La serpiente roja

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Edición original: Hakai Hebi (Hibari, 1983).
Edición nacional/ España: La serpiente roja (La cúpula, 2005).
Guión y Dibujo: Hideshi Hino.
Color: B/N.
Formato: tomo rústica 192 págs.
Precio: 8€.

 

Acabo de leer un tebeo bastante desagradable. Y no soy fácil de impresionar. El Crossed de Ennis y Burrows me pareció divertido, me gusta el Maruo de La sonrisa del vampiro y he reseñado obras «mal rollistas» como La mujer de la habitación oscura o Uzumaki. En cine he visto muchas de esas que se consideran para estómagos sensibles, de Holocausto caníbal (Ruggero Deodato, 1980) a Martyrs (Pascal Laugier, 2008), pasando por Hellraiser (Clive Barker, 1987) o El destripador de Nueva York (Lucio Fulci, 1982). La serpiente roja, escrita y dibujada por Hideshi Hino, es algo diferente. Ni siquiera tengo claro que me haya gustado. En todo caso, quiero compartir la experiencia con ustedes.

Me da la impresión de que este tipo no está muy bien de la cabeza. A lo mejor no hay que encerrarlo, no digo que sea un enfermo, pero hay una complacencia en el dolor y la extravagancia malsana que está lejos de ser «normal». Incluso más que Shintaro Kago, que es el que se lleva siempre los golpes. Los críticos que cita Ediciones La Cúpula (The Comics Journal, CultCuts Magazine) afirman ver poesía y cosas así, pero creo que hay que poner mucha voluntad (pero mucha, ¿eh?) para percibir tal cosa. Nacido en Manchuria en 1946, Hideshi Hino quiso dedicarse al cine desde que vio el clásico Harakiri (Masaki Kobayashi, 1962). Lo logró, con el tiempo: firmó dos películas de la serie Guinea Pig que -por si no lo saben- se basan en torturas y descuartizamientos de jovencitas, fingiendo una snuff movie (En Norteamérica se lo creyeron y se montó una buena polémica). Dentro de su obra dibujada podemos destacar piezas tan perturbadoras como El niño gusano o Panorama infernal. Lo de Ennis era una gamberrada adolescente, Maruo y Mochizuki van por la senda del terror puro (aunque al primero le coloquen la etiqueta del «ero goru»), ese que disloca la realidad con efectos chocantes, alucinógenos, que pueden ser desagradables, mas no principalmente: buscan el escalofrío. Uzumaki seguía los patrones de la obsesión. Dan mal rollo, vale. Sin embargo, no atisbo regodeo, como tampoco es posible rastrearlo en los clásicos del género en la literatura: Stoker, Poe, Machen, Lovecraft, Matheson, King, etc.

Leyendo a Hino albergo la sospecha de que disfruta de las retorcidas visiones que describe. Lo he intuido antes (p.ej.: el guionista de Seven estoy dispuesto a asegurar que duerme rodeado de enciclopedias de asesinos en serie, como un fetichista del crimen). La parte buena es que estoy curado de espantos. Nada de lo contemplado me privará de dormir a pierna suelta. La parte mala es que, para mí, no bastan un puñado de mutilaciones, deformaciones y subversiones del convencionalismo burgués para que una historia me atrape.

Tal vez estoy siendo demasiado duro. En realidad, la voluntad de acojonar al lector en cada página resulta incluso enternecedora. Puede que esto fuera lo que confundieran los críticos con poesía. Hino es valiente y no se echa atrás ante ninguna ocurrencia, por macabra que sea. Esto, para los adoradores de la rama más perversa del fantastique, es un valor inapreciable. Podremos objetar muchas cosas a La serpiente roja pero no que ofrezca una trama domesticada. Al revés, es una concatenación sin tregua de topos terroríficos: la casa encantada, los dioses antiguos, maldiciones, familia disfuncional que ríete tú de Leatherface, etc. Lo que me pregunto es si ello es suficiente, si el todo es mayor que la suma de las partes o, al contrario, se sacrifica el efecto final en un caldo de sabor indefinido y un así como repugnante.

Así se las gasta el autor para provocar reacciones en el lector desprevenido

El dibujo se esfuerza lo humanamente posible en alcanzar genuinas cotas de fealdad. Se aplica tanto que logra que el lector mire «desde fuera» sin sentirse concernido por criaturas tan lamentables. Si digo que la más simpática parece la serpiente tampoco exagero mucho. Después de unas breves páginas donde se presenta la galería de caracteres, a cada cual más trastornado, un sueño infantil abre la espita del desastre. Hino prescinde de cualquier elaboración dramática y encadena causalmente un suceso con otro como si fuera una epidemia por contacto: este hace esto, que afecta al otro, el otro al siguiente, etc. De vez en cuando aparece por ahí la serpiente, con su simbología tentadora intacta. El autor confía, igual demasiado, en la fuerza de sus imágenes que campan a sus anchas por amplias viñetas (no más de cuatro por página y a menudo tres, incluso dos), donde el horror ataca en primeros planos sucios, con las tintas salpicando manchurrones. Tampoco rehuye la iconografía erótica, con quistes que eyaculan al ser masajeados, serpientes que vampirizan jovencitas y enfermizos embarazos al modo Alien, el 8º pasajero (Ridley Scott, 1979)

Pese a una pretensión cíclica, de espiral a los infiernos, de pesadilla de la que es imposible despertar, el plot parece un trastero de desasosiegos personales del autor. El mismo Hino admite en el epílogo que tiró de recuerdos desagradables hasta que se puso malo. Luego el médico le auscultó y descartó que tuviera nada que ver con las páginas que dibujaba; en realidad tenía una intoxicación etílica. Sería fácil asociar estas pesadillas al delirium tremens, faltando a la verdad. Hino es así sobrio y desde hace muchos años.

Llego al final y aún no me he decidido. ¿Lo recomiendo? Pensaba que tal vez escribiendo esto podía acabar aclarándome. Pero no. Creo que les confiaré la decisión a ustedes.

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Sierra
Sierra
Lector
26 noviembre, 2013 16:44

Pues es un autor muy muy recomendable!! Es una suerte que la Cúpula publique aquí su obra, es un autor muy muy particular.
Por cierto, el que denunció una de sus películas de Guinean Pig fue Charlie Sheen en año 91 XD (Lo malo, que por lo visto la misma película inspiró a un asesino en serie japonés)

Wilson esbond valer
Lector
26 noviembre, 2013 23:16

Lo conozco y tengo el manga junto con otros del mismo autor, cuyos mangas me gustan por su uniones entre crueldad y belleza. Muy recomendable, al igual que el Hijo del Diablo o La Maldición de Zoroku.

Magatsu
Magatsu
Lector
27 noviembre, 2013 10:36

No conocía ni la obra ni al autor, pero me echa bastante para atrás tras leer la reseña. El terror en plan alucinógeno y ultrasangriento me hastía.

Por cierto, Javier, ¿no te quedó la sensación de que en Uzumaki la trama iba de más a menos? Los primeros capítulos eran buenísimos y muy terroríficos, pero según te acercabas al final eran un sinsentido cada vez mayor, tendentes ya a la hilaridad.

billyboy
billyboy
Lector
27 noviembre, 2013 14:19

Uzumaki era asi,a mi el mayor sin sentido fue el episodio del remolino,al menos el episodio final era lo esperado,aunque no salvaba ciertas cosas que pasaban al final (mismamente la banda de los chavales voladores).