Joker – Locura y moralidad

Desde Locke hasta Foucault, pasando por Freud. Desde Moore hasta Nolan, pasando por Miller.

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Alan Moore y yo, en una ocasión (cuando Alan todavía hacía cómics), tuvimos un debate de casi seis horas acerca de El Joker; él creía que Batman y Joker eran casi paralelos (gemelos) que fueron separados al nacer. Alan iba mucho más allá y tenía una especie de relativismo moral acerca de qué era BUENO y qué era MALO. Yo tomé un punto de vista mucho más extremo, porque creía que El Joker no es tan loco como malévolo. Él es el mal encarnado; tan malicioso que va más allá de lo que podemos comprender. Eso es lo espantoso acerca de él, que simplemente quiere dañar y lastimar lo máximo posible.
Frank Miller.

En 1943, Walter Lenger elaboró un perfil psicológico de Adolf Hitler por encargo de la Oficina de Servicios Estratégicos de EEUU. Desde la perspectiva psicodinámica, concluyó que Hitler era “un narcisista con un evidente incapacidad para acercarse a los demás”. ¿Podríamos nosotros hacer lo mismo con un personaje de comic? ¿Qué utilidad tendría? Porque, ¿qué se puede decir de El Joker que no se haya dicho ya?

Bueno, todo. Solo el siglo XX podría haber convertido a un psicótico asesino de masas disfrazado de payaso en un icono pop. Probablemente todos miraríamos extrañados a quien se atreviera a llevar por la calle una camiseta con el careto de Adolf Hitler o de Iosif Stalin, pero nos parece perfectamente normal que los niños lleven al Príncipe Payaso del Crimen en sus mochilas y en sus cuadernos. “Solo es ficción. Es inofensivo”, dirán algunos. Ya, claro.

El bufón de la corte: ¿Quién puede reírse del rey?

Una costumbre peculiar de la antigua Roma. Cuando un general romano desfilaba victorioso por las calles, un esclavo caminaba detrás suyo recitando sin parar Respice post tel Hominem te ese memento. O sea: Recuerda que tú también morirás. La imagen del bufón como el único hombre con la potestad, el derecho y el deber de decir la verdad ha sido tremendamente fecunda a lo largo de la historia de la literatura. El potencial empático de esta idea es tremendamente potente.

Ejemplos. El Falstaff de William Shakespeare. Don Quijote. Lucifer en El Paraíso Perdido. Un momento. Detengámonos aquí porque es este un punto esencial en el camino que nos llevará a entender la psicología de El Joker.

El Paraíso Perdido es un poema épico compuesto por John Milton a mediados del s.XVII. Es básicamente la transposición de los hechos narrados en el Antiguo Testamento (desde la Caída hasta el destierro de Adán y Eva) a través de los ojos de Lucifer. Toda la parafernalia religiosa no es más que una metáfora utilizada por Milton para hablar sobre los procesos revolucionarios ocurridos en la Inglaterra de su época. Además, por primera vez, no solo el protagonista, si no también la razón, recaía sobre el mal, o sobre lo que hasta ese momento se había considerado como mal. Desde entonces, y como dijo William Blake, los verdaderos poetas se posicionan a favor del partido del diablo.

El Satanás miltoniano, en la versión de Pablo Auladell

Si avanzamos hasta el final del s. XIX nos encontramos con otro romántico y diabólico personaje. Que me perdone Stephen King, pero el atractivo de Drácula no se basa, o al menos no del todo, en su potencial sexual. “He cruzado océanos de tiempo para encontrarte”. Aunque está frase no aparezca en el libro original resume a la perfección su pathos dionisiaco. Drácula, como el Lucifer de Milton, está equivocado por los motivos correctos. Oswald, la biografía de Lee Harvey Oswald escrita por Norman Mailer, termina con esta frase: ¿Quién puede decir que su sueño de oscuridad no es parte de su propio sueño? Es decir, ¿quién de entre todos los hombres de este mundo no puede identificarse con la rebeldía y el amor? ¿Quién puede decir que el amor y la rebeldía son perversos?

