Siguiendo la pista de Lobezno (años noventa, la furia interior)

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Continuamos con nuestro repaso por la trayectoria del canadiense más famoso con permiso de Jim Carrey, haciendo un alto en la -infame para unos, reivindicable para otros- década de los noventa. Si en los setenta lo vimos nacer y los ochenta lo consagraron como personaje, la década de los brokers de Wall Street, la especulación bursátil y la chulería pasada de rosca de la generación MTv lo elevaron a la categoría de franquicia superventas y principal buque insignia de los X-Men.

En los noventa, había básicamente tres cosas que vendían en Marvel: Spider-Man, los X-Men y los tíos duros de carácter difícil que disparan / rajan primero, y te preguntan cual es la estación del metro después (y llevaban barba de dos días, habano en la boca y chaqueta de cuero todavía mejor). Lobezno no disparaba telarañas por la muñeca, pero proyectaba unas garras que cortaban que lo flipas, por lo que no tardó en aparecer por todas partes, desde portadas molonas hasta infinidad de team ups propios y ajenos, pasando por camisetas, chapas y series de televisión.

Lobezno era lo que vendía, en una década en la que el público acudía en masa para ver la nueva película de Schwarzenneger, Stallone o Jean Claude Van Damme, y en el que las poses chulescas de la generación Image convirtieron las tiendas de cómics en lugares en los que jugar a la bolsa, pujando alto por tebeos que luego vender por cifras millonarias con el paso e los años. Los noventa fue también la década en la que Chris Claremont perdió el control creativo sobre Lobezno. Ya había dejado su serie en solitario en manos de otros equipos creativos, pero con el posicionamiento de Bob Harras como nuevo jefazo de la facción mutante, Claremont no tuvo más remedio que abdicar, dejando la serie en manos de Harras y sus lacayos.

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Los noventa fue una década de sobre-explotación y sobre-exposición, en la que la trayectoria del personaje se vio plagada por one shots, mini-series, team-ups, y un pluriempleo que ha durado hasta la actualidad. Tras la sucesión de equipos creativos con historias cortas de finales de los ochenta, el personaje tuvo a un nuevo timonel con la llegada de Larry Hama a la colección. Pero en general, el personaje ya no era del guionista sino de la editorial. Harras era el que cortaba y mandaba, mientras el destino de los personajes se decidían a golpe de evento, y los guionistas eran unos escribas a los que se podía sustituir por el becario en cuanto te salías demasiado del cerco. Aun así, la década dejó un gran impacto en el personaje hasta el punto de que es imposible entender al personaje sin todo lo que se hizo con él durante los noventa, ni a los noventa sin Lobezno y toda esa pléyade de personajes que querían seguir sus pasos.



