Carlos Giménez, una vida dedicada a los tebeos

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1843

Carlos Giménez cumple ochenta años, la fecha exacta de nacimiento varía en función de la fuente consultada entre el pasado día 6 de marzo y hoy. En cualquier caso, siempre es un buen día para escribir sobre el posiblemente mejor autor de cómics que ha dado España, y merecedor desde hace años del Premio Príncipe de Asturias por su trayectoria, tanto profesional como por su compromiso con los derechos de autor y las condiciones laborales de los autores del cómic. Hoy todas las entradas de la web estarán dedicadas a hablar de sus obras. Comienza el ZNDay dedicado a Carlos Giménez, autor único, capaz de realizar la crónica social más certera de la España del siglo pasado y de algunos de las mejores historias de ciencia-ficción.

Biografía.

Carlos Giménez Giménez nació en 1941 en una España que todavía estaba devastada por la Guerra Civil provocada por el Golpe de Estado fascista del 36. Una circunstancia que marcó su vida y se refleja en sus obras en las que siempre se ha podido ver una denuncia clara del totalitarismo. Sus padres, Vicente y Marcelina, vivían muy humildemente en el madrileño barrio de Embajadores, por desgracia su padre falleció cuando Carlos apenas tenía un año, dejando viuda y tres hijos: Vicente, Antonio y el propio Carlos. Una situación que complico la ya precaria economía familiar que dependía de los diversos negocios que fue abriendo su madre, con escasa fortuna. En estas circunstancias transcurrieron los primeros años de vida de Carlos Giménez.

Carlos antes de entrar en los colegios de Auxilio Social.

Sin embargo, todo cambio para él y sus hermanos cuando su madre enfermó de tuberculosis, lo que provocó que debiera pasar por diversos hospitales. Carlos, con cinco años, y su hermano mediano fueron enviados a diferentes colegios de Auxilio Social, ya que tenían diferentes edades. En esas instituciones franquistas sufrió de primera mano la crueldad del sistema con castigos brutales, el fanatismo religioso, el hambre y el frio, todo para conseguir reeducar a los niños al ideario falangista. Fue en esos años cuando comenzó a nacer su amor por los cómics, sobre todo por Cachorro el personaje de Iranzo, además de conocer a Adolfo Usero otro destacado autor de cómic y uno de sus grandes amigos. Un periodo de su vida que reflejo en los ocho álbumes de su serie Paracuellos, de la que está preparando el noveno que finalizará la serie.

Estuvo interno en diversos hogares sociales hasta los catorce años cuando vuelve con su madre, que sigue enferma, al barrio madrileño de su infancia. Con esa edad comienza a realizar diversos trabajos en un taller de restauración de porcelana. Pero el amor por el cómic sigue presente en su vida, y no se pierde los cuadernillos de Capitán Trueno realizados por Ambrós, además de seguir dibujando en sus ratos libres y recorriendo las calles del Madrid de los cincuenta con sus amigos. Como sucedió con su etapa en los colegios de Auxilio Social, reflejo estos años de su vida en la serie Barrio.

Un dibujo inédito de Carlos Giménez, realizado en 2020 para el noveno y en principio último tomo de su serie Paracuellos.

A los diecisiete su vida da un giro brusco ya que comienza a trabajar como ayudante del dibujante López Blanco, que se encargaba de la serie Las Aventuras del FBI, lo que lleva a abandonar su trabajo en el taller. Su trabajo con él consiste en hacer fondos y pasar a tinta algunos de los dibujos de López Blanco, además de enseñarle los secretos de la profesión le permite descubrir a Frank Robbins, todo un referente para Giménez en su época de aprendizaje. Un periodo de aprendizaje que duro algo más de un año tras el cual le consigue un trabajo en la agencia Ibergraf. Allí se encarga de dibujar una serie llamada Curiosidades, además entra en contacto con otros profesionales de medio como José Carlos García, Pepe García Pizarro, Manuel Zatarain, etc. de los que sigue aprendiendo. Para esa agencia realizo su primera serie producida para el mercado internacional: Drake & Drake protagonizada por un matrimonio de detectives. Se trataba de una serie que habían comenzado José Carlos García y Pepe García Pizarro, al poco tiempo la deja y también abandona la agencia.

