City of Silence

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Edición original: City of Silence#1-3 (Image, 2000).
Guión: Warren Ellis.
Dibujo: Gary Erksine.
Color: D’Israeli, Laura Depuy.
Formato: Comick book 32 págs.
Precio: $2’50 c/u.

 

Aun cuando se equivoca, o se dispersa, o no remata la faena, pese a sus excesos, Warren Ellis es un autor muy a tener en cuenta. Al igual que la mayoría de compañeros británicos que protagonizaron el desembarco americano desde mediados de los ’80, ha debido pagar el peaje de las franquicias (Thor, X-Men, línea Ultimate), en las que se ha defendido con mejor o peor fortuna: visceral, atrevido, lo mejor de su producción necesita unos aires de libertad que no pueden darle Superman o Spider-Man, por lo que suele obtener resultados más brillantes cuanto más se aleja de las primeras figuras del mundo editorial. Con todo, ha sido -y es- un personaje de influencia sustanciosa en el mainstream, gracias sobre todo a sus trabajos para Wildstorm (Stormwatch, The Authority, Planetary, Global Frequency), el subsello creado por Jim Lee para Image, ahora integrado en el conglomerado Time Warner.

Estos autores (Moore, Gaiman, Milligan, Morrison, Ennis) venían sin las cortapisas que décadas de cobarde censura interna habían convertido en axiomas industriales, aplastando los brotes de creatividad más exacerbada o exiliándolos al circuito marginal. Cuando recalaron en las nuevas series que editores avispados les brindaban se traían bien aprendida la mala baba del Juez Dredd, Johnny Alpha y el resto de antihéroes patibularios del 2000 AD. Su “mainstream” era más feroz y subversivo y sus pretensiones no pasaban por escribir el penúltimo culebrón de éxito de un viejo superhéroe sino por expandir las fronteras del medio o, al menos, las de sus lectores.

A mediados de la década de los ’90, Warren Ellis era el chico nuevo que quería entrar en el selecto club descrito. Tenía ideas, a borbotones, y no sabía dónde colocarlas. Escribe un guion para Epic, la división de Marvel pionera en conceder derechos de autor, que se queda en un cajón durante un lustro, hasta que Image la rescata en el año 2000 y la publica en tres comic-books ilustrados por Gary Erskine y coloreados por D’Israeli y Laura Depuy. Esa historia es un cuento distópico (y van…) titulado City of Silence, precedente bastardo de los mundos de Transmetropolitan o Tales of the Witchblade: La historia de Selena, donde un Ellis bisoño vuelca obsesiones recurrentes.

City of Silence está repleta de ideas interesantes, como los pensamientos infecciosos (consideremos Videodrome, de Cronemberg, o En la boca del miedo, de Carpenter, aunque ubicado en un futuro próximo, vecino del imaginado por Cameron y Bigelow para Días extraños), las enfermeras radiactivas de un sanatorio temible o el grotesco maridaje entre magia, cibertecnología y drogas en el marco de una distopía fascista convencional que bebe de ambientes ciberpunk notablemente morrisonianos (los gendarmes de Necrolux, por ejemplo, podrían haber escapado sin problemas de la Patrulla Condenada o Los invisibles). Los protagonistas, un trío de bichos raros llamados Silenciadores, son una especie de fuerzas del orden encargadas de expurgar cualquier concepto “nocivo” de la sociedad, en lo que no es sino la ultimísima vuelta de tuerca sobre la dominación de la voluntad orwelliana (y la antítesis de Los invisibles). Pálidos como cenobitas, cada uno de ellos roba la impronta visual de modelos más acertados: Frost es el John Constantine (Hellblazer) que será luego Elijah Snow (Planetary) y, en general, cualquiera de los tipos duros de Ellis; Litany es la mujer alta y fuerte que repetirá en la guardaespaldas de Spider Jerusalem (Transmetropolitan) o en Jakita Wagner (Planetary) y que tengo la intuición de que extrajo de la Caitlin Fairchild de Gen13 (que escribió en dos correctos anuales dibujados por Steve Dillon); Gitane es como la Muerte de Neil Gaiman, si Muerte no fuera una adolescente gótica sino un travesti viejo y con la cara mutilada.

Tres ángeles de la muerte para los disidentes de una ciudad futura
Tres ángeles de la muerte para los disidentes de una ciudad futura

Aunque inicialmente pensada para la Epic marvelita, el producto desprende un tufillo al Vertigo más avieso y radical, el que produjo el personal emigrado del 2000 AD como Milligan, Ennis… o el propio Ellis. Se notan -incluso demasiado- las ganas de impactar, de ser el chico malo: chistes de pollas, mucha frase de tipo duro (“el lugar huele a meados viejos y bebés muertos”, cosas así), broma con Shakespeare (la bestia con dos espaldas) y Watchmen (alusión al chico-minuto acompañado de un cartón del test de Rorschach) en la misma viñeta… Los esfuerzos del escritor se consagran en detallar ese necio futuro sobretecnificado que, según reza la primera frase, “no es bueno para ti”, con muros pintados con lemas como “Inféctame con tu amor” o “Te necesito para hallar mi dolor”. Según la moda del momento de su concepción, Ellis recurre a anexos donde explora facetas que pudieran quedar oscuras en una trama, por lo demás, bastante lineal y sencilla si la desnudamos de parafernalia tecnológica y pseudo religiosa.

Erskine aporta un dibujo feísta, beneficiado por una coloración deudora del Metal Hurlant que le confiere cierta distinción, habitual en los trabajos de Laura Depuy, quien se encarga aquí de las separaciones cromáticas. Voluntariamente monótono, con predominio de las viñetas panorámicas o su división natural en dos cuadrados, reserva composiciones más llamativas para momentos puntuales, como la pelea al final del primer capítulo, distribuida en una suerte de mosaico, o la brutal splash page de la tortura en el segundo capítulo. Pero tal vez el hallazgo más significativo, a la par que extravagante, sea el breve paso por el portal dimensional de la comisaría de Necrolux, cuando el dibujo se distorsiona levemente, como en las casas de espejos de las ferias.

City of Silence sigue inédita en castellano. Admitiendo que es un Ellis en formación, con sus tics apenas corregidos, en una onda similar a sus desmelenes con Avatar (pienso en Strange Kiss, sobre todo), su lectura estimula. Los admiradores del autor -entre quienes me cuento- hallarán pocos motivos de queja.

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Mr. X
Mr. X
Lector
5 mayo, 2014 15:31

Pues es una pena que no se haya publicado aquí porque, aparte de ser sólo tres numeritos, parece de una considerable molonidad.

Mr. X
Mr. X
Lector
5 mayo, 2014 20:32

»
#2
Javier Agrafojo
5 mayo, 2014 de 20:29
Esa es la palabra, Mr.X: molonidad. 😉

Los “agujeros” de publicación en nuestro país rozan la extravagancia. Y no sólo en clásicos pretéritos. ¿Cuánta gente sabe que el The Minx de Milligan & Phillips tiene -además de los tres números publicados por Norma- otros cinco completamente inéditos por estos lares?»

Yo lo sé, Sr Agrafojo, y peor aún, lo compré saldado por dos chavos, sabiendo que estaba incompleto y así se quedaría 😉

Mr. X
Mr. X
Lector
12 mayo, 2014 23:35

Dado que no se ha editado en España, me he leído una copia digital… y vaya, muy bruto y muy divertido y muy molón y muy noventero y, si, podria haber salido en Metal Hurlant. Es una especie de versión primitiva de Transmetropolitan. La verdad es que si lo publican aquí me lo pillaría. E