#ZNCine – Saint Seiya. Los Caballeros del Zodíaco: Leyendas del Santuario

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Dirección: Kei’ichi Sato
Guión: Chihiro Suzuki, Tomohiro Suzuki, Hiroshi Kobayashi, Iwao Teraoka, Kimitoshi Chioka (manga: Masami Kurumada)
Música: Seiji Yokoyama, Yoshihiro Ike
Efectos visuales: Kouji Tajima
Reparto: Kaito Ishikawa, Kenji Akabane, Kensho Ono, Nobuhiko Okamoto, Kenji Nojima, Go Inoue, Ayaka Sasaki, Rikiya Koyama, Ren Ôsugi, Shinji Kawada, Mitsuaki Madono, Daisuke Namikawa, Hiroaki Hirata, Mitsuru Miyamoto, Masumi Asano, Takuya Kirimoto, Toshikyuki Morikawa, Kôichi Yamadera
Duración: noventa y tres minutos
Productora: Bandai Visual / Toei Animation
País: Japón

 

El 13 de febrero de 2012 publicaba en esta misma página el primer anuncio de la película que, el pasado viernes, se estrenó por fin en los cines españoles. Unos meses antes de que se cumplan los veinticinco años de la primera emisión del anime Los Caballeros del Zodíaco en una cadena televisiva de por aquí, su última aventura cinematográfica ha podido verse en pantalla grande. Este hecho es indicativo de diversos y positivos hechos: que la afición por el anime en España es un colectivo a tomar en consideración; que el estreno en las salas de productos provenientes del sol naciente empieza ya no es anecdótico; que la huella dejada por los aguerridos y bizarros caballeros creados por Masami Kurumada durante el último cuarto de siglo ha sido profunda e indeleble. Si hace tres años comentaba el anuncio de la adaptación cinematográfica de Saint Seiya con bastante escepticismo, hoy debo confesar que, en los aspectos comercial y de popularidad Leyendas del Santuario ha sido un éxito. Sin embargo, éste no ha tenido reflejo en el ámbito artístico y, más específicamente, en un plano tan necesario y crucial como es el argumental.

Una de las primeras preguntas que me planteé al conocer que la producción seguía adelante, fue la relativa al argumento. Tanto el manga original como la serie de animación clásica se caracterizaban por su larguísima duración, por lo que era evidente que el filme sólo podría recoger, como mucho, uno de los arcos argumentales que componían cada una de las sagas principales. Los precedentes cinematográficos de la franquicia “saintseiyana” no invitaban precisamente al optimismo. Los OVAS duraban un poco más que la suma de dos episodios del anime y las películas dejaban una sensación más agria que dulce. En todos los casos, el problema principal venía dado por el hecho de que el teórico protagonista del cómic original –Seiya de Pegaso- había tenido que compartir su primacía con otros cuatro caballeros a los que el anime había dotado de cierto grado de tridimensionalidad en lo que a personalidad se refería. Personajes como Shiryû del Dragón o Ikki del Fénix habían desbancado al testarudo Seiya en el favor de la afición (y eso, hay que decirlo, acabó trasladándose al manga). Cualquiera que haya visto alguno de los OVAS o filmes animados (reeditados en varias ocasiones por estos pagos y comentados ya por aquí) habrá comprobado la existencia del mismo desarrollo cansino y el mismo desenlace previsible. Sólo en Capítulo del Cielo-Obertura se planteó la posibilidad de un desarrollo diferente, pero una mala ejecución dio al traste con el potencial, afectando además negativamente al desarrollo de la adaptación animada del manga. Además, en los cinco filmes la productora partía de la premisa de un público que conocía perfectamente el contexto de los mismos gracias al tebeo o a la serie televisiva. Es innegable que la franquicia cuenta en todo el mundo con un nutrido grupo de seguidores, pero ¿hasta el punto de sostener por sí solos un proyecto que abordaba el salto de los caballeros a la animación por ordenador?