Junto a Esteban Maroto y Adolfo Usero forma El estudio de Manzanares, el primero de los muchos de los que ha formado parte. En esos años realiza historias bélicas para la editorial Maga y un western llamado Buck Jones para una agencia catalana. Posteriormente tiene que realizar el servicio militar, y es durante esos meses en los que dibuja la serie Gringo con guiones de Manuel Medina. Esta serie es su primer éxito a nivel internacional y se la habían encargado Selecciones Ilustradas, la agencia de Josep Toutain. Tras finalizar el servicio militar con 23 se casa. Para poder ganar el dinero necesario para mantener a su familia decide compatibilizar Gringo con historias románticas que Selecciones Ilustradas vendía a diversos mercados.

La agencia estaba en Barcelona, así que Carlos Giménez decide que debe vivir donde está el trabajo. Así que en el 67 se muda a la Cuidad Condal. Tras pasar un tiempo en una pensión, decide junto a otros dibujantes de la agencia buscar un sitio más acogedor para trabajar, así que forma junto a Adolfo Usero, Esteban Maroto, Luís García y Suso Peña el llamado Grupo de la Foresta. En ese periodo de tiempo, Giménez comienza a adquirir una cultura que le fue negada en sus años de formación, además de concienciarse en la defensa de los derechos de autor, algo que ha defendido toda su trayectoria. En esos primeros años en Barcelona se encargó de varias series para diversos mercados, pero hay dos series de ciencia-ficción pensadas para un público juvenil que fueron muy importantes en su trayectoria, Delta 99, que fue idea de Toutain con guiones de Jesús Flores y Víctor Mora, y Dani Futuro, guionizada por Mora y creada para Gaceta Júnior y posteriormente tras varios problemas legales, que marcan el inicio de la lucha de Giménez por los derechos de los autores, editada directamente para la revista Tintín en el mercado francobelga durante cinco años. En Dani Futuro, Giménez comienza a experimentar con la narrativa, creando composiciones de página y maneras diferentes de narrar que se salen del estándar habitual que exigían los mercados internacionales, algo que explotará en El Miserere, El Mensajero y El extraño caso del Sr. Valdemar, tres historias cortas adaptando relatos literarios que suponen un salto de calidad en su trabajo y un anticipo de lo que podremos ver en sus historias como autor completo. Sin embargo, mientras permaneció en Selecciones Ilustradas las imposiciones de Toutain le dificultaron la posibilidad de hacer los cómics que él quería, lo que le llevo por otros caminos, pero que, curiosamente, terminaron por llevarle a volver a cruzar sus caminos con Toutain, ahora metido a editor.

Durante los últimos estertores de la dictadura, crea junto a Luis García y Adolfo Usero el grupo Premiá 3 y juntos se encargan de la adaptación de La Isla del Tesoro de Robert L. Stevenson y un episodio de Los 4 amigos con guion de Mariano Hispano. Además, sigue realizando trabajos para mercados exteriores, ya que todavía eran más rentables y la industria del cómic nacional no le permitía realizar trabajos más personales. Sus vivencias durante los años de Selecciones Ilustradas en Barcelona le sirvieron como base para crear dos de sus obras más celebradas: Los profesionales y Rambla arriba, Rambla abajo.

En 1975 pone en marcha junto a Luis García la revista autogestiona Bandera Negra para la que dibuja de una de sus obras más importantes Hom, la adaptación libre de un relato de Brian Aldiss. Sin embargo, la revista no lleva a ver la luz, lo que provoca que la obra no se publique en España hasta 1978, ya que los editores no consideraban que fuera comercial, lo mismo que le sucedió años después con Paracuellos. Mientras había comenzado a colaborar con historias de humor para varias revistas como Mata Ratos, Muchas Gracias y El Papus en colaboración en los guiones con Ivà. En las historias que crean para esta últimas la crítica social y política del momento estaba muy presente y se convierten en una descarnada crónica de la Transición, que posteriormente fueron recopiladas en álbumes bajo el título de España, Una, España, Grande y España, Libre. Se notaba que, por fin, la dictadura había acabado y que se podían empezar a contar cosas que antes estaban prohibidas. En esta época Giménez es plenamente consciente de su condición de autor y quiere explorar con libertad las posibilidades que da el medio. El Boom de las revistas de cómic de eso años hace que se conviertan en el vehículo ideal para hacerlo, aunque no sin ciertas dificultades para convencer a los editores de publicar sus trabajos de carácter biográfico.

Portada del álbum francés de Paracuellos.

