¿Son necesarias las identidades secretas hoy?

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    Da mucho que pensar la relevancia que han tenido las identidades secretas a lo largo de la historia del cómic de superhéroes y vigilantes enmascarados. Prácticamente obliga a plantearse como era el mundo en el que vivían los autores que lo forjaron, para verse seducidos por la idea de que alguien debiera llevar una doble vida con la que ocultar su verdadera naturaleza (y proteger a sus seres queridos). Tan seducidos, que sería uno de los pilares fundamentales del género de superhéroes durante más de 70 años. Las identidades secretas hoy son sin embargo muy diferentes a como lo fueran en los años treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta u ochenta, y -aunque todavía persisten- no están ni mucho menos tan presentes como lo estuvieron entonces.

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    Resulta incluso extraño leer un cómic clásico en el que se aborde la preocupación de personajes como Iron Man o los X-Men para mantener sus identidades secretas, teniendo en cuenta lo muy atrás que han quedado estas en sus respectivas mitologías entrado el siglo XXI. Siendo el mutante Ángel uno de los primeros en salir del armario -ver el volumen original de los Campeones de Marvel- y el Yo soy Iron Man de Robert Downey Jr lo que terminaría de pasar página, situaciones como la de Superman / Clark Kent son cada vez menos frecuentes, convirtiendo en algo minoritario y casi vestigial lo que antaño era tendencia.

    Si ya era difícil no contemplar la idea de que Denny Colt pudiera ocultar a su antiguo amor su identidad como The Spirit sin más añadido que un minúsculo antifaz como un entrañable recuerdo de tiempos más inocentes, no hablemos ya de las gafas de El Último Hijo de Krypton, fruto de incontables chascarrillos sobre la inteligencia de gente como Lois Lane, Lex Luthor o Batman. El presente siglo se cargó esa inocencia hasta el punto de que hasta en las series en las que sus personajes tenían una identidad secreta dejaron de tomárselo tan en serio, pudiendo encontrar entre los cómics publicados esta semana dos muestras muy diferentes de cómo continúan abordándose las identidades secretas hoy.

    Bárbara un viejo amigo en Japón
    Bárbara y un viejo amigo en Japón

    En el primer número de la Batgirl de Hope Larson y Rafael Alburquerque por ejemplo, vemos a Barbara embarcarse en un viaje como mochilera por el este asiático. Con su primera parada en Japón, allí se encuentra un viejo amigo de la infancia con quien decide visitar algunos referentes de la nación del sol naciente, cuando son asaltados por una criminal de aspecto pintoresco. Para hacerle frente, Babs se calza su uniforme de Batgirl, dando pie a una pelea de enmascarados en frente de la multitud. Su amigo incluido. Barbara -y Batgirl- es la única persona occidental de pelo rojo que hay en toda la escena, por no hablar de que su capucha tampoco es que oculte sus ojos ni el resto de la cara demasiado.

    ¿Cual es la conclusión del amigo que la conoce desde pequeña? “Como tu padre es aliado de Batman, se nota que tiene a gente vigilando por ti”. No siendo la única serie que lo aborda de esta manera -ahí tenemos la Ms Marvel de G. Willow Wilson sin ir más lejos-, podríamos encuadrar esta aproximación a la identidad secreta de Batgirl como parte de las colecciones que buscan la complicidad del lector. Colecciones que pasan muy por encima de la credibilidad, conscientes del absurdo de la preservación de la identidad secreta en situaciones inviables. Se da por sentado que hay una suerte de acuerdo tácito con la suspensión de la incredulidad del lector del género, y se apela a él de forma inocente para que no pregunte demasiado.

    - Se el secreto de Batgirl. ¡Eres tú! - ¿Yo?  - Sí, ella está aquí para cuidar de ti.  - ...
    - Se el secreto de Batgirl. ¡Eres tú!
    - ¿Yo?
    - Sí, ella está aquí para cuidar de ti.
    - ...