Jung, Moore y los ciclos sin final.

Claro que el caso de El Joker es un poco más complejo, o va un poco más allá, que las tradicionales distinciones entre Apolo y Dionisio. El Joker no se mueve por ideales, rebeldía o amor. Se mueve y hace el mal porque sí, porque hay que moverse, por el crimen, por el mal. Si Carl Gustav Jung pudiera ver en lo que hoy se ha convertido nuestro Príncipe Payaso del Crimen, probablemente lo identificaría con su arquetípica Sombra: el mal absoluto, el reverso tenebroso del héroe, oscuridad insondable entre las nieblas y las tormentas de la mente. Así pues, ¿por qué nos fascina tanto?

Unas breves puntualizaciones antes de seguir. El primer pensador que planteó que las conductas conscientes provenían de un territorio oculto de la mente que escapaba a nuestra vista y control fue Sigmund Freud. Las teorías de Freud enfatizaban la dominancia de los impulsos psicosexuales en nuestras conductas incontroladas. Gracias a su discípulo, Carl Gustav Jung, sabemos que las cosas son un poquito (bastante) más complejas que eso. Por decirlo así, Freud descubrió el mar pero se quedó en la orilla.

Jung, en cambio, sabía (lo había experimentado en carne propia) que las conductas irracionales venían marcadas por algo que existía antes de la propia persona. Si la perspectiva de Freud era materialista, la de Jung era espiritual. Jung nombró a ese “algo” inconsciente colectivo, y lo definió como una suerte de pozo donde se acumulaban las experiencias y los recuerdos de toda la humanidad, sedimentados en forma de arquetipos universales.

Entre estos arquetipos, destacaba la figura de El Héroe (a quien otro pensador espiritualista, Joseph Campbell, dedicó el famoso Héroe de las mil caras) y La Sombra. Este último símbolo representa todas las facetas de nuestra personalidad (individual y social) no necesariamente malas, pero si reprimidas por nuestra mente consciente. La Sombra ya se había hecho presente en la literatura y en la mitología antes de que Jung la iluminara con un nombre. Dios y El Diablo. El Capitán Ahab y Moby Dick (o viceversa). Jeckyll y Hyde. Mina Harker y Drácula. Batman y El Joker.

El primero en plantear esta perspectiva jungniana de El Joker fue Alan Moore en su seminal La Broma Asesina. La trama de esta breve obra maestra es sencilla y desgarradora a la vez: El Joker planea volver locos a sus adversarios del mismo modo en el que perdió la cabeza. Tiene una tesis: solo hace falta un pequeño empujón para caer en la locura.

La broma asesina como magistral uso de los recursos del comic para establecer significantes psicológicos.

Es los flashbacks protagonizados por Arthur Fleck (la ¿verdadera? identidad de El Joker) es difícil no ver plasmadas ciertas experiencias personales de Alan Moore. También él fue un trabajador de baja cualificación casado con una mujer embaraza que lo dejó todo por el sueño de ser comediante. O guionista, que para el caso es lo mismo. Tenía veintidós años cuando tomó esa decisión, y el miedo al fracaso, a esa mala mano del perro destino, se percibe en todas las páginas del comic. Pero más allá de eso, el cambio de paradigma protagonizado por El Joker fue total, y no ha podido desprenderse de tamaño cambio desde entonces.

Hasta aquel momento (con honrosas excepciones como es el caso de los comics de Steve Englehart y Marshall Rogers) nuestro guasón favorito había sido presentado como una amenaza ridícula o como un jefe criminal especialmente perverso. No había mucho más que rascar. Tenía que llegar alguien como Moore, con su relativismo moral de punk herido, para cambiar las cosas. Porque, como bien se deja entrever en La broma Asesina, ¿qué significa realmente estar loco o hacer el mal en un mundo malvado que ha perdido la cordura? Es decir, ¿tenemos de verdad claro que lo que está haciendo El Joker está mal? Y, por favor, no penséis que estoy hablando de lo que le hace a Bárbara o a Gordon, ni nada parecido. Nos movemos en terrenos ontológicos donde las fronteras morales se debilitan. ¿Es El Joker una especie de Doctor Manhattan? ¿Está más allá del bien y del mal? ¿Y Batman? ¿Qué sabemos de Batman? ¿Está tan loco como El Joker? ¿Y qué pasa con el comisario Gordon?

