X-23: Inocencia Perdida

La miniserie de Craig Kyle y Christopher Yost, dibujada por Billy Tan, en la que conocimos los orígenes de X-23, la heredera de las garras de adamantium

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Edición original: X-23: Innocence Lost Nº 1-6 USA (Marvel Comics, 2005).
Edición nacional/ España: Panini Cómics (2017).
Guión: Craig Kyle y Christopher Yost.
Dibujo: Billy Tan.
Entintado: Jon Sibal.
Color: Brian Haberlin.
Formato: Tomo cartoné de 176 páginas.
Precio: 16,50€.

 

«Me enseñaste que podemos elegir ser algo distinto a lo que nos hemos visto obligados a ser… Que podemos ser algo mejor de lo que creemos ser.»

En los primeros años de la explosión del Universo Marvel fueron habituales las duplicidades de personajes. Las heroínas como Spider-woman, Ms. Marvel o Hulka nacieron de la costilla de sus homólogos masculinos. Era una manera de proteger la marca de la editorial de posibles piratas y seguir expandiendo la continuidad de sus cabeceras. Esta situación se ha repetido a lo largo de las décadas en la Casa de las Ideas como recurso rápido y fácil para la creación de personajes. Si intentamos hacer el proceso a la inversa veremos que los personajes masculinos clonados a partir de un gen femenino brillan por su ausencia. No es una característica esta exclusiva de Marvel Comics. Ni tampoco de las publicaciones superheroicas, aunque en ellas se haya mantenido más vigente. Lo demuestran el status actual de protagonistas como Kate Bishop, Jane Foster o Laura Kinney.

Los orígenes de X-23

Esta última vive hoy uno de los momentos más dulces de su corta carrera. Lo hace debido a su nueva serie en la que ha asumido con garantías la identidad de Lobezna. Pero también gracias a su reciente salto a la gran pantalla para ser interpretada por la joven actriz Dafne Keen en la crepuscular Logan. La película dirigida por James Mangold nos ha presentado a la versión más fiera y entrañable de X-23. El personaje vuelve así al medio audiovisual que la engendró hace catorce años. Fue la pareja de guionistas formada por Craig Kyle y Christopher Yost la que en 2003 nos la presentó por sorpresa en la serie animada X-Men: Evolution. Hoy Laura se ha hecho mayor, se ha convertido en una joven de carne y hueso.

El origen de esta antiheroína en X-Men: Evolution era la enésima intención de Hydra por replicar el proyecto Arma X. El resultado fue una copia génetica femenina de Lobezno con unos poderes casi idénticos a los suyos y un instinto asesino a su misma altura. Pero a diferencia de su progenitor X-23 había sido entrenada para matar desde su nacimiento. Había sido aislada del mundo y de cualquier trato mínimanente humano. No se le había dado la oportunidad de ser una persona, estaba fabricada para ser una sola cosa: un arma letal y peligrosa. Era la mejor en lo que hacía, aunque nunca tuvo la oportunidad de no serlo.

En 2004 Joe Quesada y Joshua Middleton introducen a X-23 en los cómics con la miniserie NYX. Esta era una historia con un punto sórdido en la que sus protagonistas pasan de la esperanza a la desesperación en décimas de viñeta. El reencuentro con Lobezno se produciría ese mismo año en las páginas de Uncanny X-Men. Luego, las posteriores apariciones de X-23 consiguieron captar el interés de los aficionados demostrando que el personaje podía ser algo más que una simple «duplicidad«. Era pues tiempo de contar su historia personal. Esto lo harían en 2005 sus creadores en la presente miniserie X-23: Inocencia Perdida enclavada en el sello Marvel Next para jóvenes y futuras promesas.

De Barry Windsor-Smith a Billy Tan

Es a lo largo de sus seis entregas de Inocencia Perdida que conocemos los orígenes de este personaje; reinterpretados y actualizados respecto a lo que habíamos visto en X-Men: Evolution. Luego llegaría el tiempo de los New X-Men y X-Force, su paso por la Academia Vengadores y los sucesos de Vengadores Arena. En este tiempo, Craig Kyle ha visto a X-23 como la versión de «Pinocho para Marvel Comics». En su descipción del personaje la define como «una espada samurái que intenta convertirse en una chica real». Un concepto que la cataloga como un personaje femenino atípico en el ámbito superheroico por su innata predisposición a la violencia.

En este sentido, el homenaje de Inocencia Perdida al clásico de Barry Windsor-Smith Arma X resultaba tan inevitable que sus autores ni se molestaron en dismularlo. Si nunca nos hemos acercado a esta historia de Laura lo primero que llamará nuestra atención es su apartado gráfico. En él se evidencian los últimos coletazos de esa bestia herida que fue la década de los noventa. Es Billy Tan el responsable de un dibujo deudor de la época, con su predisposición a la falta de perspectiva, la anatomía de fantasía y las rayas como elemento de caracterización.

