Reflexiones sobre teoría y crítica

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A menudo se suscita a lo largo y ancho de la tebeosfera el eterno dilema de qué es crítica, qué es teoría, qué es objetividad, qué es subjetividad, y en qué consiste la fundamentación o el gusto. Con ánimo de aclarar un poco el tema, voy a intentar proporcionar definiciones y argumentos para conseguir en los comentarios un debate edificante que, tal vez, nos permita llegar a un hipotético consenso.

Bajo mi punto de vista, la labor principal del teórico es edificar un corpus de conocimiento. Esto es, objetivo (perteneciente o relativo al objeto en sí mismo), exhaustivo, general, descriptivo, analítico y no valorativo. Su labor es aséptica, y tiene por objetivo asentar herramientas descriptivas y analíticas. Para el teórico, pues, el gusto no es una opción, sino una distorsión de su trabajo.

En nuestro medio el lector se encontrará con que hay pocos teóricos puros consolidados. Scott McCloud (y sus obras Entender el cómic y Hacer cómics) tal vez sea el más reseñable, aunque también hay que dejar hueco para Daniele Barbieri y Los Lenguajes del cómic y, secundariamente, para Will Eisner. Y digo secundariamente porque aunque las bondades de El cómic y el arte secuencial y La narración gráfica están fuera de toda duda, tienen más de exploración de los propios recursos y de apuntes técnicos ilustrativos a partir de ejemplos que de obras universales y polivalentes.

Por su parte, la labor del crítico posee dos vertientes claras y distinguibles indisociables de la manifiesta voluntad comunicativa inherente a sus acciones: la analítico-descriptiva y la valorativa. En la primera es donde pone en práctica su conocimiento real del medio, en tanto en cuanto debe usar las herramientas que la teoría pone a su disposición para hacer constar cómo es su objeto de estudio. Pero al contrario que el teórico, su labor no se orienta a la edificación de un corpus de conocimientos, sino a una singularidad. O en otras palabras: la labor analítico-descriptiva del crítico se caracteriza por la concreción; y también, ni que decir tiene, por la objetividad y el rigor. El crítico, cuando describe, expone lo que es, y lo hace conforme a una terminología adecuada, correcta y específica para con su materia.

En este sentido vemos cómo para el crítico de cómics es indispensable estar bien formado. La autodidáctica le proporcionará, qué duda cabe, un bagaje necesario e imprescindible –y más en un medio que, como hemos dicho, tiene poca consolidación a nivel teórico– pero a nivel terminológico y de identificación de recursos le será igualmente imprescindible la lectura de las obras antes citadas complementadas, a ser posible, con conocimientos de fotografía, cine, anatomía, dibujo, pintura y literatura. Sólo así podrá señalar referentes, describir encuadres, definir estilos, catalogar autores, identificar escuelas, nombrar recursos, establecer tipos de línea, encuadrar cerrados y un largo etcétera. Sin formación, el crítico sólo poseerá intuición, le sobrarán ideas y le faltarán palabras.

Pero es en la segunda de las vertientes donde el crítico incorpora el elemento que lo distingue por antonomasia: la subjetividad (lo perteneciente o relativo al propio modo de pensar o sentir). Es aquí donde el crítico distingue lo que le gusta de lo que no; lo cual será extrapolable a lo que es bello y lo que no –un convencionalismo histórico, social y puntual– en función del grado en el que su criterio se adapte al paradigma estético imperante. Toda esta descripción de la labor crítica nos permite hacer una serie de inferencias:

  • La conexión del crítico con el destinatario final de su labor (el consumidor del objeto cultural en cuestión) depende del valor que otorgue dicho destinatario a las vertientes analítico-descriptivas y valorativas del primero. La primera determinará la capacidad ilustrativa, mientras que la segunda evidenciará la afinidad entre los criterios que manejan crítico y destinatario.

