Longshot: El retorno

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Edición original: Marvel Comics – febrero 1998
Edición España: Comics Forum – noviembre 1998
Guión: J. M. DeMatteis
Dibujo: Michael Zulli
Entintado: Al Williamson
Color: Kevin Somers
Portada: Michael Zulli
Precio: 395 pesetas (número único en grapa de 48 páginas)

 

Una industria tan desarrollada como la de publicación del cómic de superhéroes tiene la acendrada característica de utilizar a sus personajes como franquicias. En parte, es la consecuencia inevitable de que, como dijo cierto sabio, el negocio sea el negocio y el circo deba estar siempre abierto; en parte, porque cuando los años se convierten en décadas es menester adaptar los clásicos a unas nuevas generaciones que tienen el legítimo derecho a disfrutar de sus héroes. Sin embargo, esta regla general tiene también excepciones en la forma de personajes que, fuera del contexto de sus creadores y de su creación, son sumamente difíciles de manejar. En el caso de Marvel, Longshot es probablemente el ejemplo paradigmático.

Creado por Ann Nocenti y Arthur Adams a mediados de los ochenta del siglo pasado, Longshot se presenta como el involuntario vehículo de una alegoría satírica de la sociedad de consumo de los años ochenta. Un fugitivo extra-dimensional con la capacidad de tornar las circunstancias a su favor –atrayendo la buena suerte hacia sí y generando un reverso negativo en su entorno- pero incapaz de comprender las dobleces de un mundo donde la apariencia lo es todo. Su inocencia y despreocupación –generadas en parte por la función que desempeñaba en su planeta natal- contrastaban con el trágico destino de repetir una y otra vez un ciclo de rebelión y derrota para liberar a su pueblo. La idea de Mundo Mojo, un lugar gobernado por las audiencias televisivas y controlado por una especie de seres-sillón, es sin lugar a dudas una de las creaciones más afortunadas de los tebeos súper-heroicos de aquellos tiempos –y osaría decir que de los presentes- pero su singularidad, la de todos los conceptos presentados en la miniserie de introducción del personaje y su mundo, determinó que las aproximaciones posteriores resultaran, hasta cierto punto, fallidas. Chris Claremont reclutaría a Longshot para su Patrulla-X y usaría Mundo Mojo para algunas aventuras de Excalibur, pero sin llevarles realmente a ningún sitio, más allá de liar al suertudo con Alison Blaire, Dazzler. Este detalle permanecería en apariciones puntuales –en X-Men- tan intrascendentes como olvidables, mientras los anuncios de que Nocenti y Adams volverían a encontrarse con su creación iban quedando en el olvido. El hecho de que Rob Liefeld presentara para la primera alineación de X-Force a otro personaje exiliado de Mundo Mojo –el sanguinario espadachín Estrella Rota- solo sirvió para añadir un mayor grado de confusión. Las promesas de resolver las crecientes incógnitas se tradujeron en un cruce de números anuales –Shattershot- en el que los conceptos originales brillaban por su ausencia. Al final, una creación derivada y casi anecdótica como los Bebés-X acabó teniendo más apariciones que el original. En este estado de cosas, resultó casi una sorpresa la aparición de un número especial en el que Longshot volvía a la Tierra y de la mano de unos autores que nunca le había tratado.

Longshot: el regreso podría definirse como una versión marveliana adaptada al personaje de El mago de Oz. La historia comienza cuando el churrero extra-dimensional decide aplacar una inquietud que parece fustigarle fuera de pantalla. La solución parece pasar por darse un garbeo por la Tierra en la que en otras ocasiones había dado con sus huecos huesos. En el camino que le lleva desde su lugar «natal» a su destino, topa con un monstruo de tamaño familiar que acosa a un curioso grupo de enanos bigotudos. Fiel a su tendencia a meterse en líos, Longshot hará causa con los débiles y ganará un pertinaz oponente que le seguirá hasta su destino final. Su intención es visitar la ciudad de Nueva York y reencontrarse con sus antiguos camaradas de la Patrulla-X. Sin embargo, el meneo inter-dimensional le ha hecho aterrizar en un pueblo de la América profunda donde los paisanos se burlan de sus pintas y de su despiste, indicándole que la populosa urbe que busca está mucho más cerca de allí de lo que realmente está. En su paseo por esos andurriales, Longshot demostrará nuevamente su capacidad para hacer amigos y meterse en problemas: una niña que echa de menos a su hermano, un puñado de pacientes en una institución de salud mental… y un crimen cuya autoría, en la mejor tradición de los pueblos pequeños, acabará endilgándose al forastero.

