
Potter…more
Casi diez años después de la resolución de una de las sagas más importantes de la literatura moderna, vuelve la historia del niño mago, que ya no es niño y ya no se siente cómodo en el terreno de la novela. Esta vez no estamos hablando de un esperado octavo libro, sino del texto íntegro de la obra de teatro que supone la
Esto es lo primero que tendremos que aclarar: el autor es Jack Thorne, autor teatral responsable de éxitos televisivos como
Y digo «casi» porque la ausencia de Rowling se nota.
Spoilers a partir de este punto
Lo principal que choca (y gusta) es que Albus sea elegido para Slytherin. Una maravilla argumental que reabre la saga de golpe, dejando entrever que de nuevo las cosas no son tan simples como parecen y que todo puede pasar en el mundo mágico. Esto supondrá que Albus se vaya distanciando de su familia y de su legado como Potter, entrando muy en conflicto con su padre. Aunque puede parecer un tema manido, el hijo que debe vivir a la sombra de la leyenda de su padre es un tema clásico que ya introdujo Rowling en el epílogo de la última novela. Y aunque la primera parte de la obra (la que comprende los dos primeros actos) es realmente interesante y consigue reabrir tramas que creíamos para siempre cerradas, es la segunda parte (actos tres y cuatro) la que desentona y parece empeñada en desbrozar las buenas tramas y personajes interesantes que se abren en la primera. Lo primero que no nos gusta es que Voldemort vuelva a ser el tema de conversación, la amenaza latente, porque ya tuvimos siete libros de él. Voldemort está muerto y enterrado y, aunque sus heridas se sigan notando y hayan dejado vacíos imposibles de llenar, nos gustaría que la trama fuera completamente nueva y que no sea la amenaza de su regreso lo que actúe de conflicto. Por otro lado, el viaje en el tiempo es algo que no convence. No porque la única obsesión de Albus y Scorpius sea salvar a Cedric Diggory (que por otro lado, ni le han conocido ni se justifica la lástima que sienten por él), sino porque las tramas espacio-temporales es algo que en Harry Potter rechina. Vale que en
Si hablamos de personajes, tenemos que detenernos en varios puntos. Por un lado, nos ha encantado ese Harry adulto, lleno de temores adultos y de cicatrices que son muy difíciles de borrar. El estigma de haber sido el liberador del mundo mágico va mucho más allá de la fama y la gloria: por el camino se perdió demasiado, y todas esas muertes recaen sobre los hombros de un Potter cuarentón que tiene que ejercer de padre cuando él no tuvo nunca ninguna referencia paterna hasta bien entrada la adolescencia (y cuando la tuvo, murió). Este conflicto interesa y se nota que es la joya de Jack Thorne, el personaje cuya psicología más ha evolucionado y mejor se ha retratado, llegando al punto de que nos gusta más este Potter que el chaval de los libros al que todo le salía un poco de chiripa y sin cuyos personajes secundarios se quedaba en nada. Por otro lado, Hermione y Ron se convierten en meras caricaturas de lo que fueron, siendo relegados a papeles terriblemente secundarios. Ginny también ha crecido y se convierte en un pilar imprescindible para Harry, compartiendo con él algunas de las mejores escenas de la obra. Albus y Scorpius son sin duda las joyas de la obra, con una psicología y unas escenas arrolladoras que enganchan y aciertan en este relevo generacional. Sin embargo, hay un elefante en la habitación: ¿por qué no admitir en la obra que
Y tenemos que hablar de Delphi, ese maldito personaje. La hija de nada más y nada menos que Voldemort y Bellatrix Lestrange. Absurdo. Tremendamente absurdo. Esta es la gran decepción de la obra, que se empeña en seguir la estela de fan fics mal traídos en que las relaciones sexuales más bizarras dan como resultado personajes anodinos y descompensados que en el futuro puedan resucitar a Voldemort. Es sencillamente contrario a la esencia del personaje que Tom Riddle engendre un hijo. ¿Os imagináis, por favor, al mago oscuro más poderoso de todos los tiempos teniendo relaciones con Bellatrix Lestrange? Por favor, que alguien lo visualice mentalmente. Y de esa unión nace una hija que ronda la veinte de edad en este libro y, por razones puramente genéticas, trata de volver al pasado e impedir que su padre muera.
En fin.
En lo que a personajes se refiere, hablaremos también de notables ausencias, justificadas quizás porque hablamos de una obra de teatro y los actores tienen que cobrar, el montaje está limitado a una duración y a las posibilidades de las tablas, pero nos ha dolido mucho no ver a Ted Lupin, Neville Longbottom o Luna Lovegood.
Definitivamente esta no es la clase de argumento que esperábamos de una octava historia de Harry Potter. La trama temporal puede tener un pase…pero lo de la hija de Voldemort, a la que hace alusión el título en inglés (the cursed child) sobra totalmente. Por cierto, hay un apunte sobre la traducción que realmente no me ha gustado nada: referirse a las mascotas que transportan cartas como «búho» en lugar de «lechuza». Que son ya 7 libros y 8 películas usando el término lechuza, ¿no podría haberse respetado?
Conclusiones: ¿ha merecido la pena?
Somos fans de Potter y no podemos evitar que el libro nos emocione y nos conmueva. Sí,
Harry potter y el legado maldito es un volumen mas creado por Rowling, llena de misterio, oscuridad, aventuras entre otros
El manejo sobre el tema de la homosexualidad entre Scorpius y Albus me parece interesante, y el universo de Harry Potter no tiene límites. Muy bueno.