Phantasmagoria, de El Torres y Joe Bocardo

Nos damos una vuelta por el mundo del terror con Phantasmagoria, del escritor El Torres y el dibujante Joe Bocardo. Una historia con sus claros y sombras, y no solo por su blanco y negro, pero que a fin de cuentas nos hace pasar un buen rato de entretenimiento sobrenatural.

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Edición original: Phantasmagoria, the ghost lens – Amigo Cómics (1 – Septiembre 2018) (2 – Octubre 2018) (3 – Noviembre 2018) (4 – Diciembre 2018) (5 – Febrero 2019)
Edición nacional/España: Phantasmagoria (Editorial Karras, Diciembre 2020)
Guion: El Torres
Dibujo: Joe Bocardo
Formato: Cartoné. 136 páginas
Precio: 18€

El terror no está fuera, sino dentro

«Tú serás la luz del Sol, yo seré la arena del desierto. Cuando tú caigas del cielo, yo te acogeré. Y cuando yo caiga en la oscuridad… tú me darás luz»

El terror no es, como mucha gente cree, una construcción que parta del miedo, sino que es un género cuyo sustento se encuentra en el valor y en último término en la felicidad y seguridad. Por ir a algo más concreto, el miedo a la oscuridad, uno de los más antiguos y recurrentes, no es algo genuinamente producido por la oscuridad sino por la luz, o en este caso la carencia de ella. Con ella nos hemos acostumbrado a conocer, a intuir, a sentirnos seguros y felices, y es sobre esa felicidad y seguridad sobre lo que se alza el terror. Pero para que el terror sea efectivo, para que cumpla su función, se requiere de algo más que oscuridad. Que alguien nos cuente que un lugar está oscuro no nos produce terror, tenemos que sentir que estamos en ese lugar, y tras eso tenemos que sentir que en esa oscuridad se esconde algo que amenaza nuestra seguridad, nuestra felicidad. Y eso solo se consigue a través de la empatía. La pregunta es obligada, ¿éste cómic lo consigue? Descubrámoslo.

Los que invocaron lo sobrenatural

El Torres nació el 19 de julio de 1972 en Málaga. Es conocido por todo el mundo como guionista de cómics, aunque comenzó dibujando para los fanzines Sneeze Gang y Pintamonas Asociados. En los años 90 acabó siendo uno de los directores de MegaMultimedia, en 2001 la terminó por abandonar para fundar Sulaco ediciones y tras ella vino Malaka estudio, para terminar por fundar en 2012 Amigo Cómics, con intención de publicar directamente en Estados Unidos. Pero si por algo es conocido El Torres es por sus historias, de toda clase, en las que se pueden destacar El bosque de los suicidas (IDW 2010-2011, y en España Dibbuks 2011, reeditada por Karras comics 2020), su alabada El fantasma de Gaudí (Dibbuks 2015), Camisa de fuerza (Dibbuks 2017) o su otra gran obra revestida de galardones merecidos, Goya, lo sublime terrible (Dibbuks 2018). Entre septiembre de 2018 y febrero de 2019, con los dibujos de Juanma Cañada Aguilera, publicaría en su propia editorial de habla inglesa Amigo Cómics los cinco volúmenes que conformarían la saga Phantasmagoria, The ghost lens, obra en la que está basada este cómic, y que llega a nuestro país con un aspecto renovado que le favorece.

Joe Bacardo, por su parte, lleva a cabo el dibujo de esta obra. Ya trabajó en 2015 para la editorial DKO, en la que realizó un trabajo en solitario, Make You Rock. En 2019 llevaría a cabo una interesante obra para la asociación Carmona en Viñetas, 1937 La desbandá, una historia de horror, refugiados que huyen hacia Almería desde Málaga, y que son bombardeados desde mar y aire, contada desde los ojos de unos niños huérfanos. Pero es en 2020, en Diciembre, o más en concreto el 30 de noviembre, cuando saca esta obra, la más relevante de su carrera junto a nuestro otro protagonista.

Los claroscuros

La obra nos cuenta, en el Londres victoriano, la llegada de unos seres paranormales con apariencia ectoplasmática y macabra que poseen cuerpos con pretensiones desconocidas en un principio. Un profesor que esconde su verdadera identidad tendrá que enfrentarse a la amenaza, la cual parece ser orquestada por su más antiguo compañero.

Esta es una historia que en principio parece la típica de invocaciones demoníacas y de posesiones infernales o sobrenaturales. Repleta de clichés, desde un doctor al más puro estilo Van Helsing con toques sherlockianos, hasta una pequeña muñeca poseída, los detectives incrédulos, rituales sectarios, la damisela en apuros, el paciente de un psiquiátrico o el ambiente nebuloso y cargado del Londres victoriano. Pero si el lector pasa por encima de estos moldes podrá ver que cuanto más avanza la trama más resonancias a Lovecraft se encuentra, y que la trama se va distanciando cada vez más de los arquetipos del terror clásico con los que comienza la obra. Se convierte poco a poco en una intrincada historia que aúna el terror existencial de eras pasadas y actuales, junto a un thriller al más puro estilo de Dylan Dog.