En 1977 comienza a publicar Paracuellos en la revista Muchas Gracias, aunque solo las dos primeras ya que después no quieren seguir alegando que son muy deprimentes. Giménez intenta que las publique El Papus, pero también se niegan. Al final consigue que se publiquen en la revista Yes de Ediciones Amaika, una cabecera similar a Playboy, posteriormente la editorial recopilaría las historias en el primer álbum de la serie. A pesar de esos inicios complicados la serie se convertiría en un gran éxito traspasando las fronteras de España. Gracias a ese éxito un año después comienza a publicar en El Papus Barrio, otra serie autográfica, en la que cuenta sus recuerdos de adolescencia en el Madrid de la posguerra. Ese mismo año realiza Koolau el leproso otra de sus grandes adaptaciones literarias, en este caso tomando como base un cuento de Jack London, aunque no verá la luz hasta el año siguiente en las páginas de la revista Tótem. Año en el que ve la luz Tequila Bang!, la serie con guion de Víctor Mora que dibuja junto a Alfonso Font y Adolfo Usero, firmado como Grupo Premia 78, con los que ya había hecho el año anterior la serie Dossiers Misterio. Finalizando la década publica la serie Érase una vez en el Futuro en la revista 1984, una serie formada por adaptaciones de cuentos de Jack London y Stanislaw Lem e historias con guion propio. Por fin, puede abandonar las historias alimenticias de género para las agencias.

Comienza la década de los ochenta publicando la segunda parte de Paracuellos en la revista Comix Internacional con el título de Auxilio Social. El año siguiente se convierte junto a Josep María Beà, Alfonso Font, Luis García y Adolfo Usero, en uno de los socios fundadores de la revista Rambla, un sueño hecho realidad, en el que los autores se convierten en dueños de la revista para conseguir una autonomía que les permitiera decidir qué publicar. Algo similar a lo que había sucedido en Francia con revistas como L’Echo des savanes (fundada en 1972 por Gotlib, Mandryka y Claire Bretécher en 1972) o la más conocida Métal Hurlant (fundada en 1975 por de Bernard Farkas, Jean-Pierre Dionnet, Phillipe Druillet y Moebius). Para la revista crea la serie Los profesionales en la que cuenta anécdotas de su paso por Selecciones Ilustradas. Sin embargo, Giménez abandona la revista en el año 1983 por problemas internos entre los autores y vuelve a establecerse en Madrid.

Una vez establecido allí de nuevo sigue publicando Los profesionales, de que la que se seguirá encargando a lo largo de la década hasta completar tres álbumes, aunque ahora en la revista Comix Internacional además de en la francesa Fluide Glacial que seguirá publicando sus historias en los años posteriores. En 1984 publica la historia corta Primer amor, con la que inicia una etapa marcada por las historias sobre las relaciones personales, algo que será una constante en los años siguientes. También publica en el primer número de la revista Madriz, un proyecto auspiciado por el Ayuntamiento de Madrid en que se publican los cómics más vanguardistas y experimentales del momento. Un año después aparece Rambla arriba, Rambla abajo, una obra protagonizada por algunos de los personajes de Los profesionales, aunque en este caso de trata de una historia larga de un carácter más social. Sin duda, estamos ante una historia que se podría considerar una de las primeras novelas gráficas de nuestro país. En 1986 vuelve al cómic de aventuras con Bandolero, una nueva adaptación literaria, en este caso de Historia verdadera y real de la vida y hechos notables de Juan Caballero, bandolero español del siglo XIX. Los años posteriores sigue publicando historias cortas algunas de las cuales serán recopiladas en el tomo Sabor a menta, hasta que a finales de la década comienza Historias de sexo y chapuza, otra serie centrada en las diferentes relaciones entre pareja. En 1989 publica el álbum Una infancia eterna en Francia, el comienzo de una serie de ciencia ficción escrita por el guionista francés Christian Godard que no tuvo continuidad.

La década de los noventa viene marcada por la crisis de las revistas lo que obliga a muchos autores o a dejar el medio o a buscar trabajo en otros mercados como el francés. Sigue trabajando en nuevas entregas de Historias de sexo y chapuza, que publica directamente en Francia dentro de la revista Fluide Glacial, pero comienza a trabajar realizando storyboards para cine y publicidad, encargándose del de películas como Mar de luna o El espinazo del diablo. A finales de la década se comienza a recuperar algunas de sus obras como Delta 99 editada de integral por Semana Negra en 1996 mediante cinco grapas y Dani Futuro reditado en forma de serie limitada en siete grapas por Planeta-DeAgostini en 1998.

