Selecciones Marvel nº 14. La Cosa: El caso de la corona serpiente

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Edición original: Marvel Comics – marzo-agosto 1980
Edición España: Comics Forum – febrero 2001
Guión: Mark Gruenwald, Ralph Macchio
Dibujo: Jerry Bingham, George Pérez
Entintado: Gene Day
Color: Bob Sharen, George Roussos, Ben Sean, Joe Rosen, Carl Gafford
Portada: Rafael López Espí
Precio: 5,68 euros (tomo en tapa blanda de 112 páginas)

 

La segunda incursión del ídolo de millones (y su título de parejitas) en Selecciones Marvel trajo consigo la recuperación de dos aventuras de las que creaban escuela y hacían afición. De la mano de dos ilustres artesanos del guión como Mark Gruenwald y Ralph Macchio (a los que habría que reivindicar más y más a menudo) la Cosa se vio envuelta en dos historias que aprovechaban el rico bagaje acumulado a esas alturas de la vida en la casa de las ideas y sirvieron de premisa para dos de los “macroeventos” de esa década (o la siguiente.)

Marvel two in one era la colección en la que Ben Grimm hacía equipo con o contra algún personaje de primera (segunda, tercera o cuarta fila) de la editorial. Ya fuera para darle un empujón al secundario o dar un poco de marcha al coloso rocoso, esta serie ha sido la cabecera más longeva de cuantas protagonizara la Cosa. En esta ocasión, comienza la historia con la socorrida cita entre Benjy y su eterna novieta, la escultora Alicia Masters. Un poco de cultura y una velada son interrumpidos por la aparición de Ella, una versión femenina de Adam Warlock creada por el mismo consorcio de científicos malévolos que “diera a luz” a éste. La joven dorada, que apareció como una versión 2.0 de Él en la colección de la Masa y como aquél, se acabó rebelando contra sus creadores. Decidido a evolucionar por su cuenta para hacer honor a su denominación de “Parangón” (de las virtudes humanas) se encapulla (con perdón) y cambia su sexo para poder crear junto a Warlock una nueva especie, física y psicológicamente superior. La conexión entre Adam y Alicia (que se remonta a los tiempos en los que Lee y Kirby contaban las historias de los Cuatro Fantásticos) lleva a Ella a raptar a la escultora para desesperación de la Cosa, que se embarca en una persecución para liberar a una novia que no desea ser liberada. A lo largo de la historia, otros personajes se unirán a esta búsqueda y persecución. Así, Halcón Estelar hará equipo con Grimm, en tanto que Dragon Lunar se unirá a Ella y a Masters.

La historia –que contiene elementos tan clásicos del género como la pelea por confusión- constituye una magnífica oportunidad para que Gruenwald y Macchio jueguen con el pasado marveliano, con sus personajes y con sus caracteres. Tomando como punto de partida el origen de Ella y el destino final que Jim Starlin diera al atormentado Adam Warlock, los guionistas cuentan otra historia en la que las dos creaciones del Enclave (llamadas a ser los primeros integrantes de una nueva especie) podrían encontrarse. Sin embargo, uno de ellos está muerto ¿supone eso un problema? Ella dice que no, porque sus poderes la sitúan en el escalón de la divinidad y ya sabemos que los efectos de la parca son reversibles en el mundo de los pijamas. Una afirmación semejante llama necesariamente la atención de personajes de nivel cósmico como el enigmático Halcón Estelar (cuyo grupo, los Guardianes de la Galaxia, visitaba el mundo contemporáneo en aquellos tiempos) o la arrogante Dragón Lunar (que promocionaba su condición de ser superior a cualquiera que quisiera escucharla y a cualquiera que pasara por allí.) La condición transexual de Ella y la existencia dual de Halcón Estelar con su esposa Aleta, se convierten en espejos en los que Alicia y, sobre todo Ben, pueden contemplar su accidentado noviazgo. El encuentro con la dama dorada constituye para Heather Douglas una lección de humildad a su pesar. Aún está lejos de la condición divina y su obsesión por alcanzarla la llevará en el futuro cercano a manipular a parientes y aliados, con el fin de obtener su objetivo. Las consecuencias de esa loca carrera a los altares se verán primero en Los Vengadores y luego en Los Nuevos Defensores. Antes que eso, el singular equipo de circunstanciales compañeros de viaje se encontrará con otro aspecto del pasado de Adam Warlock: su padre adoptivo, el Alto Evolucionador. La saga de la Contratierra es, por su condición de “pasión y muerte de Jipicristo” la historia del personaje más popular de cuantas no fueron contadas por el señor Muerte. El señor de Wundagore envía a Adam, su único hijo, a su creación planetaria para purgar el pecado introducido por el rebelde Hombre Bestia. Aquí, Gruenwald y Macchio aprovechan el trabajo de Starlin en la colección del vagabundo estelar para explicar una de las profecías que llevará a su caída en batalla y, de paso, justificar su progresiva deriva hacia la desesperación. Este tipo de ejercicios creativos, marca distintiva de los guionistas, constituían una herramienta útil para cohesionar el universo marveliano que, desgraciadamente, cada vez se utiliza menos. Que un guionista creara una historia para explicar uno de tantos cabos sueltos o despistes de otro era el tipo de detalles que la afición agradecía y que, en el caso de don Mark, alcanzaría sus mayores y mejores cotas en la colección de Quasar. Así como actualmente parece que después de cada etapa de experimentación o desbarre, el autor de turno ha de dejar los juguetes ordenados e impolutos para su sucesor, antaño existía un tipo de artesano que también dejaba todas las piezas en el tablero (que después de todo Marvel two in one no ostentaba la titularidad de los personajes que aparecían en sus páginas) pero dispuestas para contar nuevas historias a partir de las creadas previamente y no de un ilusorio punto de partida. En este caso, un epílogo fuera de pantalla a esta misión de búsqueda serviría para que, ocho años después, viera la luz el primer macro-evento de números anuales de Marvel: La guerra de la evolución.

