Zona Manga – La Canción de Apolo, de Osamu Tezuka

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Guión: Osamu Tezuka
Dibujo: Osamu Tezuka
Edición España: ECC Ediciones (2014)
Contiene: Apollo No Uta JAP (Shōnen Gahōsha / Weekly Shōnen King, 1970)
Formato: Tomo rústica de 544 páginas
Precio: 25,00€

 

«Mientras el mundo exista, se sucederán infinitamente los dramas entre hombres, mujeres y aquellos que nacen del fruto de su unión. Hoy no es una excepción, y mañana tampoco…»

Hoy en día tenemos el amor por un concepto universal, un sentimiento extensible a todos los ámbitos de nuestra vida pero especialmente determinante en su acepción romántica vinculada con el afecto, la pasión y el deseo carnal. Esta etérea y espiritual noción, cultivada a lo largo de la historia por todo tipo de autores, se traduce en un conjunto de sensaciones personales que la ciencia explica como una serie de reacciones químicas de nuestro cuerpo favorecidas por la evolución biológica y por diversos condicionantes sociales y culturales propios del ser humano. El amor en nuestro marco geográfico se ha visto influenciado decisivamente por la religión cristiana cuyos virtuosos principios acabarían matizando el amor cortés medieval asumiendo carácter divino aptitudes como la paciencia, la castidad y la contención en las mujeres y el vasallaje y el honor en el hombre. Ese era el camino para alcanzar el ideal del amor dentro del matrimonio contrario a la más dudosa alternativa promovida por juglares y trovadores. Todo esto ha supeditado la manera en la que históricamente hemos entendido, vivido y combatido un concepto tan invasivo y virulento como el amor.

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El amor en la Segunda Guerra Mundial según Osamu Tezuka

En la filosofía oriental el sufrimiento más nocivo viene promovido por el deseo, un impedimento para llegar a la iluminación y la verdadera virtud, un elemento que otorga una personalidad y valores distintos del amor occidental. En Japón el contacto físico entre las personas, incluso cuando hablamos de las más próximas y familiares, está muy limitado, la educación del país prima la independencia y las formas y eso en la actualidad ha alimentado a toda una generación de jóvenes aquejada por el llamado «síndrome del celibato», atrapados en las redes virtuales y reticentes a las relaciones sexuales. Pero todo esto no quiere decir que el amor haya sido una cuestión ausente en su cultura, en las obras de sus escritores y poetas o, por supuesto, en el trabajo de todo tipo de mangakas y autores del cómic japonés. En esta categoría no iba a amilanarse un nombre tan importante como el de Osamu Tezuka, el apodado «dios del manga», siendo el mismo concepto del amor un tema ampliamente tratado en sus mangas y, particularmente, protagonista de la historia que narraría en la presente La canción de Apolo. Este título enclavado en el «período oscuro» o gekiga de Osamu Tezuka se publicó originalmente en 1970 en la revista Weekly Shōnen King de Shōnen Gahōsha y llega ahora a nosotros de la mano de ECC Ediciones.

Estamos hablando de un trabajo seminal en ese giro a su carrera que daría Osamu Tezuka en los años setenta, un momento de ruptura en los que sus inicios en el manga empezarían a dar paso a una nueva personalidad artística, pasando de firmar títulos como Kimba (1950), Astroboy (1952) o La Princesa Caballero (1953) a historias más profundas, arriesgadas y de tono más adulto en la línea de El Libro de los Insectos Humanos (1970), Buda (1972), Black Jack (1973), MW (1976) o Adolf (1983). Pero además, La Canción de Apolo estuvo marcada por la actualidad del momento, una en la cual la educación sexual de los niños era un importante tema de debate en la sociedad japonesa, y también por una mala racha personal de su autor -principalmente por su relación con los ejecutivos y sindicatos de su propio estudio de animación Mushi Pro Shôji– motivando en él una narrativa más lúgubre y pesimista de lo habitual protagonizada por uno de los protagonistas con más sombras de su bibliografía. Esto resultaría, en palabras del propio Osamu Tezuka, en «un manga de juventud» en el que reconoce la decisiva influencia de la corriente gekiga de la época en la que militaban mangakas como Yoshihiro Tatsumi, Takao Saito, Kazuo Umezu o Matsumoto Masahiko que a la postre serían los auténticos padres del manga moderno.

