John Romita Jr. Sus mejores obras en Marvel

El retorno de John Romita Jr. a Marvel es algo digno de celebración. Por eso, nos hemos reunido para elaborar un top personal sobre el genial artista, abarcando su producción desde los comienzos hasta su práctica salida de la editorial. Cuarenta años de historias nos observan.

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John Romita Jr. vuelve a Marvel. La noticia saltaba a los medios hace escasos días. Tras una vida dedicada a la Casa de las Ideas, el artista salía rumbo a DC Comics en 2014 con el complicado cometido de hacerse cargo de Superman, tras haber dibujado a los iconos más importantes en Marvel. Este hiato se da por concluido con el anuncio que el propio editor en jefe, C.B. Cebulski, ha esparcido a los cuatro vientos, anticipando grandes proyectos para el pequeño de los Romita a partir de julio de este 2021. Como siempre que hablamos de un dibujante con una personalidad muy marcada, suelen surgir disensiones entre los aficionados. Unos están contentos, otros decepcionados, los más expectantes. Ya se sabe, nunca llueve al gusto de todos.

En la redacción Marvel de Zona Negativa somos de los que podemos decir que estamos ilusionados con el retorno de la estrella del tablero de dibujo. Nada más saltar el titular, nos pusimos a repasar el impresionante legado de Romita Jr. Muchas obras comenzaron a aflorar y decidimos afrontar un top de sus trabajos más relevantes en Marvel Comics, para consignar que, efectivamente, estamos de celebración, ante la vuelta de un hijo pródigo. Obviamente, con una carrera tan extensa, con más cuarenta años de experiencia a sus espaldas, desde que debutara en una historia de complemento en el Amazing Spider-Man Annual #11 (agosto de 1977), ha sido una tarea compleja decidir los integrantes que debían pasar a la selección final, a sabiendas que nos dejamos bastantes cosas. Con distintas sensibilidades dentro de nuestro bullpen particular, os dejamos el top de marras, tan válido como cualquier otro. Lo importante es que tenemos a Romita de nuevo en nuestras filas. Bienvenido John, estás en tu casa.

Iron Man, con Bob Layton y David Michelinie (1978-1981)

Cuando alguien decide seguir la estela familiar y dedicarse al oficio de alguno de sus progenitores, surge siempre la sombra de la suspicacia: ¿ha llegado esta persona a ese lugar por méritos propios o por «ser vos quien sois, caballero»? ¿Ha contado con una oportunidad para demostrar sus talentos, la cual no se hubiera dado de no tener tal o cual parentesco, amistad o conocimiento? Por otra parte, cuando la generación anterior ha brillado particularmente, la siguiente ha de enfrentarse, además, con la imperiosa necesidad de encontrar un lugar propio y marcar las distancias, so pena de convertirse en una suerte de continuador sin estilo propio. Hoy día, resulta sumamente extraño plantear estas cuestiones a un autor como JRJR, que lleva más de cuatro décadas en primera línea de la industria del tebeo estadounidense, pero, en su momento, hubo de enfrentarse a ellas y trabajar para conseguirse un nombre propio. El primer paso para alcanzar esa meta estuvo en su colaboración con David Michelinie y Bob Layton, en las páginas de la colección del Hombre de Hierro.

Cada personaje relevante en la larga y prolífica historia del comic-book ha contado con una etapa que se puede considerar como definitiva. En la misma, quedan marcados los elementos que definen al héroe y su entorno, convirtiéndose en el espejo en el que autores posteriores se miran, a la hora de afrontar la tarea de trabajar con el personaje y en su colección. En el caso de Iron Man, dicha etapa, que podría adjetivarse como definitiva, vino de la mano de este trío de autores, recién desembarcados en la casa de las ideas y criados con los tebeos de la edad de plata. Aquí tenemos un JRJR que dejará de ser el hijo del mítico dibujante de Marvel, para convertirse en un autor que luce con orgullo su condición de ser la siguiente generación, pero con una voz propia. Su dibujo aún tiene que alcanzar el trazo que le hará célebre y se encuentra suavizado por las tintas de Layton, pero ya deja patente sus capacidades y su potencial. Suyos son los lápices de historias memorables de esa etapa y, cuando regrese a la colección, diez años después, lo hará como una estrella consagrada y de la mano de John Byrne, pero, sin embargo, ésa será otra historia.

Amazing Spider-Man, con Roger Stern (1982-1984)

Uno de los cómics más recordados de John Romita Jr., es la etapa en El Asombroso Spiderman que llevó a cabo junto con Roger Stern. Casi una treintena de números que configuran una de las andaduras doradas del Trepamuros, aquella que lo introdujo en la edad moderna de los cómics.

En una década de los ochenta, que poco a poco iba demandando argumentos más oscuros y «adultos», Stern y Romita mantuvieron al bueno de Spiderman fiel a las esencias que el personaje había mantenido desde su origen, esto es, la de un chico normal, con problemas muy normales y tan reales como la vida misma, en los que ser un superhéroe, lejos de ayudarle, solo le complicaba más las cosas.

Romita y Stern mantendrían todo eso y convertirían el cómic en algo más maduro, pero sin pasar porque Spiderman fuera una suerte de antihéroe que cruzaba la delgada línea entre el bien y el mal, sino porque seguía siendo ese muchacho de Queens, ahora más responsable que en sus inicios, que no llegaba a circular por el lado oscuro, pese a lo que ello le solucionaría las cosas. Poder y responsabilidad en estado puro.

