Reseñas DC: Doomsday Clock #09

 

Edición original: DC Comics.
Guión: Geoff Johns.
Dibujo: Gary Frank.
Entintado: Gary Frank.
Color: Brad Anderson.
Formato: Grapa, 32 páginas.
Precio: $4.99

 

Quién iba a decir hace un par de números que Doomsday Clock iba a dar un cambio como el que vimos en el anterior y espectacular número. Estábamos asistiendo hasta entonces a una serie genial en su planteamiento, pero lenta y sin rumbo en su desarrollo, y de repente Johns nos sorprende con un número brillante que recupera uno de los mejores aspectos de la obra original, con el ingente conflicto geopolítico entre dos bloques representados por Rusia y EEUU, canalizado con la ya famosa teoría de los Supermen. Y hablando del tema, por fin vuelve a hacer acto de presencia Superman, tras esa primera y fugaz aparición en el número uno de la colección, y lo hace por la puerta grande, tomando partido y formando parte sustancial de la trama, o al menos así parece. Y tras un tremendo cliffhanger, en el que nos quedamos todos helados con las palabras de Batman (“¡No es Firestorm!”), nos presentamos ante un incierto número nueve que tiene la difícil tarea de mantener el nivel presentado en el anterior número. ¿Lo habrá conseguido? Os lo contamos después de la portada alternativa de Gary Frank. Cuidado, porque habrá spoilers de este número.

El número empieza, como no podía ser de otra manera, con la aparición del legendario y tan ansiado Dr. Manhattan, que se ha dejado ver en flashbacks en anteriores números y que por fin aparece aquí con, por supuesto, sus típicas y filosóficas frases sobre el acontecer del tiempo, y de lo que va a ocurrir o no. El Doctor azul creado por Alan Moore y Dave Gibbons se enfrenta a toda la plana mayor de héroes de DC Comics, a saber, los Green Lanterns, Aquaman, Flash, Zatanna, Martian Manhunter, The Question, y hasta el mismísimo John Constantine, chascarrillo que explicita Alfred cuando habla con Bruce Wayne sobre lo dramático del asunto. Todo el que se considere un superhéroe que quiera defender el planeta y el universo se dirige a Marte a enfrentarse al Dr. Manhattan, principal sospechoso del intento de asesinato de Superman, y por consecuencia de la masacre acaecida en Rusia con la manipulación de Firestorm. Todos salvo la Trinidad, que se encuentran o heridos o en otros asuntos políticos, como en el caso de Wonder Woman. Un plato gordo que Johns se está guardando para los siguientes números, en el que veremos si la santa Trinidad de DC es capaz de vencer al que es posiblemente el ser más poderoso que nunca se haya presentado en la historia de la editorial, tarea en la que por cierto, sus compañeros han fracasado estrepitosamente.

Como punto negativo, podemos destacar que, en el fondo, Johns vuelve a las andadas con un número que en esta ocasión desvela muy poquito, más allá de la tan cacareada y ansiada aparición del Dr. Manhattan, del que sabemos tan poco sobre sus motivaciones y objetivos como lo que sabíamos antes, y que supone ahora mismo el elemento más importante y misterioso de toda esta gran trama que apunta ya a que ha sido milimétricamente planeada por Ozymandias, y que tengo la sensación que está siguiendo un sendero paralelo y similar al de Watchmen. No obstante, se apunta hacia un camino interesante con una alianza muy prometedora entre la mujer maravilla y Black Adam, una suerte de mesías y salvador de los metahumanos en esta distópica sociedad para ellos que nos está presentando Johns. Y por supuesto la trama de Lex Luthor, Lois Lane y la JSA, que se ha revelado tras muchos números de evidencias cada vez más claras, y que no sabemos donde nos va a llevar pero que es obvio que va a ser un punto fundamental en la trama de Doomsday Clock, y posiblemente, lo más trascendente para el futuro del universo DC, y el legado que va a dejar esta maxiserie.

Se está hablando mucho sobre los retrasos, en los que parece que buena parte de culpa la tiene Gary Frank, dibujante y entintador de esta maxiserie. Pero es que su trabajo está siendo espectacular, y en un momento tan crítico de la historia como es éste, no pienso que sea el mejor momento para ejercer una presión tan grande como la que recibe el dibujante ahora mismo, por parte de los fans, y espero que al menos no por parte de la editorial. Llevamos quince meses para ocho números publicados, y teniendo en cuenta el nivel artístico que está mostrando Gary Frank, me parece hasta poco tiempo. Si hay que esperar más de la cuenta, como estamos haciendo, para que mantenga el nivel, bienvenido sea. Su diseño del Dr. Manhattan, por otra parte, es espectacular, respetando los matices del maestro Gibbons, y dándole un tono más serio y dramático en su gestualidad. Y no solo en el caso de Manhattan, sino en el diseño de todos los héroes que aparecen en este número, que son bastantes, y que tienen un diseño muy cuidado y fiel, y que, una vez más, demuestra el trabajo que lleva ilustrar una historia de este calibre. El color de Anderson, una vez más también brillante y muy a tono con el dibujo realista y detallista de Frank.