    En la otra cara de la moneda tenemos el ejemplo de Chica Luna y El Dinosaurio Diabólico, la colección guionizada por Amy Reeder y Brandon Montclare, con la que ha sido recientemente designada como el personaje más inteligente del universo Marvel actual como protagonista. Brillante científico de 9 años cuyo intelecto la hace sentirse fuera de lugar tanto en el hogar como entre compañeros y profesores de colegio, Lunella LaFayette es además de la viva imagen de su creadora -la dibujante española Natacha Bustos– una aspirante a superheroe acompañada por un tiranosaurio prehistórico de descomunal tamaño. En el noveno número de su colección, Lunella es captada por las cámaras de los viandantes mientras se enfrenta con su traje de superheroína y su tiranosaurio a un nuevo enmascarado llegado a su ciudad. El pertinaz Kid Kree.

    La diferencia respecto a la situación que nos plantea Batgirl, es que en el cómic de Chica Luna y El Dinosaurio Diabólico vemos como -a la mañana siguiente- son los propios compañeros de clase los que le preguntan con total indiscreción por ese tipo al que se estuvo enfrentando. La chica se hace el loco, pero se deja constancia que con un casco, unas gafas y otro par de complementos no vas a engañar a alguien con quien compartes el día. Jugando de paso con la desconexión actual en el que lo increíble se ha convertido en mundano, y nadie le interesa realmente el resto de la gente si no es para sacarse una selfie con la que alardear en las redes sociales, el cómic se ríe deliberadamente de las entidades secretas como algo totalmente incompatible con el mundo actual.

    Oye Lunella, ¿quién es este fulano con el que peleaste anoche?
    Oye Lunella, ¿quién es este fulano con el que peleaste anoche?

    Partiendo de estos dos ejemplos, prodríamos expandir la cuestión a lo largo de diversas colecciones, ya sea las que continúan aceptando la identidad secreta como parte de su juego, como para las que ya hace mucho que lo dejaron atrás. Lo que si esta claro es que en pleno siglo XXI, las identitades secretas hoy son algo que requiere tener muy claro una serie de circunstancias que no estaban presentes cuando comenzaron a forjarse las bases del género, y por las que resulta más complicado hacer creíble su prolongación.

    Series como el Spider-Man de Brian Michael Bendis, el Flash de Josh Williamson, Grayson de Tim Seeley y Tom King, Thor de Jason Aaron, Batman, la Imbatible Chica Ardilla y Spider Girl de Jason LaTour son ejemplos de que todavía pueden dar mucho juego. La cuestión es encontrar una vuelta de tuerca adecuada, ya sea con cómo la mera exposición de parte de tu cuerpo puede dar pie a un caso de histeria colectiva o la imposibilidad de mantenerla en un escenario en el que lo que te hacía diferente se convierte en algo habitual.

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    Sin embargo, la presencia de este elemento que antaño fuera tan común en el género es cada vez menor. Cabe preguntarse por tanto si quizás fuera el momento de pasar página asumiendo que su tiempo ha pasado, o si erradicarlo podría suponer perder uno de los rasgos más característicos del cómic de superhéroes. Quizás Spider-Man, Superman y Daredevil debieron dar el paso cuando estuvieron a tiempo, en lugar de volver cobardemente a lo de atrás. Quizás, por otro lado, hicieron bien en recular.

    Vosotros opináis

    ¿Qué opinas de las identidades secretas en el cómic actual?

    • A veces sí, otras no. Simplemente ya no es algo tan estricto como antaño (45%, 201 Votes)
    • Deberían volver a tomárselas en serio. Son parte fundamental del género (30%, 133 Votes)
    • Aun tienen algo de encanto, pero en pleno XXI solo funciona de formas muy puntuales (26%, 115 Votes)

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    Igverni
    Lector
    29 julio, 2016 18:02

    Muchas gracias por tu artículo Daniel, un concepto interesante para comentar.

