Entre dioses y monstruos
Los dioses son uno de los temas más recurrentes del arte a lo largo de su historia. Su bondad, su maldad, sus criterios propios alejados e incomprensibles para los humanos, su humanidad, sus conflictos, los nuestros… las vueltas que se le han dado a este tema son prácticamente infinitas y, aún así, siguen saliendo obras sobre esos seres poderosos y su relación con los humanos. Solo hay que ver toda esa avalancha de cómics de superhéroes que inundan las librerías mes a mes, que no dejan de ser extensiones del mismo tema, y que venden muy bien, que interesan.
La verdad es que es un tema tan sumamente amplio que ni tres milenios han conseguido que nos aburramos de él, aunque no siempre se ha tratado con la misma fortuna. Basilisk, el cómic del que vamos a hablar hoy se mete en este juego, pero lo hace jugando con diferentes tonos, uno de ellos el terror.
Basilisk vuelve a reunir al equipo que nos dio la serie Bone Parish, también en BOOM! Studios. Es decir, por un lado tenemos a Cullen Bunn, autor del que hemos hablado hasta la saciedad (incluso le hemos entrevistado) pues es uno de los guionistas más prolíficos de Estados Unidos. Bunn ha escrito mucho para Marvel, demostrando controlar a los seres superpoderosos, pero es cierto que cuando se trata de desarrollar su obra de creación propia la mezcla entre la fantasía y en terror es lo que más le atrae, con mayor o menor fortuna, pues a la historia pasarán obras como Harrow County o El Sexto Revólver, mientras que intentamos olvidar otras. Pero lo cierto es que tiene un gran número de historias intermedias, obras que ofrecen un buen rato (o mal rato cuando se habla de pasar un poco de miedito), que son efectivas y entre ellas estaba esa Bone Parish, con su idea de unir drogas y fantasmas en una historia que acabó más cerca del género policiaco que del terror.
Así Bunn repite con Jonas Scharf (Vengadores de los Baldíos, King in Black: Namor) pero en un relato muy diferente, donde cinco seres de apariencia humana pero con poderes divinos bajan de la montaña para tener un primer contacto con la humanidad, que no será nada agradable para los pobres habitantes del pueblo.
En realidad Basilisk tampoco es una obra recta, se mueve entre el terror, el misterio y la acción, con mucha importancia de la moralidad en torno al valor de la vida, la superioridad y la venganza a cualquier precio, y lo hace jugando un poco con los tiempos. Al contrario que su anterior trabajo juntos, Basilisk no parte de una idea muy original, pero sí que gana en su desarrollo y su tratamiento. Ciertamente este primer tomo, con los cuatro primeros números de la serie, lo que vendría a ser el primer tercio, es muy entretenido y se lee en un suspiro. Quizás no sorprenda, aunque algunas decisiones de los personajes son inesperadas, pero entretiene de principio a fin.
Los cinco seres, que forman el grupo autodenominado Quimera, están muy bien construidos. Cada uno con su poder, ligados a los cinco sentidos, y su personalidad, desprenden ese halo entre el misterio y el miedo, dando pie a tratar temas como la religiosidad y las sectas, es cierto que entre ellos se cae en más de un estereotipo, sobre todo en su interacción con los humanos, pero quizás el punto más importante sea la reflexión sobre la moral de estos seres superiores hacia los humanos corrientes. Cada uno toma una posición, como si de antiguos dioses se tratara. Sí, este es un tema tratado mil veces y de mil maneras, ya lo decía al principio, que va desde los dioses hasta la deificación de los personajes con poderes, pasando por esos universos alternativos con los que a las dos grandes les gusta contarnos relatos más oscuros de vez en cuando, pero aquí está ese añadido algo terrorífico (y gore, que no es lo mismo) y también que hay una sexta protagonista, Hannah, que hace un poco de contrapunto al ser una persona corriente, que ejerce de narradora principal y de co-protagonista, a la que acompañaremos en su peculiar búsqueda de venganza, leitmotiv principal de la obra.
Ese juego entre el terror y la acción es lo que hace que la obra sea un buen entretenimiento y se pueda situar en la parte alta de la tabla de las obras de Bunn, sin esperar nada espectacular pero cumpliendo. Básicamente lo mismo ocurre con el dibujo, un Scharf nada fuera de lo común pero narrando muy bien, con buen ritmo y sabiendo cambiar de tercio en función de lo que la página nos quiere ofrecer, ya sea violencia o miedo. Al dibujante se le dan bien las escenas desagradables, sin abusar de ellas, y hace buena pareja con Alex Guimarães, colorista con el que repite y que se suele prodigar mucho por la editorial, aunque su labor viene de lejos. De trabajo más que correcto ya que siempre sabe meter algún pequeño detalle que contrasta con el resto para realzar las particularidades de los personajes, consiguiendo potenciar su identidad.
Se puede decir así que Basilisk parte de una premisa sencilla pero gana en su desarrollo al tomarse más como una serie de acción, con sus pequeños puntos de terror, pinceladas de reflexión pero, sobre todo, un entretenimiento constante. Si te gustan las obras que suele facturar Cullen Bunn con esta no te arrepentirás, pero no esperes más de lo que las obras medias del guionista suelen ofrecer.
Lo mejor
• Una historia entretenida en la que la acción va ganando terreno según avanza.
• Es muy equilibrada, ofrece una pizca de reflexión pero sabe ir al grano.
Lo peor
• No es una historia que nos vaya a volar la cabeza, aunque tampoco lo pretende.
Guión - 7.4
Dibujo - 7.2
Interés - 7.4
7.3
Bunn y Scharf firman otra obra que tontea con el terror pero que se sabe mover hacia la acción, ofreciendo un entretenimiento ligero pero efectivo.
