Bloody Mary: Los perros de la guerra

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Edición original: 1996-97; Vertigo (DC Comics).
Edición España: may. 2008; Planeta DeAgostini.
Guión: Garth Ennis.
Dibujo: Carlos Ezquerra.
Entintado: Carlos Ezquerra.
Portadas: Carlos Ezquerra.
Color: Chris Chuckry, Matt Hollingsworth.
Rotulista: Annie Parkhouse.
Precio: 13,95 € (Rústica, 192 pags.)

 

No es la primera vez que hablamos de cómics que se publicaron bajo la línea Helix, ese sello de DC Comics que se creó en 1996, que acabó clausurado por las bajas ventas en 1998, y que estaba diseñado para gestar propuestas adscritas a la ciencia ficción. Tal vez el único producto conocido y exitoso que vio la luz entre sus páginas fue el Transmetropolitan de Warren Ellis –que a la postre continuaría sus andanzas en el sello Vertigo–, a pesar de que contó con nombres tan atrayentes como Michael Moorcock, Howard Chaykin, Walt Simonson… y Garth Ennis, cuya propuesta para Helix fue un personaje –Bloody Mary– que desarrolló en dos miniseries publicadas a finales de 1996 y 1997 y que nos trae en mayo Planeta en un único volumen recopilatorio, homólogo al TPB USA que hizo lo propio al otro lado del Atlántico.

¿El dibujante? Pues el español Carlos Ezquerra, conocido mundialmente por su Juez Dredd y que se uniría a un Ennis que llegaba de triunfar precisamente en esa serie –donde conoció a Ezquerra–, en Hellblazer y en los primeros números de Predicador para dar lugar a una de las parejas más habituales del tebeo reciente (repitieron en dos especiales de Predicador, Hitman, Las aventuras de la brigada de fusileros, etc.)

Volviendo a las miniseries, si bien la primera de ellas (Bloody Mary a secas) ya nos la trajo en su día Norma Editorial, la segunda de ellas (Bloody Mary: Lady Liberty) se mantenía inédita en castellano hasta ahora, por lo que se agradece antes de nada la voluntad de Planeta de rescatar estas pequeñas obras del pasado; voluntad que tiene visos de continuarse de forma muy profusa a partir de finales de 2008 y durante todo 2009.

¿Qué podemos decir de la edición? Que es correcta y mantiene las características que la editorial está proporcionando a estos productos –con poca fortuna en casos contados con los dedos de una mano– desde que se hizo con los derechos: tomo en rústica, una traducción fiel, portadas originales y limitados extras, que en esta ocasión se reducen a una escueta biografía de los autores.


Portadas originales del #1 de ambas miniseries
(nótese el sello de la línea Helix)

Argumento

En el año 2012, una III Guerra Mundial perpetuada a modo de Guerra Fría asuela el mundo entero. Toda la Europa continental ha formado un nuevo eje fascista, auspiciado por la inmigración y en permanente oposición a un bloque aliado compuesto únicamente por EE.UU. y Gran Bretaña. Pero, contra lo que podría parecer, la tecnología no sirve de nada. La miniaturización y efectividad de las armas ligeras –capaces de volar tanques y aviones con precisión milimétrica– y la futilidad de unas bombas nucleares que todo el mundo posee y nadie tiene interés en usar, han devuelto los conflictos armados a la manos de sus protagonistas más clásicos: los soldados y las trincheras.


Europa bajo la bota
del fascismo (de nuevo)

En este marco, en el que la experiencia bélica es un grado, la oficial «Bloody» Mary Malone es tal vez uno de los efectivos más mortíferos que existen. Por eso, cuando un despiadado mercenario se hace con un arma que podría cambiar el curso de las cosas, es ella la elegida para capitanear un equipo de asalto que se infiltre en la patria del enemigo y evite a toda costa su venta… y la debacle que ésta acarrearía.

