede citar a su amigo en el ejército, Mike Travers, o a su mujer, Janice, y a su hijo. Se da la circunstancia de que Manning es caucásico mientras que su esposa es afroamericana, por lo que tenemos ante nosotros a uno de los primeros matrimonios interraciales del mundo del cómic. A pesar de que el cíborg trata de acercarse a la que antaño era su familia, el rechazo a su nueva forma física queda patente por parte del mundo que le rodea. Un entorno donde la guerra ha pervertido todo, dando lugar a un campo de batalla perenne entre matones mafiosos y seres de extraña filiación.

Los autores han reconocido que no tenían trazado un plan, es decir, el típico planteamiento de inicio, nudo y desenlace. En palabras de Buckler, la improvisación estaba a la orden del día: “había una estructura, pero la narración siempre era fluida, dinámica, cargada de sorpresas y giros inesperados. Eso se debía a la principalmente a la perspectiva surrealista que compartíamos Doug y yo. Nunca me sentí apegado a los trucos argumentales y las fórmulas narrativas”. Esto nos dejaba un discurrir por las viñetas de un organismo cibernético errático, en busca de recuperar su humanidad, con abundantes flashbacks hacia el pasado cercano, para obtener contexto, y una constante diatriba entre máquina y humano. Moench, escritor de una pluma fina y afilada, sabe introducir al lector en la psique de un hombre torturado, atrapado en una máquina y sin posibilidad de salida. Los intercambios entre Manning y “Compu” pronto se hacen cercanos al lector. También fue capaz de aportar reflexiones acerca de cuestiones candentes como la experimentación con humanos, la inteligencia artificial, un cierto trasfondo mesiánico, la función de los cuerpos de operaciones especiales o los viajes en el tiempo. Y por supuesto, marcó un carácter cínico para el protagonista. Después de la creación de Punisher, apenas cuatro meses antes, Deathlok es el siguiente antihéroe de la editorial. Su perfil es oscuro, trágico, dispuesto a todo para lograr su venganza. Es un ser descreído, un antiguo militar que incluso llega a arrancarse la bandera americana de su uniforme, arrojándola al suelo con desdén. Algo muy alejado del típico superhéroe Marvel.

Manning y Compu en un diálogo sin fin

Detrás de todas esas decisiones creativas se encontraba Rich Buckler. Como hemos dicho, él es la fuerza principal tras el Demoledor. Fue el encargado de mostrarle al guionista la pauta a seguir y suyo es el trabajo de trasladarlo de forma gráfica al papel. Dibujante cuyas trazas más importantes se deben a la influencia de John Buscema (y de forma menos acusada, de Neal Adams), su principal intención fue darle un toque vanguardista a la cabecera: “recuerdo aquellas primeras historias y no puedo evitar darme cuenta de lo surrealista que parece todo. La narrativa gráfica era experimental, cinematográfica y onírica al mismo tiempo”. Desde luego, eso es algo que se percibe desde el primer episodio. La distribución de las viñetas no es para nada al uso de lo que se estilaba en la editorial, alternado variados tamaños y composiciones, con algunas splash pages meritorias, como un contrapicado de Deathlok crucificado, o un par de páginas apaisadas. Estas últimas le acarrearon algunos problemas editoriales pues ciertos poderes fácticos (así se refiera a ellos Buckler, sin especificar nombres) le exigieron cambios. El autor se negó en redondo a modificaciones, y dado que era el editor de su propia serie, se publicaron en arreglo a los deseos del creador.

