La Otra América: Negra y criminal

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El carro de hierro, de Jason
Rústica. 72 págs. Bitono. 13 €
Astiberri

David Fernández ya realizó un análisis de esta obra hace unos días, así que evito resultar reiterativo remitiéndoos a su reseña y dejando aquí tan solo unas líneas al respecto. La cuestión es que El carro de hierro encajaba bien en mi idea de reseñar algunos cómics independientes y recientes de género negro o de misterio, y aunque Jason es de origen noruego y esta obra fue publicada originalmente en 2001 en su propia revista, Mjau Mjau, se amolda perfectamente al concepto de “cómic independiente americano”. De hecho es muy probable que si Jason no hubiera sido “descubierto” por Fantagraphics (donde se ha convertido en una de las apuestas seguras de la editorial), jamás lo habríamos visto por estos pagos. A este respecto, la “internacionalidad” de gran parte del cómic actual, recomiendo un artículo reciente de Santiago García (no, no es primo mío).

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Pero a lo que íbamos, además de lo comentado por David, me gustaría señalar lo interesante de este título dentro de la bibliografía de Jason por su calidad de “bisagra”, dividiendo prácticamente su producción en dos: su cómics previos, directamente existencialistas, sin maquillajes alguno, y sus cómics posteriores, donde las preocupaciones del autor por describir la nausea existencial se equilibran con la utilización de los géneros populares como vehículo argumental que le permitan un tono leve y paródico. Si a eso unimos el enorme atractivo gráfico de esta obra, probablemente uno de los cómics del autor donde más esmero se ha empleado en el acabado formal de las páginas, el precioso tono rojo del bitono, el carisma de sus personajes, el misterio, el terror, la intriga y lo perturbador de muchas de las escenas, podemos concluir que nos encontramos ante uno de sus trabajos más interesantes (que no es lo mismo que decir “mejores”). Lo dejo aquí, porque al final me enrollo y repito lo que ya ha escrito David.

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Parker 1. El cazador, de Darwin Cooke
Cartoné. 144 págs. Bitono. 18 €
Astiberri

Parecidos con El carro de hierro: género criminal (aunque con un tono muy distinto), autor no estadounidense, adaptación de un libro de hace varias décadas escrito bajo seudónimo, bitono. Diferencias: todo lo demás. Parker es el protagonista de una serie de novelas negras, negrísimas, escritas por Richard Stark, seudónimo de Donald Westlake, en los años ‘60. Posiblemente muchos conoceréis esta historia por algunas de sus más o menos fieles adaptaciones cinematográficas, A quemarropa o Payback, aunque Darwyn Cooke se mantiene más fiel al argumento del libro que aquellas. Como Óscar Palmer, traductor de este cómic, ya escribió un estupendo artículo sobre las novelas originales y sus adaptaciones al celuloide, os lo recomiendo y me me ahorro el trabajo de hacerlo yo mismo.

Esta adaptación de Cooke recibió el año pasado el honor de ocupar puestos muy elevados (incluido el primero) en muchas de las listas de lo mejor del año, siendo junto a Asterios Polyp de David Mazzucchelli uno de los títulos más recurrentes en las mismas. Personalmente, considero que ninguna de las dos lo merece, pero hoy me limitaré a hablar de Parker. Para que os sea más sencillo calibrar mis gustos y lo parecidos o distintos que son de los vuestros, creo justo comentar que no disfrute demasiado con DC: The new frontier. No me pareció una mala historia y me entretuvo, pero tampoco la consideré nada realmente especial. El dibujo de Cooke, esa especie de reformulación de Bruce Timm “estilosa”, sí que me convence en el plano meramente ilustrativo, no así sus habilidades narrativas, donde creo que naufraga estrepitosamente. Si DC: The new frontier me dejó tibio, su Catwoman me dejó frío, y su The Spirit directamente me congeló la sangre en las venas. Así que emprendí la lectura de este Parker con cierto recelo pero también con curiosidad, y tengo que admitir que posiblemente es el cómic que más me ha gustado de Cooke, aunque sigo encontrando que adolece de problemas importantes. En el lado positivo encontramos algo difícilmente achacable a Cooke, como es la fuerza del relato original, una historia de venganza con un protagonista absolutamente memorable, uno de los más fríos y amorales hijos de puta que ha parido la literatura negra, especialmente en un papel protagonista. Es casi imposible no sentirse atraído por su figura como por un agujero negro, una atracción que solo puede conducir a la desgracia pero de la que es imposible zafarse. Parker roba, engaña, golpea, desfigura y mata como si hubiera nacido para ello y como si los demás hubieran nacido para merecerlo. A su lado Lobezno es un mariposón. Ahora bien, con esta historia original Cooke construye una adaptación decente, pero muy alejada de aquello que podría haber sido, y que uno no puede dejar de imaginar tras la lectura del cómic.