Jung tiene varias respuestas, pero no todas. La visión cosmológica de Jung (que en esencia, aunque no del todo, implica un equilibrio constante entre la luz y la oscuridad) lleva implícito cierto relativismo moral, fundamentado en la creencia de que tanto el bien como el mal son fuerzas de la naturaleza que están más allá de nuestro control, partes de un círculo que se repite una y otra vez hasta la eternidad. La broma asesina comienza y acaba con círculos propagándose en ondas, y su propia estructura remite a un círculo sin final.

Ahora bien, según empieza la historia vemos que Batman se comporta de forma extraña. Está “enajenado”, en el sentido filosófico del término; es decir, fuera de su ser habitual. He venido a hablar, dice. Y desde luego, no es algo que Batman haga muy a menudo y menos con sus adversarios. El Joker, por otra parte, parece más él que nunca, llevando hasta el extremo su psicopatía y su dolor. Desde la perspectiva de Moore, el verdadero heroísmo de Batman consiste en su intento de cambiar su programación habitual, mientras que la villanía de El Joker consiste en su aceptación diríase karmica de su papel en el orden jungniano de las cosas.

Hola. He venido a hablar.

Moore no quiso mostrarnos que pasaba al final del encuentro entre estos dos tarados, pero la estructura del comic (con los ciclos que vuelven a empezar) sugiere que es El Joker quien lleva la razón. No obstante, eso no le convierte en un héroe. Todo lo contrario. Un héroe es romántico por naturaleza, y si algo es El Joker es tremendamente realista. En palabras de Foucault, lo ha perdido todo, menos la razón.

No obstante, la figura más interesante de todo este puzle es el comisario Gordon. Las historias de Moore siempre tienen un protagonista claro: el abismo de la mera existencia, el sinsentido de las cosas. Gordon es quien, en este caso, se asoma al vacío, y el vacío, claro, le devuelve la mirada. ¿Cuál es la reacción del comisario ante la destrucción de todo lo que conoce y ama? Una terca resignación situada a medio camino entre el idealismo de Batman y el realismo de El Joker. ¿De dónde saca Jim Gordon esa fuerza interior? Moore no lo sabe, pero si sabe que el fuego que arde en el corazón de un hombre común arde con más fuerza y durante más tiempo que el fuego de las estrellas.

Por supuesto (y al igual que ocurrió con V de Vendetta y con Watchmen), Moore no sabía, no podía saber todavía, que el público objetivo de los comics de la época no estaba preparado para semejantes lecciones. Los lectores lo entendieron todo al revés, y creyeron que Moore ensalzaba las posturas del villano. Lo único que hacía en realidad era retratar a un psicópata bajo la luz de una fría y dolorosa compasión.

Frank Miller y las manifestaciones físicas del mal.

Si consideramos que una postura ideológica de izquierdas (o idealista) es aquella que cree en la bondad natural del ser humano y en el equilibrio, el amor y la libertad como el estado ideal en que podría situarse el individuo, Moore es un escritor de izquierdas, y el conflicto de sus historias proviene de hombres y mujeres que han perdido su equilibrio en el orden natural de las cosas por circunstancias que escapan a su control. Si consideramos que una postura ideológica de derechas (o realista) es aquella que cree en una suerte de maldad inherente al ser humano y en el control, la organización y la razón como el estado ideal en el que podría situarse a la sociedad, Frank Miller es un escritor de derechas, y el conflicto de sus historias proviene de sociedades que han perdido su equilibrio en el orden natural de las cosas por individuos que escapan al control de cualquier estado.

Posturas tan diferentes (y a la vez tan semejantes) tenían que producir por fuerza visiones diferentes sobre los mismos personajes. La postura filosófica de Miller es más ética que metafísica, y por tanto más rígidamente moral, más cálida, más realista y menos idealista que la de Moore, a quien muchas veces se la ha achacado ponderar las cuestiones de este mundo desde puntos de vista que están fuera del mismo.