  1. En busca del guionista perdido: Cuando Harras convenció a Claremont que dejara la serie de Lobezno en manos de otro escritor, la serie pasó por manos de varios guionistas que se limitaron a firmar sagas cortas con un estilo aventurero similar al empleado por el patriarca mutante. Lobezno viajaba de un lugar exótico a otro, con sus figurantes de la etapa de Madripoor a cuestas. Archie Goodwin y John Byrne lo llevaron a Tierra Verde para echarle un cable a la superheroína La Bandera frente a las maquinaciones del decrépito del científico nazi Geist, con la Hermana Salvación de por medio. Después llegaría John Duffy, responsable de dar el primer origen concreto a Lobezno, con un relato a medio camino entre Jack London y El Libro de la Selva. A pesar de no encajar del todo con posteriores adiciones, aquella historia sirvió para definir la etapa de la juventud de Lobezno en la que este vivió en las montañas del Canadá junto a los lobos. Tras aquella historia, Duffy solo escribió un número autoconclusivo más y la saga del Proyecto Lázaro, dejando la serie libre para la entrada del nuevo equipo creativo que se encargaría del personaje durante la mayor parte de los noventa.
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  3. La llegada de Larry Hama: Tras hacerle la cama a Marc Silvestri para colocar a Jim Lee como nuevo dibujante de la Patrulla-X, Bob Harras encontró el destino perfecto para el dibujante de Florida en la colección de Lobezno. Sin guionista fijo desde la marcha de Claremont, el editor encontró a la persona perfecta en el dibujante reconvertido en artista completo Larry Hama. Ídolo y fuente de inspiración de la generación Image, Hama venía de probar su valía en el cómic de acción con su imprescindible etapa en G.I. Joe, y eso fue precisamente lo que nos trajo con su desembarco en la serie junto a Silvestri. Tras un enfrentamiento contra la yakuza que venía a ser algo así como una versión espídica de Honor, el dúo se marcaría la saga que mejor define su etapa con una no-historia de acción sin descanso en la que Lobezno se correteaba media Nueva York (y parte del extranjero) partiéndose la cara con Dientes de Sable, Dama Mortal, Hemorragia, los Morlocks y todo el que se cruzara en su camino. Con Júbilo como sidekick y Tormenta y Forja por allí, esos trece vertiginosos números les servirían a Hama y Silvestri para introducir las conexiones del pasado de Lobezno con la Guerra Civil española es introducir a personajes como Albert y Elsie Dee, el Cazador en la Oscuridad o Emmy Doolin. Durante este primer bloque de su etapa, Hama introdujo elementos que aprovecharía más adelante, pero -antes- sería necesario hablar de la saga que marco un antes y un después en la historia del personaje.
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  5. Arma X: A pesar de que Claremont y los guionistas ya habían insinuado varios detalles en torno al pasado de Lobezno, la mayoría continuaba siendo un misterio. ¿Quién es Lobezno? ¿De dónde viene? ¿Cual es el origen del adamantium que recubre sus huesos? Para responder a esta pregunta, Barry Windsor Smith usó la cabecera Marvel Comics Presents para escribir y dibujar un relato de horror y degradación humana que solo habría sido posible en aquella época. A medio camino entre el Frankenstein de Mary Shelly y El Mensajero del Miedo, Arma-X se alejaba por completo del cómic de superhéroes para narrarnos paso a paso como el cuerpo de un individuo anónimo se convertía en el lienzo profanado por un grupo de científicos con más interés en el éxito de sus propios experimentos que en todas las leyes morales, éticas y de mera decencia que iban a violar en el camino. Lóbrega, angustiosa, claustrofóbica… los porosos lápices de Windsor Smith unidos a los cuadros de texto salpicados a través de las planchas como gotas de anestésico deslizándose a través de los viales envolvieron a este macabro juego de espejos a medio camino entre el fantasma de la Guerra Fría y la denuncia a los excesos de la ciencia. Jugando con el cuerpo, la mente y los pilares de su mismo ser… tras Arma-X todo el trasfondo aventurero de Lobezno se convirtió en irrelevante, y los terribles experimentos a lo que fue sometido durante su enigmático pasado la gran estrella en la que se centraron los relatos que vendrían. Con una suerte de reverso siniestro de Xavier como principal antagonista y una suerte de sosias de John Byrne y otra chica como ayudantes, Arma X fue además la historia en la que comenzó a introducirse la idea de una mano en la sombra (aunque esto ya estaba en las calamidades sufridas a manos de Dientes de Sable a lo largo de su vida) y las continuas alteraciones de la percepción de la mente del canadiense. Cambiando drásticamente el destino del personaje, Arma X se convirtió en una de las historias más importantes de la bibliografía de Lobezno, y aquella que -para bien y para mal- cambió drásticamente el devenir del personaje.
  6. Enredando la Madeja: Arma-X gustó tanto que a partir de entonces todos los guionistas comenzaron a escribir historias del mismo estilo. El primero de ellos fue Jim Lee con la introducción del Equipo-X en un arco de X-Men centrado en el pasado de Lobezno como agente de la CIA en los setenta. Formado por el canadiense, Dientes de Sable y Maverick, aquel flashback pretérito le serviría además para introducir a un nuevo villano que aspiraba a convertirse en la nueva gran némesis del personaje: Rojo Omega. Ruso chungo al que bien podría haber dado vida el Dolph Lundgren de Soldado Universal de dejarse melena heavy, Arkady Rossovich fue presentado como un supersoldado ruso creado mediante un proceso similar al que le dio a Lobezno su esqueleto de adamntium. Con una piel blanca como la nieve, unos letales tentáculos de carbonadium y el poder de liberar unas letales exoesporas, Rojo Omega fue la primera adición al complejo entramado del período de Lobezno como agente secreto, a lo que después se sumarían otros como John Wraith, Mastodonte, los letales robots SHIVA, el telépata Aldo Ferro y un largo etcétera. Creación de Larry Hama junto Marc Silvestri primero y Mark Texeira después, el timonel de la serie regular de Lobezno fue el responsable de los implantes de memoria, de insinuar que nada de lo que conocíamos del personaje era cierto y -en definitiva- de la idea que no era que los lectores conociéramos el pasado de Lobezno, sino que ni siquiera él era consciente de su vida anterior a Arma-X. Conectando un punto tras otro mientras enredaba a personajes como Mística, Garrison Kane, Masacre o Sluggo a través de diferentes colecciones y cabeceras, Hama incluso se atrevió a recuperar a la llorada Zorra Plateada como agente de HYDRA, en uno de los requiebros argumentales más disparatados de la historia del personaje. Por suerte para ellos, Hama y compañía supieron parar a tiempo antes de que toda aquella enrevesada trama de lavados de cerebro, recuerdos falsos y lagunas de memoria se complicase demasiado pero desde entonces la amnesia del canadiense se convirtió en uno de sus rasgos característicos mientras que la mitología en torno al Equipo X, Arma-X y su encuentro con James Hudson y Heather McNeil en los salvajes bosques del Canadá no dejaba de crecer.
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  8. Adios Japón, adios: Como hemos dicho más arriba, en cuanto Marvel comenzó a ver el filón en las tramas de Arma-X, los lazos de Lobezno con el país del sol naciente comenzaron a estorbar más que a ser de utilidad. Durante los primeros años de la década, ambas tramas se habían compaginado bien gracias a la introducción del líder de La Mano Matsu’o Tsurayaba durante la etapa de Chris Claremont y Jim Lee, pero tras varios años en los que este implacable hombre de negocios con pelo a lo Lobezno había estado enredado en tramas como la transformación de Mariposa Mental en Lady Mandarín o la resurrección de Rojo Omega, pensaron que era un buen momento para darle carpetazo a la historia, acordándose de que al canadiense todavía le quedaba un antiguo amor por allí. Asumiendo su rol como líder del Clan Yashida frente a los principales jefes de la Yakuza, Mariko Yashida se convirtió en el principal objetivo de T’Surayaba en una trama que implicaba a Yukio, Fuego Solar, el Samurai de Plata, los Cosechadores y unos Gambito y Júbilo que viajaron a Japón con Lobezno. Ninguno de ellos pudo impedir que Mariko fuera mortalmente envenenada como consecuencia de una disparatada secuencia de acontecimientos, rematando la faena con un emotivo final en el que Lobezno y ella se fundieron en un abrazo durante el cual Lobezno le atravesó el pecho con sus garras para evitar que su sufrimiento se prolongara. Pese a la irregularidad del resto de la saga, aquella escena caló hondo entre los aficionados, convirtiéndose en una de las más icónicas del personaje, mientras este se cobraba una siniestra venganza contra Matsuo: Cada año, Lobezno viajaría a Japón en la fecha del aniversario de Mariko. Cada año, Lobezno buscaría a Matsuo para amputarle una parte de su cuerpo en recordatorio de lo que le había arrebatado. No importaba dónde se hubiera escondido, cuantos guardias tuviera para protegerlo o las medidas que tomara para evitarlo. El canadiense siempre estaría ahí, y se encargaría de cobrarse su cuota de sangre.
