Desolación Jones

 

Edición original: Desolation Jones núms. 1 a 8 USA.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión: Warren Ellis.
Dibujo: J.H. Williams III, Danijel Zezelj.
Entintado: J.H. Williams III, Danijel Zezelj.
Color: José Villarrubia.
Formato: Cartoné, 208 páginas.
Precio: 20,50 €

 

Tengo una norma personal. Intentar matar a alguien, es como tener una aventura con alguien. La primera vez cuesta mucho, pero cuánto más lo haces, más fácil te resulta. Así que la primera vez que una persona intenta matarme es, por norma, el punto en el que yo la mato a ella.

No suelo realizar reseñas de obras incompletas o inacabadas. No sé si esta es la primera vez, pero desde luego es seguro una de las pocas en las que hago una excepción a esa norma autoimpuesta, puesto que, en este particular caso, merece mucho la pena que hablemos de esta obra, Desolación Jones, y de paso traemos de vuelta ese antiguo universo Wildstorm recientemente resucitado que tantas alegrías nos dio en su momento. Una obra que ECC Ediciones acaba de editar en formato cartoné y con todo el contenido, es decir, hasta el octavo número en el que fue prematuramente cancelada.

El contexto en el que se ambienta Desolación Jones es muy interesante. Hablamos de una comunidad de exespías del MI6 que viven exiliados en Los Ángeles y que son prácticamente parias o desechos de experimentos del servicio secreto británico que salieron mal o no todo lo bien que esperaban. Un ejemplo claro es el protagonista, Michael Jones, que era un buen agente, y que un día decidió que quería ser mejor e ir un paso más allá, sometiéndose al infame proyecto Desolación, que le cambiaría la vida por completo y de forma irremediable, ofreciéndole ciertos poderes sensoriales y reflejos sobrehumanos, pero dejándole unas secuelas físicas terribles. Por solo nombrar algunas, su piel es gris y no puede apenas darle el sol porque le quema, como un vampiro, y además tiene el hígado tan destrozado que solo una gota de alcohol le enviaría al otro barrio, palabras textuales de su médico.

Pese a tener esas secuelas físicas, sus capacidades mentales no han sido afectadas lo más mínimo, al menos a nivel intelectual, ya que es uno de los mejores detectives de toda la ciudad, la cual ningún miembro de esta extraña comunidad puede abandonar, salvo excepciones. Jones dedica su vida a resolver casos internos de este particular grupo de “refugiados”, y en uno de estos extraños casos, le mandan recuperar unas cintas de vídeo porno casero grabado por Hitler, que habían sido robadas a uno de los miembros de esta comunidad. Tal cual. Warren Ellis en estado puro. Evidentemente, el caso tiene un par de vueltas de tuerca más, y va un poco más allá de un tema tan macarra a la par que naif.

Es cierto que el personaje de Jones tiene ciertas similitudes con otros ya conocidos, como por ejemplo John Constantine, pero personalmente me parece un personaje único, con unas particularidades distintas y una idiosincrasia, que más allá de buscarle parecidos, tiene su propia historia original y una personalidad que si rascamos más allá de la superficie, vemos que es diferente de otros personajes. Más allá de todo, desde luego Jones tiene carisma, y queda demostrado prácticamente desde la primera página. A mí personalmente, más allá del caso detectivesco, me encanta ver cómo Jones avanza en su investigación mientras recibe palizas terribles y se repone en el último momento utilizando sus reflejos ultrasensoriales para darle la vuelta a la partida y dejar al oponente prácticamente muerto, para después volver en taxi o en coche recogido por su amiga mientras sufre y ve pintorescas visiones por la ventanilla, y piensa en qué punto está del caso y en cómo avanzar en el mismo. Es el día a día de Jones, una extraña cotidianeidad que en tan solo ocho números ha conseguido enamorarme como lector.

Porque además no solo es él, sino todo un desfile de personajes que Ellis, con su macarra estilo sin pelos en la lengua, se saca de la manga, como el viejo verde que contrata a Jones, o su amiga gótica que produce tantas feromonas que nadie puede estar ni cerca suyo. Una lástima que fuera cancelada tan pronto, y sobre todo que Warren Ellis, como ya ha manifestado en más de una ocasión, no tenga planes para continuar la serie. Más allá de algún breve cameo, como en la Batwoman de J.H. Williams III precisamente, no hemos vuelto a ver más a Michael Jones. Pero quién sabe, ahora que Ellis se está encargando de resucitar muy poco a poco el universo Wildstorm, quizás nos traiga de vuelta a su carismática y grisácea criatura.

En el apartado artístico tenemos a J.H. Williams III y a Danijel Zezelj al dibujo y entintando, y el madrileño José Villarrubia al color. Está claro que Williams III, una vez más, no decepciona, y nos regala seis números de auténtica maravilla visual. La disposición de las viñetas es prácticamente diferente en cada página, e incluso cambia el estilo de dibujo según sea la situación, como en los momentos de debilidad mental de Jones en los que asistimos a sus extrañas y oníricas visiones. En definitiva, una obra de arte más en su carrera profesional, que cuenta con el excepcional color de Villarrubia, con sus intensos tonos cromáticos de contraste tanto entre personajes como diferentes situaciones durante la historia.

En los dos últimos números tenemos a Danijel Zezelj, un artista croata de larga trayectoria que ha trabajado en obras como DMZ, Scalped o Hellblazer. Zezejl tiene un estilo más sencillo y oscuro que el de Williams III, y le da un tono diferente a la obra, algo más underground y urbano y menos artístico, y que no por ser diferente encaja menos con la historia, pero que es difícil de juzgar debido a que no hubo el suficiente tiempo para ver si el dibujante se adaptaba bien a la historia que Ellis tenía planeado para ese segundo arco inacabado, como sí lo hizo a la perfección Williams III en el primero.