Si Moore está muy cerca de Jung, Platón y demás idealistas, Miller está muy cerca de Hobbes y Locke. Este último fue el primer pensador en definir en qué consistía exactamente ser un “vigilante”. Según Locke, uno de los pilares del estado de derecho es el contrato social por el cual todos los ciudadanos delegan la búsqueda de venganza y el ejercicio de la violencia en el Estado. Por supuesto, hay excepciones. Todo ciudadano tiene el derecho de ejercer la violencia en defensa propia. Y según Locke, si uno se sale de las normas sociales para buscar violencia con el pretexto de la autodefensa es un “vigilante”.

Claro que, ¿qué pasa si el Estado no es capaz de aplicar de manera eficaz la violencia, si se produce esa temida distinción entre justicia y ley? ¿Y si surge alguna amenaza más allá de todo control, como El Joker? Esas son las preguntas básicas a las que Miller intenta responder en El regreso del caballero oscuro, aderezándolo todo con una perspectiva psicosexual más que interesante con respecto a El Joker.

Morrison y la levedad de todo mal.

La aproximación de Grant Morrison a la figura de El Joker era muy similar y muy diferente de la aproximación de Moore, y era a la vez muy diferente y muy similar a la aproximación de Miller. El Joker que vemos en Arkham Asylum es un villano eminentemente jungniano (una fuerza oscura de la naturaleza), pero su campo de juegos no es el mundo realista y moral del noir y el crimen, si no los procelosos, coloridos y terribles pantanos del inconsciente colectivo. Y, al igual que hizo Miller, Morrison también se apuntó a la moda de la psicosexualidad freudiana.

Freud postuló que la mente humana se regía por tres principios básicos. El principio del placer se encuentra dominado por el ello, la parte inconsciente de nuestra mente que solo busca una gratificación inmediata. El principio de realidad es el territorio del yo, la parte de nuestra mente que busca placer de maneras socialmente aceptables. El superyo se rige por el principio del ideal, una abstracción moral del mundo en el que habitamos.

Dicho de un modo un tanto simplista, Morrison postula que el superyo de Batman es la propia idea que tiene de si mismo como Batman. Su yo es Bruce Wayne, y su ello es El Joker. El quiz de la cuestión, el conflicto del asunto, es que el superyó freudiano puede ser consecuencia o producir sentimientos de orgullo o de culpa. El viaje de Batman hacia el interior de Arkham Asylum (o hacia el interior de su mente) es una búsqueda para intentar dilucidar porque demonios su superyó es una rata gigante fascista que se dedica a apalear criminales por las noches.

Para Freud, la libido es la energía de las emociones vinculadas a una pulsión concreta. La pulsión de vida se denomina “Eros” y la pulsión de muerte se denomina “Thanatos” (sí, como el malo de Los Vengadores). Cuando la libido se estanca o no se produce su liberación o satisfacción, se da lo que se conoce como “fijación”, una sensación de malestar asociada a un objeto del deseo.

Miller y Morrison plantean (cada uno a su modo) que el origen del conflicto entre El Joker y Batman es la fijación sexual del primero por el segundo. La primera vez que vemos a El Joker en El regreso de El Caballero Oscuro sonríe de forma lasciva al ver a Batman en televisión, mientras exclama un espeluznante “cariño”. Hacia el final del libro, el payaso criminal está a punto de causar la muerte de Batman con una serie de puñaladas que remiten a una violación. Es bien sabido que Morrison quiso que su Joker vistiera durante toda la novela con tacones y medias de rejilla, pero que por algún motivo inexplicable no se lo permitieron.

Miller y Freud.

