Paolo Pinocchio

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Guión: Lucas Varela
Dibujo: Lucas Varela
Edición España: Dibbuks (2011)
Colección: Diviértete
Contiene: Recopilación de historias publicadas en revistas como Estupefacto, Matabicho o Fierro
Formato: Tomo cartoné con sobrecubierta de 80 páginas
Precio: 16,00€

 

«Yo soy aquel desdichado que anda en el mundo paladeando confiados, disculpando necios y entreteniendo bellacos.»

La industria de la historieta argentina ha vuelto a recuperar hoy la salud de sus mejores tiempos, la que había perdido en las últimas décadas del siglo pasado. En su renacer la viñeta de este país ha sabido integrar el sabor clásico de su tradición tebeística y las nuevas aportaciones y posibilidades ofrecidas por las tecnologías de última generación. Esto le ha llevado también a abanderar un puesto de relevancia en el arte secuencial latinoamericano pariendo todo un nuevo plantel de jóvenes autores deseosos de experimentar y romper con las reglas establecidas. En esta nueva generación tenemos nombres como los de Sergio Carrera, al que entrevistamos hace un tiempo en relación a su trabajo en Buenos Aires Eterna, Salvador Sanz, responsable de Legión, Migrador Nocturno o Angela Della Morte al que dedicamos no hace mucho un especial en Historietas desde Latinoamérica, o nuestro protagonista de hoy, Lucas Varela, dibujante y diseñador gráfico algo más curtido que llegó a desarrollar una simbiosis creativa muy aplaudida junto a su compatriota y guionista Carlos Trillo traducida en obras como Sasha despierta, El Cuerno Escarlata o La herencia del coronel. En su producción en solitario Lucas Varela, entre otras aventuras, pasa por ser el padre biológico del entrañable y mentiroso Paolo Pinocchio.

Esta creación se basa en el popular personaje del clásico Las aventuras de Pinocho del escritor italiano Carlo Collodi, un sosias del famoso muñeco de madera llevado al extremo, un egoísta y embustero patológico cuyo mayor interés estriba en intentar escapar y eludir sus reiterados castigos en el Averno para encontrar la ansiada libertad. Para ello Paolo Pinocchio se servirá de su perspicacia y astucia haciendo lo que haga falta para conseguir sus objetivos aunque al final sus pecados siempre le lleven al mismo punto de partida, como si fuese una versión descarada y más divertida del mito de Sísifo. En realidad, lo que hace su autor en estas historias, en las que el humor negro cobra sueldo de protagonista, es acercarse sorprendentemente a la esencia de su referente original que en su desgracia debía padecer todo tipo de torturas y contratiempos antes de poder aspirar a convertirse en un niño humano. Pero el antihéroe de Lucas Varela está desprovisto de toda inocencia, descreído y dado a los placeres más mundanos desprecia a los poderosos y cualquier tipo de autoridad, no tiene ninguna intención de reformarse y eso provoca que sus correrías sean una constante huida tan literal como metafórica.

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Páginas de Paolo Pinocchio de Lucas Varela

Hace unos años, allá por el ya lejano 2011, la editorial Dibbuks publicó en España un tomo recopilando algunas de las desperdigadas historias que Lucas Varela había firmado sobre su Paolo Pinocchio en revistas como Estupefacto, Matabicho o Fierro. El pasado año la editorial convertiría esta obra en uno de los diez títulos de su catálogo incorporados a su Selección Pepitas, como fue también el caso de La Isla del Gallinero de Laureline Mattiussi, Eloísa y Napoleón de Francisco Ruizge y Cristina Florido o Sextape de Thomas Cadène, con un nuevo diseño con el que la compañía buscaba conmemorar su reciente décimo aniversario. Esto nos ha permitido volver a disfrutar de «la sorprendente e inmerecida buenaventura del incorregible Paolo Pinocchio», un personaje que su creador ha definido, como podemos leer en algunas declaraciones suyas recogidas en su día, por ejemplo, en La Voz de Galicia, como una hoja en blanco para desarrollar su absoluta libertad creativa. No obstante, el autor reconoce también sus limitaciones como guionista que hacen que este muñeco de madera tenga por ahora que «conformarse con deambular por ese universo un tanto anárquico que le ofrece éste dibujante».

Pero en su versión del Pinocho de Carlo Collodi éste dibujante ha sabido captar la raíz universal del mismo, porque como comentaba el ilustrador y dibujante argentino en El cómic en RTVE Paolo Pinocchio «es como Batman; es un personaje que soporta cualquier tratamiento y registro con la ventaja que es de uso libre.» Esto último animó a la inventiva de Lucas Varela a narrarnos las peripecias de su enfant terrible en una suerte de localización geografica fantástica inspirada en la Divina comedia de Dante. En un infierno de aire florentino deudor de los sórdidos cuentos de Giambattista Basile, la fina ironía de Francisco de Quevedo y la exaltación y apropiación de un generoso carpe diem en el que podemos hallar también hilarantes guiños a la cultura pop contemporánea. En última instancia, Paolo Pinocchio solo nos propone una diversión ajena a cualquier tipo de moralismo, historias frescas, ágiles y llenas de humor retratadas con un gran virtuosismo en los lápices convirtiendo anecdóticos argumentos y gags aislados en un relato lleno de imaginación y aventuras. Es esta obra de uno de los nombres más interesantes de los últimos años de la historieta argentina y Paolo Pinocchio un auténtico icono de una manera de entender el mundo y lo humano que se mantiene vivo a pesar del paso del tiempo.

  Guión: Lucas Varela Dibujo: Lucas Varela Edición España: Dibbuks (2011) Colección: Diviértete Contiene: Recopilación de historias publicadas en revistas como Estupefacto, Matabicho o Fierro Formato: Tomo cartoné con sobrecubierta de 80 páginas Precio: 16,00€   "Yo soy aquel desdichado que anda en el mundo paladeando confiados, disculpando necios y…

Review Overview

Argumento y guión - 7
Apartado gráfico - 9
Interés - 7

7.7

¡El plan de fuga ha comenzado!

Las hilarantes y cómicas historias de Paolo Pinocchio, sencillas en su premisa y jugosas en sus referentes, son un entretenimiento lleno de aventuras y humor negro en el que destaca el excelso apartado gráfico de un Lucas Varela cuyos lápices aportan un generoso y atractivo valor añadido a la obra.

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