El periplo inicial de Deathlok se circunscribe de Astonishig Tales#25 hasta el #36 (exceptuando el #29, que era una reimpresión con Guardianes de la Galaxia). Sus principales adalides, Moench y Buckler, manejan sus destinos en la mayor parte, aunque no fueron los únicos responsables acreditados. A partir del #32, Bill Mantlo sustituye a Moench en tareas de apoyo en el aspecto literario. El bueno de Doug, siendo fuerza secundaria en la colección, decidió abandonar el proyecto. Por otro lado, Rich estuvo implicado en argumentos y dibujo durante todo el proceso. Solo que los plazos de entrega asfixiaban lo suficiente como para necesitar auxilio. Y eso que intentó hacerse cargo de manera total del arte de la serie, realizando tintas y color de manera ocasional. Algún que otro episodio solo aparece abocetado por él, terminado por Keith Pollard y Bob McLeod, y contó con varios entintadores de refuerzo (Pablo Marcos, Klaus Janson o el ya citado Pollard) y coloristas (Glynis Wein, Petra Goldberg y unos cuantos más).

Este primer serial de Astonishing no duró lo pensado por los implicados en el proyecto. La cabecera antológica no vendía del todo bien y el fantasma de la cancelación se asomaba en el horizonte. Las historias que nos presentan tratan de ser revolucionarias, rompedoras, con un tipo de personaje al que los habituales lectores de la editorial no estaban acostumbrados. Pero ese derrotero a su libre albedrío deja una sensación de cierto caos cuando nos aproximamos a su hilo argumental. Demasiados encuentros intrascendentes, luchas con secuaces de Ryker y poco discurrir hacia un punto determinado. Ello no quiere decir que las tramas sean deficientes, ni faltas de interés, al contrario, pero sí que en tramos concretos, sobre todo de cara a la finalización del serial, nos quedamos con la sensación de cierta indefinición. En un momento dado, Manning trata de encontrar a los científicos que lo convirtieron en cíborg. De repente, la introducción de un nuevo personaje llamado Hellinger cambia las reglas del juego. De todas formas, Astonishing Tales#35 y #36 marcan el esperado enfrentamiento entre Deathlok y Simon Ryker, pero no será una lucha física al uso, sino que se trasladará al lector de una forma algo más experimental y onírica. A su alrededor se van tejiendo hilos como la definitiva constatación de un clon humano de Luther Manning, la actuación de una renovada C.I.A. en este ambiente apocalíptico o la presentación de un mesiánico jugador en toda esta partida futurista como es Godwulf… que se verán cortados con el cierre de la colección. Un abrupto fin para tan sugerentes conceptos y una trama inconclusa para recuperar en el futuro.

Deathlok era un personaje creado con la intención de discurrir en paralelo al Universo Marvel tradicional. Sus creadores originales imaginaron un mundo alternativo donde los superhéroes ya no estaban presentes y solo quedaba la guerra con sus consecuencias. Es difícil abstraerse de que nos hallamos ante el más importante entorno compartido del mundo del cómic, por lo que esa independencia poco podía durar. En junio de 1976, fecha de portada, a escasos días de la conclusión de Astonishing Tales (ocurrida en julio del 76), el cíborg Marvel tuvo el habitual encuentro con Spider-Man en su cabecera secundaria, Marvel Team-Up, concretamente en el #46. Para arreglar el desaguisado de dimensiones alternativas y el encuentro entre los dos personajes nos situamos en una suerte de viajes en el tiempo, con Spidey utilizando la máquina propiedad del Dr. Muerte. Tras visitar a Killraven, tocaba parada en el Nueva York de 1993. El Trepamuros se topa de forma súbita con el alter ego de Luther Manning en persona, luchando contra caníbales y mutis. A nuestro héroe le parece una forma de proceder poco adecuada y se produce el enfrentamiento de rigor. Pronto, Spiderman comprende el mundo futurista que le rodea y le tocará de hacer tripas corazón en su alianza con el ente biónico. Nos encontramos ante una historia ideada por Bill Mantlo, por entonces habitual colaborador de Buckler, y dibujada por el prolífico Sal Buscema, con el objetivo básico de marcar las distancias entre el comportamiento heroico tan habitual en el protagonista de MTU y un carácter cínico como el que adorna al Deathlok. Un episodio que deja un cierto sabor a derrota en Spiderman y que apenas afecta al cíborg, en la recta final de su lucha con Ryker.

