Crimen y Castigo

Osamu Tezuka nos regala su particular visión y adaptación de la obra Crimen y Castigo de Fiodor Dovstoieski.

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Edición original:Tsumi To Batsu (罪と罰), publicado por editorial Kodansha.
Edición nacional/ España:Otaku Land.
Guión:Osamu Tezuka.
Dibujo:Osamu Tezuka.
Formato:Tomo en tapa blanda, 234 páginas.
Precio:6,60 €.

 

En este día tan especial, en el que en la redacción de Zona Negativa hemos decidido conmemorar a Osamu Tezuka como gran autor de manga que es, y hoy en día, uno de los máximos referentes del género, he elegido reseñar Crimen y Castigo, una obra que, sin ser muy conocida entre las grandes creaciones de Tezuka, ni ser tampoco uno de los máximos exponentes de su creatividad como sí lo son Astro Boy, Black Jack, o La Princesa Caballero, resulta muy interesante, porque aquí Osamu Tezuka nos da su particular versión de una de las novelas más representativas de la literatura rusa.

En efecto, hablamos de Crimen y Castigo, novela escrita por el insigne Fiodor Dostoyevski y comenzada a publicarse en el año 1866 (en doce entregas al inicio, y ya más tarde como novela completa). Crimen y Castigo es uno de los mayores y mejores ejemplos que existe del Existencialismo en la literatura. Podemos definir el Existencialismo (brevemente, y sin ánimo de que esta reseña se convierta en una monografía filosófica) como aquella corriente filosófica para la que el ser es lo más importante, entendiendo que el ser como tal no es otra cosa que la existencia humana, lo que se opone a la esencia. En otras palabras, lo que verdaderamente define a un ser humano son sus experiencias y sus decisiones, tomadas de forma consciente y responsable, y no su pertenencia a un determinado grupo o condición. Esto es, para el existencialismo no deben de existir las etiquetas, prevaleciendo las opiniones y vivencias subjetivas frente a una objetividad definida desde fuera.

Crimen y Castigo se considera una novela existencialista porque todo el desarrollo de la trama circula en torno a cómo Raskolnikov, el protagonista tanto de la novela como de la adaptación que de ella realiza Tezuka, se siente en función de su experiencia vital, y como esa forma de sentirse le lleva a comportarse de una determinada manera, desencadenando un hecho capital que actúa de motor de toda la trama.

Entrando ya de lleno en la adaptación que Osamu Tezuka hace de la gran obra de Fiodor Dostoyevski, podríamos decir que Tezuka es extremadamente fiel al producto original, pues el argumento es el mismo que el de la novela homónima, punto por punto, pero representado con la particular visión de Tezuka.
Así, todo comienza exactamente igual que en la novela, con nuestro protagonista, Raskolnikov, un estudiante ruso de San Petersburgo que vive en la pobreza, rodeado de un entorno cercano en el que la miseria se erige en común denominador de la mayor parte de la población.

Primeras dos páginas de la obra.

De este modo, los trabajadores son obreros que apenas cobran por su trabajo, las jóvenes venden su cuerpo para salvar a su familia del hambre, y muchos hombres ahogan la pena que la ruina económica produce en ellos sumergiéndose en el alcohol que ingieren en tabernas de mala muerte.

Este escenario, que Tezuka recrea a la perfección, no es otro que el de la Rusia de 1861, la Rusia de Dostoyevski. Y es que, mientras que a partir del año 1789, con la Revolución Francesa, verdadero punto de inflexión para Europa que marcó el fin del poder absoluto de los monarcas y el alzamiento del Estado de Derecho y por tanto de la Democracia moderna (sistema que a día de hoy ha evolucionado mucho desde aquel concepto primigenio pero que en esencia toma sus bases y razón de ser del conflicto galo), la situación de Rusia no era la misma que la del resto de Europa. En efecto, casi un siglo después de la Revolución Francesa, en Rusia seguían gobernando los Zares, con un poder absoluto (legislativo, ejecutivo y judicial) e incuestionable, que se consideraba un regalo divino, y ante el que un pueblo pobre y cada día más crispado, nada podía hacer.

Todo este caldo de cultivo, acabaría por estallar en 1917, con la Revolución Rusa (que además llegaba tras las derrotas del país en la Primera Guerra Mundial, una guerra en la que el partido socialdemocráta se negaba a participar), uno de los alzamientos populares más cruentos de la historia contemporánea y que, como la Revolución Francesa en su momento, supuso a su vez un hito que motivaría profundos cambios en otros países que se consideraban democráticos, siendo el más relevante la creación del Comunismo como movimiento político y social.
Sin embargo, aquella revolución que terminó en el fin del régimen zarista estaba todavía por llegar en 1861 (aunque esa crispación popular de la que hablamos va in crescendo a lo largo de toda la trama, por lo que podríamos decir que Dostoyevski no era si no un visionario de su época), momento en el que Dostoyevski escribe y ambienta su obra, e hito cronológico en el que Tezuka sitúa su adaptación.

Raskolnikov y la Prestamista. Las dos Rusias de la época.

Decía unos párrafos antes que Crimen y Castigo cuenta la historia de Raskolnikov y así es, pues con Raskolnikov, que representa al joven medio de la época en Rusia, se desata el Crimen y el Castigo que da lugar al desarrollo de la trama. Así, el estudiante Raskolnikov, que ha tenido que abandonar su formación por no poder pagarla, testigo todos los días de la pobreza que no sólo padece él, si no su entorno, decide cambiar su situación cuando una avariciosa usurera no le da apenas dinero por unos objetos de valor que éste trata de empeñar. Cuando Raskolnikov ve como una anciana codiciosa y egoísta vive en la abundancia gracias a aprovecharse de la miseria de otros, no soporta más la situación y asesina a sangre fría a la vil prestamista, con el objetivo de apropiarse de la fortuna de ésta.