    Ejemplificar este postulado es sencillo: un lector valora en la crítica de un tebeo las curiosidades, descripciones y datos acerca de aspectos tales como el argumento, la gestación, los referentes y los subtextos por sí mismos y por la medida en que son fiables y lo ilustran. No se está ni de acuerdo ni en desacuerdo cuando se trata de datos. Sin embargo, sí se puede estar de acuerdo o no con la valoración que se haga de un tebeo.
  • La vertiente analítico-descriptiva del crítico le permite fundamentar y argumentar sus gustos; es decir, expresar por qué le gusta lo que le gusta. Lo que no le permite es decir –excepto cuando se identifiquen deficiencias técnicas en el objeto de análisis– lo que es bueno y lo que no lo es. Esta inferencia es equivalente a decir que el crítico puede argumentar sus gustos pero no puede objetivarlos. Y aún podría decirse más: la argumentación es una parte vital de la crítica, ya que tan importante es el juicio del crítico como el porqué de ese mismo juicio. La argumentación está en el núcleo del poder formativo de una crítica.

    Este postulado también puede ilustrarse con facilidad: el crítico es un individuo y como tal sólo puede decir lo que le gusta, no lo que es bueno (eso lo fija el paradigma estético imperante). Y eso es válido excepto cuando se evidencian carencias importantes. Por ejemplo, si hablamos de un dibujante realista y figurativo, una incoherencia anatómica revelará sus carencias formativas. Lo mismo puede aplicarse a la narración, a la prosa, etc. Respecto a la argumentación, también es algo evidente: un lector determinado verá con ojos distintos a un crítico que diga de un tebeo de Grant Morrison (por ejemplo) que no le gusta por incomprensible y a otro que diga que no le gusta por argumentos más desarrollados.
  • A mayor exhaustividad de la labor analítico-descriptiva, más elementos se proporcionarán al lector para formarse una opinión propia previa al consumo de la obra. Sin embargo, esta exhaustividad no tiene por qué influir en la bondad de la labor crítica. Pueden hacerse críticas magníficas pero sucintas, basadas en la solidez de argumentaciones cortas y en la lírica de una buena valoración. Y de hecho, una buena valoración (por argumentada) permite hacer crecer el criterio del lector aún cuando sea opuesta a su parecer.

    Para hablar acerca de este punto, nada mejor que acudir a dos estilos totalmente opuestos de entender la redacción de artículos sobre cómics: Alberto García Marcos de Entrecómics, José Antonio Serrano en Guía del cómic o David Fernández, en esta misma web, suelen desarrollar mucho sus apartados analítico-descriptivos, lo cual permite al lector formarse una idea fiable acerca de qué van a encontrar en determinado tebeo. Por contra, Álvaro Pons en La Cárcel de Papel o Toni Boix, también en esta misma web, suelen hacer reseñas más cortas pero argumentadas y expuestas de forma sobresaliente, de tal forma que el lector obtiene una pieza valorativa inestimable en poco tiempo. Las necesidades de cada lector deciden pues qué necesita y qué quiere sacrificar: contenido o agilidad. Aunque yo digo ¿por qué elegir cuando puedes leerlos a todos?
  • A mayor exhaustividad de la labor analítico-descriptiva, mayor será la independencia del contenido con respecto a la labor valorativa. Una crítica que prime el análisis y la descripción será útil y valiosa para un mayor número de destinatarios, mientras que una que prime la valoración, la opinión y la subjetividad dependerá enteramente de la coincidencia que haya entre el crítico y su destinatario. O dicho de otra forma: mientras que los datos siempre son valiosos en sí mismos, la opinión sólo lo será en la medida que sirva de guía al destinatario.

    Volviendo al ejemplo anterior, las críticas con predominancia analítico-descriptivas proporcionan una información que resultará útil a cualquier lector interesado en determinado tebeo. Por contra, las que poseen predominancia valorativa sólo serán útiles en la medida en que sirvan de guía y orientación. Si en una serie de casos de ensayo-error no demuestran esa utilidad, el lector, sencillamente, dejará de echar cuenta a sus autores, si bien puede deleitarse de contraponer con ellos sus ideas. Por este motivo, entre otros, importa poco que un crítico altere sus textos en función de circunstancias poco honrosas (animadversión, compensación, etc.) ya que si su opinión deja de ser guía para un determinado lector, éste dejará de atender al crítico en cuestión.
  • Es frecuente la argucia consistente en creer que se satisface la vertiente analítico-descriptiva de la labor crítica aplicando sucesivamente juicios valorativos a cada una de las partes analizables de una obra objeto de estudio. En general, este recurso suele asociarse a ausencia de conocimientos y vocabulario técnico, o bien a prisas en la ejecución.