La historia planteada en el tebeo constituye un buen ejemplo de esos relatos que, sin matar del susto ni del gusto, tampoco aportan realmente nada a la mitología del personaje. El guionista Jean Marc DeMatteis se mueve en esta ocasión en un terreno que poco tiene que ver con la comedia de situación o el thriller psicológico a los que hasta ese momento nos tenía más acostumbrados. Aquí dibuja un pequeño cuento de hadas en el que solamente parece estar patente el lado luminoso y optimista del protagonista. Allá donde Nocenti aportaba el contraste oscuro y demostraba la incapacidad de supervivencia de alguien tan inocente como Longshot en un mundo como el nuestro (en su versión marveliana), aquí DeMatteis se queda solo con la parte bondadosa. El candor del antiguo hombre-X sigue jugándole alguna mala pasada; su falta de doblez continúa metiéndole en berenjenales de los que no tiene culpa –al menos, directa-. Sin embargo, don J. M. arropa al viajero con el apoyo, la comprensión y la compañía de un puñado de personas que, siendo terrestres, comparte con el visitante la condición de parias incomprendidos: una niña que siente la presencia de entidades paranormales, los pacientes de un sanatorio mental… todo bien edulcorado y alejado de las amarguras que doña Ann y don Art propinaban a Longshot en su primera visita a la Tierra.

Uno de los detalles más interesantes de este cómic es, quizá, el hecho de que se trate de una de las escasas apariciones del ilustrador Michael Zulli en la casa de las ideas. Este buen señor había alcanzado reconocimiento en el sector trabajando con Neil Gaiman en Sandman y aquí despliega su capacidad para dibujar ambientes con un toque mágico. En esta ocasión, cede los pinceles y la tinta china al veterano Al Williamson, quedando la cuestión del coloreado de Kevin Somers. El resultado final es adecuado para la premisa de la historia: un cuento de hadas con un final optimista y feliz.

En conclusión, hay que indicar que estamos ante un tebeo que entretiene y que acumula diversos motivos para su lectura: la reaparición de un personaje tan singular como poco prodigado, la presencia de un guionista competente, la aportación de un ilustrador cuyas labores rara vez le han acercado a Marvel y la colaboración de un entintador de larga trayectoria.

Longshot, por Michael Zulli
Ilustración de portada y contraportada del tebeo original

  Edición original: Marvel Comics – febrero 1998 Edición España: Comics Forum – noviembre 1998 Guión: J. M. DeMatteis Dibujo: Michael Zulli Entintado: Al Williamson Color: Kevin Somers Portada: Michael Zulli Precio: 395 pesetas (número único en grapa de 48 páginas)   Una industria tan desarrollada como la de publicación…
Guión - 7
Dibujo - 7.7
Interés - 6.5

7.1

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Gusgus
Gusgus
Lector
20 marzo, 2017 17:45

En su momento, cuando lo leí también tuve la impresión de que era un cuento maravilloso muy cercano al Mago de Oz. Entretenido, pero nada significativo para el personaje en sí.

The_Question
The_Question
Lector
20 marzo, 2017 19:09

Cuando recientemente Panini recopiló la miniserie original en un tomo encontré a faltar que incluyeran este número. Más que nada para tenerlo todo en un mismo volumen. Una oportunidad perdida

l rodriguez
l rodriguez
Lector
22 marzo, 2017 3:39

Hablando de Longshot, creo que tendria exito una pelicula de este personaje ambientada en el Mundo Mojo y toda esa mitologia, no sabria decir si en tono de comedia o algo mas serio, pero creo que tiene potencial ahora que Fox esta buscando hacer peliculas de personajes individuales.