De esta forma, Crimen y Castigo comienza con el crimen perpetrado por el joven Raskolnikov, que a partir de ese momento vive con un miedo atroz a ser descubierto por las autoridades, y al que poco a poco la culpa atenaza cada vez más, hasta el punto de volverlo prácticamente loco.
Lo primero que llama la atención cuando uno lee la adaptación que Osamu Tezuka realiza de la obra, es el lenguaje cercano que el célebre autor utiliza. No en vano, hablamos de un manga que es publicado por primera vez en 1953, casi un siglo después que la novela original, y que además, está dirigido a un público distinto, más juvenil, al que consigue, con mucho éxito, acercar una obra tan importante para la literatura rusa y mundial como Crimen y Castigo. De este modo, sin en alguna ocasión os habéis acercado a la obra de Dostoyevski, habréis experimentado como el autor ruso utiliza un lenguaje más árido y espeso, que en ocasiones llega a apartarnos de la obra, sobre todo si ésta se intenta leer en la adolescencia. Tezuka es consciente de esto, de que el tiempo había pasado, que en lenguaje utilizado debe ser otro, y de que Crimen y Castigo merecía ser conocida por un espectro de lectores más amplio, por lo que utilizó un lenguaje y un estilo narrativo, sobre todo centrado en el diálogo, más próximo a los coloquialismos y al lector adolescente.

Raskolnikov da salida a su frustración, y la de todo un pueblo.

En ese sentido, la traducción que realiza Emilio Gallego Zambrano en la edición que se publicó en España en el año 2004 de la mano de la editorial Otaku Land , que es la que he tenido la oportunidad de leer, es magistral, de forma que el lector español también puede percibir los coloquialismos que Tezuka quería transmitir en su versión de la obra.

En segundo lugar, Crimen y Castigo, reimaginado por Tezuka, transcurre en muchos momentos casi de forma “embotellada” tardando lo mismo el lector en leer y contemplar las páginas que componen la obra que la trama en discurrir. Me refiero concretamente, a los momentos previos al asesinato cometido por Raskolnikov y en los inmediatamente posteriores, en los que la escena se queda congelada, limitándose Tezuka a darnos traslado de los pensamientos del estudiante que se convierte en asesino, como bien apunta en ese sentido Yamada Tomoko, la investigadora de Manga que introduce la obra.

En cuanto al asesinato, éste transcurre prácticamente fuera de plano, lo que hace que la importancia de la obra se sitúe en las consecuencias del crimen cometido y no en el delito en cuestión, el cual no es si no el catalizador o macguffin alrededor del cual se desarrolla la trama.

En tercer lugar, Osamu Tezuka cuya intención era, repetimos, acercar la obra de Dostoyevski a un público japonés juvenil, si bien ambienta la misma en San Petersburgo, como la obra original, utiliza el yen como moneda del lugar. De este modo, Tezuka consigue que en lector japonés sea realmente consciente de cuán pobres aon Raskolnikov y otros personajes de su entorno, en comparación a la anciana prestamista a la que éste asesina. Otros elementos más propios de la cultura nipona, como el echar sal alrededor de uno mismo para prever la mala suerte, también están presentes en la obra, siempre con el objetivo de acercar el existencialismo planteado por Dostoyevski al público japonés más juvenil.

Finalmente, el dibujo de Tezuka, en muchas ocasiones llamado el Walt Disney japonés, es también de un estilo más infantil, con tintes de lo que hoy conocemos como chibi, al diseñarse personajes más cercanos al dibujo animado y a los rasgos circulares y algo exagerados, al ser el destinatario principal de la obra un público más infantil, que así desde el minuto uno, siente más afinidad con la ilustración utilizada. Llama especialmente la atención una página concreta en la que Tezuka refleja toda la frustración y la desigualdad de Raskolnikov y de su entorno en el comportamiento de la llama de una vela y de una mariposa. Pura metáfora. Puro Tezuka.

La metáfora que Tezuka introduce en su adaptación.

La edición de 2004 que he podido leer incluye además el manga Lemon Kid, una historia corta que narra la historia de Lemon Kid, un ex forajido convertido en sheriff y su reencuentro con su mentor, Melon Kid. Sin duda, una obra curiosa y divertida que, al incluirse como anexo a Crimen y Castigo en esta edición, consigue que de un solo golpe podamos contemplar cuán amplio y variado era el estilo y el registro de un autor como Tezuka.

Sin duda, una obra muy recomendable para cualquiera que quiera acercarse a Osamu Tezuka y prefiera un punto de entrada más cercano que además da a conocer al lector una obra tan influyente y capital para la literatura como Crimen y Castigo.

  Edición original:Tsumi To Batsu (罪と罰), publicado por editorial Kodansha. Edición nacional/ España:Otaku Land. Guión:Osamu Tezuka. Dibujo:Osamu Tezuka. Formato:Tomo en tapa blanda, 234 páginas. Precio:6,60 €.   En este día tan especial, en el que en la redacción de Zona Negativa hemos decidido conmemorar a Osamu Tezuka como gran autor…
Guión - 8.6
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5

8.5

Osamu Tezuka nos regala su particular visión y adaptación de la obra Crimen y Castigo de Fiodor Dovstoieski.

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