    En este caso es elegante no dar ejemplos (más que nada porque todos, alguna que otra vez, hemos incurrido en este pecadillo venial). Pero baste con decir que si alguien dice que en un tebeo la composición de página es imaginativa, la narración sublime, el dibujo magistral y el guión arrebatador… simplemente está diciendo que el cómic en cuestión le ha parecido muy bueno (le ha gustado mucho). Y nada más (que no es poco).
  • La capacidad crítica es independiente de la remuneración obtenida por ejercitarla. Profesionalidad (cualidad de ejercer una actividad con relevante capacidad y aplicación) y profesionalismo (cultivo o utilización de ciertas disciplinas, artes o deportes como medio de lucro) no están necesariamente ligados.

    Poco más hay que decir. Podría objetarse, claro está, que esto lo digo porque yo me creo profesional en mis escritos sobre cómics pero no estoy remunerado. Y yo podría objetar que basta con leer lo que muchas veces medios profesionalizados hacen con noticias relacionadas con nuestro medio –el caso de Marvel/Disney y DC/Warner lo tenemos reciente– para determinar que salvo honrosas excepciones no actúan para nada guiados por la profesionalidad.
  • La opinión y el gusto se asociarán siempre al conocimiento de aquello a lo que esa opinión o gusto hacen referencia. Lo contrario sería prejuzgar, y no hay nada más contrario a la Teoría del Arte y a la mentalidad científica que actuar sin cabal conocimiento.

    Como es el caso de muchos ignorantes que desprecian el cómic sin haberse molestado en leer las cinco o seis obras que se citan siempre que se quiere demostrar que el cómic es un medio artístico con todas sus letras. Creo que no hacen falta enlaces.

Finalmente, sería conveniente dedicar un breve comentario a los sistemas de puntuación que suelen acompañar a no pocas críticas. En principio, no hay nada negativo en usarlos siempre y cuando se acepte que no son más que una escala valorativa y subjetiva, propia e intransferible –tanto en concepción y uso– de su creador.

Sin embargo, dado que la labor crítica posee voluntad comunicativa, estos sistemas de puntuación no deben ser ajenos a cuestiones como la coherencia, la consistencia interna y la sistematización. Establecer un sistema de puntuación no deja de consistir en la conversión artificial del gusto en una magnitud variable discreta con fines conclusivos y, no lo olvidemos, esencialmente comparativos, dentro de un sistema lógico que no puede ni debe adaptarse a las circunstancias de cada momento. Si se desea ser flexible, lo mejor es confiar en que las propias palabras basten para expresar el juicio valorativo y obviar sistemas y escalas de puntuación.

Y lamento decir que esto es algo que vemos muy a menudo en muchas webs, ésta la primera. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con dos cómics con una valoración parecida y, sin embargo, tremendamente inapropiada –por la equivalencia que establecen– a la luz del canon imperante? ¿No suponen un reduccionismo que resta a la crítica su argumentación? ¿En serio dan 5 o 10 estrellas para abarcar toda la infinita variabilidad cualitativa de nuestros tebeos? Yo creo que no, y por eso nunca las pongo. Aunque, he de admitirlo, esto es una opción totalmente personal.

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zape
zape
Lector
3 octubre, 2009 21:28

Pues la verdad tal como es, Jose, nada menos. El imperio del gusto no vale más allá de tus colegas, para el crítico el gusto está en la elección a partir de ahí viene otra cosa, que es basicamente ayudar a comprender. Citando a mi pope personal y el mejor historiador/crítico de cine que haya dado este país, Carlos Aguilar:  «…la crítica ideal debe ser informativa y formativa. Lo primero facilitando los datos fundamentales para que el lector conozca el contexto que ha permitido realizar la obra y lo segundo, comentando subjetivamente las cuestiones estéticas de forma que el lector enriquezca su juicio con la opinión del especialista», «…el crítico precisa pues….no poca lucidez psicológica, conocimiento de causa, sentido artístico y soltura literaria. Y algo de modestia, claro. Se trata de opinar con base no de avasallar con petulancia». Esto es el catecismo.

Tildoras
Tildoras
3 octubre, 2009 21:43

Lo mejor es formarse un criterio propio, tener plena consciencia de lo que te gusta y así practicamente siempre acertarás con lo que compras.
En mi opinión una crítica hacia una obra sólo hay que entenderla como «la opinión de otro» y leerla sencillamente por pasar el tiempo, nunca nunca nunca nunca nunca buscando entre sus palabras si una obra merece la pena o no, si es buena o no. De hecho lo mejor es nada más leer esa crítica, formatear de tu cerebro toda la información que hayas recibido y pasar POR COMPLETO de lo que te digan.