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La pasión puede surgir hasta en la más remota de las islas como nos muestra Osamu Tezuka

En un primer momento Osamu Tezuka no había sido muy partidario de este estilo, hay que ponerse en situación y comprender que este incansable creador, vital para entender la evolución del cómic japonés y el anime, había gestado su reconocimiento con la sencillez de sus propuestas y la calidez de un trazo de evidentes «reminiscencias disneyanas». Pero el genio y carácter de este autor no podrían haber consentido nunca quedarse al margen de esta revolución y pronto veríamos como sus ansias de renovación y experimentación se hacían palpables en sus primeros coquetos con el gekiga. En este punto entra en juego La Canción de Apolo, o El Libro de los Insectos Humanos que vería la luz el mismo año, títulos que hay que interpretar como una primera toma de contacto del mangaka con una nueva realidad. Lo que podríamos considerar como un puente entre su exitoso pasado y el camino que le llevaría a la gloria en la década de los años ochenta pariendo algunas de sus obras más alabadas a nivel internacional. Era un mundo nuevo lleno de posibilidades y el creador de Astroboy, haciendo suyo este espíritu originalmente underground, se atrevería a explorarlo hasta las últimas consecuencias e incluso fundaría en 1966 la revista COM para mediamente una subversiva libertad creativa dar cabida a todo tipo de autores noveles.

La historia de La Canción de Apolo sigue la epopeya de Shogo Chikaishi, un joven de comportamiento violento y tendencia agresiva motivada por una traumática infancia que le ha provocado un visceral rechazo y odio por cualquier tipo de manifestación amorosa o romántica. Su caso acaba siendo evaluado en una consulta psiquiátrica dónde será sometido a técnicas de electroshock e hipnosis que le llevarán a tomar contacto con una entidad divina encarnada por la antigua diosa Atenea. Esta le obligará a vivir una serie de experiencias a través del espacio y el tiempo para descubrir el verdadero significado del amor y poder redimirse de sus crueles actos. Este argumento toma con Osamu Tezuka caminos impredecibles iniciando su andadura con una introducción que presenta una visión alegórica del sexo y la vida a imagen y semejanza de la serie animada francesa de los años ochenta Érase una vez el cuerpo humano. Después de este preámbulo asistimos a un viaje, mitad onírico, mitad real, desde los horrores de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial hasta un remoto futuro en el cual la raza humana se encuentra casi extinguida y suplantada por sus dobles sintéticos como si estuviésemos en una especie de secuela de La invasión de los ladrones de cuerpos, la novela de Jack Finney publicada en 1954 y cuya primera adaptación cinematográfica sería dirigida un par de años después por el estadounidense Don Siegel.

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El futuro de La Canción de Apolo no es el mejor lugar para enamorarse

En La Canción de Apolo tenemos una obra marcada por la violencia y el sexo, paradójico si pensamos que su intención pasa por ofrecernos una mirada al concepto más puro del amor según Osamu Tezuka, una visión nada bucólica aunque sí divinizada y caracterizada y fundamentada por el elemento trágico cuyas raíces parten de los mitos grecolatinos (véase el título de la obra y su interpretación de la leyenda de Apolo y Dafne). La historia está llena de vueltas de tuercas y giros imposibles amparados en el tono fantástico que su autor utiliza para concebir un irregular y contradictorio «revoltijo narrativo intergénero» en el que son capaces de darse la mano el relato bélico, el cómic de aventuras, con pasajes que incluso pueden retrotraernos a La nueva Isla del Tesoro, el primer trabajo del «dios del manga» en el medio en colaboración con Shinichi Sakai, o la ciencia ficción de corte social en la que podrían colisionar la perspectiva humana de Isaac Asimov y el pesimismo político de George Orwell. En este punto, en virtud de los inconfundibles lápices de su autor, también parecen entreverse antecedentes gráficos a Blade Runner, Matrix o incluso Futurama (cuestión no tan extraña si tenemos en cuenta que tanto Osamu Tezuka como Matt Groening han reconocido la influencia de Walt Disney en el desarrollo de su personalidad artística).