Nathan Lubensky, el Duende (uno de los mejores villanos arácnidos de la época, que distaban mucho de ser una copia barata de Norman Osborn), la Gata Negra, Tarántula, «Nada puede parar a Juggernaut«… momentos inolvidables para una etapa inolvidable, recogida en un solo tomo por Panini Cómics dentro de su línea Marvel Heroes, en las que Romita daba el do de pecho, demostrando que no estaba en Marvel por enchufe y que era mucho más que «el hijo de su padre».

Pocas veces hasta el momento habíamos visto un Spiderman más dinámico en acción, un arácnido que saltaba, botaba, brincaba, pegaba y se movía con una agilidad y una suavidad de movimientos que lo convertían en más realista que nunca, cuando una producción de alto presupuesto en cines de Spiderman era tan solo un sueño loco e imposible.

Uno de los mejores Romita Jr. que podemos encontrar en su extensa y maravillosa contribución a Marvel Comics.

Star Brand, con Jim Shooter (1986-1987)

Jim Shooter quería al mejor dibujante de Marvel. No era para menos, puesto que Shooter había lanzado lo que él consideraba el siguiente paso en la Era Marvel. Estamos hablando, claro, del Nuevo Universo. Creado como parte de las celebraciones del 25 aniversario de Marvel Comics, el Nuevo Universo era una apuesta personal del por aquel entonces Editor en Jefe de la editorial. Se trataría de una serie de colecciones con conceptos “rompedores” dentro de las historias de superhéroes, pero haciendo énfasis además en que reflejarían el “mundo real”.

El enorme ego de Shooter le llevó incluso a declarar que su Nuevo Universo tendría tanto éxito y marcaría la cultura popular de la época, de igual manera que el lanzamiento de Los 4 Fantásticos lo hizo en 1961. Como no podía ser de otra manera, Shooter se reservó el puesto de guionista de la colección enseña de la línea, Star Brand. Y si él se veía como Stan Lee reencarnado, tenía sentido que solicitara (o directamente impusiera) a John Romita Jr. como el único dibujante capaz de plasmar en papel su infinito caudal creativo.

Star Brand es la historia de Ken Connell, un joven que trabaja en un taller de coches y mantiene dos relaciones amorosas paralelas con dos mujeres que representan, por un lado la estabilidad de la vida adulta y, por otro, la aventura de la juventud. Connell recibe sus poderes de la marca estelar (de actualidad en la serie de Los Vengadores), una especie de tatuaje que le es entregado por un ser extraterrestre de forma humana. Sí, no podemos decir que el origen del héroe fuera el colmo de la originalidad. Lo cierto es que la idea de Shooter de contar una historia anclada en una realidad lo más parecida a la nuestra, hizo que las aventuras de Connell fueran poco… superheroicas. Como, además, el guionista decidió prescindir de bocadillos de pensamiento, nos encontramos con muuuuchas páginas con personas hablando en posiciones estáticas, lo que permite apreciar la versatilidad del Romita de la época, que pasó de dibujar una pelea entre La Patrulla-X y Nimrod, a ilustrar cómo dos amigos rebuscan cachivaches en un garaje.

El Romita de Star Brand es un dibujante cerca de su plenitud, fogueado en colecciones mensuales de gran exigencia como la mencionada Patrulla-X o El Asombroso Spiderman. El de Nueva York es capaz de mostrar un amplio registro de expresiones corporales y faciales para transmitir la emoción de la que carecían la mayoría de los diálogos de Shooter. En las (escasas) escenas de acción, el sentido del ritmo del dibujante dota a dichos momentos de un enorme dinamismo e incluso dramatismo, como en la segunda pelea con el extraterrestre que le dio la marca estelar. La prosa redundante del que fuera editor en jefe de Marvel no favorecía las virtudes del dibujante. No ayudaba tampoco que hubiera que explicar el origen del personaje casi cada número, algo especialmente sangrante en las tres páginas que se dedican a ello en el #4. La narración, como hemos mencionado, privilegiaba lo intimista a lo espectacular por lo que Romita reservaba las únicas splash-pages para la primera página de cada cómic, como un recordatorio al lector, no tanto de que estaba leyendo un cómic de superhéroes, sino de lo impactante que podía llegar a ser una ilustración de John Romita Jr.

Hablar largo y tendido del Nuevo Universo ideado por Shooter daría para un artículo propio o incluso una serie de artículos; tantos fueron los problemas y percances que acompañaron al desarrollo de estos cómics entre recortes presupuestarios, despidos, retrasos, etc. Jim Shooter fue despedido como Editor en Jefe de Marvel en febrero de 1987 y, a consecuencia de ello, no llegó a terminar de escribir el #7 de la colección. Romita sí llegó a dibujar ese #7 pero sería el último para él. En total había dibujado seis números de la colección llamada a dar inicio a una nueva era: #1-2 y #4-7. Poco después, nada menos que John Byrne, se haría cargo de la serie, dedicándose número a número a deshacer todo lo construido por el hombre con el que tantas peleas había tenido en el pasado.

Lo que Shooter le había vendido como la oportunidad de su vida, se convirtió en un alto en el camino que le llevaría, junto con su entintador en Star Brand, Al Williamson, a una nueva etapa ilustrando la aventuras de Daredevil.

Daredevil, con Ann Nocenti (1988-1990)

John Romita Jr. venía de una memorable etapa comprendida entre 1983 y 1986 en Uncanny X-Men, con Dan Green y Chris Claremont. Su relación con Claremont no era óptima puesto que al Patriarca Mutante no le gustaba su trabajo a los lápices. Seguidamente, se hizo cargo de una labor titánica, ni más ni menos que Daredevil, tras el paso de dos grandes autores que habían cambiado de manera revolucionaria, no solo a dicho personaje sino el mundo del cómic; hablamos de Frank Miller y David Mazzucchelli. Su etapa en esta colección abarca entre 1988 y 1990. Se trata de un periodo prolongado con la escritora Ann Nocenti y el entintador Al Williamson. Con el precedente que menciono, podríamos pensar que su labor pasaría sin pena ni gloria, pero nada más lejos de la verdad, y aquí es donde se demuestra que los grandes autores, como lo es John Romita Jr., son capaces de dar la talla e incluso superar las expectativas.