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  10. Peter David: Cuando hemos hablado de los guionistas que se encargaron de la colección entre Claremont y Hama probablemente hayáis echado en falta que mencionásemos al responsable de El Caso de la Piedra Gehena. Pero es que más allá de firmar uno o dos arcos en la cabecera y marcharse como hicieron Archie Goodwin y Jo Duffy, David fue algo así como el «guionista en la sombra«. Siempre dispuesto para arrimar el hombro con un fill in cuando el guionista regular de la cabecera no llegaba a tiempo, David no solo firmó la famosa saga en la que el canadiense emulaba a Indiana Jones en la búsqueda de un misterioso objeto místico que le enfrentaría cara a cara contra un festival de vampiros y demonios, sino que además realizó varios números autoconclusivos en los que Lobezno luchaba contra guerrilleros, asesinas o monstruos marinos. El guionista incluso volvería a repetir con una saga dentro de Marvel Comics Presents junto al mismísimo Sam Kieth, en la que presentaría a uno de los más retorcidos y despiadados enemigos de Lobezno: Cyber. Continuando con la tradición de los villanos con equipamiento cibernético, esta suerte de sargento chusquero embutido en una coraza de adamantium con uñas retráctiles emisoras de toxinas fue uno de los pocos capaces de meterle el miedo en el cuerpo al canadiense pese a no ser más que una reiteración en las bases de Dientes de Sable. Recopilado en el tomo Sediento de Sangre, ni siquiera la buena acogida de estas historias entre los aficionados consiguieron que la editorial le diera más oportunidades para poner sus manos sobre el canadiense más allá de un intrascendente cómic firmado en colaboración con Adena WWF con Lobezno, Namor, Shanna, Ka-Zar y Zabú como protagonistas. No encajando con el perfil de equipo creativo hot que la editorial de Bob Harras buscaba por aquel entonces, David acabaría poniendo rumbo hasta pastos más verde, no teniendo la oportunidad de volver a guionizar una cabecera del personaje hasta 18 años más tarde, supliendo a Fred Van Lente en los últimos números de Lobezno Primera Clase. Resulta triste pensar que este es todo el bagaje de historias de Lobezno firmadas por el responsable de la Piedra Gehena, cuando un bis a bis entre el guionista de X-Factor y Alan Davis tendría todas las papeletas para dejar una etapa cuando menos disfrutable. Con suerte todavía no sea demasiado tarde, y acabemos disfrutando del ingenio del guionista en una cabecera de Lobezno por una temporada suficientemente larga para dejarle hacer su magia y recuperar esa faceta aventurera que los noventa se esforzaron en desterrar.
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  12. Atracciones Fatales: Cuentan que durante una reunión editorial para perfilar el nuevo evento de la línea mutante, Peter David estaba tan hastiado de las continuas intromisiones para X-Factor que -cuando los presentes comenzaron a discutir respecto a que hacer con el canadiense- este respondió con un «¡Por qué no le quitamos el maldito adamantium!». David no tardó en dejar la franquicia mutante, pero comentario dicho con sorna fue suficiente para que los engranajes de la cabeza de Bob Harras comenzaran a hacer su trabajo, dando como resultado el momento cumbre de esta saga en la que los X-Men se enfrentaban a Magneto y sus Acólitos en la estación orbital creada por el amo del magnetismo. De vuelta de entre los muertos, Magneto se levantó con un día complicado y no le dio por otra cosa que usar sus poderes magnéticos para arrancarle el adamantium de los huesos a Lobezno. A punto de matarlo, el líder de la Hermandad de Mutantes forzaría a Xavier a usar sus poderes mentales para lobotomizarlo, dando lugar a los acontecimientos que prepararían el terreno para la saga Onslaught. Pero en lo que respecta a Lobezno, aquel incidente daría lugar a un largo período de convalecencia en el que tuvo que lidiar con la pérdida del adamantium mientras se enfrentaba a sus peores enemigos. Dama Mortal, Hemorragia, Masacre, Cyber, el Cazador en la Oscuridad, Albert y Elsie Dee… Hama incluso recuperaría a Ogun de entre los muertos por medio de una forma espectral que comenzó a atormentar a Lobezno a lo largo de su etapa. Sin embargo, lo más destacable de esta etapa fue el debut de Adam Kubert como dibujante de la colección, dontándola de un deslumbrante poderío gráfico capaz de dejarnos boquiabiertos con secuencias como el enfrentamiento entre Lobezno y Dama Mortal en la casa de los Hudson. Una de las principales aportaciones de esta época fue descubrir que las garras no fueron implantadas por Arma-X, sino que el canadiense ya tenía garras retráctiles de hueso antes de que fuera víctima del macabro experimento de Arma-X. Polémica adición en su momento, no dejaba de tener cierto sentido si tenemos en cuenta el hallazgo de las garras en la saga de Barry Windsor Smith fue algo casual, y que los científicos nunca tuvieron previsto
  13. Durmiendo con su enemigo: A mediados de los noventa, Dientes de Sable fue atrapado por la Patrulla-X e internado en la mansión para someterlo a una terapia con la que docilizar sus instintos asesinos. Sobra decir que a Lobezno lo de tener a su peor enemigo bajo su mismo techo no le hacía demasiada gracia, por lo que fue uno de los primeros en oponerse a esta decisión. Esto generó una calma tensa al más puro estilo del Silencio de los Corderos, en el que varios miembros de los X-Men se vieron afectados por la presencia del psicópata mutante en el centro. Aquella situación persistió hasta que -en una noche en la que se había quedado solo al frente de la seguridad del Instituto- Logan decidió que ya había contenido sus sentimientos durante demasiado tiempo, y se presentó en la celda de Dientes de Sable para ajustar cuentas de una vez por todas. Logan y Creed se enfrentaron en un encarnizado duelo ilustrado por Kubert, cuyo resultado fue una inolvidable secuencia en la que Lobezno lobotomizaba a Dientes de Sable clavándole una de sus garras en el cerebro. Durante los siguientes meses, Creed permaneció en el centro con un estado dócil, inofensivo y sin recordar nada de su vida anterior. Todos lo tenían como la víctima de su eterna rivalidad con Lobezno, pero el canadiense todavía no se fiaba de que hubiera rematado el trabajo definitivamente (y con razón).
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  15. La Era de Apocalipsis: El viaje al pasado de Legión con la intención de matar a Magneto y recuperar el amor de su padre dio lugar a una siniestra nueva realidad cuando acabó con la vida de Xavier en lugar de con el amo del magnetismo. En esta nueva realidad no hubo Patrulla-X que pudiera detener la ascensión de Apocalipsis, y este se proclamó como dueño y señor de medio mundo. En esta nueva realidad, Lobezno respondía únicamente al nombre de Arma-X y trabajaba junto a los X-Men, teniendo como rasgo característico la pérdida de una mano durante un enfrentamiento contra el Prelado Scott Summers. Quizás, si no le hubieran puesto un tapón en su lugar le hubiera vuelto a crecer, pero como optaron por esta cubierta metálica, el personaje lucía un elegante muñón en el que también tenía garras. En esta realidad, Lobezno y Jean Grey mantenían una tórrida relación, jugando un papel de suma importancia cuando -tras la caída de Apocalipsis- ocupo su lugar como motor de la evolución. Pero eso, fue mucho después de su presentación en el calor de los 90, por medio de la saga superventas de Bob Harras.