Además ultimamente veo demasiado «crítico de baratillo» en la red. Gente que en vez de disfrutar se pasan el tiempo poniendo a parir obras en sus blogs o renegando de que hoy día no se hacen buenos comics o que todo está ya contado.

Prefiero leer y disfrutar, hablar de lo que me gusta que perder el tiempo haciendo de protector de la economía ajena destrozando obras para que quien sea no la compre.

zape
zape
Lector
3 octubre, 2009 21:52

Una valoración absolutamente reduccionista Tildoras, el criterio propio siempre se forma por confrontación con el ajeno, no por generación espontanea y si el ajeno es un elemento bien dispuesto y riguroso mejor para ti, el crítico aguza el gusto y el olfato, es un tamiz necesario y muy valioso que, por desgracia últimamente solo parece merecer desprecio condescendiente. Lo repito, gusto no es criterio.

Álvaro Pons
Álvaro Pons
3 octubre, 2009 22:55

Hombre, teóricos puros sí que hay. El problema es que en castellano prácticamente no hay nada publicado (aunque recientemente hemos tenido el excelente libro de Rubén Varillas), pero ahí está la obra de Jan Baetens, Harry Morgan, Thierry Groensteen, Vivianne Alary, Bart Beatty, Paul Gravett, Pascal Lefevre, Ana Merino, Antonio Altarriba o Roger Sabin, entre otros muchos, a lo que hay que añadir las revistas teóricas sobre el medio.

John Space
John Space
3 octubre, 2009 23:21

El problema surge cuando ese crítico ideal que describes, Torralba, es menospreciado y/o incomprendido por el público al que ayuda. ?No crees?

John Space
John Space
3 octubre, 2009 23:21

O por los autores, se me olvidó añadir.

zape
zape
Lector
4 octubre, 2009 1:08

Aguilar es un fiera y encima un tipo insobornable, La Guía es como «la palabra», es el mejor libro sobre/de cine jamás escrito en Español (y en lo otro, pues casi también) no solo una base de datos asombrosa sino un repaso crítico, personal y apasionado del cine de todos los tiempos (parada especial en el popular y de género, es decir el ninguneado por la «intelligentsia») donde las filias y fobias del autor salen a la luz alegremente sin menoscabo de la credibilidad o empañamiento del juicio. El mérito de esas pildorillas críticas es tremendo, brevedad sincrética y acero florentino todo en uno. Pero su producción a parte de este monumento es fantabulosa (ahora edita dos libros uno sobre Eastwood y otro reivindicando la figura del gran artesano español Eugenio Martín), muy recomendados su estudio sobre Leone y «La espada mágica» un volumen magnífico sobre el cine de fantasía legendaria. En fin, un erudito pero no un palizas.
Cambiando el tercio, como puedes ver el desprecio al crítico está a la orden del día, es un elemento indispensable de la cadena cultural pero se le toma por un parásito, pero la gran culpa no la tienen/tenemos los indocumentados de internet sino el comodón de periodico y gacetilla vendido al inglés que ha terminado por confundir/fundir la nota de prensa, la reseña y el esputo «opinatorio». La crítica necesita analisis y por ello cierto reposo, la crítica se rumia no se engulle.

zape
zape
Lector
4 octubre, 2009 2:16

No hay juntaletras de periódico que no haya fusilado vilmente alguna de sus píldoras. Eso sin hablarde sus múltiples y desvaídos epígonos, plagiarios travestidos todos ellos. Y es que tiene mucho mérito tamto por el trabajo de recopilación e investigación ingente como por el estilo agudo y esencial en la redacción, doy fe de que es muy dificil, cada palabra cuenta. En fin dejemos el panegérico que todavía no se ha muerto el hombre.