Mientras que Daredevil de Ann Nocenti y John Romita Jr. parece ser eclipsada por los formidables años de Frank Miller, el dibujante considera su paso por esta colección como el punto de inflexión en cual se desarrolló como artista. También tenía una relación de trabajo muy estrecha con Nocenti, lo que le permitió aportar más información que nunca para las tramas. Más tarde comentó que finalmente y por primera vez sentía que era parte del proceso de creación. Su invención artística más famosa (con tintas de Al Williamson) fue el interés amoroso/enemiga de Daredevil, María Tifoidea en Daredevil vol. 1 #254. Su inclusión en la mitología del Hombre sin Miedo se lleva a cabo en un arco de duración extensa donde María, Fisk y Matt Murdock se vieron envueltos en un triángulo amoroso donde Tifoidea fue contratada por Kingpin para romper el corazón de Daredevil, haciéndolo enamorarse de ella solo para revelarse como la asesina a sueldo de Kingpin. No menos importante es la creación conjunta con Ann Nocenti del hijo de Mefisto, Blackheart, en Daredevil vol. 1 #270.

Sus lápices en esta etapa empiezan a ser próximos a lo que se desarrollará en los 90, con un trazo fuerte, nada anguloso, predominando composiciones donde las líneas rectas se sobreponen a la suavidad de contornos suaves. Si ya se percibía un gran cambio en su paso por la Patrulla-X, es aquí donde se refuerza esa evolución. Después de Daredevil vol. 1 #282, John Romita Jr. dejó la serie para dedicarse a otros proyectos.

Cable: Sangre y Metal, con Fabian Nicieza (1992)

A principios de la década de los noventa, la franquicia mutante se convirtió en el centro del cosmos marvelita. El éxito de X-Force de Rob Liefeld y X-Men de Jim Lee había propiciado un estallido de popularidad sin precedentes, pero los celebrados dibujantes no estaban interesados en compartir su fama y su fortuna con la Casa de las Ideas. Liefeld y Lee, junto a Todd McFarlane, Marc Silvestri, Whilce Portacio, Erik Larsen y Jim Valentino abandonaron Marvel para fundar su propia empresa, Image Comics. El éxodo de sus principales reclamos dejó huérfanas a las colecciones mutantes, que se encontraron de repente con un importante problema: muchos de los personajes que los artistas de Image habían elevado al estrellato eran en realidad carcasas vacías sin apenas desarrollo. Se corría el riesgo de que, al perder la característica estética que le imprimieron esos dibujantes, perdiesen el favor del público.

Uno de esos personajes era Cable, epítome de la estética noventera y de la filosofía de los tebeos de la época: dientes apretados, armas gigantescas, actitud ruda y frases lapidarias. Tras su paso por X-Force, Cable iba a protagonizar una miniserie en formato prestigio que serviría para desvelar por fin su misterioso pasado y que además actuaría como prólogo al gran evento mutante del momento, titulado La Canción del Verdugo. Liefeld iba a encargarse de ella originalmente, pero su marcha la dejó en manos de Fabian Nicieza. El guionista se vio en la tesitura de tener que construir un pasado para un personaje que era poco más que una fachada molona sin ningún tipo de sustancia que la sustentase, mientras que la editorial se enfrentó a una cuestión aún más peliaguda: ¿Qué dibujante estaría dispuesto a recoger el testigo de los excesos de Liefeld? ¿Quién sería capaz de abrazar la peculiar estética de Cable al mismo tiempo que la distanciaba lo suficiente de la de su creador? La respuesta a ambas preguntas fue John Romita Jr.

Así nació Cable: Sangre y Metal, una miniserie de dos números en la que Nicieza y Romita Jr. demostraron que Cable podía ser un personaje interesante… y que tenía un futuro más allá de su excéntrico «padre». El trasfondo del líder de X-Force era prácticamente inexistente, pero Nicieza supo proporcionarle una personalidad propia. Sus conexiones con el resto del Universo Marvel eran endebles en el mejor de los casos, pero el guionista supo atar algunos cabos y, usando la excusa de los viajes en el tiempo, llegó a conectar a Cable con la familia Summers; algo que sería de vital importancia para el futuro del personaje. Por su parte, el estilo de Romita Jr., caracterizado por sus figuras hieráticas y robustas, le vino como anillo al dedo al protagonista del proyecto. Bajo los lápices del artista, el viajero procedente del futuro mostraba una apariencia más solemne y contenida: Cable se presentaba como un auténtico soldado, disciplinado cuando debía serlo pero también despiadado en batalla. De alguna forma, Romita Jr. supo capturar la esencia de los excesos noventeros de Liefeld, tan carismáticos como estrafalarios, y trasladarlos a un recipiente mucho más pulido en lo formal, con una narrativa infinitamente más eficaz y un sorprendente dominio de las exageradas proporciones de Cable: las gigantescas hombreras, las numerosas cartucheras, las armas tan grandes como su propio brazo…

“Cuando está en juego algo más que el éxito o el fracaso del trabajo… se convierte en un asunto de vida o muerte. ¡Mi vida significa sus muertes!”, bramaba Cable en el primer número de Sangre y Metal mientras se enfrentaba al Frente de Liberación Mutante, controlado por su archienemigo Dyscordia. En ese primer número no tenía reparos en disparar y matar a sus enemigos. Poco después la historia saltaba hacia atrás en el tiempo y nos mostraba a Cable como líder de un grupo de mercenarios llamado la Media Docena, al que abandonó precisamente por su obsesión con Dyscordia. En el segundo número, enfrentado de nuevo al Frente de Liberación Mutante, el monólogo interior del personaje era bien distinto: “¿Por qué me contengo? ¿Porque son jóvenes? ¿O porque Dyscordia los está usando de la misma forma que yo usé a la Media Docena años atrás?”, se preguntaba al sorprenderse a sí mismo usando métodos no letales. Se había puesto en marcha una sutil transformación que acabaría dotando al líder de X-Force de una tridimensional de la que había carecido hasta el momento.

