El Club de la Lucha 2

Reseña de la secuela de El Club de la Lucha, que supone el debut de su autor, Chuck Palahniuk, en el mundo del cómic a manos de Dark Horse.

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No es fácil recomendar un producto como El Club de la Lucha 2 que a España ha llegado a mano de Reservoir Books en un sólo tomo con los diez números y el especial del Free Comic Book Day que explicaba el final de la novela original, porque un…
Guión - 8
Dibujo - 8
Color - 8
Interés - 7.5

7.9

El Club de la Lucha 2 es una secuela tan innecesaria como desprejuiciadamente divertida de la novela de Chuck Palahniuk, el mismo autor al guión alterna genialidad con vergüenza ajena pera regocijo de sus fans y escarnio de sus detractores.

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No es fácil recomendar un producto como El Club de la Lucha 2 que a España ha llegado a mano de Reservoir Books en un sólo tomo con los diez números y el especial del Free Comic Book Day que explicaba el final de la novela original, porque un trabajo como este no deja a nadie indiferente, se ama o se odia. Aquellos a los que no les agrade que se rían en su cara y que el autor de un proyecto largamente esperado se lo tome en no pocas ocasiones a mofa saldrán aburridos, desconcertados o puede que hasta asqueados de esta lectura. En cambio aquellos seguidores del estilo de Chuck Palahniuk, los fans de su debut como literato o de su versión cinematográfica difícilmente se sentirán decepcionados con esta primera toma de contacto del novelista con el mundo del cómic, demostrando considerables virtudes (diálogos ágiles, acrecentar la iconicidad de personajes como ese Tyler Durden que pasa a convertirse en un concepto, esa doble splash page de la brutal pelea manchando de sangre el sello de la Comics Code Authority) y algunos fallos (la subtrama de Marla y Chloe es prescindible y sólo merece la pena por regalarnos momentos descacharrantes con esos enfermos terminales metidos a hackers o mercenarios) que dan como conjunto una obra que el que aquí suscribe admite haberse leído de una sentada y con pleno conocimiento de que estaba disfrutando enormemente con un relato que era tanto una genialidad como una estupidez. Para embriagarme con ese espíritu Palahniuk que incita a dicho autor a tocar las narices de sus lectores yo he hecho lo propio con los de Zona Negativa, ya que, como a estas alturas habréis dilucidado, he redactado esta reseña de manera inversa. Porque a mí también me gusta de vez en cuando ser un tocapelotas contradictorio.

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Un simple vistazo a las páginas de cualquiera de los números que dan forma este El Club de la Lucha 2 sirve para confirmar que la elección de Cameron Stewart para el apartado gráfico de la obra que en esta entrada comentamos es considerablemente conservadora. El canadiense ha demostrado sobradas dosis de talento en trabajos como Batman INC o Seaguy, pero su trazo está tan adscrito al universo de los superhéroes que verlo en un proyecto como este choca. El guión de Chuck Palahniuk necesitaba a un ilustrador más experimental (algo que leí en un comentario de mi compañero Arturo Porras y que yo suscribo al 100%) que estuviera en sintonía con la locura que suponen muchos de los momentos que ofrece el novelista, y Stewart es demasiado clásico para que esa demencia atraviese las viñetas y golpee en el rostro del lector. Una vez apuntado esto sería de necios eludir que su labor a los lápices no sólo es excelente, sino que se mimetiza magníficamente con el libreto apoyando su ideario sardónico y ácido. El dibujante de B.P.R.D juguetea con la composición que va rompiendo su tono geométricamente minucioso para llenar las páginas de pildoras, pastillas de jabón, pétalos de rosa, negativos sobre la grabación del asesinato de Kennedy o espermatozoides (imposible en ese momento no recordar El Asco de Grant Morrison y Chris Weston) que rompen la linealidad secuencial tapando bocadillos de diálogo o los rostros de los personajes para respaldar la idea de Palahniuk de hacer oídos sordos a lo que sus propios personajes tengan que opinar, portándose como un demiurgo caprichoso y desalmado. De modo que si bien Stewart no era el ilustrador más adecuado para esta obra sus dotes como storyteller consiguen que la estética de El Club de la Lucha 2 no desentone con su argumento.