Pero no será ésta su única aventura: al año del anterior conflicto, una retirada Malone será puesta de nuevo en activo para saltar sobre la ciudad de Nueva York, donde un señor de la guerra se ha hecho fuerte imponiendo un reinado aislacionista de terror, racismo y extremismo religioso. Esta vez el peligro viene del interior, y habrá que liquidarlo a toda costa antes de que pervierta el corazón de la última nación libre.

Análisis conceptual

Si por algo no destaca Bloody Mary es por su originalidad. En la primera miniserie, Ennis acude principalmente para la estructuración argumental de su tebeo a los más manidos tópicos del género bélico en su variante de misiones de inflitración; ése que vimos brillar en películas de la talla de Los cañones de Navarone, El desafío de las águilas o Doce del patíbulo, que leímos como divertimento en novelas como Alto riesgo, de Ken Follet (posterior al cómic, por cierto) y que cualquier lector con memoria y afición por los juegos de ordenador recordará cuán vibrante podía llegar a ser en el excepcional Commandos, de Pyro Studios. El mismo, finalmente, que Frederick Forsythe desmitificó en 1974 mediante la soberbia Los perros de la guerra mostrándonos a los grupos especiales tal y como son: mercenarios inhumanos, fríos, asesinos, oscuros, traicioneros, sin ideología y totalmente alquilables.

Y con semejantes personajes, es evidente que Ennis va a lo fácil: tiros, sangre, pretendido humor grueso, y algo de gore… tratándose de este guionista, era de suponer que no íbamos a ver Por quién doblan las campanas, claro está. Eso sí, el guionista se encarga de estirar el tópico hasta el desapasionamiento y de exagerar hasta hacernos insensibles a todo el festival de violencia que se desata. Violencia gratuita y banalizada, divertida y burra… sin muchas pretensiones de trascendencia. Tampoco es que haga falta, por otra parte, para pasar un buen rato.

Tal vez lo más entretenido en esta primera Bloody Mary sea jugar a identificar referentes de superhéroes clásicos, algo que puede pasar desapercibido en más de un caso. Está claro que tanto el motor narrativo como la sucesión de hechos nos hacen pensar en que asistimos a una redefinición del mismísimo Capitán América, tanto por el escenario como por ese suero del supersoldado transmutado en criaturilla de la mejor serie B de John Carpenter que persiguen tanto Malone como el letal Anderton (trasunto claro de Cráneo Rojo). Sin embargo, otro guiño muchísimo más gracioso –y que sólo apreciarán los lectores de la versión en inglés– es el que hace referencia al mercenario conocido como El Bodeguero. Y es que en el original, cada vez que aparece este sanguinario y retorcido aficionado al vino, con su nariz colorada y sus ropas oscuras vociferando con un rotundo bocadillo algo así como «I’m the VATMAN», uno no puede sino lanzar cierta carcajada de complicidad.


¡El regreso del caballero granate!

En todo caso, cuando el irlandés realmente opta por desatarse es al llegar a Bloody Mary: Lady Liberty. La distopía que había creado y apenas utilizado en la primera parte –tanto habría dado allí que se tratara de la III o de la II Guerra Mundial– es empleada aquí para calcar punto por punto el 1997: Rescate en Nueva York –de nuevo de Carpenter– en una suerte de serie B tebeística que también bebe, conceptual y gráficamente, del Juez Dredd que el mismo Ezquerra co-creara en sus tiempos de la revista 2000 AD.

No obstante, Ennis también tiene tiempo para vehiculizar sus confesas obsesiones por lo bizarro, lo sádico y lo religioso. En efecto, aquí ya se introducen prótesis y ropajes estrafalarios heredados del Ku Klux Klan en los villanos, al tiempo que se potencia ese ánimo de guasa irreverente contra los credos y las convenciones morales: si en la anterior miniserie el centro neurálgico de la dictadura fascista estaba situado en El Vaticano –que acababa hecho trizas al final– aquí el antagonista es un adicto al sexo que no duda en manipular el libro bíblico del Apocalipsis para fornicar con nada más y nada menos que con 144.000 mujeres mientras reduce Nueva York a cenizas.