    Las identidades secretas van a seguir existiendo en los comics de superheroes, para mi no hay duda. Of course máscaras como la de Batgirl (o cualquiera que deje ver parte de la cara como DD y tantos otros) son totalmente irreales hoy en día, y es cierto que las gafas de Clark Kent son y serán siempre objeto de cachondeo.

    Pero los lectores de SH ya entramos en el juego en el momento que aceptamos el mero concepto del superhéroe, su vestimenta y si es una máscara o va a cara descubierta es solo una pequeña parte de la suspensión de la credulidad a la que nos sometemos cada vez que abrimos un tebeo.

    Con las identidades secretas pasa como con los superhéroes, son conceptos que no son buenos ni malos, sino que depende de los autores saber sacarle partido.

    Saludos!!!

    Oreades
    Oreades
    Lector
    29 julio, 2016 20:22

    Yo creo que en parte tiene sentido y en otras no.

    Yo veo correcto y lógico que todo el mundo sepa quién es Ironman. Es más, da mucho juego.

    En cambio no concibo Batman en el que todo el mundo sepa que es Bruce Wayne. Pertenece al ADN de la serie.

    Ya dicho esto último, a veces piendo que los guionistas de Batman deberían de minimizar el número de personas que conocen su identidad.

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    Lector
    29 julio, 2016 20:50

    Un recurso narrativo más, como pueda ser el triángulo amoroso.

    Sí me parece mal que cuando un personaje ha avanzado por la senda de la identidad pública de golpe reseteen y todo ese bagaje se pierda.

    ultron_ilimitado
    ultron_ilimitado
    Lector
    29 julio, 2016 22:07

    Yo creo que las identidades secretas son necesarias para superhéroes «no profesionales». Es decir, para qué quiere Steve Rogers ocultar su identidad si es el Capitán América las 24 horas y todos sus amigos son superhéroes. Sin embargo gente como Batman, cuya efectividad se basa en el miedo que causa a sus enemigos gracias a su halo de ser mítico o leyenda urbana, necesita mantener la identidad o perdería toda su efectividad. O como Peter Parker que tiene seres queridos que proteger de sus enemigos (o los tenía antes de convertirse en Iron Man 2). Eso sí, lo que no tiene sentido es que se la oculten a sus «compañeros de trabajo», ¿para qué querría Spiderman que Ojo de Halcón no supiera su identidad?

    Mister Arkadin
    Mister Arkadin
    Lector
    30 julio, 2016 8:33

    Depende mucho de la idiosincrasia del personaje… los X-Men siempre han sido en realidad, una alegoría de minorías perseguidas en el pasado (negros, homosexuales, mujeres que se salían de sus roles…) y por lo tanto, mantener sus identidades secretas era imprescindible para que no los lincharan. Aunque desde aquellos lejanos años 60 hemos mejorado, y los colectivos anteriores están legitimados en países civilizados, desgraciadamente sigue habiendo racismo, machismo u homofobia, en una palabra: miedo a lo desconocido o diferente.

    Batman o Punisher actúan al margen de la ley, por una razón muy sencilla: la ley, en ocasiones, la dictan los malos de la historia, quienes poseen los periódicos, la policía y los tribunales. Luchar contra esas personas requiere una guerra sucia desde la ilegalidad absoluta, usando métodos expeditivos y moralmente dudosos. Desgraciadamente, si algo no ha cambiado, es que sigue existiendo una corrupción sistémica en las instituciones, y que muchas veces, los procesos judiciales son meras farsas de cara al público. En ese sentido, la identidad secreta es también imprescindible… pienso en Daredevil también, a quien sin duda el Colegio de abogados echaría a la calle si supieran de sus horas extras nocturnas.