No obstante, y aunque tuvo que esperar veinte años, Morrison vio cumplido su deseo de ver a El Joker travestido. Ocurrió en El Caballero Oscuro, la celebérrima cinta de Christopher Nolan, pero antes de acabar ahí nuestro viejo propongo que nos detengamos en un elemento relacionado con la psiquiatría en el mundo de Batman. El Asilo Arkham es la archiconocida residencia para criminales dementes de la ciudad de Gotham City. Ahora bien, ¿cuál es realmente su función? ¿Por qué no está Batman internado en el psiquiátrico si obviamente tiene un desorden? La respuesta a la primera pregunta relaciona de manera inevitable locura y moralidad.

Según nos explicó Michael Foucault las cárceles y los manicomios no tienen ni mucho menos una finalidad curativa: no sirven para sanar a los locos, si no para proteger a los cuerdos. Ahora bien, tener un comportamiento extravagante o antisocial no implica tener plaza en el psiquiátrico de tu barrio. El problema llega cuando la locura del loco atenta contra las nociones preestablecidas de la sociedad, cuando existe un conflicto entre el ello del loco y el superyó social.

Si nos centramos en Gotham City, podemos llegar a la conclusión de que el “ello” social de la ciudad es El Joker, mientras que su “superyó” es Batman. Lo trágico y lo injusto del asunto es que el más alto ideal de Gotham sea una personalidad terriblemente perturbada, aunque legitimada por las instituciones sociales.

Nolan y la maldad como icono pop.

Antes de meternos en materia con la que hasta la fecha ha sido la última encarnación exitosa de El Joker, es necesario señalar que la interpretación de Heath Ledger debe mucho a la construcción del personaje ofrecida por Brian Azzarello y Lee Bermejo en la novela gráfica Joker, una revisión en clave de realismo sucio de la psicología de nuestro villano.

Una de las primeras frases (sí no la primera) que El Joker de Heath Ledger pronuncia en El Caballero Oscuro es una tergiversación de la famosa frase de Nietzsche (ya de por si tergiversada): “Lo que no te mata te hace más fuerte”. El Joker en cambio exclama: “Lo que no te mata te hace más…extraño”. La referencia al filósofo alemán no es casual, ya que El Joker de esta película es, en esencia y sobretodo, una figura nihilista, una figura más allá del bien y del mal.

El Joker de Heath Ledger.

Desde una perspectiva psicológica, podría decirse que este Joker peliculero es víctima de un trastorno de estrés post-traumático, aquel en el que el “yo” de una persona es incapaz de asumir un daño físico o mental excesivo. No obstante, algo en nuestro interior nos dice que esto es una racionalización a posteriori. Nunca sabremos con exactitud que ha convertido a El Joker en lo que es, pero si sabemos que sea lo que sea ha destruido su concepción del universo. En esencia, el credo de El Joker podría ser el famoso aforismo nihilista “si Dios niega o mata al hombre, nada puede impedir que este mate o niegue a sus semejantes”.

Más que un villano, El Joker es un partidario del partido del diablo, un poeta del mal al estilo Milton o Blake. Desarrolla su voluntad a través de actos “artísticos”, como sucede en la performance con la que consigue corromper a Harvey Dent, un hombre definido y destruido por su absoluta confianza en la capacidad del ser humano para decidir su propio destino.

El fin de la moralidad

Heath Ledger convirtió a El Joker en un icono pop. Por desgracia, la muerte prematura del actor sirvió de acicate a la leyenda, y añadió pólvora a la concepción del villano como icono aspiracional. El riesgo asumido por Nolan y su equipo al convertir en “ganador” a un psicópata nihilista fue mayúsculo.

Una estructura clásica hollywoodense provoca por definición que uno sienta empatía por el vencedor, y la generación post 11-S, traumatizada por la guerra, la crisis económica y la telebasura masiva, solo necesitaba una excusa, un pequeño empujón, para dar rienda suelta a sus instintos más bajos. Nolan quiso encender una cerilla en medio de las tinieblas y mostrarnos la oscuridad, pero no contaba con el apremiante deseo del ser humano para apagar cualquier luz.