¿Cuántas veces la habremos
visto así?

Todo esto me hace recordar que el otro día en una discusión en esta misma página, llegamos a la conclusión de que la Ciencia ficción no es sino la utilización de emplazamientos futuristas para el planteamiento de preguntas acerca del mundo contemporáneo (frase de David Fernández). Lo que no llegamos a definir fue si cuando todo el subtexto de una obra en particular se cubre de una voluntad más provocativa que crítica, más humorística que cínica o satírica, esas preguntas siguen teniendo sentido. Tal vez éste sea un factor a tener en cuenta a la hora de analizar un tebeo como Bloody Mary… o tal vez no, y simplemente de lo que se trate es de pasar un buen rato en una orgía de excesos sin hacerse preguntas de ningún tipo. Cada uno es libre de escoger.

Aspectos técnicos

La composición de página en Bloody Mary es tremendamente irregular: el número de viñetas oscila entre 3-7 por página de forma constante, y tampoco pueden definirse viñetas arquetípicas pues, aunque el aspecto es casi siempre cuadrangular, la variabilidad entre el formato rectangular vertical, cuadrado y panorámico –en todas las proporciones imaginables– impide la catalogación. Incluso hay veces en que se llegan a crear polígonos totalmente irregulares para ofrecer al lector una suerte de puzzle compositivo.

Sí podemos sin embargo destacar que el espacio interviñeta se encuentra siempre respetado pese a sus variaciones de color, aunque es frecuente encontrarse elementos figurativos que exceden el espacio de la viñeta y lo cruzan para, en una suerte de superposición efectista, «invadir» las de alrededor. En otras ocasiones sin embargo, se opta por incluir una splash-page sobre la que se superponen viñetas más pequeñas.


Muestra de la composición de página en
Bloody Mary

Respecto al dibujo de Carlos Ezquerra, podemos afirmar que es tal vez lo mejor del tebeo, perfectamente integrado con lo que se cuenta: detallista hasta el extremo en la concepción de ese futuro gris y desalmado, y muy preciso a la hora de mantener la coherencia de los rasgos de los personajes.

En general, éstos están construidos en base a una serie de trazos gruesos, largos y continuos que marcan los angulosos volúmenes generales; y otra serie de líneas más cortas y finas –aunque no dejen de ser gruesas en comparación a otras muestras de este estilo– que aunque paralelas van convergiendo para crear sombras y detalles, muchos detalles, que perfilan cada detalle del rostro y que tienden a afearlo.

Posiblemente la protagonista sea la excepción. En general, en sus primeros planos a Mary Malone se le aplica este estilo pero suavizado; es decir, trazos generales más finos y líneas de detalle en menor profusión. Pero en los planos más alejados, prácticamente sólo prevalecen esos volúmenes generales. ¿Cómo mostrar entonces que no estamos precisamente ante una jovencita? Pues resaltando la angulosidad de esos mismos volúmenes, aumentando los labios, delineando las cejas, conservado algunas líneas de detalle en los pómulos y acortando los ojos de la protagonista en vertical pero anchándolos en horizontal. Ezquerra sabe lo que hace, y de esta forma aunque retrata a una mujer en la cuarentena, consigue resaltar el atractivo de la madurez más que evidenciar los estragos de la vejez.


Mary Malone: mitad Candice Bergen,
mitad Lauren Bacall

Todo ello se complementa con un coloreado estupendo, a base de tintas planas y colores en su mayor parte fríos –gradados o sombreados en algunos casos– que contribuyen a generar ese tono entre decadente y convulso que acompaña a la guerra; el ambiente de un mundo frío y desilusionado que lucha por subsistir sabiendo que jamás volverán los tiempos de esplendor pasados. O que, si vuelven, ya nada volverá a ser lo mismo por el mero recuerdo de lo que una vez se llegó a hacer en nombre de banderas, pueblos, religiones y razas.