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Palahniuk despliega todos sus recursos narrativos, pero en esta ocasión parece que su intención es, no sólo desacreditar y desmitificar lo planteado con su novela de 1996, sino también reírse tanto de sí mismo como de los lectores. Su primera incursión en los cómics está cargada de mala baba, sorna, autoparodia y un uso del metalenguaje unas veces efectivo y otras gratuito. Parece como si el autor de Asfixia y sus colaboradores quisieran trasladar los delirios visuales del largometraje de David Fincher al papel, pero no para afianzar la ideología que transmitía la primera aparición de Tyler Durden en la vida de Sebastian, sino para hacer mofa con ella. Todo lo relacionado con el subtexto en El Club de la Lucha 2 es una sátira, una broma de sus creadores con la que ponen en entredicho el mismo trabajo que están ejerciendo con dicho proyecto, no hay más que ver las apariciones en algunas páginas del mismo Palahniauk y sus amigas del «Club de Escritura» (inspiradas todos en personas reales allegadas al escritor como las también novelistas Chelsea Cain, Monica Drake o Suzy Vitello) que pondrán en entredicho en tiempo real algunas de las decisiones que este toma para contar su historia. Esta idea de jugar con las metareferencias depara algunos momentos brillantes (Palahniuk asumiendo que muchos fans de El Club de la Lucha sólo lo son del film de Fincher, desconociendo la existencia de su novela) pero llega a altas cotas de desvergüenza en el último número, cuando ese giro argumental nos hace debatir sobre si lo que estamos viendo es el acto de un genio o la tomadura de pelo de un tipo que no sabe cómo dar carpetazo a su obra.

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Fight Club 2 apela a una de las constantes más recurrentes de las secuelas cinematográficas, ser más ambiciosa que su predecesora, algo que la versatilidad de un medio como el del mundo del cómic permite a los autores de la obra, pero estos en vez de intentar innovar o mostrar algo diferente siguen casi al pie de la letra toda la construcción narrativa de Fight Club. Una vez más Sebastian se siente hastiado de su existencia, hace diez años por ser el trabajador de una empresa amtomovilística sumergido en un vacuo consumismo, ahora por ejercer como asalariado de una compañía militar, aburrido marido y padre poco implicado con la educación de su hijo, de modo que por una conjunción de distintas casualidades volveremos a ver aflorar a Tyler Durden en su psique para descubrir que durante diez años ha seguido manejando los hilos del «Proyecto Mayhem» sin que el protagonista lo supiera. Como podemos ver estructuralmente nos encontramos con casi un remake de El Club de la Lucha y en este terreno, conocido al dedillo por él, Chuck Palahniuk vuelve a sus constantes sobre el capitalismo agresivo y el consumismo descontrolado enfrentados al nihilismo y la anarquía, vertebrando su retrato como si de un híbrido, que alterna lucidez e infantilismo, se tratase. Por lo tanto el autor de Monstruos Invisibles debuta en el mundo del noveno arte con una pieza adscrita 100% a su personalidad, para lo bueno y lo malo.

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Para empezar a hablar de El Club de la Lucha 2 (algo que no tendríamos que hacer según las dos primeras reglas) debemos afirmar algo que el mismo Chuck Palahniuk ha comentado hasta la saciedad desde la publicación del primer número de la colección en Estados Unidos. Esta secuela en cómic lo es del libro que él mismo escribió en 1996, no de su adaptación cinematográfica estrenada tres años después a manos de David Fincher, y en aquel tras el célebre disparo en propia boca por parte del Narrador este despierta tiempo después en un hospital psiquiátrico en el que seguirá recibiendo cartas del personaje de Marla y donde mantendrá contacto con miembros del «Proyecto Mayhem» que esperan ansiosos órdenes de Tyler Durden para seguir con sus actos terroristas. Por tanto la trama de esta segunda parte comienza diez años después de lo acontecido en la novela con el Narrador (ahora sabemos que su nombre es Sebastian) más o menos recuperado mentalmente y casado con Marla, con la que comparte un hijo de nueve años, Junior, que comienza a mostrar un inquietante interés por fabricar explosivos caseros que nos hacen pensar lo peor desde el arranque de la obra. Debido a que Marla, al sentirse abocada a una vida de inanimada rutina, reduce la medicación de su esposo para recuperar la personalidad mucho más peligrosa de Tyler este último vuelve a hacer acto de presencia para seguir adelante con sus actos terroristas, esta vez no a nivel local o nacional, sino a lo largo de todo el mundo ya que los clubs de la lucha (y sus derivados) han corrido como la pólvora geográficamente hasta límites insospechados.