    Por último, están Superman, Spirit o Spiderman, que se ocultaban por miedo a que, si se sabía quienes eran, sus enemigos irían a por sus seres queridos. Esos son los más «anticuados» ya que hoy en día dudo que lograran esconderse mucho tiempo…

    En conclusión, para mi, las identidades secretas en los cómics están más que justificadas, en la mayoría de los casos.

    mac
    mac
    Lector
    30 julio, 2016 12:48

    Es un recurso narrativo básicamente. Pero también es lógico que se quiera preservar el anonimato. Yo aún no entiendo qué esperan los enemigos de Iron Man para tirar abajo su torre… o esa larga lista de enemigos de Spiderman que saben que es Peter Parker para ir a matarlo cuando duerme…

    Es tan increíble que alguien pueda mantener su identidad secreta, como es increíble que, una vez revelada, se pueda vivir una vida normal por fuera de su identidad heroica. Porque no sólo un súper héroe es una estrella Pop (¿y alguien puede decirme qué estrella pop puede salir a pasear tranquilo o comprar en el super tranquilo?), sino que además tiene una larga lista de enemigos que le atacarían ni bien pudieran. Si saben quién es, saben dónde encontrarlo siempre; salvo que viva y se mueva en lugares secretos, con lo cual da igual su identidad, porque lo que es secreto es su vida «privada» misma.

    Y ni hablemos de lo que sucedería con sus parientes o amigos.

    Vamos, que por algo existen policías encubiertos, o espías en la vida real…………

    Saludos.

    hammanu
    hammanu
    Lector
    30 julio, 2016 13:15

    Hay ciertos casos que dan juego y otros que son un lastre. Generalmente ya sea para proteger y diferenciar el anonimato a ciertos superhéroes esta bien la cosa. Sea Spiderman por llevar una vida civil normal o Batman que mas bien es un símbolo de terror para los criminales y que saber quien es quitaría efectividad. Otra cosa seria como muchos miembros de los Vengadores que trabajaban a tiempo completo que la usen, y mas si como algunos hasta se buscaban un trabajo cuando se les pagaba por estar en el grupo, y el guionista de turno le daba un trabajo para darle un aire de normalidad. Pero esto es un craso error y en la vida real seria muy difícil compaginar un trabajo y además hacer misiones con los Vengadores mas las horas que tocaria de entrenamiento o estudiar datos y archivos, algo irreal ya que el dia solo tiene 24 horas. O sea depende del personaje esta se acopla mucho mejor a uno que otro.

    Winch Thorgal
    Winch Thorgal
    Lector
    31 julio, 2016 19:28

    Como para no tenerla si estás buscando trabajo: anda que no son cabr…. muchos de recursos humanos….¡)

    Dreadstar_TFE
    Dreadstar_TFE
    Lector
    En respuesta a  Winch Thorgal
    1 agosto, 2016 13:57

    🙂

    flashpoint
    flashpoint
    Lector
    2 agosto, 2016 12:07

    Voy a hablar de Superman, porque es la esencia de todo.
    Sin la doble identidad del personaje no existirían sus amigos, su familia, Metrópolis. Sería ver al super hombre vivir en una burbuja imaginaria encerrado en su fortaleza de la soledad mirando los televisores para ver crisis mundiales y enfrentarlas desde su perspectiva de dios, lo que acabaría irremediablemente en una batalla entre el mundo contra Superman, porque sus relaciones personales y su trabajo como periodista en busca de los hechos lo hacen acercarse a la gente y ver más allá del velo que los políticos, los empresarios y medios de comunicación nos quieren hacer ver.
    Es más sus más cercanos serían Batman (un tipo trastornado) y Wonder Woman (una princesa de un lugar idílico), cuya visión del planeta sería un desastre.
    Con sólo la idea de ver a Superman llegar volando para pedir un Starbucks ya me causa gracias (impagable que DC lo muestre en un cómic Ya!), donde tendría que ponerse a la fila para oír críticas, comentarios mordaces, insultos, a las mujeres hablar de lo que esconde de bajo de sus calzoncillos, y con su super oído no podría evitar escuchar absolutamente todo.
    Los hechos obligan a Superman a tener doble identidad, guste o no. Incluso Lex Luthor estaba seguro de eso, sólo que no quiso aceptar que el héroe se escondía bajo la identidad de Clark Kent porque lo encontraba penoso y ridículo. Impagable lo que hizo Byrne.