V de Vigilantes: ¿Murciélago o Cuervo?

Mark Wahlberg ya no interpretará al cuervo más famoso de la cultura popular, con permiso del que sale en el conocido poema narrativo de Edgar Allan Poe, obra que, por cierto, también será película no dentro de mucho, con John Cusack como protagonista, ya hay, incluso, una primera imagen sobre su look. El actor ha preferido embarcarse en la aventura de Uncharted que en el remake (o reboot, si se prefiere) de la adaptación de los cómics de James O’Barr.

En 1994 Alex Proyas dirige El Cuervo (The Crow) la primera de las innumerables producciones surgidas del personaje de O’Barr. Aquel filme logró estar en boca de todos los medios antes aún de su estreno, ya que Brandon Lee, el hijo de Bruce Lee y protagonista de la cinta, moría tras ser tiroteado en una de las escenas de la película. Se pensó en abandonar el proyecto, aunque al final optaron por terminar la película utilizando un doble, escenas mucho más oscuras y algunos retoques digitales.

El argumento se basaba en Eric Draven, el personaje protagonista, que es brutalmente asesinado, al igual que su novia, a la que antes han violado varios hombres. El doble crimen tiene lugar la noche antes de Halloween, noche que es conocida como “La noche del diablo”. Gracias a un cuervo que le devuelve a la vida, Eric retorna a la ciudad para vengarse de aquellos que les asesinaron. Ahora Draven es inmortal, tiene una visión especial y es mucho más fuerte de lo normal. El cuervo que siempre le acompaña es su guía espiritual y su guardián; su enlace entre el mundo de los vivos y de los muertos. La historia tenía una estética impresionante y mucha fuerza visual y simbólica. Se convirtió en una película de culto, uno de esos filmes sobre los que parece recaer una maldición, pero que atraen espectadores de todo tipo.

El Cuervo se ha convertido, con el paso del tiempo, en un icono cultural, más allá de la gran pantalla. La estética del personaje ha conseguido que sea uno de los “disfraces” típicos de cualquier festividad terrorífica (gracias en parte a la sencillez de su puesta en práctica: sólo es necesaria un traje oscuro y pintarse la cara con pintura blanca y rayas negras en ojos y boca). Un icono que nació entre viñetas, precisamente, pero que fue conocido por el gran público hasta que se realizó aquella primera película (a la que siguieron varias más, incluso una serie de televisión…). Y todo surgido de una idea de James O’Barr, artista cuya historia también es digna de ser mencionada.

Huérfano y criado por el Estado, O’Barr estudió la escultura renacentista y la pintura en modelos humanos y bodegones. Después de tener una terrible pérdida (su novia fue atropellada por un conductor borracho), se unió a los Marines para intentar enfrentarse a la situación devastadora en la que se había convertido su vida tras el suceso. Fue destinado a Alemania, donde ilustró varios manuales de combate para las fuerzas militares. En 1981, mientras vivía en Berlín, comenzó a dar forma a El Cuervo, como vía de escape, como fórmula con la que luchar contra su tragedia personal. “En cada página hay pura ira”, especifica. Años más tarde continuaría pintando y realizando ilustraciones, todas ellas enmarcadas en un estilo muy peculiar.

A nadie pareció interesarle la historia del Cuervo. Pasó el tiempo y aquel personaje se encontraba en su cómic “abandonado” en una estantería durante siete años. Fue entonces cuando a Gary Reed, de Caliber Press, le gustó y quiso publicarlo. O’Barr nunca ha tenido problema en explicar de dónde le vino la inspiración a la hora de crear esta obra: provino de una noticia en un periódico de Detroit en la que se informaba sobre el asesinato de una joven pareja debido al robo de una anillo de compromiso que les había costado 20 dólares. En la historieta, aunque la pareja protagonista muere de forma similar, el chico vuelve de entre los muertos para cobrarse su venganza.

“El Cuervo es la novela gráfica independiente más vendida hasta el momento, más de un cuarto de millón de copias se han vendido por todo el mundo”, apuntan en la página web de Glénat, editorial que ha publicado la obra en nuestro país.

En la actualidad James O’Barr vive en Texas y continúa haciendo de las suyas, siempre sorprendiendo a propios y a extraños con su peculiar visión y entendimiento de hacer dibujos, inspirados e inspiradoras de música y tendencias góticas (o neogóticas). Una buena muestra de ello es la siguiente galería en la que el creador del Cuervo se pone a reimaginar al hombre murciélago y a su universo, adaptándolos a su estilo. La idea en sí misma es alentadora y cada imagen destila un regusto punk impresionante. Cada ilustración muestra una especie de híbrido entre El Cuervo y Batman. Todas ellas son de dignas de verse (yo las descubrí gracias a los compañeros de Entrecomics).

¿Cuál os gusta más de todas?

Los crímenes más brutales producen monstruosos justicieros. La muerte de sus padres en el Callejón del Crimen hizo que Bruce Wayne se inspirase en el murciélago para crear su identidad vengadora y atemorizante. Para Eric Draven el suceso catártico fue la muerte de su novia y la suya propia; el cuervo le eligió a él. Ambos, animales nocturnos, urbanos y terroríficos; ambos se enfrentan al mal, en distintas formas, eso sí, y de distintas maneras, pero manteniendo un espíritu común: el espíritu de la venganza.

Nos leemos.