Correr sin rumbo.
No hay evento que se precie que no tenga a su alrededor una serie de series perimetrales que se vean afectadas por las ondas gravitacionales de la trama central… y Crisis Oscura no va a ser menos. Durante estos meses hemos visto como han ido llegando distintos tomos recopilatorios que vienen a complementar la historia contando los acontecimientos que se va sucediendo tras la desaparición de la Liga de la Justicia. Así hemos recogido en la web los dedicados a Superman, Green Lantern, Wonder Woman, quedando pendiente el de Flash, al que le dedicamos este espacio para que nadie se quede con la duda de que hacer sobre la conveniencia o no de adquirir estos números.
A diferencia de los tomos anteriores, en el de Flash se encartan los tres números siguientes al último publicado por ECC en la serie mensual del personaje editada en grapa. Así que, para los completistas, no queda otra que pasar por la tienda para hacerse con este tomo si se desea poder seguir disfrutando de las aventuras de Wally como Flash. No estamos ante un número especialmente escrito y confeccionado para insertarse dentro de Crisis Oscura, como si ocurre con los ya comentados y los que han de venir en breve dedicados a Wonder Woman, Batman y Green Arrow sino que expande, o al menos lo pretende, una historia perimetral a Crisis Oscura.
También hay que señalar que la serie regular de Flash pasará a tomo una vez concluya el periplo de Crisis Oscura, así que atentos porque ara leer la Guerra del Minuto será necesario migrar a este nuevo formato desde la grapa.
Aclarados estos puntos nos calzamos las botas, estiramos los músculos y empezamos la sesión de cardio más extrema del año.
Barry Allen ha desparecido. Esa es la premisa sobre la que se construye la trama de los tres números de Flash que trae este tomo. Y cuando un miembro de la familia de los velocistas desaparece, los demás se movilizan para encontrarlo a través del Omniverso. Para ello cuentan con la ayuda de Mr. Terrific que explica en un par de viñetas el proceder de la misión, al tiempo que se despliegan ante el lector el grupo de corredores que van a dividirse las tres tierras a visitar para localizar a su Barry.
Aquí hay que hacer un nuevo alto en el camino a nivel editorial y de continuidad. En este tomo vemos como en el grupo de velocistas falta uno, Bart Allen, algo que se explica en el tomo que se publicara a finales de junio de Young Justice. Así que todos atentos porque si se quiere rellenar ese hueco, es necesario volver a pasar por la tienda en junio.
Siguiendo con la historia, tras lanzarse a la búsqueda de Barry, lo que Jeremy Adams coloca sobre la mesa es una historia de mundos alternativos que bien podrían ser Otros Mundos, con Barry en tres situaciones muy distintas, con claros homenajes al cine, a Batman y a la Edad de Plata de Flash. Todo ello contado en un corre que te pillo que no pasa de ser algo simpático, pero que carece de fuerza suficiente como para entusiasmar. El conjunto se siente procedimental, poco inspirado, siendo más un tramite obligado por la existencia del evento, contra el que Adams apenas puede hacer nada que resulte especialmente novedoso.
No es la primera vez que este tipo de injerencias golpean al devenir de una serie regular, pero siempre hay casos en los que los guionistas logran sacar petróleo de estas situaciones y aportar un número interesante, superando la interferencia que supone la llegada del evento a los planes que puedan tener para el personaje. Así nos vienen a la memoria los de la Cosa del Pantano de Crisis, los de Superman en Millenium, Animal Man en Invasión… Lamentablemente, no se pueden incluir estos números en este selecto club.
Adams aprovecha el espacio para colocar algunas piezas que le servirán para continuar su línea argumental una vez superada la obligación marcada por el evento, pero en lo que concierne a la propia historia se deja llevar por la ley del mínimo esfuerzo, de cara a dejar todo como se necesita para el funcionamiento del evento. Es lo que se puede decir una historia bisagra, intrascendente por lo que cuenta y como lo cuenta, porque no podía resulta más manido el argumento, ni más lineal. Una oportunidad perdida para adentrase en aspectos más potentes que se pueden intuir en la trama y sobre los que pasa de puntillas. Las exigencias marcan que se debe ir de punto A al punto B y Adams no se mueve ni un milímetro de esa línea.
Al dibujo tenemos a Amancay Nahuelpan, conocido por los lectores de DC por sus trabajos en Crush y Lobo, Jóvenes Titanes, Liga de la Justicia… y al que también se podrá ver en los futuros tomos de Young Justice y Superhijos. Su trabajo aquí se muestra algo frenético, lo que está bien dado el carácter intenso de sus protagonistas y su relación con la velocidad, pero su estilo está alejado del que se pudo ver en Crush y Lobo, con un trazo más nervioso, más intenso en sombreado, destacando, sobre todo, como cambia su acabado e incluso su estilo, en función de la cada una de las Tierras visitadas en la historia. Juega con los negros, la profundad y el trazo con soltura y aporta ese grado extra de que todo pasa más rápido de lo normal. Convence de pleno porque parece que la serie esta dibujada por hasta cuatro dibujantes distintos, cuando en realidad es él solo el que se ocupa de todo el trabajo de lápiz y tintas.
Un tomo que sabe a poco. Que quiere aportar, pero no consigue alcanzar ese punto de naturalidad narrativa que lo haga destacar por encima del encasillamiento y los requerimientos de Crisis Oscura. Hay intención, pero no se puede dejar todo en manos de los homenajes velados, siendo necesario saber insertar valor añadido a algo que solo quiere ser una herramienta al servicio del evento de la temporada. Un trabajo que cumple con su objetivo, eso es innegable, pero que no deja poso alguno y solo es un mero tramite para lo que vendrá en Crisis Oscura y en la propia colección del velocista Escarlata.
Guion - 5
Dibujo - 7
Interés - 5
5.7
Flasherratico.
Una historia que podría haber dado mucho más de si, que se lee igual de rápido que se olvida y que solo es un puente a lo que tiene que venir, sin aportar valor adicional a su propio objetivo. Muy procedimental.