El enfrentamiento final contra Dyscordia quedaría pendiente, pues debía llevarse a cabo en las páginas de La Canción del Verdugo, pero el desarrollo de Cable ya era imparable. Su posterior serie regular acabaría por darle forma a los hallazgos de Nicieza en Sangre y Mental, mientras que los dibujantes que vinieron detrás de Romita Jr. continuaron evolucionando la estética del personaje hasta llevarla a lugares que Liefeld jamás habría podido concebir por sí mismo. No obstante, algunos nos quedamos anclados en el Cable de Romita Jr. por la maestría con la que supo capturar la esencia de los noventa de una forma que ni siquiera uno de los autores responsables de revolucionar la estética de aquella época supo capturar.

Daredevil. El Hombre sin Miedo, con Frank Miller (1994)

Tendemos a catalogar como una mala década la de los noventa, en cuanto a la calidad de las obras que en ellas se publicaron, y sí, es cierto que veníamos justamente de la década de los ochenta, sin lugar a dudas la más rica en cuanto a calidad y efervescencia de ideas, pero también es innegable que los noventa trajeron consigo obras a reivindicar, entre otras, la miniserie Daredevil. El Hombre sin Miedo, en la que se reunían dos de los autores que mejor sabor de boca habían dejado en el personaje en los últimos años: Frank Miller y John Romita Jr.. El primero fue artífice de la mejor etapa que ha tenido el personaje a lo largo de su historia, que se publicó entre 1979 y 1983, con un retorno a modo de canto del cisne en 1986, junto a David Mazzucchelli. Por otro lado, John Romita Jr., junto a la guionista Ann Nocenti, se hicieron cargo de una laureada etapa que se publicó entre 1988 y 1990.

Con estos antecedentes, parecía lógico que puestos a abordar este proyecto, a modo de «año uno» del personaje, lo abordase de la mano Frank Miller y John Romita Jr.. En ella se sumergieron en la infancia de Matt, su relación con el padre y a su vez, la de este con la mafia, con las terribles consecuencias que todos conocemos, el accidente que le dio los poderes y su paso por la universidad, donde conocería a su amigo inseparable, Foggy Nelson, y claro está, a Elektra. Frank Miller vuelve sobre sus pasos y en ocasiones manipulando su propia historia para darle un nuevo aire, como por ejemplo la forma en que Matt conocía a la anteriormente mencionada Elektra. No era necesario, de hecho, claramente sale perdiendo con esta segunda versión. Por contra, el nuevo rol asignado a Kingpin se puede catalogar como un acierto de esta miniserie.

Con claros y oscuros, debemos catalogar este proyecto como más que notable y con un John Romita Jr. probablemente en uno de sus mejores momentos a nivel creativos.

Spiderman. Los Años Perdidos, con J.M. DeMatteis (1995)

Duros años para la franquicia arácnida en los que un batiburrillo de ideas conformó lo que se denominó la “Saga del Clon”. Años 90 en pleno apogeo con la idea de renovar la franquicia de Spiderman.

Por aquel entonces, los pensadores locos de Marvel elucubraron un plan maestro. La mejor manera de soltar lastre y llamar a nuevos lectores era con la inclusión de Ben Reilly. Este personaje se descubría en un primer momento (digo lo de primer momento puesto que luego no fue así) como el verdadero Peter Parker. Haciendo un ejercicio de retrocontinuidad en la épica batalla entre Spiderman y su clon en Amazing Spider-Man vol. 1 #149. El que sobrevivía no era la versión original y durante años las aventuras que habíamos vivido lo eran con un clon. El verdadero Peter Parker era el que todos habíamos pensado que era el clon y que aparentemente había muerto. Argumentos rocambolescos y tejemanejes al margen, la historia que nos ocupa, cuyos guiones corrieron a cargo de un espléndido J.M. DeMatteis, era magníficamente ilustrada por John Romita Jr. Dicho autor, que además estuvo al frente de Peter Parker: Spider-Man (le heredera de la creación de McFarlane, Peter Parker: Spider-Man vol. 1 #57, 64–76, 78–84, 86–92, 94–95, 97–98) se marcó, allá por 1995, un trabajo maravilloso. De todo el caos que supuso esa etapa, esta miniserie fue de lo mejorcito, gracias claro está, al apoyo de un gran guion. La historia de tintes oscuros nos contaba esos primeros pasos de Peter Parker, pensando que era el clon y llevando una nueva vida (realmente era el clon, pero en ese momento, digamos que no). Además, como nota interesante, se desarrollaba extensamente a un personaje que en esa época tuvo mucho empuje: Kaine, el clon defectuoso de Peter Parker(sí, todo fue un caos).

En este momento el trabajo de John Romita Jr. es muy próximo al llevado a cabo en Daredevil: Man Without Fear #1–5 (1993–1994). Es más, el tono, así como el dibujo, recuerda y mucho a esa obra maestra. Abundan los matices oscuros y el uso de sombras que ahondan en el tono dramático, introspectivo y melancólico de la obra.