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Una copiosa y ya célebre cena compartida con unos tales Matt Fraction y Brian Michael Bendis fue suficiente para convencer a Chuck Palahniuk para que probara suerte como escritor en el mundo del cómic y haciéndolo por la puerta grande con la secuela de su obra más conocida, esto último en gran parte gracias a la fama que consiguió su adaptación cinematográfica, y para ello escribió un guión que la editorial Dark Horse se ocuparía de editar. Al carro de este Club de la Lucha 2 se subió Cameron Stewart (Los Invisibles, Batman y Robin) a los lápices, Dave Stewart (Catwoman: Si Vas a Roma, Capitán América) como colorista y el genial David Mack (Kabuki, Echo) para ilustrar las portadas de todos y cada uno de los diez números (y el especial de Free Comic BookDay de 2015 que más tarde comentaremos) que dan forma a la obra que nos ocupa. Este Fight Club 2 (cuyo primer número reseñó nuestro compañero Sergio Aguirre en la sección Mundo Independiente poco después de su salida) es muchas cosas en una sola, un producto tan adictivo como innecesario, tan arriesgado como conceptualmente conservador, tan genial como caprichoso, una pieza esquzoide que bascula entre lo sublime y lo ridículo con una facilidad pasmosa y que, como sucedía con el primer Club de la Lucha, ya fuera literario o cinematíco, enamorará a unos lectores y se ganará el odio de otros, como sucede con toda obra salida de la mano de este autor.

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«Damos a la gente la forma de sentirse viva. En lugar de seguir siendo engranajes de una máquina impersonal… o, si no, mueren»

 
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Guión: Chuck palahniuk
Dibujo: Cameron Stewart
Color: Dave Stewart
Edición España: Reservoir Books (2016)
Contiene: Fight Club 2 1-10/Free Comic Book Day 2015
Fight Club USA (Dark Horse 2015-2016)

Formato: Tomo Cartoné de 288 páginas
Precio: 21,90€

 

En 1996 se editó en Estados Unidos un libro llamado El Club de la Lucha que su autor, Chuck Palahniuk, había escrito originalmente en hojas sueltas y servilletas de bar en los tiempos muertos en los que no ejercía su labor como mecánico de camiones o chófer para personas con enfermedades terminales que asistían a terapias de grupo. En principio la novela sobre un insomne y mortecino trabajador de una empresa automovilística que desdoblaba su personalidad en la de un gurú autodestructivo llamado Tyler Durden que creaba un club de lucha para que hombres de cualquier raza o estrato social pudieran mantener peleas a manos desnudas los unos con los otros desembocando todo en un grupo terrorista no fue un gran éxito, pero poco a poco ganó fama gracias a su aire transgresor e iconoclasta, aunque no sería hasta 1999 que el mundo entero conociera la ópera prima de Palahniuk. Sólo tres años después de su edición la productora de 20th Century Fox se asoció con el cineasta David Fincher, el guionista Jim Uhls y los actores Brad Pitt, Edward Norton y Helena Bonham Carter para llevar a imágenes la bilis literaria del autor de Nana con una producción de Hollywood. El resultado es por todos conocido, la versión cinematográfica fue un considerable e incomprendido fracaso de taquilla y crítica que con el paso del tiempo se ha ido ganando el título de película de culto gracias a una horda de fans que supieron ver el aire rupturista, visualmente potente e ideológicamente incendiario de la cuarta película del director de Alien 3 o Seven. La idea de la secuela siempre anidó en la mente de Chuck Palahniuk, lo que pocos imaginaban es que esta continuación de las andanzas de «El Narrador» y su contrapartida esquizofrénica iba a nacer, no en el mundo de la literatura o el celuloide, sino en el de el arte secuencial.

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Igverni
Lector
1 agosto, 2016 15:44

¡Gran Reseña Juan Luis!!

Empezando por el orden inverso, mola muchísimo, 😀 😀

Yo comparto muchos puntos de tu análisis de este tomo que yo también me leí en una sentada.

La única diferencia que yo estaría en el grupo de los que piensan que es una enooooorme paja mental, con un último número de vergüenza ajena pensado, si, para reirse de los lectores. Lo que no me queda claro es si se ríe con nosotros o a nuestra costa…

¡Saludos !!!

Arturo Porras
1 agosto, 2016 15:46

Qué gran reseña!! bastante de acuerdo con tu texto. Ahh y el tocapelotismo te ha quedado de lujo 😉
Como tú sabes (Juan y yo ya hemos hablado de ella en privado), a mí se me quedo un poco cara de tonto cuando termine con ella. No por su calidad intrínseca, que la tiene, sino por venir de donde venía. De Palahniuk siempre espero algo más de riesgo y esto me ha parecido un salto con red. Me dejó regusto a camino transitado, demasiado familiar… cuestión de expectativas, parece.
Un saludo

Damián González
Damián González
Lector
1 agosto, 2016 20:13

Lo vi en una librería que no venden comics, me quedé algo loco pero viendo que lo edita una editorial de libros ya lo entiendo xD.

Nacho Teso
Autor
2 agosto, 2016 0:04

¡Qué pedazo de reseña!

Igor Álvarez Muñiz
Autor
2 agosto, 2016 23:21

Grandísima reseña, sí señor!