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  17. Landau, Luckman and Lake: Durante los noventa, las tramas relacionadas con asuntos extradimensionales continuaron ligadas el personaje a través de esta organización introducida por Chris Claremont como una compañía de indias norteamericana relacionada con actividades clandestinas en el sudeste asiático. Ofreciéndole sus servicios a Lobezno durante sus muchos años operando en la zona, Landau, Luckman y Lake fue reinventada por Hama como una compañía de origen incierto que operaba entre galaxias y dimensiones, usando a la firma de abogados como tapadera desde la que llevar a cabo operaciones de espionaje interdimensional en nuestro planeta. Lobezno vivió varias aventuras con esta organización, tanto de la mano de Hama como en historias a cargo de otros guionistas como La Senda del Guerrero de Howard Mackie y John Paul Leon. Sin embargo, fue Joe Kelly quien de verdad le sacó provecho al grupo y sus misteriosos agentes durante su etapa en Masacre, no volviéndose a saber de ellos desde entonces.
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  19. Los Jinetes Oscuros: Todavía sin adamantium, Lobezno comenzó a notar como su cuerpo comenzaba a cambiar y cada vez tenía más dificultades para controlar su «furia interior». Con un lobotomizado Dientes de Sable todavía pululando por el instituto y sus compañeros preocupados por su actitud cada vez más irascible, el canadiense asumía al novato Bala de Cañón como nuevo pupilo, desarrollando una relación ala Buddy Movie mientras una siniestra conspiración se labraba alrededor de su persona. Hijo de Cable y figura clave dentro del tráfico metahumano internacional, Génesis y sus Jinetes Oscuros tenían la intención de devolverle a Lobezno el adamantium para usarlo como recipiente para resucitar a Apocalipsis. Concluyendo en un vertiginoso enfrentamiento entre Lobezno y Bala de Cañón contra los herederos de Aquel Que no Muere en Egipto, esta fue una etapa durante la que Hama se dedicó a dar carpetazo a tramas que habían estado dando vueltas entre colecciones, aunque fuera de forma tan triste como la masacre indiscriminada que realizó contra todo el entramado de Madripoor. Cyber moría a manos de los Jinetes para que estos pudieran usar el adamantium de su armadura, y Lobezno mataba a Génesis y sus secuaces antes de pudieran llevar a cabo sus objetivos. Durante esta época, Hama introduciría a villanos tan extravagantes como Quimera o Pañuelo de Mocos. No preguntéis demasiado.
  20. Elektra Natchios: Con la perdida del adamantium, la mutación de Lobezno pudo continuar su curso sin la influencia del nocivo metal y sus dañinos efectos sobre su factor curativo. Los ataques de furia del canadiense cada vez eran más difíciles de controlar y su cuerpo se convertía en una suerte de grotesca alimaña peluda que hacía que Dientes de Sable pareciera normal. En busca de ayuda para calmar sus demonios interiores, Lobezno acudió a la asesina Elektra Natchios, personaje creado por Frank Miller a quien Hama devolvió a la vida por los poderes concedidos por Marvel a pesar de que su creador la matase bien muerta. Aprovechando los vínculos del canadiense con oriente, Hama desarrolló la relación entre Elektra y Lobezno hasta el punto de que la editorial aprovecho su química para darles una hija a medias. Durante esta etapa, Hama volvió a reforzar los lazos del personaje con Japón con multitud de ninjas y los regresos de Dama Mortal y Ogun. Después, al guionista de la etapa más longeva de la colección del garras solo le quedó firmar un cruce con el crossover Operación Tolerancia Cero para poner fin a su etapa con el personaje en 1997. Tras un festival de Centinelas en el que -tras recuperar su autocontrol y aspecto normal- Lobezno se veía obligado a emplearse a fondo para salvar a sus compañeros, Hama volvía a dejar huérfana a la colección en busca de un nuevo arquitecto que definiera el rumbo del personaje.
  21. De mano en mano: Tras la marcha de Hama, Lobezno volvió a alternar una sucesión de arcos argumentales cortos a manos de varios equipos creativos sin rumbo ni dirección definidos. Claro que esto no evito que todos y cada uno de ellos trataran de dejar su huella con historias que iban desde lo trivial pero entretenido, hasta lo rocambolesco e inverosímil. El primero en subirse al carro fue Warren Ellis y su Todavía Vivo, una historia sin demasiadas pretensiones en la que el canadiense se enfrentaba a un viejo aliado que respondía al alias de El Fantasma Blanco (un asesino escocés con el aspecto de Sean Connery en Los Últimos Días del Edén). Tras Ellis llegó el desmadre con el regreso de Claremont con la infame boda entre Lobezno y Víbora en Madripoor, y -después- la vilipendiada etapa de Erik Larssen con un team up nonstop en la que Lobezno se veía enredado en una complicada trama cósmica después de ser poseído por una alienígena a la fuga. Después de aquella saga de presentación, Larssen se limitó a escribir varias tramas cortas en las que el canadiense formaba equipo con viejos conocidos como Cable, Jubilo, Alpha Flight, la Viuda Negra o -el fetiche favorito del guionista- Nova. Enfrentándose a enemigos que iban desde Donald Pierce a IMA, pasando por el Líder o Galactus, la etapa de Larssen discurrió con más pena que gloria, mientras gente como Tom DeFalco o Dezago aportaban su granito de arena mediante un one shot en el que el Lobezno volvía a formar equipo con el Capitán América o una saga corta en la que Lobezno volvía al Canadá para enfrentarse a Wendigo. Sin embargo, todo aquello daba igual dado que los verdaderos planes de la editorial con Lobezno ya no estaban en la serie individual del personaje, sino en la macrosaga de los X-Men con la que Alan Davis se disponía a cerrar su etapa.
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  23. Muerte: Uno de los principales hallazgos de la etapa en la que Lobezno concatenó varios equipos creativos sin demasiada repercusión en su devenir como personaje fue el virulento estilo visual de Leinil Francis Yu y su manejo con la acción sucia y vertiginosa que tan bien le sentaba al personaje. Yu fue el responsable de ilustrar la saga conmemorativa en la que se profundizaba en el impactante acontecimiento que tuvo lugar en la serie de los X-Men: ¡La muerte de Lobezno! Durante una misión junto al resto de sus compañeros en la miniserie Astonishing X-Men, el canadiense perdía la vida frente al enigmático nuevo Jinete Muerte. Pero si este acontecimiento no era lo suficientemente relevante, la verdadera sorpresa llegó cuando -durante la autopsia- la Patrulla-X descubrió que aquel Lobezno era un Skrull y que el misteriosos Jinete de Apocalipsis no era otro que el verdadero Lobezno. Abducido por los partidarios de Apocalipsis durante una misión en espacio Skrull, el canadiense había sido suplantado dentro del grupo, mientras que él era sometido a un intenso proceso de condicionamiento mental para convertirlo en el nuevo brazo ejecutor de aquel que no muere. De nuevo con el adamantium en sus huesos por cortesía del villano y sus esbirros, Lobezno se convirtió en una pieza fundamental dentro de la trama de Los Doce y los planes de Apocalipsis para consumar su transformación en una entidad celestial. Sin embargo, la larga experiencia del canadiense con los procesos de condicionamiento neural permitieron que este superase su programación y volviese con sus compañeros a tiempo para derrotar a Apocalipsis.
  24. De vuelta al juego: Los últimos años de Lobezno durante la década de Lobezno fueron un regreso a los orígenes en el que -aprovechando el relanzamiento de la línea editorial con Revolution– pretendía recuperar su faceta aventurera sin más pretensiones que ofrecer acción trepidante de acuerdo a los gustos de finales de siglo. El nuevo responsable de su cabecera en solitario fue el dibujante Steven Skroce quien -apelando al espíritu de Honor devolvió al canadiense a Japón para marcarse una saga en la que el canadiense se veía atrapado en una guerra entre la yakuza y la mafia mongola. Con el Samurai de Plata, Yukio y su ahijada Amiko de por medio, Deuda de Sangre fue un soplo de aire fresco cargado de adrenalina y visualmente espectacular, en el que Skroce contó con la ayuda de los hermanos Wachowsky, antes de decidir que esto de los cómics no vendía lo suficiente e irse con ellos. Su sustituto fue otro dibujante a tiempo completo. En este caso más representativo de lo que habían sido los noventa y la trayectoria del personaje a través de la década: Rob Liefeld. Con Ian Churchill como dibujante, Rob se marcó un par de arcos argumentales de dos números con Masacre y Spider-Man como invitados, en los que Lobezno se enfrentaba a un grupo de Morlocks y un villano raro de esos que solamente pueden salir de la imaginación del creador de X-Force.