En abril de 1977 (fecha de portada), volvemos a tener un número unitario para intentar cerrar algunos cabos sueltos sobre el personaje. La cabecera elegida será Marvel Spotlight, número 33 para ser exactos, donde de nuevo observamos en portada el nombre del Demoledor. Habíamos dejado al cíborg partido en dos, una parte robótica y una parte humana clonada. La primera es enviada en un salto entre dimensiones, propiciado por Godwulf, al presente Marvel. Aquí se encontrara con el Exterminador de Demonios en una aventura donde tendremos noticias de secundarios como Ryker, Hellinger o la misma Janice. Parece algo así como un team up pero, ¿quién es este Devil Slayer? Bien, aquí toca explicación debido a que en el mismo cómic hacen un repaso de su vida como si fuera alguien conocido y es su primera aparición en una revista de la Casa de las Ideas. El Marvel Spotlight es obra de David Anthony Kraft y Rich Buckler (además de otros colaboradores al dibujo como Michael Netzer, Arvell Jones y Klaus Janson). Esa dupla creativa trabajó de forma previa en Atlas Entertaiment, la compañía que fundó Martin Goodman e hijo tras su salida forzada de la editorial Marvel. Para atraer talento, los ex-dueños de Timely otorgaban crédito total a los autores por sus creaciones. Allí coincidieron Kraft y Buckler para dar salida a una colección denominada The Demon Hunter (septiembre de 1975), donde su protagonista de corte esotérico batalla contra todo tipo de demonios. La serie duró apenas un número pues Atlas cerró, incapacitada a mantener sus bases de negocio. Por tanto, al ser legítimos poseedores de los derechos, decidieron introducirlo en continuidad Marvel, únicamente cambiando su nombre de pila y apodo, manteniendo todo su trasfondo, un par de años después de su debut. Gran parte del número recae en tramas acerca del Exterminador de Demonios, por lo que a su conclusión, todavía quedaban asuntos pendientes con el Deathlok, al que volvíamos a ver desaparecer en la última viñeta, en un viaje continuo interdimensional.

Deathlok y el Exterminador de Demonios

En ese mismo año 1977, lo tenemos como reclamo en Marvel Two-in-One#26 (recuerden, el cómic donde la Cosa de los 4F hacía equipo con otros héroes Marvel). El adorable Ben Grimm es convocado por Nick Furia y Dum Dum Dugan para que les ayude ante la vuelta del tándem formado por Mentallo y el Arreglador. Estos han conseguido hacerse con una peligrosa arma que resulta ser el temible Deathlok. En esta saga de dos números (#26 y #27) nos encontramos ante un cíborg que ha perdido su humanidad, reducido a una correosa amenaza y poco más. Estaba claro que era un intento de que el personaje no cayera en el olvido, pues había intenciones de que Rich Buckler volviera a coger las riendas de Luther Manning para continuar allí donde se quedó. Desgraciadamente, esto no llegó a ocurrir pues Buckler abandonó la editorial sin poder hacer frente a lo pactado. Durante los últimos años de los setenta, Deathlok se mantuvo unido de forma tangencial a Marvel Two-in-One, en distintos ejemplares que solo han sido reproducidos en parte en este tomo. Se ha hecho algo muy curioso como publicar páginas sueltas de los cómics en los que se tiene en cuenta los intentos de recuperarlo del influjo del Arreglador, hasta su vuelta a funcionar en la legendaria «Saga del Proyecto Pegaso» (Marvel Two-in-One#54). Todos estos episodios son bastante accesorios para el desarrollo del personaje. Hay un artículo muy completo en el tomo, a cargo de Eduardo de Salazar, en la que se nos explica de manera pormenorizada todo su periplo en esta cabecera. Pese al talento de los autores implicados, a saber, Marv Wolfman, Ron Wilson, Mark Gruenwald o John Byrne, no se puede negar que el cíborg Marvel sufre un paso atrás en su consolidación como ente con entidad propia, pues queda reducido a un enemigo de personalidad plana, sin apenas profundidad. Adiós a la complicada dicotomía entre hombre y máquina, pues aquí no queda rastro de ella.