Lo que ocurre es que el público ha terminado por confundir al crítico con el opinador, Boyero es el ejemplo más pernicioso, el es un columnista (malo, con ese estilo faltón que tanto triunfa), escribe sobre cine como podría hacerlo de motos, pero no le pidas nada más allá de lugares comunes y apelaciones a la víscera sentimental. La crítica es un género en si mismo que debe ser útil por definición, el autor de un texto crítico debe centrar sus habilidades en aquello que critica (en esto ya entra la soltura literaria de cada cual), no en colocarse a si mismo como objeto central, en ese caso se convierte en el autor hablando del ego del autor, lo que puede tener interés como ejercicio estilístico/confesional, pero nula utilidad práctica, que es lo que se trata. Eso si, entre el mamotreto enciclopédico y el taller de escritura creativa hay mucho espacio, por desgracia parece imponerse esta corriente «opinatoria»,  un “me gusta/ no me gusta” con muy poca capacidad de penetración o de reflexión, sin mucha enjundia y bastante banalidad. El crítico debe ayudar a discernir, a formar el gusto, a refinarlo separando el grano de la paja, esbillando un material ingente, para dejarle al consumidor, tanto un panorama claro en el que escoger, como unas armas con las que defenderse de los bodrios y de la pedantería con ínfulas. Bueno, si has tenido las tragaderas de leer todo este panfleto te estás ganando el cielo en vida. Un saludo y un gusto.

zape
zape
Lector
4 octubre, 2009 2:53

Cieeerto!, que decía aquel fugaz presidente del Madrid, copié, copié. Y si Almodovar es muy amigo del señor Boyero (que no es Hunter S. Thompson, no) aunque aquí supongo más una colisión de egos en expansión gargantuesca. Almodovar no es que tolere muy bien la crítica (de ningún tipo), ni que la conciba más allá de la lisonja mansa. Desde luego el nivel de camarilla en el mundo de la crítica de periódicos/estrenos español es como poco, alarmante y eso pues perjudica tanto al espectador como al crítico riguroso al que meten en el mismo saco sin comerlo no beberlo. Ah! y te devuelvo el guiño, caza «Fingers» y sobre todo «La carta del Kremlin» (Ed Brubaker daría su brazo dercho por haberla escrito) si puedes.

zape
zape
Lector
4 octubre, 2009 3:14

Si anda, si, que ya no tenemos edad de trasnochar tanto (como me pirra ver pelis de madrugada ahora estoy con «La presa desnuda» a mayor gloria de Cornel Wilde y no muy allá). Recoge todo bien y cierra el chiringuito. Otro placer.

Álvaro Pons
Álvaro Pons
4 octubre, 2009 8:59

Hombre, en el caso de obras teóricas, yo creo que hay que diferenciar. No son lo mismo las obras de vocación historicista (casi todas las que se han publicado en España) que las de análisis en profundidad, ese corpus teórico que reclamas, que han sido las menos (y yo dejaría de lado las de Scott McCloud, Eisner o Beà, interesantes para quien se quiere dedicar a la historieta o como aproximaciones divulgativas, pero sin el respaldo de investigación teórica que toda obra académica precisa, de hecho, la obra de McCloud es un ejemplo, con un uso inexacto de la terminología teórica). Yo creo que, sin llegar a la profundidad de otras artes, ya comienza a darse un corpus teórico importante, sobre todo en dos campos, el histórico (y en España ahí tenemos al gran Guiral, sentando cátedra o la imponente labor de Antonio Martín o Manuel Barrero) y el analístico (incluyendo aquí las concepciones semióticas, lingüisticas, narratológicas, etc). Y ese corpus hoy se logra mediante los artículos en revistas científicas, de las que ya hay un buen puñado. Cada vez vemos más especiales de revistas especializadas en comunicación, filología, semiología, etc, dedicados a la historieta y cómo los artículos que tratan el 9º arte entran con total normalidad. Hay que dejar un poco de lado la necesidad de panoramas generalistas, que desde una aproximación científica no tienen demasiado sentido, para reivindicar más aproximaciones transversales desde diferentes disciplinas.

Juanma
Juanma
Lector
4 octubre, 2009 10:32

Si Boyero tien éxito es por que su opinión coincide con la del público que la lee. La opinión, por que, como decís, no gasta de crítica reflexiva. No creo que sea algo pernicioso desde el momento en que los dos interlocutores, el crítico y el lector, sepan a lo que juegan. Y en el caso de Boyero y sus lectores creo que es así.