De esta forma tan agónica, Lobezno culminó su andadura a través de los noventa. Empezó con mucha fuerza gracias a Arma-X y la vertiginosa acción de Larry Hama, pero terminó perdiendo fuelle a merced de los continuos altibajos y golpes de timón de la editorial. Desdibujando gran parte de la complejidad que se habían esforzado en darle durante la década anterior, la imagen de Lobezno durante los noventa podría resumirse con la imagen de un tipo cabreado apretando dientes mientras enseñaba las garras. Consumido por su propio éxito, esta fue una etapa de sobreexplotación en la que el canadiense estaba en todas y cada una de las aventuras de la Patrulla-X (aunque irónicamente también fue la década en la que encontramos el único periodo en el que Lobezno dejó de ser miembro de los X-Men), además de su propia cabecera, las miniseries, one shots y las numerosas apariciones como invitado en infinidad de colecciones.

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En los noventa, a Lobezno le pasó prácticamente de todo, tanto para bien como para mal. Detalles como su relación paternofilial con Dientes de Sable quedaban invalidados (aunque no faltó quien quiso darle la vuelta e insinuar que Creed era hijo de Lobezno) mientras se dejaba atrás las tramas de Madripoor y Japón que monopolizaron su devenir en los ochenta para probar con nuevas direcciones. La sombra de Arma-X fue demasiado alargada en una década marcada por el fantasma de la extinta Guerra Fría, y el recuerdo de todo lo que habían dejado en el camino. Amnesia, lagunas de memoria, recuerdos falsos, adamantium que se va, adamantium que se viene, Lobezno convertido en una suerte de Gremlin malcarado, garras de hueso… Que Lobezno siga contando con una historia coherente es prácticamente un milagro, y consecuencia de que entre retrocontinuidad y una idea clara, al menos han quedado las cosas asentadas. Quedaron buenos momentos para el recuerdo y otros no tanto. Pero para todo lo que se podía haber formado, la idea más clara es que pudo ser mucho peor.