La respuesta a la cuestión planteada en el párrafo precedente tuvo pronto una respuesta: el arco argumental escogido para la película sería uno de los más memorables de todo el anime, pues era el que relataba la batalla de las doce casas del Santuario. Después de todo, los caballeros de oro competían en popularidad con el quinteto de bronce y para muchas personas ése es el momento culminante de la serie original. Sin embargo, esta respuesta trajo consigo una nueva incógnita: en el anime, la llamada saga del Santuario abarca treinta y tres capítulos (todo ello sin contar el hecho de que los cuarenta anteriores son los que van introduciendo los hilos argumentales que desembocan en el épico enfrentamiento). La empresa se antojaba inviable y hacía prever en un resultado tan decepcionante como el que se viera en los OVAS. Una vez vista la película, debo señalar que mis peores temores se han visto confirmados.

No es la primera vez que un manga o anime de larga duración es llevado a la gran pantalla y hay que reconocer que los resultados han sido para todos los gustos. Películas como Capitán Harlock o Kenshin, el guerrero samurái dan testimonio del éxito en desafíos de esta envergadura. Cintas como Space Cruiser Yamato son ejemplos del fracaso. Si nos centramos en estos tres ejemplos, hay que reconocer que son técnicamente impecables. Sin embargo, hay historias que, como en el caso de la odisea del Argo / Yamato, necesitan tiempo y espacio (valga la redundancia) para ser narradas. Kenshin Himura ha protagonizado un manga y un anime de extensiones similares a los de los Caballeros del Zodíaco, pero en su primera incursión cinematográfica alcanzaron un difícil equilibrio entre el tributo a la afición veterana y la necesidad de contar una historia completa (aunque abierta a secuelas). El Capitán Harlock ha protagonizado una cinta que le ha acercado a extraños pero quizá le ha alejado de propios. Nada que no se haya visto en otras adaptaciones de un ámbito a otro. ¿Qué es lo que ha fallado, en mi opinión, en Leyendas del Santuario? Un poco de todo.

El primer punto que debe tomarse en consideración ha sido la adaptación de los personajes y sus diseños de cara al nuevo filme. Los diseños del anime original (quizá, más que los del manga) son en muchos aspectos insuperables y dan buena cuenta del buen hacer del desaparecido Shingo Araki y sus gentes. En sus nuevas versiones, los caballeros protagonistas parecen escapados de alguna de las entregas de la serie de videojuegos Final Fantasy y, cuando aparecen sus adversarios dorados, los diseños alcanzan un nivel churrigueresco. Con todo, el resultado se asemeja –guardando las distancias- con el reflejado en Saint Seiya Omega, en el sentido de que aunque diferentes, las armaduras siguen evocando en su aspecto a las elaboraciones originales. Por otra parte, personajes como Tokumaru Tatsumi o Saori Kidoh ven modificados sus respectivos aspectos de forma aún más ostensible. El primero se parece más a un joven Alfred Pennyworth que al garrulo practicante de kendo del original; la segunda tiene una apariencia mucho más acorde con su condición de adolescente. Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol en lo que a adaptaciones se refiere, pero el núcleo del problema está en la historia que se pretende contar.