John Space
John Space
4 octubre, 2009 12:22

Aún recuerdo cuando Boyero explicó por qué soltaba palabrotas e insultos en sus críticas: «trato de enriquecer el texto». Muérete de envidia, Galdós.
Y yo también reivindico a Aguilar; es difícil encontrar a críticos que no sigan la corriente y digan en voz alta que no les gusta el cine de Spielberg.

zape
zape
Lector
4 octubre, 2009 14:18

Si John pero no tiene el menor empacho en decir que Minority Report le parece una obra maestra, eso es lo grande de Aguilar, su caracter insobornable.

zape
zape
Lector
4 octubre, 2009 16:09

Ambas, Jose, ambas cosas, por eso este ahombre tiene mi respeto absoluto y mi total admiración, no le gustan ( incluso aborrece) de muchos autores que a mi me encanta, Kubrick, Tarantino (aunque no tiene miramientos en loar la injustamente denostada Jackie Brown) o incluso Cronenberg o Gilliam (del que considera «Los heroes del tiempo» una obra maestra, y con razón), pero esto no hace que yo no lo siga por no darme la razón en todo, sino que al contrario lo lea con mayor interes, contraponiendo mi propia experiencia a la suya. Así es como se forma el criterio y ya me parece que damos vueltas sobre lo mismo.
Por otra parte coincido contigo en que la crítica de cómic está en estado embrionario (la crítica no tanto la teoría) y que esa transversalidad quizás no sea beneficiosa por el peligro de la fagocitación, principalmente porque sigue latente un complejo de inferioridad vergonzante que el lector tiene interiorizado y aquí se vio con los calientes debates sobre Watchmen, tal parecía que el cine venía a dar por fin categoría, que se esperaba esa adptación que dignificaría el medio y permitiría salir de la cueva con orgullo. Una estupidez campanuda y tritísima, vamos.

Ziggy
Lector
4 octubre, 2009 20:17

Pues que cosas, cuando me decido a subir un blog de crítica, y digo crítica, publican este articulo. Es bastante bueno, acertado y un manual también. Me agrado leerlo y espero seguir encontrando más textos de este tipo en la Zona. Felicitaciones José.

juan-man
juan-man
Lector
5 octubre, 2009 14:24

Maaaaaaaadre mía… llego tarde, y con poco o nada que aportar después de lo que se ha dicho. Me quito el sombrero ante semejante reflexión, y ante los tres espadas que se han juntado en el debate, señor Torralba, señor Zape y «profe» Pons. Qué pocas veces se atreve alguien a esgrimir la mitad objetivable de la labor del crítico, y se amparan en el gusto personal, reduciendo a la nada la utilidad de la crítica…

Al hilo del tema, y ruego me permita una pequeña «telepromoción», hace poco he estrenado sección de cine español en la recién resucitada revista Maverick, ahora on-line. El último artículo habla justamente sobre la crítica, y fue algo más que inspirado por el señor Boyero. Y hoy o mañana me estrenaré en la crítica propiamente dicha con REC2… a ver qué tal se da. Huelga decir, José y todos los demás, que me encantaría veros por allí (para comentar se exige registro, pero es rápido y no cuesta nada).

zape
zape
Lector
5 octubre, 2009 15:42

¡Coño! juan-man, estabas desaparecido en combate. Me acuerdo de haber comprado un par de veces esta revista en el año de la polka. Tiene buen aspecto y os deseo la mejor suerte, trataré de dejarme caer. Que me alinees entre semejante dupla me ha puesto en estado de levitación, agradecido.

zape
zape
Lector
5 octubre, 2009 18:53

Bueno, bueno…no se merecen. Valdone dice que en el fútbol por cada dos veces que se dice belleza hay que decir una cojones. Así yo me rebajo el pavo con un puntín de autoironía para no ponerme «valleinclanescamente» estupendo. Por cierto y me registro, pero no figuro y del modo no pude comentar nada…

zape
zape
Lector
5 octubre, 2009 18:54

Valdone, no se quién es, Valdano, si un argentino muy endomingado de verbo suelto.

juan-man
juan-man
Lector
7 octubre, 2009 11:02

El blog de zape ya me lo apunté en cuanto vi que su nombre ahora viene con link, para mirarlo con calma en cuanto tenga un ratillo… la verdad es que estos días apenas he tenido tiempo de nada, pero espero que ya se estabilice la cosa, y dar por finalizada mi desaparición temporal del ciberespacio.

La verdad es que suscribo lo de la cura de humildad, es lo mejor que puedo decir de debates como este.