Aviso de Spoiler

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jojojajo
jojojajo
Lector
23 julio, 2013 10:04

Algunos de esos dibujos me han dado una embolia.

Lemmytico
Lemmytico
Lector
23 julio, 2013 10:07

Un apunte: Landau, Luckman y Lake no los creó PAD, sino Claremont, en uno de los primeros números de la cole en solitario de Lobi. Lo que pasa es que fue una de esas cosas que hacía tito Chris pensando en años de historias y que tras su marcha los mediocres guionistas noventeros rellenaron con toda clase de disparatados argumentos.

Espero, confío y deseo que nadie se meta con «Arma X». Ni siquiera para decir «fue el origen del mal». Barry no tiene culpa de nada. NO LA TIENE.

manolin
manolin
Lector
23 julio, 2013 10:32

¡Como se pasaban en los 90!! ¡¡Sacando a Lobezno en todos lados y no como ahoraa que….estooo, pues que como nos gusta ver la paja en los 90 y no ver la viga en el siglo XXI.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
23 julio, 2013 12:54

Me flipó Arma-X cuando la leí por primera vez y me sigue flipando hoy día. Para mí esa historia es el verdadero origen de Lobezno; y por mí todo lo anterior a ella podía seguir entre tinieblas. Sobre todo porque cuanto más intentan explicar más la cagan.