La reflexión última que define a El caballero oscuro es la misma que compete a todas las historias de superhéroes, o por lo menos a aquellas que de verdad merecen la pena, y a todas las grandes tragedias de la historia de la humanidad: ¿qué es ser moral? El final de esta segunda parte de la trilogía de Nolan es absolutamente desgarrador. Los héroes se corrompen. Los vigilantes matan. Los protectores mienten. El mal gana. ¿Por qué es entonces Harvey Dent el villano? ¿Y por qué Jim Gordon y Batman son los héroes de la historia? Porque en su caída hacia la locura Dent decide dejar de ser moral, decide entregarse a fuerzas que operan fuera de él. Gordon y Batman, cada uno a su manera, deciden mantener la fachada de razón y cordura, porque saben que más allá de los muros de ese hogar mental solo hay caos.

El Joker se equivoca. Todo es una cuestión de elección.

Tanto La broma asesina como El regreso del caballero oscuro, Arkham Asylum y las películas de Nolan hablan directamente al corazón del hombre común con una reflexión política que podría resumirse así: no necesitaríamos delegar el poder, entendido como la capacidad de decidir nuestro propio destino, si fuéramos lo suficientemente fuertes, como individuos y como sociedad, como para luchar por lo que creemos que es justo.

Creo que a estas alturas podemos ya tener bastante claro quién es El Joker tanto a nivel psicológico como a nivel político. Solo nos queda entonces responder a una pregunta, la primera de este artículo: ¿por qué nos fascina tanto?

Hasta mediados del siglo XX las instituciones sociales (monarquías, estamentos religiosos, etcétera, etcétera) se consideraban inamovibles y eternas. La locura y el nihilismo (o la locura del nihilismo) se consideraban atentados contra el “superyó” social. Solo cabían entonces dos opciones: represión o destrucción. No obstante, con la llegada de la post-modernidad absolutamente todas las instituciones sociales han perdido su función, su utilidad y (más importante) su legitimidad. Por más que esto, en teoría, tenga fines últimos considerados positivos, es evidente que la sociedad actuó precipitadamente al matar a Dios, al olvidar todas las teorías, y al dinamitar entes sociales que llevaban funcionando milenios. Nos olvidamos que detrás de la fachada de la civilización, más allá del proverbial muro de nuestra aldea, solo hay caos y oscuridad. Al abrir la caja de Pandora de la postmodernidad, surgieron, además de luz, criaturas monstruosas.

Una de esas criaturas es el psicópata. Si el “superyó” social ha perdido su sentido, la locura ya no puede ser percibida como amenaza. En cierto sentido, se legitima, se convierte en un mito, en una aspiración, en un arquetipo. El Joker es el arquetipo definitivo del psicópata moderno. Y todos deberíamos estar un poco asustados.

Lo que tu corazón siempre te ha pedido: Joker, una creación de Joaquin Phoenix

¿Tienen algo que decir Todd Philips y Joaquin Phoenix respecto a este tema? Pues sí, resulta que sí. Y resulta también que su mensaje es incendiario, polémico y revolucionario. Pocas veces una película (una película contemporánea habría que puntualizar) ha llevada hasta tales extremos sus tesis básicas.

El Joker de Phoenix es una víctima. Una víctima de un sistema incapaz de tratar de manera adecuada a los enfermos mentales. Una víctima de un sistema en el que violadores y asesinos en potencia son tratados como héroes porque su estatus social es superior. Una víctima de un sistema en el que todo el mundo miente: los presentadores de televisión, los políticos y hasta tu propia madre. Una víctima de un mundo tan demencial que es capaz de convertir a un psicópata en líder revolucionario. Una víctima de un mundo sin empatía. ¿Qué importancia puede tener barrer de la faz de la Tierra a violadores, asesinos, mentirosos y presentadores de Late Nights? No mucha, parece decirnos está película.

Claro está que podría argumentarse que lo que realmente muestra el film es el punto de vista de su personaje principal. Bueno, pero la elección de ese punto de vista ya implica ciertas consideraciones éticas ¿no es cierto? Y la mayor de esas consideraciones es el tan temido argumento (por cierto) de que somos nosotros, y solo nosotros, los que creamos monstruos como El Joker. Nos lo hemos buscado.