No por casualidad los primeros trabajos de este artista de origen malayo fueron a finales de los noventa en cabeceras como Codename: Stryke Force, Tales of the Witchblade o 21, en la que colaboró con Marc Silvestri. En su trabajo con X-23 tenemos unos primeros pasos que funcionan en los planos cortos pese a sus carencias y excesos. El entintado y color, responsabilidad de Jon Sibal y Brian Haberlin respectivamente, favorecen además un resultado plano y acomodado. Pese a todo, el dibujo cumple su función, aunque principalmente porque el argumento de Craig Kyle sabe jugar sus bazas y hacernos olvidar esta cuestión.

La pérdida de la inocencia

Entrando a analizar la historia es remarcable como la atención del relato elude centrarse en X-23. El guion la trata de la misma manera que los científicos de su historia, como un objeto. La historia se plantea en términos éticos y el género de sus protagonistas es un elemento vinculante que sirve para remarcar algunos aspectos de la historia. Las aptitudes machistas reflejadas en algunos personajes principales son una constante en la trama. Esto nos proporciona un interesante retrato sobre los roles sociales a nivel institucional y laboral que hoy en día mucha gente ya no asume y aceptan con tanta facilidad.

Este contexto determina el destino de Laura y también el de su madre de alquiler. Lo hace de forma muy directa aunque deja algunos matices en el tintero que podrían haber dado mayor relieve a las relaciones materno y paternofiliales esbozadas en el relato. El abuso infantil, los malos tratos y la ausencia de una figura paterna configuran la personalidad y el ecosistema de los personajes. El guion intenta un juego de paralelismos, afortunado en algunos casos, demasiado apegado a clichés en otros. Todo supeditado a una historia movida por la venganza, la ambición y el sacrificio.

Los personajes establecen relaciones tóxicas y autodestructivas que parte de sus diferentes maneras de ejercer la violencia. El principal agente que espolea esta situación es también del gran ausente del relato: Lobezno. La vida de X-23 y la de los secundarios invitados a la función están hiladas a las garras de adamantium del mutante canadiense como si se tratase de una auéntica tragedia griega. Es interesante pues como la violencia, además de explicita y gráfica, como no se podía esperar menos estando la prole de Logan por medio, también tiene un profundo componente psicológico.

Conclusión

En términos generales, Inocencia Perdida cumple la función para la que fue concebida. Esta no es otra que acabar de integrar a X-23 en el Universo Marvel rellenando un hueco tan importante de su historia como es su propio origen. La evolución del personaje desde este punto ha sido meteórica aunque no carente de coherencia y lógica. Para ver esto más en detalle podéis leer el especial De X-23 a Lobezna, la vida de Laura Kinney que le dedicó el compañero Igor Álvarez a este tema. Nosotros podemos concluir que pese a su condición de «personaje réplica» las características propias de X-23 le han permitido ganarse su espacio y sus galones. Por lo tanto, pese la previsible deriva de esta historia, y un dibujo que en el mejor de los casos podemos calificar de mal menor, Inocencia Perdida es un cómic clave para los seguidores de Laura Kinney. Es un punto de partida para conocer en más profundidad un personaje que está dispuesto a seguir dando mucha guerra en el futuro.

  Edición original: X-23: Innocence Lost Nº 1-6 USA (Marvel Comics, 2005). Edición nacional/ España: Panini Cómics (2017). Guión: Craig Kyle y Christopher Yost. Dibujo: Billy Tan. Entintado: Jon Sibal. Color: Brian Haberlin. Formato: Tomo cartoné de 176 páginas. Precio: 16,50€.   "Me enseñaste que podemos elegir ser algo distinto…
Guión - 6.5
Dibujo - 6
Interés - 7

6.5

La miniserie de Craig Kyle y Christopher Yost que narra el origen de X-23 adolece de ser un simple peaje para introducir al personaje en el Universo Marvel. La historia es completamente deudora de Barry Windsor-Smith y su Arma X y eso la hace muy previsible. No obstante, Inocencia Perdida resulta interesante en el paralelismo, y en la manera de acercarse a sus personajes, incluso pese a sus evidentes carencias y excesos.

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Reverend Dust
Lector
9 abril, 2017 16:06

Como dices, un mal menor el dibujo para una historia que dulcifica, o al menos no hurga en la herida de NYX, y afianzó a un personaje que, a día de hoy, goza de una de las pocas series frescas y notables del universo mutante. Una reseña justa para una obra que podría haber sido mejor, pero que plantó una semilla fértil.

Ah, y…

«Si intentamos hacer el proceso a la inversa veremos que los personajes masculinos clonados a partir de un gen femenino brillan por su ausencia.»

¿…qué pasa con Ardilla Tiocañón? 😛

Reverend Dust
Lector
En respuesta a  Jordi T. Pardo
11 abril, 2017 10:09

Sí, la verdad es que no hay mucho más donde rascar. Confío en Blue y Cable, y me da curiosidad Jean Grey, pero el resto del panorama… Casi mejor extintos.