Y la etapa de Hama empezó bien y con fuerza (aunque a mí, cosas como lo de Albert y Elsie Dee me empacharon bastante pronto) pero acabó dando bandazos de mala manera. Eso sí, los números de Adam Kubert eran pasada.

Igverni
Lector
23 julio, 2013 12:57

Gran artículo Daniel, gracias por el trabajo!!
Que recuerdos…
aunque a mitad de década me baje del carro, de Lobezno en particular y de los mutantes en general…

Antoine
Antoine
Lector
23 julio, 2013 13:47

Ay, que bonito seria lo de Peter David con Alan Davis en Lobezno.

Antoine
Antoine
Lector
23 julio, 2013 13:52

Particularmente considero que el enfoque acertado fue el que le dío Claremont ( y Hamma en sus primeros números) con un Lobezno tipo Humprey Bogart. Por lo menos es el que más me ha gustado a mí en su serie en solitario, que como refleja el artículo, tiene mierda para aburrir.

Lemmytico
Lemmytico
Lector
23 julio, 2013 15:32

Bueno, el mejor escribiente echa un borrón.

Phantomas
Phantomas
Lector
23 julio, 2013 21:21

Pues a mi el inicio de Hama con Silvestri me gusto bastante, aunque luego es cierto que se le fue la olla.

Y ya cosas como la boda con Víbora o verle pelear contra Galactus fueron demenciales. Aún así yo reconozco que aguanté toda esta etapa.

By the way, por sí sirve como chulada de la semana:

http://geekologie.com/2013/07/the-complete-evolution-of-wolverines-cos.php

Lemmytico
Lemmytico
Lector
23 julio, 2013 21:50

Siempre me ha flipado el traje negro de Madripur, el de los primeros números de la cole en solitario. El gris de X-Force también me mola mucho. De pequeño prefería el amarillo al marrón y esperaba que algún día volviera a ese, ahora casi me pasa lo contrario XD

orco05
Lector
23 julio, 2013 22:20

Los 90, esa época en la que empecé a leer cómics. Aún recuerdo hasta a Albert y Else Dee, creo que lo más antiguo que leí de la serie de Lobezno… El primer cómic que compré de Marvel fue un X-Men de la saga La Canción del Verdugo, y sólo porque ese día no encontré mi comic semanal de Dragon Ball, así que nunca podré criticar las historias Marvel de los 90, ni sus grandes pistolas, bolsillitos, hombreras y chicas «desnudas» con la ropa «pintada» sobre la piel, pues son las historias que me hicieron engancharme a los comics.

manolin
manolin
Lector
23 julio, 2013 22:24

¿Ni una sola ilustración del Marc Texeira en todo el artículo? Ya os vale, que el tipo se marcó una de las etapas más majas del personaje.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
24 julio, 2013 8:19

«Siempre me ha flipado el traje negro de Madripur, el de los primeros números de la cole en solitario. El gris de X-Force también me mola mucho. De pequeño prefería el amarillo al marrón y esperaba que algún día volviera a ese, ahora casi me pasa lo contrario XD»

Odio el traje amarillo. Odio ver a Lobezno vestido cual Piolín. Mi favorito era el marrón, aunque ahora me gusta más el gris de X-Force. Y el negro de Madripur también estaba bien. De esos números, lo que no me gustaba era el parche de su identidad civil, que quedaba bastante ridículo. Anda que no se cachondeó con ello PAD en La Joya Gehenna.

Y sobre Texeira; era de los que te apabullaban al primer vistazo y es innegable la fuerza que tenían sus dibujos. Pero a poco que te pares a mirarlos… como que lo de las proporciones no iba con él (aunque también puede que fuese intencionado), pero es que cuando debía dibujar algo que no fuese una figura humana hacía gala de unas carencias enooooormes. Y no hablemos ya de su narrativa (o más bien de su falta de). Vamos, que es uno de los dibujantes que por sí sólo basta para señalar los peores vicios de los tebeos de los noventa.

Louontherocks
Louontherocks
Lector
24 julio, 2013 12:35

Me encanta la etapa Kubert, genial el número contra Dientes de Sable con los despleglables. Yo creo que los 90 dieron buenos frutos para Logan.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
24 julio, 2013 12:51

A mí me gusta Kubert, también. Lástima que no le tocasen mejores guiones. Pero ese número en concreto, con la pelea contra Dientes de Sable era (para mí,ojo) un engorro a la hora de leerlo. Siempre me he preguntado como resolverían el tema de los dichosos desplegables a la hora de recopilarlo en tomo.

Antoine
Antoine
Lector
24 julio, 2013 13:32

Si ha vuelto el peinado punk de Tormenta volverá el traje marrón de Lobezno (I hope)

Seré el único, pero a mí gustaba el look de los mutantes con Morrison.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
24 julio, 2013 13:33

Mmmm… Sí, vale, lo de la media de rejilla sobre los ojos era cutre. Pero tengo una duda; ¿ese elemento estaba ya en los lápices originales o Buscema lo dibujaba en traje de faena sin máscara alguna teniendo en cuenta que Lobi ya iba disfrazado en su identidad de Parche (un poco a lo Clark Kent/Superman) y la media fue añadida por Williamson en las tintas?