Parecía que a esas alturas no había hueco para antihéroes cibernéticos ya que nadie se acordó de él durante largo tiempo. En 1982 y como historia complementaria en el Marvel Fanfare#4, David Anthony Kraft y Michael Golden nos traen de vuelta al Deathlok primigenio durante su proceso de reprogramación, tras la rebelión de su parte humana. La icónica imagen del personaje crucificado más el profundo intento de los autores en abordar su psique, nos deja una trama breve pero con mucha enjundia. Era obvio que el cíborg Marvel merecía su proceso de redención y atar los cabos sueltos de una vez por todas. Ese hecho lo tendríamos al año siguiente, en una cabecera bastante alejada de su tono original.

Hablamos de su cruce con el Capitán América pues durante una saga dividida en cuatro partes (Captain America #286-289) veremos por fin cumplido un debe demasiado largo ya con el bueno de Luther Manning. Gobiernan los destinos del Abanderado la dupla formada por J.M. DeMatteis y Mike Zeck, que se proponen juntar a los dos supersoldados de dos épocas bien distintas; Steve Rogers, el prototipo de los años cuarenta, frente a Deathlok, la versión del mismo en los noventa. Los autores conectan directamente con lo narrado en Astonishing Tales, por lo que tendremos explicación de lo ocurrido en la Tercera Guerra Mundial, sabremos quién es en realidad Godwulf y veremos cómo se soluciona la separación entre el Manning humano y su versión robótica. Todo bien hilvanado, en un guion impecable, casi sin fisuras, donde de una manera magnífica se conecta a Deathlok con el Universo Marvel para los restos, dejando cerrada cualquier tipo de incógnita. Y además dibujado por un Mike Zeck en estado de gracia, en lo mejor de su desarrollo artístico. Simplemente, fantástico. Un ciclo, que pese a ser material ya publicado, merece su inclusión en esta recopilación pues los acontecimientos narrados en él son fundamentales para el organismo cibernético.

Manning, Rogers y Godwulf afrontan el futuro

Nos encontramos ante un personaje muy minoritario que le ha costado encontrar acomodo en los planes de la editorial, pese a su modernidad y rompedora concepción (no en vano, se considera un precedente de mitos tan conocidos en la cultura popular como Terminator o Robocop). El concepto ha llegado a calar y no solo Luther Manning ha vestido el traje de cíborg. Al final del volumen, tienen un extenso artículo acerca de este menester. Y para aquellos interesados, aquí en Zona Negativa hicimos lo propio, por lo que solo deben pinchar aquí para obtener más información. Este Marvel Limited Edition consta de variadas partes, de las cuales dos son bien meritorias. La primera, la serie original ideada por Buckler y Moench es un compendio de buenas ideas, tratamientos complejos y narrativa experimental, a lo que solo pesa en parte su deslavazado desarrollo. Luego tenemos una zona intermedia, con colaboraciones puntuales, que es un contenido muy accesorio, solo válido para recordarnos la existencia del Demoledor. Por último, la saga en la colección del Capitán América supone el colofón perfecto, arreglando la gran cantidad de cabos sueltos que se habían quedado por el camino, con un aspecto gráfico más que notable. Todo ello conforma una experiencia del todo satisfactoria para todos aquellos que quieran saber cómo se concebía el futuro en los setenta. Rich Buckler tuvo una visión. Y ahora que ya no está, es un buen momento para que todos aquellos que la desconozcan se acerquen a ella. No saldrán defraudados.