Los únicos vehículos conductores comunes que sirven de nexo de unión a esta diversidad de géneros están, por un lado, en su protagonista, un esquizofrénico enfant terrible de psicología tan compleja como sórdida, ambigua y gratuita, y por otro lado, en el discurso filosófico y ficcional sobre el amor expresado en el manga. En términos generales, en La Canción de Apolo de Osamu Tezuka volvemos a tener otro trabajo reseñable de este destacado mangaka aunque fallido por su falta de constancia, por esa irregularidad desconcertante en sus personajes, desdibujados por sus conductas erráticas y torpes. Esto se extiende a una trama en la que tenemos interludios y recursos capaces de enriquecer la lectura por sí mismos pero confusos al dar finalmente la sensación de navegar sobre dos aguas opuestas buscando ofrecernos una obra madura y llena de ideas pero expresada con excesivos quiebros oportunistas e incoherentes. El nombre de genios como Osamu Tezuka suele ser suficiente para validar el interés de sus obras pero también hemos de ser conscientes que todo autor, incluso aunque sean padres, reyes o dioses en lo que mejor saben hacer, tienen altibajos en sus carreras como el más humano de los artistas. En La Canción de Apolo no tenemos una obra maestra pero sí una buena historia, arriesgada y valiente, a la que hay que valorar en su contexto y como parte del eslabón perdido del que surgiría la otra cara del que para muchos sigue siendo y será el mejor mangaka de todos los tiempos.

  Guión: Osamu Tezuka Dibujo: Osamu Tezuka Edición España: ECC Ediciones (2014) Contiene: Apollo No Uta JAP (Shōnen Gahōsha / Weekly Shōnen King, 1970) Formato: Tomo rústica de 544 páginas Precio: 25,00€   "Mientras el mundo exista, se sucederán infinitamente los dramas entre hombres, mujeres y aquellos que nacen del…

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Argumento y guión: - 70%
Dibujo: - 70%
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Docz
Docz
Lector
11 julio, 2014 11:32

No he leído este cómic, pero la premisa parece una vuelta de tuerca de Cuento de Navidad

Aruso
Aruso
Lector
11 julio, 2014 13:19

Llevo tiempo detras del Libro de los insectos humanos y al final me he terminado pillando este primero. Muy recomendable, a ver si ECC se anima a traernos mas material del Dios del Manga

Mathieu
Mathieu
Lector
11 julio, 2014 15:11

Y cuales considerarías sus obras maestras Jordi?

Porque, aunque reconozco que «Adolf» fue una de las obras que me engancharon de sobremanera a los cómics, su final me pareció pecar de exceso. Y ya si hablamos de MW, me parece un despropósito de exceso y ingenuidad entre otras cosas. Yo eso de Dios del manga lo veo desproporcionado. Eso si, un currante, a cantidad no le gana nadie.

Me despierta interés obras como Buda y Fénix pero el precio de todo el montante de este último… algún día caerá.

batlander
batlander
Lector
11 julio, 2014 16:38

Pues a mi esta obra me ha gustado mas que la de Los Insectos Humanos. Me parece mas «Tezukiana» (por asi decirlo) y entretenida. Aunque entiendo que en occidente se pueda valorar mas la otra.