La Cosa y un equipo de circunstancias
El Alto Evolucionador, por Jerry Bingham

La segunda parte del tomo contiene la aventura que da nombre a la recopilación. Sobre la base de una aventura de los Vengadores sobradamente conocida, el tándem de guionistas vuelve a encontrarse con el ilustrador portorriqueño-americano George Pérez (dibujante de la citada saga) para contar un nuevo capítulo de la historia de uno de esos artefactos del imaginario mágico marveliano que, cada cierto tiempo, han de crear problemas. La corona serpiente, como el cubo cósmico, las gemas del infinito o el nulificador supremo, es parte de un desván editorial en el que un guionista como Gruenwald se movía como pez en el agua. Sin tiempo para respirar tras retornar del espacio, la Cosa se encuentra con la petición de socorro de un anciano que ha adquirido rasgos reptilianos. Esta premisa es la excusa para que don Mark y don Ralph echen mano de aventuras pasadas del Capitán América y Namor, utilizando a Roxxon (la malvada compañía petrolífera) y a unos cuantos villanos ofídicos, para rematar en un gran fin de fiesta en el que Mantarraya, la Bruja Escarlata y el rocoso Benjamín deberán hacer frente a un golpe de estado en el que confluyen intereses empresariales, poderes cósmicos y realidades alternativas. Vista con la perspectiva que dan los años, uno puede encontrar elementos que posteriormente serán empleados en otras ocasiones. Así, Gruenwald le cogerá cariño a las sierpes, hasta el punto de convertirlas en una sociedad con trienos y pluses en la colección del Capitán América. Por su parte, la corona de siete cabezas será la piedra angular sobre la que, un año después de La Guerra de la Evolución, Marvel lance su segundo y último gran macroevento de anuales del siglo: Atlantis Ataca.

Otro capítulo más en la saga de la Corona Serpiente
La Cosa y la Bruja Escarlata, por George Pérez

En el apartado gráfico hay que destacar, junto al ya mentado George Pérez, el trabajo de otro ilustre olvidado de la viñeta: Jerry Bingham. Este autor desarrollará su labor sobre todo durante esa década de los ochenta, alcanzando en mi opinión sus cotas más altas en la novela gráfica El hijo del demonio (una nueva vuelta de tuerca en la relación entre Batman, Ra´s y Talia al Ghul.) Sus lápices y los de su colega se ven embellecidos notablemente por la labor a las tintas del prematuramente fallecido Gene Day.

En conclusión, El caso de la corona serpiente es un tebeo elaborado al estilo clásico por autores competentes, por el que –quitando los detalles exteriores- no pasa el tiempo y en el que se puede constatar un cuidado uso (casi podría hablarse de cariño) hacia los personajes utilizados.