Sería desde este momento cuando John Romita Jr. en su segunda fase con el arácnido nos regalaría de los mejores momentos en una época de muchos claros oscuros.

Amazing Spider-Man, con J.M. Straczynski (2001-2004)

Decíamos, a la hora de hablar de la labor de Romita Jr. en El Asombroso Spiderman junto a Roger Stern, que el talentoso dibujante tuvo el honor (y Marvel la suerte) de llevar a Spiderman a la modernidad de la década de los ochenta en esa magnífica etapa en la que el misterioso Duende casi acaba con Spiderman. Pues bien, con la llegada del Siglo XXI, y tras los nefastos noventa que fueron muy duros con el Trepamuros, otra modernidad llegaba a la editorial, la del nuevo milenio, un milenio en el que Spiderman tenía que brillar.

2001 fue el año. Joe Michael Straczynski el escritor y John Romita Jr, el dibujante de la mayor parte de los cómics arácnidos de aquella etapa de JMS que cerraría, ya sin Romita con aquel nefasto Mefistazo del que es mejor no hablar.

Si en los ochenta, Romita Jr. había llevado a Peter Parker a la veintena, en los 2000 y dado el funcionamiento del tiempo Marvel, Romita Jr. llevaba a Peter a la treintena, convirtiendo al héroe en profesor de instituto, y sirviendo de faro moral a los jóvenes alumnos que se sentaban en las mismas sillas que él en el pasado, mientras que intentaba lidiar con la ruptura con Mary Jane, el amor de su vida.

Además, entraría en juego todo aquello del tótem arácnido, un elemento nuevo en el origen del Trepamuros que aún a día de hoy sigue dando mucho que hablar.

El Romita que conocemos en estas páginas, y que no es sino básicamente el mismo que podemos ver ahora, es un Romita Jr. nuevo que comienza a hacer uso de herramientas digitales en su dibujo, lo que en mi opinión lastra mucho el mismo, puesto que aunque resulta muy llamativo en un principio, lo deja carente de alma cuando ya llevas unas cuantas páginas leídas.

Todos los rostros de los personajes son idénticos, los fondos son muy similares unos con otros, y el resultado es como digo, un dibujo muy bueno pero inferior al que hiciera antaño, con menos variedad y diversidad. Quizás se deba a un uso de herramientas digitales, que en su momento no funcionaban tan bien como ahora, o a una adaptación a nuevas técnicas de dibujo de un ilustrador procedente de tiempos más convencionales, pero la realidad es que a partir de aquí y en mi opinión veremos a un Romita Jr. bueno, muy bueno, pero no tan genial como antaño.

A pesar de ello, estamos ante una de las mejores etapas arácnidas jamás escritas y dibujadas, y en la que Romita Jr. volvió a hacer lo que mejor sabía: Pasar a la historia como una de las mejores espadas marvelitas.

Eternos, con Neil Gaiman (2006-2007)

Neil Gaiman es uno de los autores más talentosos que han circulado por el mundo del cómic. Tanto es así que el medio no ha podido retenerlo, en esa búsqueda impenitente de contar historias. Novelista «best seller«, hace tiempo que el apellido Gaiman es sinónimo de storyteller. Y el bueno de Neil no se cansa de recordar que una de sus primeras influencias fueron los mundos creados por otro genio, nada menos que Jack Kirby. Alguien de su prestigio, que debería menospreciar sus influencias de juventud, no para de referenciar y referenciar qué fue el Rey de los Cómics el que consiguió que sintiera la necesidad de contar historias. Eternals se trata de una colección surgida en los setenta, en la vuelta triunfal de Kirby a Marvel, y Gaiman la leyó con apenas quince años, prendado con la cantidad de conceptos puestos y orquestados, sin control, a lo largo de aquellas viñetas.

El guionista británico colaboró con Marvel a inicios del S.XXI, dejando proyectos como 1602 o la reinvención de los Eternos para una nueva época. Está claro que esto fue un requerimiento del propio Gaiman, sabiendo lo mucho que le gustan los juguetes de Kirby. La tarea era complicada, ya que estos trasuntos de dioses cósmicos, con toda su mitología, que implicaba a Celestiales y Desviantes, no es que fuera de las más conocidas de la editorial. Cosas se habían utilizado aquí y allá, e incluso tuvo un segundo volumen en los ochenta, tras la salida del Rey de la editorial. Pero populares no lo eran, para nada. Ni entonces, ni ahora. El escritor pone mucho cariño en revivir a los Eternos, montando una trama río que dura siete números y que serviría para que los personajes contaran con nuevas intentonas, a posteriori. Un argumento trabajado, diseñado en base a gran cantidad de texto (sobre todo, diálogos abundantes), aportando una importante carga de información, mezclando elementos míticos con problemática moderna (medios de comunicación, geopolítica, etc.). Un guion profundo y complejo que necesitaba un artista a la altura.

Ese nombre no es un secreto, ya que es nuestro homenajeado, John Romita Jr. En 2006 era una de las estrellas más importantes que tenía la editorial, gracias a su buen hacer y a su fiabilidad con las fechas de entrega. Y Romita no decepciona con esta serie. Con una narrativa estructurada en paneles, limpia, que circula de manera orgánica, dejando paso a las convenientes y espectaculares splash-pages, el artista hace suya la cosmogonía imaginada por Jack Kirby. Con su característica forma de configurar la figura humana, marca definitoria de Romita Jr. desde hace años, el guionista le otorga un variado ramilletes de opciones para brillar, ya que la trama conjunta la acción más básica con el tratamiento de personajes y el misterio de saber de unas entidades cósmicas, sumidas en una especie de sueño del que deben despertar, para evitar el fin de nuestro mundo, ambientado, además, en los momentos de la Civil War superheroica.