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En manos de Cooke, todo se convierte en diseño, como si quisiera ser el nuevo Alex Toth. Está tan pendiente de ofrecer la imagen más hermosa, la composición más inteligente y original, que se olvida de dotar de un ritmo coherente a su historia (se alternan abundantes páginas casi mudas con abundantes páginas plagadas de texto explicativo, el empleo del plano subjetivo no se sustenta, etc.). Tampoco en esta obra, como temía a priori, Cooke ha aprendido a narrar, resultando muy a menudo confuso y sobre todo poco informativo. Considera que el modo de hacer de una conversación una escena interesante, es variar el plano sin ton ni son constantemente sin ofrecer, además, ningún anclaje espacial con el que situar a los personajes (ver imagen superior), cuando precisamente en ese tipo de escenas es la imagen la que debe ceder protagonismo al diálogo. El problema, otra vez, es que más que contar su historia, le interesa agradar con ese bitono tan inapropiado para la negrura de la historia, con esos diseños de decorados elegantes, con ese trazo de pincel tan embellecedor como embustero, con esos encuadres tan rebuscados como innecesarios. Lo que debería ser una historia cruda, desgarradora, sucia, un puñetazo en el estómago, se convierte en un catálogo del glamour según Cooke. Y aún así, repito, Parker es para mí su mejor trabajo, lo cual no impide que sus defectos mermen mi calificación de la obra. Quien quiera leer un análisis más detallado de algunos de los elementos donde Cooke no ha acabado de dar en la diana, puede pasarse por este artículo de Dan Nadel traducido al castellano con el que estoy de acuerdo en gran medida. Eso sí, si os gustó Cooke en obras anteriores, posiblemente ninguno de los “peros” esgrimidos os resulte especialmente sangrante ni llamativo, y casi seguro que disfrutaréis con Parker. O mejor dicho, en manos de Parker.

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Nightmare Alley, de Spain Rodríguez
Rústica. 136 págs. B/N. 15 €
Drakul

Y pasamos de una historia negrísima a otra que no lo es menos. De hecho, posiblemente es todavía más devastadora en su visión desesperanzada de la vida y de la condición humana. Nightmare Alley, es la adaptación de una novela de William Lindsay Gresham, escrita en 1946 y llevada al cine con éxito al año siguiente con Tyrone Power como protagonista y el título en España de El callejón de las almas perdidas, que sirve en esta edición como subtítulo. A tenor de lo que leemos en la muy interesante e informativa introducción del cómic, esta novela tendría mucho de autobiográfico, o al menos de descripción del entorno más cercano al autor, incluidos los problemas con la bebida o la necesidad de recurrir al engaño para sobrevivir. Nightmare Alley, el cómic, nace como parte de un proyecto de adaptaciones de novelas al lenguaje de la historieta dirigido por Bob Callahan y Art Spiegelman, en el que también estaría comprendido Ciudad de cristal, la adaptación de la novela de Paul Auster realizada por Paul Karasik y David Mazzucchelli. Aunque finalmente este Nightmare Alley no llegó a formar parte de aquel proyecto pronto abortado y pasó por otras manos antes de llegar a Spain Rodríguez, este se sintió tan interesado por él como para emplear siete años de su vida en adaptar (de manera intermitente) esta historia que con sus 129 páginas dibujadas es la más larga de la carrera del mítico dibujante underground.

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Y no es de extrañar la fascinación de Rodríguez por Nightmare Alley. Como sucedía en Parker, se trata de una historia tan interesante, tan humana, tan dura y enraizada en el subconsciente colectivo del “crimen y castigo”, que es imposible destrozarla por mal que se adapte. Y lo cierto es que Rodríguez lo hace mal, muy mal. Con todos sus personajes envarados, sus perspectivas erróneas (cuando su dibujo trata de ser académicamente correcto), sus encuadres tan obvios como poco afortunados, su desidia en el diseño de la página, su poca habilidad a la hora de recrear texturas, su sobreabundancia de textos y, sobre todo, su torpeza narrativa, Rodríguez no consigue destrozar el relato ni disminuir el interés del lector en el mismo. Es cierto que en manos de un dibujante/guionista menos torpe posiblemente nos encontraríamos ante un cómic de dimensiones muy importantes, pero esto es lo que hay, y lo cierto es que el cómic se lee con agrado e interés creciente a medida que avanza la trama. Para ponernos en situación, Nightmare Alley relata la paripecia de un pequeño timador curtido en una feria de rarezas (que remite en cierto modo a la terrorífica Freaks de Tod Browning) que utiliza sus habilidades como charlatán para abrirse paso en el mundo utilizando a los demás para lograr sus fines. Su inteligencia solo es superada por su avaricia y su ansia de poder, aunque también seremos testigos de algunos de los traumas de infancia y juventud que han llevado al personaje a convertirse en la escoria humana que es. Como en el caso de Parker, nos encontramos con una magnífica historia protagonizada por un personaje amoral, rompiendo así esa especie de mito que postula que el lector debe identificarse de algún modo con el personaje para lograr una implicación emocional. Por continuar con los símiles cinematográficos (por algún motivo me parecen acertados al hablar de este cómic, tal vez porque lo que ha hecho Rodríguez no encaja con mi concepto de cómic) la ascensión del protagonista mediante el uso de la oratoria me recuerda aquella vieja película de Richard Brooks protagonizada por Burt Lancaster, El fuego y la palabra. Por supuesto, Nightmare Alley termina mal, y no se trata de un spoiler porque no podía ser de otro modo: parte de la potencia del relato dependía de ello.

