Los 90 nos dejaron varios momentos importantes dentro de la cultura Pop, siendo uno de ellos la encarnizada guerra entre SEGA y Nintendo. Nunca he ocultado mi cariño hacia la compañía del erizo azul, en detrimento de la del fontanero italiano que nunca fue santo de mi devoción. 1991 fue un año muy importante para el mundo de los videojuegos: vio la luz Sonic the Hedgehog, un título supondría un antes y un después dentro de las consolas. Pese a que desde mediados de los 80 había accedido al fascinante mundo videojueguil, en todo tipo de plataformas, no fue hasta las navidades de 1991 que tuve mi primera videoconsola, y por circunstancias de la vida, justo hasta ese momento solía venir como juego de regalo en la mítica, querida y añorada Mega Drive el título Altered Beast, que ya lo conocía, y no estaba mal, pero tuve la fortuna de recibir una de las primeras remesas que llegaron a España (si no, la primera) de la consola de SEGA con el Sonic incluido. Fue amor a primera vista, y sin duda, suponía, a todos los efectos, una revolución de cómo tenía que ser un videojuego. En esta guerra, Nintendo no solo dominaba las 8 bits (con la NES aparecida en 1983), sino que también tenía a Mario como buque insignia de la compañía. El contraataque de SEGA fue doble, primero apostando por un sistema de 16 bits (1988), y segundo, encontrando por fin una mascota que luchara de tú a tú con Mario, ya que, pese a ser no ser un mal personaje, el anterior intento con Alex Kidd no cuajó del todo. El resto es historia, y casi 3 décadas después nos han dejado infinidad de videojuegos, series de televisión, cómics (con una de las series más longevas que ha habido en las últimas décadas), y una película, que es la que nos tiene hoy aquí reunidos, con Sonic de protagonista.
No solo se enfrentaba Sonic a un terrible pasado, sino que, en realidad, su mayor enemigo era él mismo; o mejor dicho, su diseño inicial, siendo éste un auténtico esperpento. Cuando se filtraron las primeras imágenes hubo unanimidad en señalar que con ese diseño el desastre en la taquilla sería épico. Así pues, y ahí les dejo a ustedes en si compran o no “la teoría de la conspiración” que dice que todo fue un truco de marketing; el estudio decidió posponer el estreno para arreglar los problemas del nefasto diseño que fue pasto de burlas y memes. Meses más tarde, y en sociedad, se presentó el nuevo diseño, que ahora sí, contó con el beneplácito del público.
Con todo este contexto, y pese al cariño profundo que le guardo a Sonic, fui al cine con miedo, bastante miedo. Me esperaba lo peor, y afortunadamente no fue así.
Con un guion y una dirección que cumplen de forma justita; es decir, ni hay estridencias ni locuras (algo propio en este tipo de adaptaciones), se apuesta por lo seguro y lo genérico en una historia que se centra de forma clara y transparente en la amistad, la familia, la soledad y el sentido de pertenencia a un lugar o comunidad. Esta cinta la hemos visto infinidad de veces, pero funciona. La falta de riesgo es al mismo tiempo su mayor virtud y su mayor defecto. Es una película razonablemente amena porque se sustenta en dos grandes pilares: el excelente nuevo diseño de Sonic, y Jim Carrey. En cierto modo, esta película es una vuelta a los 90 porque nos trae a nuestra época dos grandes iconos de esa década, y que precisamente alcanzaron la fama casi a la par. Esto es así porque vuelve, si bien no el mejor, el Jim Carrey más popular. Aquellos fans de La Máscara (1994) o de Ace Ventura (1994), tendrán aquí una oportunidad de oro para volver a ver al Carrey más histriónico y desatado en mucho, mucho tiempo. Da la sensación que el intérprete canadiense, que ha sufrido varios baches personales, se ha divertido dando rienda suelta a su peculiar talento.
Como buen icono Pop que es Sonic, su película tiene gran cantidad de referencias culturales, muchas de ellas asociadas a la velocidad como, por ejemplo: Sonic lee cómics de Flash; ve la película Speed (cinta de acción clásica de los 90); o tiene un par de escenas que directamente homenajean al Quicksilver cinematográfico. Son pequeños guiños que enriquecen un relato que de por sí no es especialmente rico.
La película arranca y acaba con referencias directas a los videojuegos. Desde la intro de Paramount rodeada de anillos (efectos de sonido incluidos) con la música de Green Hill Zone, es decir, el primer nivel de Sonic de la historia, de fondo y orquestado; pasando por la intro de SEGA al más puro estilo Marvel con imágenes de los títulos que han hecho grande a la compañía nipona, hasta los títulos de crédito finales que vienen a ser un resumen de la película en 16 bits (para un servidor, tanto el arranque como el final, son una auténtica joya). También casi al final de la cinta podemos escuchar una versión lenta del tema de Green Hill Zone, que da pie a que su compositor, Masato Nakamura, aparezca acreditado en la película; Nakamura creó una de las mejores bandas sonoras jamás hechas para un videojuego. Y hablando de créditos, la cinta contiene una escena post créditos que da pie a una segunda entrega. A diferencia de la película de Mario, la gran acogida en la taquilla (contra todo pronóstico) del filme de Sonic apunta a que dicha escena no será en vano, y que, tarde o temprano, tendremos en nuestras pantallas una nueva aventura del erizo azul, y es que esta película es muy superior, a todos los niveles, a la protagonizada por Mario y Luigi hace casi 3 décadas. Asimismo, el primer fin de semana tuvo el mejor arranque de una adaptación de videojuegos de la historia en la taquilla estadounidense desbancando a Pokémon: Detective Pikachu (2019), que hasta ahora ostentaba dicho récord. Otro icono de Nintendo al que Sonic pasaba por encima.
Me gustaría acabar por el principio, puesto que la película arranca siendo animación 3D íntegra, y en eso escasos minutos que podemos ver el auténtico Green Hill me da pie a pensar sobre ¿cómo hubiera sido una película de animación de Sonic? Pese a que la interacción de Sonic con la imagen real está conseguida, la riqueza visual de su mundo no es aprovechada al estar ambientada la historia en nuestro planeta. Tal vez, además de seguir con la imagen real, deberían de producir algún filme 100% de animación de forma paralela.
Espero que pasen un rato divertido con esta película que no mata, que se olvida pronto, pero que no hace sufrir al espectador como sí han hecho muchas otras adaptaciones de videojuegos. Los más pequeños de la casa, y los fans de Sonic y de Jim Carrey, probablemente sean los que más disfruten de esta cinta que triunfó pese a tenerlo todo en contra.
Stage Clear
Dirección - 5
Guion - 5
Reparto - 7
Apartado visual - 7
Banda sonora - 6
6
Sonic no corre tan rápido en la gran pantalla como lo lleva haciendo desde hace décadas en nuestros televisores, pero sí lo suficiente como para al final ser capaz de sortear todos los obstáculos, ofreciéndonos una película muy por encima de la media con respecto a las adaptaciones de videojuegos, algo que, a priori, no es que sea muy difícil de lograr. Además, vuelve el Jim Carrey más icónico de los 90, y eso siempre es noticia.
El cine es el único medio en el que Sonic ha derrotado a Mario, y lo hace con una película normalita. 😀
Iré a verla si tengo tiempo este mes.
¡Hombre, Jose Maria! No solo en el cine ha superado (y por goleada) Sonic a Mario. En el mundo del cómic, el peso editorial del erizo azul es infinitamente mayor que el del fontanero italiano. Y sobre videojuegos ya ni te digo…
Por favor….
Jajaja, a mí también me gustaba mas.