En esta serie tenemos un Romita espectacular, enérgico, con tremenda habilidad de pausar los tempos en las escenas tranquilas. Eso sí, podemos distinguir diversos acabados debido a la gran cantidad de entintadores y coloristas que firman el trabajo junto a John. Así, entre los primeros tenemos a Danny Miki, Tim Townsend, Tom Palmer, Klaus Janson y Jesse Delperdang. Al color contamos con Matt Hollingsworth, Dean White y Paul Mounts. Las portadas son obra de Rick Berry. Como ven, una obra coral en la parte artística, coordinada en la vertiente editorial por Nick Lowe, aunque destaca con creces nuestra estrella, John Romita Jr. Como debe ser.

Punisher. Reinado Oscuro. La Lista, con Rick Remender (2009)

De vez en cuando existen números únicos que destacan por sí mismos sin depender de ninguna historia, al menos no excesivamente. Pueden ser una historia suelta a mitad de serie, un final de etapa o cualquier one-shot relacionado con el evento o statu quo de turno. Dark Reign: The List – Punisher (2009) #1 pertenece a esta última categoría. El Reinado Oscuro fue el periodo entre Invasión Secreta y Asedio en el que Norman Osborn era el héroe principal de Estados Unidos. Pero a ese héroe le deberíamos poner muchas comillas, por supuesto. Aquella idea fue explotada durante un año (lástima que no fueran más) y dio lugar a historias de todo tipo en todos los rincones del universo Marvel.

La Lista fue un evento a base de números únicos que cruzaba y dejaba de cruzar con las diferentes colecciones y héroes que se publicaban en aquel entonces. En casos como el de Spiderman, el número funcionaba por sí mismo (y era final de evento). En casos como el de Nuevos Vengadores o este del Castigador, conectaban de forma directa con la serie regular. Y, además, el tebeo que hoy nos ocupa fue un marcado punto y aparte que, más de diez años después, puedo decir que ojalá hubiera sido un punto y final.

Desde la portada y el inicio, la trama es tan directa como clara: Norman Osborn quiere matar a Frank Castle y Daken va a ser el encargado. Frank, herido y magullado de sus últimas batallas, presenta batalla mientras huye por las cloacas y tejados de la ciudad. Este número es una pelea sucio, un último round soberbiamente dibujado por John Romita Jr. de un modo que muchos años depsués sigue grabado en mi mente. Porque la muerte del Castigador no es bonita ni heroica. Es sucia, dolorosa e impactante. Y el artista clava el tono para que vaya acorde a la narración de Remender (muy importantes también los colores de Dean White).

No hay recreación excesiva a pesar de las decapitaciones, amputaciones, balazos y explosiones que completan el número. Sí hay impacto, dolor, sangre y final. E insisto en la idea de final porque, como ya he mencionado, ojalá hubiera sido este el momento en el que acabaran las andanzas del Castigador. Hubiera sido un final adecuado para un personaje de este tipo y probablemente una mejor opción que resucitarle mediante un intento de monstruo de Frankenstein. La simbología de la calavera unida a la acción policial podría haber quedado sepultada hace mucho. Pero los cómics son el medio que son y el eterno retorno siempre está presente. No obstante, este número sigue quedando como un gran tebeo individual en el que John Romita Jr. demostró por qué es uno de los más grandes de la historia de este medio.

Capitán América, con Rick Remender (2012-2013)

Enmarcado dentro del relanzamiento Marvel Now!, el equipo creativo asignado al Capitán América sería el de Rick Remender y John Romita Jr.. En el caso del guionista, venía de labrarse una excelente reputación con etapas breves, pero de una calidad inmensa, en Uncanny X-Force y Punisher, para Marvel Comics, o Fear Agent en Dark Horse. En el caso de John Romita Jr., venía de cerrar una extensa etapa dibujando a Spiderman en sus diferentes series, a los que continuó interesantes trabajos como el relanzamiento de Eternos junto a Neil Gaiman.

La propuesta de Rick Remender era tan original como ambiciosa. Durante los diez números que duró el arco argumental, construyeron una macro aventura en la que sacaron a Steve Rogers del Lower East side para llevarlo a una dimensión de bolsillo, ideada por Arnim Zola en la que el tiempo transcurre de forma más rápida que en la Tierra. De esta forma, lo que para Sharon Carter fue un breve lapso de tiempo, su desaparición para Steve se convirtió en una epopeya de muchos años, en las que vio cómo se convertía en ‘padre’ y tenía un ‘hijo’ al que proteger en un mundo salvaje y lleno de peligros.

Sin lugar a dudas, es uno de los trabajos más sólidos de Rick Remender y el dibujo de John Romita Jr. lució épico, brillando en la construcción de este nuevo mundo. Probablemente, esta historia, quizás por ser excesivamente reciente, no entraría en un hipotético top ten mental de las mejores historias del dibujante, pero estamos convencidos de que el tiempo le dará dicha condición.

Y ahora…. os toca a vosotros

Somos conscientes que este artículo supone un esbozo de aquellas obras más significativas de John Romita Jr., pero hay otras. Os invitamos no sólo a que votéis en esta encuesta que incluye otros cómics no mencionados, sino que en lo comentarios estéis abiertos a ello.

¿Cuál es tu etapa preferida de John Romita Jr. en Marvel Comic?