Nunca pensé que pudiera recomendar fervientemente un cómic narrado con tamaña torpeza, y sin embargo lo hago: no dejéis pasar de largo Nightmare Alley.

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The troublemakers, de Gilbert Hernandez
Cartoné. 120 págs. B/N. 19,95 $
Fantagraphics

Nueva novela gráfica al canto del hermano Hernandez en apariencia más inquieto. Aún no se ha publicado en España, pero no me cabe duda de que acabará siendo editada por La Cúpula, como casi todo el resto de su trabajo hasta el momento. Este nuevo libro forma parte de esa especie de spin-off que Beto se ha sacado de la manga y que inauguraba con Una oportunidad en el infierno: cómics autoconclusivos (novelas gráficas) que reflejan supuestas películas de serie B en las que participó Fritz, la hermastra de Luba en la saga de Palomar y aledaños. Como curiosidad, comentar que Hablando del diablo, lo último de este autor publicado en España, sería un cómic basado en los supuestos hechos reales que inspiraron una de estas películas, y por tanto se puede considerar, aunque sea marginalmente, parte de esta serie colateral. Toma ya. Pero metiéndonos en harina: The troublemakers es tan fallido que por comparación Una oportunidad en el infierno y Hablando del diablo se convertirían en buenos tebeos, lo cual creo que ya es mucho decir. A Beto Hernandez hay que reconocerle esa constante búsqueda tanto en lo argumental como en lo gráfico que durante un tiempo hizo que fuese considerado el “hermano listo”, dado que Jaime insistía en un mismo universo y no hacía sino perfeccionar con un ritmo lento y preciso sus habilidades narrativas. Con el tiempo, lo que tenemos es a un Jaime Hernandez magistral en lo narrativo y estético y con una capacidad pasmosa para convertir en real su mundo imaginario, y a un Beto que se pierde en intentos de ser cada vez más epatante y de resolver gráficamente con un mínimo de esfuerzo.

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En The troublemakers el “acierto” gráfico más aparente es la utilización de cuatro viñetas horizontales por página a lo largo de todo el libro en un intento de emular la pantalla cinematográfica. Evidentemente, este recurso no es ni suficiente ni necesario para lograr este efecto, y queda convertido en una mera curiosidad al no ser acompañado por otras argucias que nos remitan a la experiencia cinematográfica. Esto es sin embargo un detalle sin importancia que prácticamente pasa desapercibido ante lo absurdo de las situaciones que propone Beto en esta historia de engaños y vueltas de tuerca que también me ha recordado a una película: Los timadores, de Stephen Frears. Un grupo de personajes juegan a las falsas apariencias y a las traiciones hasta el punto de resultar tan excesivas que el lector (este lector, al menos) pierde por completo el interés en lo que está leyendo. No hay explicaciones sobre por qué cada personaje actúa como lo hace, hacia mitad del relato se produce un cambio de ritmo que rompe por completo el relato (como sucedía en Pereza) y la historia carece de una estructura interesante y capaz de crear expectación y emoción. En definitiva, una nueva muestra del trabajo actual de Beto, cada vez más a la deriva. Intercalados en la historia, como no, un poquito de magia y otro poquito de sexo, algún toque bizarro y el azar como dueño de nuestros destinos. Comparado con Distrofismo humano o Pies de pato, parece que estuviésemos leyendo la obra de otro autor, y me temo que es el único de los cuatro títulos reseñados hoy que no recomendaría. Ni siquiera a los fans de Beto.

Bueno, esto es todo, nos leemos en cosa de un mes si los hados son propicios. ¡Gracias por estar ahí!

Alberto García Marcos (el tio berni)
www.entrecomics.com

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David Fernández
10 marzo, 2010 13:07

Tomo nota de algunos de los tebeos que comentas que todavía no he leído. Tienen buena pinta…

Coincido con tu opinión acerca de El carro de hierro. No tanto con la de Parker: el cazador, pero ya te daré la réplica la semana que viene 😉 (iba a ser ésta, pero me temo que no me dará tiempo).

Gracias por la sección. Un lujazo, como siempre.

enric feliu
enric feliu
Lector
10 marzo, 2010 14:59

Considero que Parker es uno de los mejores comics editados en nuestro país en los últimos meses.Francamente bueno.

Mt
Mt
10 marzo, 2010 17:42

Totalemente de acuerdo en casi todo, aunque a mí The New Frontier sí me gustó.

Mt
Mt
10 marzo, 2010 17:53

Por cierto, lo de Criminal (link mediante), ya era hora de que lo dijera más gente.

Ramius
Ramius
11 marzo, 2010 0:16

Coincido con comentarios previos: «Parker» es de lo mejor que se ha editado en mucho tiempo, me ha encantado y espero que haya nuevas entregas. Si, también me gustó mucho «New Frontier».