Mr. X
Mr. X
Lector
24 julio, 2013 13:42

«Antoine
ha comentado el 24 julio, 2013 a las 13:32h
Si ha vuelto el peinado punk de Tormenta volverá el traje marrón de Lobezno (I hope)

Seré el único, pero a mí gustaba el look de los mutantes con Morrison.»

Lo que pasa es que hay muchos que no se atreven a confesar lo que en realidad saben: que si no llega a ser saboteada por la propia editorial -hola, Igor Kordey- la etapa de Morrison hubiera sido la definitva, másmola y mejor de todas.

Lemmytico
Lemmytico
Lector
24 julio, 2013 13:47

Sí claro, mejor que la de Claremont-Byrne. La insondable maldad de los deceítas me aterra.

Mr. X
Mr. X
Lector
24 julio, 2013 14:18

«Lemmytico
ha comentado el 24 julio, 2013 a las 13:47h
Sí claro, mejor que la de Claremont-Byrne. La insondable maldad de los deceítas me aterra.»

Efectivamente, ese comentario ha sido mi mala acción de hoy. Era eso, o moverme de delante del ordenador para tratar de robarle el almuerzo a un niño, y me ha podido la pereza.

Antoine
Antoine
Lector
24 julio, 2013 14:34

Lo que no hay es mucha duda de que los mutantes de Morrison fueron los mejores tras los de Claremont (hasta la caída de los mutantes).

Louontherocks
Louontherocks
Lector
24 julio, 2013 14:35

Es curioso que digas lo del desplegable en un tomo Retranqueiro porque precisamente estaba leyendo el otro día el Before Watchmen de Dr. Manhatan y pensando ‘joder que coñazo estar dándole vueltas al tebeo, esto en un toma o tiene que ser lo peor’ y no quiero ya ni pensar los Batmanes de Snyder y Capullo…

Louontherocks
Louontherocks
Lector
24 julio, 2013 14:39

Byrne es dios, por eso el traje de Lobezno debe ser el marrón y negro. Y esto es un axioma. No digo más.

Mr. X
Mr. X
Lector
24 julio, 2013 14:45

«Byrne es dios»

Entonces, Neal Adams es un ¿Super-Dios?

Mr. X
Mr. X
Lector
24 julio, 2013 23:19

Me alegro que los calores veraniegos no le estropeen el buen humor, Sr Nexo. Es usted un bromista…

Louontherocks
Louontherocks
Lector
24 julio, 2013 23:23

Otra vez de acuerdo con Jorge. No hay color.

Antoine
Antoine
Lector
24 julio, 2013 23:29

Vista. Bastante de acuerdo con la crítica, excepto en el buen nivel de las escenas de acción, están rodadas como todas la pelis que se hacen ahora, con cámara con parkinson. Añadiría en la parte mala el pésimo nivel de los diálogos, no es que espere a Woody Allen pero es que los de esta película parecen escritos por un teenager, ni una sola frase ni replica con un mínimo de ingenio u oficio, parecen escritos sobre la marcha.

Da la sensación que en la idea primigenia de la película estaba hacer una adaptación de honor, hasta que los productores vieron que ahí no había suficiente acción y efectos especiales para llevar a los chavales al cine y empezaron a liar la trama, cagándola monumentalmente.

En resumen, no te hace querer sacarte los ojos como la primera pero está a mil jodidas millas de ser una buena película.

Un 5 peladísimo y siendo muy generoso.

Antoine
Antoine
Lector
24 julio, 2013 23:30

Upps, hilo equivocado.

Carlos Cruz
Carlos Cruz
Lector
24 julio, 2013 23:57

«Eso sí, ambos coinciden no sólo en haber hecho sus mejores trabajos en Marvel sino, además, en la misma colección, Uncanny XMen».

Hombre, Jorge, como Marvelista, como Adam-ista, y por llevar la contra a los DCistas, me dan ganas de darte la razón, pero eso de que lo mejor de Adams es Uncanny XMen… no sé, no sé. Quizás los primerísimos, pero yo creo que según avanzan sus episodios cada vez se le nota el trazo más rápido y precipitado, como queriendo terminar pronto con el proyecto.
Lo que pasa es que entre dibujar a Sauron o dibujar chorraditas de Lois Lane y Jimmy Olsen… pues como que luce más el lagartijo.

Ocioso
Ocioso
Lector
25 julio, 2013 0:06

Enesima cagada de ese Marvelzombi de chichinabo que se hace llamar Jorgenexo: Neal Adams nunca dibujó en Uncanny X-men.
(En los 60 todavía se llamaba X-men, a secas)

Carlos Cruz
Carlos Cruz
Lector
25 julio, 2013 11:24

¡Es cierto! Y el propio Monolito Viviente le restriega su error a Jorgenexo:

http://3.bp.blogspot.com/-5LYsJnvzdEM/T0fXCtgDGeI/AAAAAAAAOrM/GrtXISKjy90/s400/X-Men-V1-56-01.jpg
(en una portada nada imitada en el futuro).

AlexCruz
Lector
29 julio, 2013 11:53

Adam Kubert es el mejor dibujante de Wolverine, una lastima que Marvel lo tenga en el retiro. Old Man Logan deberia de haber sido dibada por Adam Kubert.