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Mario Soto Molina
Mario Soto Molina
Lector
15 abril, 2021 14:57

Hablar de Romita Jr en la actualidad y sacar a relucir trabajos de hace 30 años, es como hablar de un futbolista que ganó muchas copas y se echaba al equipo a la espalda para ganar partidos él solo, pero que actualmente no se puede las piernas (o en este caso, las manos). Pero aun cuando lo nombran, saltan los nostálgicos que crecieron viendo sus hazañas y se ciegan ante el presente.

Muchos quieren que vuelva a Amazing Spider-Man (acaso no tuvimos suficiente JRJr en el título?). Quieren a la vieja gloria en un título puntero, relegando a la banca a talentos actuales que sin duda buscan una oportunidad de lucirse y crecer.

Miro al Romita Jr actual, y luego miro un comic dibujado por Marco Checchetto, por Jorge Jiménez y siento que no tienen nada que envidiarle y que es más, lo superan largamente. Veo una Elektra dibujada por el italiano y la comparo con una Maria Tifoidea dibujada por Jr… y es que es abismante la diferencia a favor del primero.

Pero bueno, en DC (el actual Romita Jr) tuvo muchísimos más trabajos penosos (que ni su tan comentada «narrativa» lo salvaban). Y ese mismo Romita Jr ya en decadencia regresa a Marvel, ojalá solo a hacer alguna miniserie de algún personaje secundario (ah! y que le den unos 2 meses para dibujar un número, que su velocidad y su dibujo «digital» no quedan bien con las prisas… y se paso ponerle un entintador que le arregle algo los rostros)

Raúl López
Admin
En respuesta a  Mario Soto Molina
15 abril, 2021 16:02

Se hace un repaso de forma cronológica de sus obras más destacadas para Marvel Comics. La última de dichas obras es el Capitán América de 2013 con lo que no es de hace 40 años 😉

A partir de ahí, a título personal es un autor que me encanta y por mi ojalá volviese a Spiderman, a partir de ahí cada cual es libre de gustarle o no no un autor y respetable por tanto tu opinión al respecto.

Ignacio
Ignacio
Lector
En respuesta a  Raúl López
16 abril, 2021 10:34

Es que considerar su Capitán América una obra destacada es tener muy, muy buena voluntad.

sparkyal
sparkyal
Lector
En respuesta a  Ignacio
16 abril, 2021 17:33

No sé si considerarla destacada pero si me gustó bastante.
Y me extraña que no destaquen su primera etapa en la Patrulla X, para mí lo mejor que tiene.

Ignacio
Ignacio
Lector
En respuesta a  Mario Soto Molina
16 abril, 2021 10:32

Totalmente de acuerdo.

Justiciero Desmesurado
Justiciero Desmesurado
Lector
En respuesta a  Ignacio
16 abril, 2021 20:14

Totalmente en desacuerdo.
 
Comparar a la Elektra de Marco Checchetto (gran artista por cierto) con la María Tifoidea de Romita y decir que es “abismal la diferencia a favor del primero” sin tener en cuenta la diferencia de años entre ambas (con lo que implica de papel que se usaba, coloreado, digitalización, etc) es disparatado por descontextualización. Como si alguien dice que los 4F de Sara Pichelli son abismalmente superiores a los de Kirby, es que solo falltaria que la tecnica no hubiera mejorado desde entonces.

Ignacio
Ignacio
Lector
En respuesta a  Justiciero Desmesurado
16 abril, 2021 23:51

Dibujar mujeres nunca fue uno de los fuertes de John Romita JR. Ni siquiera en su mejor época. Ya ni te cuento ahora…

Carlitos
Carlitos
Lector
15 abril, 2021 16:22

Buena lista aunque yo quitaba Capitán América y metía Lobezno: Enemigo del Estado, que fue el último trabajo donde estuvo a gran nivel.

Sobre su vuelta a Marvel sigo pensando que debería irse a una editorial independiente y poder dibujar sin el agobio de los plazos. Su paso por DC ha sido bastante malo y salvo 3 trabajos a mi no me ha gustado.

Un hombre al que siempre le mostraremos un gran respeto por su trabajo, pero que al igual que Frank Miller en los guiones, hace tiempo que ya no está a buen nivel y dudo que algún día lo recupere.

Last edited 2 años atrás by Carlitos
Shockbringer
Shockbringer
Lector
En respuesta a  Carlitos
15 abril, 2021 21:04

Totalmente de acuerdo. Me encantó en Enemigo del Estado. Sin embargo en Capitán América empezó a pasar de las proporciones. Había veces que el escudo parecía un cenicero

Lono
Lono
Lector
15 abril, 2021 16:48

Nadie habla de su etapa en Thor, pero también estaba muy chula. Creo que sólo le falta encargarse de los 4F para completar todos los grandes personajes de Marvel…

AlbierZot
AlbierZot
Lector
15 abril, 2021 18:55

Sus etapas (dos) en Iron Man, en Spiderman, La Patrulla, Daredevil, Thor, Punisher, Hulk… Obras como Los Eternos, Man Without Fear, Lobezno Enemigo de Estado…. hablan bien a las claras del talento de este hombre.

En mi opinión su etapa en Amazing junto a Howard Mackie es su momento de mayor esplendor. Por suerte o por desgracia son tebeos sólo para mirar. Digo por suerte porque la vacuidad de los guiones la compensa una variedad infinita de recursos y una fluidez increíble. Ese nivel de calidad y creatividad (fíjense que no repite un escorzo) MES TRAS MES está al alcance de muy pocos.

Se habla de su regreso junto a Moon Knight y no podría parecerme de mejor forma. Actualmente lo prefiero dibujando personajes encapuchados, las cosas como son 😉

sparkyal
sparkyal
Lector
En respuesta a  AlbierZot
16 abril, 2021 17:35

También 2 en la Patrulla X.