La película comienza con una presentación apresurada de Saori, el sufrido Tatsumi y cuatro de sus broncíneos guardaespaldas. La joven sufre un atentado y es salvada en el último momento por Pegaso y sus colegas. Unas rápidas presentaciones y pronto saltamos al Santuario, donde aceleradamente los jóvenes guerreros reciben un cursillo sobre la existencia del séptimo sentido de la mano de Mu de Aries y tienen ocasión de hacer prácticas con Aldebarán de Tauro. La reencarnación de Atenea está en peligro y es menester alcanzar las estancias en las que está el Patriarca. Alguien que no haya conocido la serie original estará preguntándose qué se ha perdido y alguien que haya disfrutado de la misma rellenará por sí mismo los huecos de la historia, pero una película cuyo relato requiere complementos extra-fílmicos deja fuera a los legos en la materia. A partir de ahí, tenemos una versión desmochada, frenética y descoordinada de la saga original. Enfrentamientos memorables como los de Cisne y Acuario o Dragón y Cáncer son contados de aquella manera, pero al menos Hyôga y Shiryû tienen ocasión de lucirse. Andrómeda y Fénix ni siquiera tienen esa suerte. Por lo que respecta a los caballeros de oro, la situación es aún peor: Piscis desaparece en un visto y no visto; Capricornio y Escorpio (este último cambiado de sexo) apenas cruzan un par de golpes con sus oponentes. La trama, si es que es tal, degenera en una sucesión de escenas catastróficas que bien podrían salir en cualquier pastiche firmado por Ronald Emmerich o Michael Bay en un día muy malo. La puntilla viene dada por la pésima traslación que se hace del antagonista principal, Saga de Géminis. Como era de esperar, tras la máscara del Patriarca se esconde el caballero de los gemelos, pero quien en el manga y el anime era un personaje trágico, aquí se convierte en una especie de monstruo desbocado al que hay que enfrentarse usando el truco más empleado en toda la historia de la franquicia (adivinen cual). A estas alturas de la proyección, quien estas líneas escribe había tirado la toalla y experimentaba la misma sensación que durante el visionado de Street Fighter. La última batalla: la de asistir al espectáculo de una ocasión desperdiciada.

La cinta es, desde el punto de vista del guión, un desastre a varios niveles en el que se ha optado por dirigir el argumento a un público que ya sabe lo que va a ver, al tiempo que se le presenta una versión reducidísima y peor contada de la historia original. Como aficionado a la franquicia desde hace muchos años, considero que es con diferencia uno de los derivados más lamentables que han visto la luz bajo el sello “Saint Seiya” (lo cual tiene su mérito, porque la marca ha aguantado carretas y carretones). No sirve como gancho para captar nueva parroquia ni satisfará al ala nostálgica de la feligresía ya existente, con lo que sólo queda la curiosidad de jugar a “busca las semejanzas” con las versiones y diseños preexistentes. Como detalle curioso y entrañable cabe destacar la presencia en la versión española en castellano de algunos de los dobladores de la serie original.

  Dirección: Kei’ichi Sato Guión: Chihiro Suzuki, Tomohiro Suzuki, Hiroshi Kobayashi, Iwao Teraoka, Kimitoshi Chioka (manga: Masami Kurumada) Música: Seiji Yokoyama, Yoshihiro Ike Efectos visuales: Kouji Tajima Reparto: Kaito Ishikawa, Kenji Akabane, Kensho Ono, Nobuhiko Okamoto, Kenji Nojima, Go Inoue, Ayaka Sasaki, Rikiya Koyama, Ren Ôsugi, Shinji Kawada, Mitsuaki Madono,…
Guión - 2.6
Animación - 7.9
Interés - 1.5

4

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Thorin_II
Thorin_II
Lector
9 marzo, 2015 15:28

Pues le tenía muchas ganas a esta peli pero ahora me he quedado muuy frío. La veré por supuesto pero no espero nada. De lo poco que he visto de Saint Seiya, me sigo quedando con Lost Canvas. No he sido muy de los caballeros del zodíaco pero a raiz de ver la serie esta me empezó a picar mucho el gusanillo y ahora estoy empezando a ver todo lo demás y pronto (espero) me adentraré en el manga también.

Samuel Secades
Autor
11 marzo, 2015 12:22

Vista anoche, comparto todas y cada una de las opiniones del Sr. Capote. Es más, siendo un fan de Saint Seiya me llegué a sentir insultado con combates de minuto y medio, personajes nulos y aburrimiento sin fin. La saga del Santuario del anime pasasa a alta velocidad es mucho mejor que este engendro aun sin diálogos. Sí, es así de mala.