  Edición original:.Astonishing Tales #25-28,#30-36, Marvel Team-Up#46, Marvel Spotlight#33, Marvel Two-in-One#26-27,#54, y Captain America#286-289 Edición nacional/ España:.Panini y SD Distribuciones Guión:.Rich Buckler, Doug Moench y otros Dibujo:.Rich Buckler, Mike Zeck y otros Entintado:.V.V.A.A. Color:.V.V.A.A. Formato:. Tomo en tapa dura Precio:. 39,95 euros   Visiones de futuro. No sabemos muy bien…

Deathlok, el Demoledor

Guion - 6
Dibujo - 7.5
Interés - 7

6.8

Valoración Global

Un cómic adelantado a su tiempo. Un antihéroe cibernético dispuesto a todo para lograr su venganza. Así era Deathlok, la gran creación del genial dibujante Rich Buckler

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mespinpe
mespinpe
Lector
6 noviembre, 2017 16:27

A pesar de la nota en guión, la parte escrita por Moench es MUY buena. El primer episodio es brutal y modernísimo para la época, tiene una garra narrativa que cuesta volver a ver hasta Miller. Luego llega Mantlo y la cuesta abajo con bandazos sin rumbo. Todas sus apariciones de invitado son prescindibles, y en mi caso, nunca me terminó de convencer la saga final de DeMatteis, muy blandita y sin la macarrez de las primeras historias.

Si hubiera sido un tomito más económico únicamente con el material de Astonishing Tales, hubiera comprado, por un personaje y unos primeros episodios tan rompedores para la época.

Como curiosidad, lo conocí comprando un par de números sueltos de Vértice, y aunque el primero de ellos contenía su debut, siempre pensé que continuaba de episodios anteriores, al empezar in media res con una persecución que parecía que venía de una trama anterior y su origen muy escueto contado en 4 viñetillas a posteriori.

mespinpe
mespinpe
Lector
En respuesta a  Arturo Porras
7 noviembre, 2017 13:08

Hola Arturo. Gracias por contestar. Interesante lo que cuentas de las entrevistas a Moench y Mantlo.

No criticaba la nota simplemente el comentario era por la gente que se pueda pensar que todos los guiones estén a ese nivel, subrayando que los números de Moench para mí son de 8 tranquilamente (leí por fin la etapa completa hace 3 o 4 años en B.M. y me sorprendió MUY gratamente el nivelón de los 3 o 4 primeros episodios, en serio, una pequeña joya). Y el resto bajan la nota, especialmente sus apariciones de personaje invitado.

El resto es cuestión de gustos. La del Capi no está mal y le da un cierre, pero me hubiera gustado un tono más parecido al original, sin más.

También es una cuestión de gusto personal (y creo que se me entiende) que me encantaría un tomo a color sólo con lo de Buckler, pero también influye el tema económico. 25 euros por dicho material, ni me lo pienso.

Dynamo
Dynamo
Lector
7 noviembre, 2017 14:20

Excelente artículo para hacerse uno idea de un personaje del cual yo en particular no tengo demasiadas referencias. Solo me lo encontré en una ocasión, y veo que está dentro de este tomo. En la época de forum en la colección del Capi. Su portada dibujada por Zeck es de las que más recuerdo de aquella época. Saludos.

Mimico
Lector
7 noviembre, 2017 22:32

Excelente artículo, sr. Porras. De este personaje llegué a tener de crío el primer número de la miniserie de aquella mini de los ’90, la que introducía a Mike Collins como nuevo Deathlok. Creo recordar, si la memoria no me juega un mal trago, que había un artículo en el que explicaban la originalidad del personaje creado en los setenta y su influencia en mitos ochenteros como los que ha descrito: Terminator y Robocop (de este último llegaban a insinuar que era un plagio del propio Deathlok).

Décadas después me reencontré con él cuando lo usó Remender en sus IXF y Aaron se atrevería incuso a incluirlo entre el profesorado en LylP-X. Por lo que le agradezco este texto que rellena toda esa primigenia etapa ignorada por mí hasta la fecha.

PD: ¡Cómo luce Zeck en esas imágenes que ilustran su artículo!

Dynamo
Dynamo
Lector
En respuesta a  Mimico
8 noviembre, 2017 13:03

Nunca un apellido más pequeño dio lugar a un dibujante tan grande!!!!