Pese a que se desprende poco a poco de los clichés, no los llega a soltar del todo. Es cierto que la presencia de estos arquetipos no importa, incluso en algún caso es necesario, sino la forma de usarlos. En este caso no se hace mal, ¿pero es todo lo acertado que debiera? Definitivamente no. Que no lo consiga de forma efectiva es debido a la falta de empatía con los personajes, en concreto con las víctimas, con las que pasamos tan poco tiempo que parecen figurantes de una historia que no va con ellas, como muñecos puestos exclusivamente para cumplir el papel encomendado por su demiurgo. Y por tanto se enfatiza aún más su entidad de herramienta arquetípica en vez de personaje tridimensional. Eso es, a fin de cuentas, el peaje que se paga por falta de espacio. Aun así, la narración no sale mal parada gracias a su protagonista y antagonista que suplen, con su trasfondo y carisma, lo que falta en los demás con bastante solvencia y elegancia.

En el apartado del dibujo, nos encontramos un Joe Bacardo bastante acertado pero que se gusta en exceso en las partes climáticas. Al contrario de la obra que adapta del mismo Torres hecha a color y con bastante menos gracia en las expresiones faciales, tiene un dibujo en blanco y negro muy similar al de un manga, con una línea clara para el trazo de los personajes y unos fondos que varían entre la ambigüedad y la acumulación de detalles. En las páginas se encuentran algunas perlas de composición, también se exhibe un preciso uso narrativo de la perspectiva, que apoya el avance de la trama haciendo partícipe al punto de vista diferenciado de uno más abstracto o alejado del conflicto. En eso se nota que ha visitado algún que otro clásico del terror más efectivo. También hace algún uso de los blancos utilizándolos a modo de sombra absoluta. Esto recuerda al empleo que hacía de ellos Frank Miller, creando siluetas sobre la propia oscuridad, marcando una sombra que reluce, no para los personajes sino para el lector, recurso heredado del mejor suspense en el que el lector accede a una información que los personajes desconocen.

La única pega del dibujo, en general correcto, sobre todo en los acercamientos faciales muy certeros y agresivos, viene en los compases finales de la obra, cuando se excede en el uso de esas ilustraciones superpuestas que crean sensación de una doble dimensión. El dibujante comienza a abusar de unos recursos que en momentos puntuales enfatizan la percepción sobrenatural y mejoran la obra, pero que en su uso continuado, y excesivo, se tornan irrelevantes e incluso llegan a confundir al lector, pues emborrona demasiado las acciones.

Lo que hay bajo la cama

La historia es entretenida pero no es una historia de terror acertada como tal, sino una historia de entretenimiento, una que ayuda a pasar el tiempo pero que no deja poso una vez se cierra el libro, como pasa con su inevitable comparación, From hell, con la que comparte época, ambientación, dibujo, y género, incluso a la que el propio cómic hace mención poco velada al principio y al final, pero con la que nadie le gusta medirse. Pese a la odiosa comparación, Phantasmagoria llega a alejarse de la obra inmortal de Moore en muchos sentidos y vuela en solitario, aunque no por el camino del terror, sino en el de la aventura y el thriller.

Si su pretensión no fuera ser una historia de terror sino la de ser una historia de aventuras con toques de terror, o incluso de un thriller sobrenatural, sería una intención que habrían conseguido con mayor acierto. Ya que eso es lo que es. Cuando una obra sabe lo que es y no tiene miedo de serlo se le ve más suelta, más confiada. Y si esta narración acepta que no es una historia de terror, sino una de aventuras disfrazada de terror, podrá volar libre, como ya hace, pues las historias son, a fin de cuentas, de cada uno de sus lectores.

Lo mejor

• El desprendimiento de los arquetipos para introducirse en una historia más metafísica.
• La relación del protagonista y el antagonista, entre ellos y con respecto al papel maniqueo del cosmos planteado.
• El uso de los blancos como sombras absolutas, con pretensiones de apoyar esa faceta de thriller que acompaña muy bien la narración.

Lo peor

• Los clichés, que hacen algo pesado el inicio de la obra y dejan algo planos algunos personajes secundarios.
• La falta de empatía, por falta de espacio, con los personajes secundarios, en concreto con las víctimas.
• El uso excesivo, al final de la obra, del recurso de superponer imágenes para dar a entender que la otra dimensión accede a la de los protagonistas, y su consiguiente emborronamiento y confusión.

Edición original: Phantasmagoria, the ghost lens - Amigo Cómics (1 - Septiembre 2018) (2 - Octubre 2018) (3 - Noviembre 2018) (4 - Diciembre 2018) (5 - Febrero 2019) Edición nacional/España: Phantasmagoria (Editorial Karras, Diciembre 2020) Guion: El Torres Dibujo: Joe Bocardo Formato: Cartoné. 136 páginas Precio: 18€ El terror…
Guión - 7.5
Dibujo - 7
Interés - 7

7.2

Grisaceo

Phantasmagoria se presenta como una historia con altibajos pero que gracias a sus virtudes consigue salir bien parada. Un cómic que flojea en guion al principio, pero con un dibujo muy acertado, y que cuanto más avanza la narración más crece la calidad del guion, en contraste de la confusión creada por un dibujo que se excede en sus recursos.

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