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Spirit
Spirit
Lector
24 junio, 2014 13:01

A mí esta serie de reseñas de las sagas clásicas publicadas en la extinta SELECCIONES MARVEL me encanta y me sirven para constatar algo obvio; que en los 70-80 cualquier tebeucho de segunda tenía una estructura, un oficio, un buen hacer, un respeto, unos conocimientos y un cariño que personalmente echo en falta en la mayoría de tebeos actuales. Y además pasaban cosas en cada número!

Jerónimo Thompson
Lector
24 junio, 2014 17:26

Me uno a las felicitaciones, Luis Javier. A mí también me encantan estas reseñas 😉

the drummer
the drummer
Lector
24 junio, 2014 21:12

me apunten al club de fans de estas reseñas.
yo esto de la cosa y la bruja lo he leído en algún momento de mi infancia, pero no recuerdo cómo ni cuándo (ni de qué iba el tebeo).

Ocioso
Ocioso
Lector
24 junio, 2014 21:28

Por algún motivo siempre nos acordamos del Marvel Team-up de Spidey pero rara vez del Marvel Two-in-one de La Cosa, y es un error porque la calidad de ambas series era muy parecida.
Estaba echando un vistazo a las portadas originales y muchas me resultan familiares por su versión española obra de un cada vez mas vaguete Lopez Espí, pero muchas otras me resultan totalmente desconocidas, mayormente porque me negué a tirar el dinero con la Biblioteca Marvel de turno.
http://www.coverbrowser.com/covers/marvel-two-in-one
Necesito tener todo esto.

molon labe
molon labe
Lector
24 junio, 2014 21:34

A mi tambien me gustaria tenerlo, en algun formato que no necesite lupa.

manolin
manolin
Lector
25 junio, 2014 12:55

En mi caso, oí hablar de esta historia en unas pequeñas historias de complemento que aparecieron en loa anuales aquellos que conformaban una Saga completa, continuando una aventura de unos a otros, concretamente los de «¡¡Atlantis Ataca!!». Estaban dibujados por un primerizo Mark Bagley, que sin embargo ya apuntaba maneras y era mejor que algunos de los dibujanttes de los anuales que complementaba, e inmediatamente me hizo interesarme por los comics de los que hablaba, entre los que estaban estos, los Vengadores de Englehart, etc….
Era una epoca en que EL Universo Marvel estaba bien estructurado, y tenian soluciones creativas y entretenidas como estas historias de complemento para ponerte en antecedentes de lo que te estaban contando, y que te hacian ir a investigar y buscar comics del pasado de la editorial , vamos, que te «enganchaban». Después sin embargo a algún «lumbrera» se le ocurrió la idea de que la Continuidad ahuyentaba lectores. En fiiiiiin.
Yendo al comic reseñado en concreto: es de Gruenwald , así que no puede ser un comic de segunda, Gruenwald fué, hasta mediados-finales de los 90, que empezó a presentar ciertos signos de agotamiento en los últimos numeros de El Capitán América y Quasar, uno de los mejores guionistas de la Casa de las Ideas, y su principal «organizador» , amaba el medio y a esta editorial en concreto como nadie, conocía la psicología e historia de todos y cada uno de los personajes que manejaba. Su etapa en el Capitán América con Kieron Dwanyer es sencillamente magistral , ejemplo perfecto de una Saga o arco argumental largo, con tramas , subtramas, desarrollo de personajes , etc…. y todavía con Lim y hasta los primeros números del horroroso Rick Levins siguió siendo una serie interesante. Sus primeros numeros de Quasar:n una de las series más divertidas que nunca ha publicado marvel, donde volvía a demostrar su conocimiento enciclopédico del Universo marvel, esta vez en su ámbito cosmico. El Escuadrón supremo es la mejor maxiserie de Marvel, y uno de los pocos comics donde realmente se explora que harían los heroes en el mundo real, (aunque en este caso es mundo, no sea nuestro mundo, como en Watchmen) muy superior en guión , argumentoe ideas al AUthority de Ellis (una sucesión de hostias que sin embargo nos quisieron vender como algo revolucionario) o a Kingdoom Come, obras ambas que nos han intentado vender precisamente con esa idea de «los Heroes resolviendo los problemas en el mundo real» pero no son eso en absoluto, aunque si tenian de dibujantes a Bryan Hitch y a Alex Ross en vez de a Paul Ryan, así cualquiera…