AlbierZot
AlbierZot
Lector
En respuesta a  sparkyal
17 abril, 2021 15:32

Cierto pero gustándome también esa Patrulla digamos… XL, no la destacaría como una de sus must-see (before-you-die)

Johnny99
Johnny99
Lector
En respuesta a  AlbierZot
17 abril, 2021 13:02

Completamente de acuerdo, esa segunda venida durante la saga del clon…que nivelazo! Y mes tras mes, como bien apuntas. Hasta parecía mackie más entonado, con unas historias de bajos fondos y mafia.
Decir que su punisher me impresionó mucho, aunque bueno, jrjr en los 90 era dios

AlbierZot
AlbierZot
Lector
En respuesta a  Johnny99
17 abril, 2021 15:59

Y haciendo las portadas!
Junior es como uno de esos grandes músicos de blues rock que con el paso de los años van haciendo más rock y menos blues. Siempre sonarán bien pero no se escucharán igual

mespinpe
mespinpe
Lector
15 abril, 2021 19:20

Hombre! Muy bien que os hayáis acordado de Star Brand. Es justo el trabajo anterior a su momento cumbre, que es la primera mitad de su estancia en el Daredevil de Ann Nocenti.

Yo hubiera cambiado alguno de los 3 últimos por World War Hulk, pero bueno, ya se sabe como son las opiniones XD

Enrique Doblas
Autor
15 abril, 2021 20:21

Nadie de la redacción ha elegido La Patrulla X?!
Voy a mi rincón de llorar y mascullar cosas sin sentido 🙁

sparkyal
sparkyal
Lector
En respuesta a  Enrique Doblas
16 abril, 2021 17:36

Para mí es lo mejor que tiene seguido de su Daredevil.

Justiciero Desmesurado
Justiciero Desmesurado
Lector
En respuesta a  sparkyal
16 abril, 2021 19:55

Para mí su nivel seria el mismo en la Patrulla-X que en Star Brand. Y que seria más representativa su etapa de larga duración en Uncanny de esos años que su breve paso por Star Brand, una serie bastante interesante que al séptimo número se trunco (por dibujo y por guión) y acabo para servir a los ánimos de vendetta de Byrne.
 
Justo después donde la suma de experiencia y experimentación dieron ese resultado que dieron. La gran Nocenti algo tendría que ver porque en su faceta de editora tenía fama de sacar lo mejor de los demás.

may parker watson
may parker watson
Lector
15 abril, 2021 20:31

Tanto su estilo más clásico inicial como su arriesgada evolución con la que dibuja todo Marvel me parecen brutales. Su trazo me sigue pareciendo fresco y actual.
Quiero volver a verlo en Spiderman y Daredevil.

Sith
Sith
Lector
15 abril, 2021 21:27

Todo bien pero como dice Lono se han olvidado de su etapa en Thor, que para mi fue brillante.

Jose Maria Vicente
Autor
15 abril, 2021 23:34

Mi dibujante favorito, una leyenda marvelita.

No sabría con cuál de sus trabajos quedarme, pero sí me gustaría destacar su trabajo en Hulk, en la etapa de Jenkins y la de Bruce Jones. Me encanta cómo dibuja acción y destrucción, sientes que Hulk pesa toneladas, y supo darle un impacto tremendo a cada aparición del gigante esmeralda en los guiones de Jones.

Jack Knight
Jack Knight
Lector
16 abril, 2021 0:03

Yo me quedo con su Daredevil: Man Without Fear de Miller, seguido de cerca por la etapa de Nocenti.

Pero vamos que en general cualquier trabajo suyo hasta como habéis apuntado, su etapa en Lobezno con Milllar, raya a un nivel excelente.

Yo le tengo cariño a su Ironman con Micheline en el sentido del excelente dibujante que era en un estilo que nada tiene que ver con el que luego desarrolló el grueso de su obra. Lo mismo me pasa con el Caballero Luna de Sienkiewicz, me encanta ver a dibujantes luciéndose en un estilo más clásico y luego superarse a sí mismos desarrollando un estilo mucho más personal.

Last edited 2 años atrás by Jack Knight
Ignacio
Ignacio
Lector
16 abril, 2021 10:30

Pese a que en la recta final de su primera etapa en la Patrulla Ya apuntó hacia un estilo más elegante y sintético, fue a partir de Star Brand cuando esto realmente se consolida. A partir de ahí, su nivel es altísimo en Daredevil, Iron Man, su vuelta a la Patrulla y en Spider-Man.

Luego llega su temprana decadencia Prometo poco a poco en Thor y Amazing Spider-Man y a partir de hi ya cuesta abajo y sin frenos hasta convertirse en el engendro gráfico en el que ha devenido.

Una pena, porque en su mejor época fue muy bueno.

Ignacio
Ignacio
Lector
16 abril, 2021 13:30

Cuando dibuja Vengadores ya hace mucho que se había echado a perder. Su Amazing Spider-Man con Extradegüiski es de vergüenza ajena, como todo lo posterior.

kursal
kursal
Lector
16 abril, 2021 13:43

A mí me gusta más el estilo del primer Romita Jr que el que empieza a pulir a partir de Star Brand. Dicho lo cual ALGUNAS COSAS de las que ha hecho en los últimos 10 años me gustan.

kursal
kursal
Lector
En respuesta a  Booster gold
16 abril, 2021 23:09

En la comparación con su padre, Jr sale perdiendo claramente.

Ignacio
Ignacio
Lector
En respuesta a  kursal
16 abril, 2021 23:55

Depende. En su mejor momento, el hijo era un dibujante de mucho nivel, y en algunas cosas (que no todas, obviamente) incluso llegó a superar a su padre.