Pero el gran impulso a su carrera viene de la mano de Glénat, que, en 1999 se convierte en la editora de sus obras comenzando por Paracuellos 3, ese mismo año reedita en un integral España, una, grande y libre, al que siguen a lo largo de los años las reediciones de todas sus grandes obras, incluidas algunas de las primeras que realizo para las agencias como Gringo o Delta 99. Al año siguiente Paracuellos 3 obtiene el premio a la mejor obra del Salón del Cómic de Madrid y los premios al mejor guion y a la mejor historieta en el Salón Internacional de Cómic de Barcelona. Algo que provoca una explosión creativa en la que Giménez publica tres álbumes más de la serie y retome algunos de sus obras autobiográficas como Barrio, con tres álbumes más y otros dos más de Los profesionales, además Glénat publica el sexto número de Sexo y chapuza con el título Talla especial, que estaba inédito en nuestro país igual que las contenidas en Cuentos del 2000 y pico publicadas en la revista francesa Fluide Glacial, que no trae de vuelta al Giménez más político de los tiempos de El Papus. Pero además de continuar serie empezadas también publica nuevas obras como Jonás: La isla que nunca existió, una serie de aventuras en la que había trabajado más de 10 años. Aunque la gran serie de esta etapa es 36-39: Malos Tiempos, una visión de la guerra civil nada complaciente que había presentado en Los cuentos del tío Pablo, un álbum que recopilaba algunas historias publicadas a lo largo de su carrera. La serie dura cuatro volúmenes publicados entre 2007 y 2009 y es la última novedad que publica con la editorial de Joan Navarro, que deja de publicar obras de Giménez en 2010 con el segundo recopilatorio de Gringo.

Mientras estaba publicando con Glénat, DeBolsillo público un integral de Paracuellos en formato apaisado, al que siguieron en 2011 los de 36-39: Malos Tiempos, Barrio y Los profesionales. En 2013 también publicaron el de España, una, grande y libre y en 2020 Primer amor y otros romances, que recopilaba algunas de las sus historias sobre el amor. Sin embargo, las novedades las pasa a publicar con Panini, que también reedita Dani Futuro en un voluminoso integral. Con ellos publica la serie Pepe entre los años 2012 y 2014, en ella nos cuenta la vida su amigo Pepe González a modo de homenaje, uno de los mayores talentos que ha dado el cómic español. En 2015 publica con ellos La peste escarlata, adaptación de un relato de Jack London.

En 2016 vuelve a cambiar de editor y desde ese momento todos sus trabajos los publica con Reservoir Books, comienza su andadura con Crisálida, una obra que está por derecho propio entre las mejores de su trayectoria. Es la primera parte de la trilogía del crepúsculo que se completa con Canción de Navidad y Es hoy publicadas en 2018 y 2020 respectivamente. Además, publica dos nuevos álbumes de Paracuellos en 2016 y 2017. En ese mismo año volvió a adaptar un nuevo clásico de ciencia-ficción con La máquina del tiempo de Wells. Al año siguiente aparece El discriminador una fábula pesimista sobre la sociedad actual. En 2019 aparecen Punto Final, una obra que nos cuenta las aventuras finales de dos de sus personajes clásicos Gringo y Dani Futuro; y Mi amigo Luis, una obra formada por historias cortas que podrían formar parte de algunas de sus series biográficas. Hace un mes apareció Mientras el mundo agoniza, su último trabajo hasta la fecha en el que vuelve a Dani Futuro en una historia mucho más oscura y violenta de las originales. Este trabajo está fechado en 2019 así que, vista la productividad que está teniendo estos últimos años cabe esperar que, además del noveno número de Paracuellos, tenga alguna obra más pendiente de ser publicada. Esta nueva etapa está marcada por un marcado pesimismo con el mundo y una reflexión sobre la muerte y su trayectoria vital.

Bibliografía consultada

– Entrevista al autor realizada por realizada por David Muñoz y Antonio Trashorras en U, el hijo de Urich #9 (Camaleón Ediciones, 1998).
Página web del autor.
Ficha de Tebeosfera.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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Malinwa
Malinwa
Lector
16 marzo, 2021 13:33

La obra de Carlos Giménez necesita una reedición en condiciones partiendo desde Gringo en adelante. Es de justicia dar a conocer toda la obra íntegra de este mastodonte del cómic.

Enrique Doblas
Autor
16 marzo, 2021 19:57

Felicidades por el artículo y la idea. Felicidades al maestro! GRAN Carlos Jiménez, nuestro Eisner, nuestra conciencia, nuestro historiador.