Valoración personal

A mi juicio, Bloody Mary es un correcto producto de entretenimiento basado en la óptica bestia y ultraviolenta con la que Garth Ennis –cuyo estilo en proyectos personales más o menos conocemos todos– revisita el cine bélico de misiones secretas y la serie B más ochentera. Todos los elementos que determinan las obras de este autor están presentes: protagonistas hechos polvo con una moral personal de vaquero, compañerismo bestiajo, acción sanguinolenta al extremo, enemigos ridículos con aficiones y tendencias psicológicas (y/o sexuales) depravadas, personajes recurrentes que caen medio bien (un acierto la permanencia de «El Bodeguero», para mí lo mejor de toda la lectura…), etc. En definitiva, y como no podía ser de otra manera, lo mejor para definir a las dos miniseries recopiladas es calificarlas como tendentes al exceso.

Acerca de la confluencia de referencias… podríamos decir que no es que sea muy acertada. La gracia de las misiones de infiltración reside en ver cómo un pequeño número de hombres puede alcanzar grandes logros operativos frente a un antagonista muy superior en número; así que cuando una historia de este estilo se mezcla con personajes invulnerables cuyo plan es entrar pegando tiros hasta acabar con el último, el efecto dramático se pierde un poco. Es como si en una película de la II Guerra Mundial Gregory Peck hubiera llegado desde Normandía hasta Berlín él solito para calentarle el culo a Hitler. ¿Desmadrado? Seguro ¿Provocativo? Puede ser ¿Interesante? Para mí no.


Pum! pum! pum! Todos muertos

Si a eso le añadimos que tanto Bloody Mary como su sidekick –desternillante si no estuviera tan pasado de rosca– tienden a ser planos, anempáticos y carentes de carisma, sólo me queda recomendarle este tebeo a los que disfruten con el desmadre en general, y «a la Ennis» en particular. Eso sí: teniendo en cuenta por otra parte que muy lejos estamos aquí de todas las virtudes que hicieron más que notable a Predicador.

Páginas recomendadas

Página de la Wikipedia en inglés y su ficha en Comic Book Database. Además también resultan interesantes las biografías de la Wikipedia en inglés de los dos autores, tanto de Ennis como de Ezquerra.

Página oficial de Carlos Ezquerra, con acceso a muchos originales y bocetos, aunque muy centrada en Juez Dredd, tal y como puede apreciarse nada más entrar. Y como no hay mucha información disponible en la red sobre esta obra, os recomiendo echarle un vistazo a la filmografía de John Carpenter, principal inspiración de Ennis para crearla.

Última actualización de este artículo: 23 de enero de 2010

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Phantomas
Phantomas
Lector
30 mayo, 2008 9:35

Bueno, en principio no me llamaba demasiado el tomito, y leida la reseña, pues decidido que voy a pasar…

Por lo demás, os deje una propuesta a ti y a Sergio el otro día en su post sobre el Cuarto Mundo 😉

ZANTOBLIN
Lector
30 mayo, 2008 10:15

He de confesar que no leí la segunda mini serie. Porque viendo de qué palo iba la primera ya no me quedaron ganas. Con los años he llegado a la conclusión que Ennis tiene varios niveles de implicación en su trabajo. Hay obras en las que pone todo su ingenio (PREDICADOR, HITMAN, PUNISHER MAX…); y otras que escribe con el piloto automático puesto. Creo que BLODY MARY, como El Peregrino, MIDNIGHTER o THE BOYS es una de ellas.
Por cierto, he visto que el Irlandes Loco ahora hace DAN DARE para el sello VIRGIN. ¿Alguien sabe qué tal está?

Miguel Rodríguez
30 mayo, 2008 17:13

Gran trabajo José, como siempre.
Y como siempre también, la mejor guía para saber qué comprar y qué no. 😉

(Qué sería de mi economía sin ti…) 😛