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Paulo Hernando
8 octubre, 2019 14:19

Interesante articulo,bien escrito y con personalidad ,como todos los que escribes Pablo. Pero hay muchos razonamientos que no comparto porque de entrada no compro la premisa en la que se basan. Pero ire a lo facil y solo rechistare de la relacion entre el joker de azzarello y el de Nolan. Es como decir que la Nba se basa en niños pequeños jugando al baloncesto. Sera parecido pero la diferencia a todos los niveles es considerable.
A lo que iba es al comentario final , nosotros creamos monstruos como el joker . Monstruos que habria de igual manera si no existiera esta pelicula o cualquier otra. La sociedad crea psicopatas porque hay gente que esta fatal,simplemente. Si vivieramos en una sociedad completamente distinta tambien habria locos asesinos. Muy probablemente, es lo que nos enseña la historia humana, en todas las civilizaciones pasadas los ha habido . «Que importancia puede tener barrer de la faz de la tierra ,violadores,asesinos ,mentirosos y presentadores de late night? No mucha nos dice esta pelicula» La ficcion se basa en la imaginacion y en la realidad al distorsionarla de multiples formas ,no creo que nadie «normal» cambie por ver una pelicula asi. Tarados ? Puede que si, que estos cambien,sea el click que emerga definitivamente su locura pero si no era con esto iba a ser con otra cosa,son eso ,tarados. Por esto el comentario sobre camisetas para niños con hitler o el joker ,me parece desafortunado. Porque nos fascina tanto el joker? Respondiendo por mi porque el tio no tiene ningun problema en ser como es , tiene determinacion e inteligencia para llevar a cabo sus objetivos ,enormemente ambiciosos en general, y lo hace ademas sin aparente esfuerzo. Es alguien que hace lo que quiere y eso siempre atrae en un mundo en el que las obligaciones y restricciones estan a la orden del dia. Y porque es el villano de batman. El murcielago a brillado en muchos comics gracias a tener un villano tan bueno.Me gusta el sol .Pero por lo que mas me gusta el sol es porque hace brillar la luna, se puede decir.

Duma
Duma
Lector
8 octubre, 2019 19:36

«Probablemente todos miraríamos extrañados a quien se atreviera a llevar por la calle una camiseta con el careto de Adolf Hitler o de Iosif Stalin, pero nos parece perfectamente normal que los niños lleven al Príncipe Payaso del Crimen en sus mochilas y en sus cuadernos. “Solo es ficción. Es inofensivo”, dirán algunos. Ya, claro.»

Bueno, aunque el texto es excepcional Pablo, creo que a la gente que directa o indirectamente se dedica (nos dedicamos) a las historias o a la narrativa perdemos a veces el norte con el poder de la ficción.

Evidentemente no es lo mismo llevar a un genocida ficticio que uno real. «YA, CLARO» me contesta Pablo. Y no puedo estar más en desacuerdo. El Joker os impresiona más que Normal Osborn, Darth Vader, Magneto por ese halo de metaficción que le rodea, aunque los citados y otros muchos tb representan aspectos humanos del mal tan descorazonadores como el nihilismo o la psicopatía patológica. Pero todos, unos y otros, son ficción.

Claro que llevar a Darth Vader en la camiseta impacta menos que Hitler o el Ojo de Sauron que una esvástica. Porque por mucho que disfrutemos esas historias, por mucho que nos fascinen los universos de ficción que representen, sabemos distinguir entre el exterminio de los Elfos o de Alderaan que el de Auswitch. Sabemos entender que los primeros existen en la narrativa para que existan héroes que nos inspiren y nos fascinen mientras que al último no se le puede buscar explicación más allá del horror puro y atroz.

Y eso es el Joker. El enemigo definitivo del vigilante clásico. El villano terrorifico que actúa a plena luz del día con impunidad e inteligencia frente al héroe enmascarado que debe detenerlo sujetado a las reglas de la moral. Y, si lo consigue, ese héroe, Batman (o Luke, o Sam o Trancos), se alza sobre las sombras como un faro ejemplarizante. Justo su función.

Y llevar una camiseta de Joker no es más que mostrar cariño a Batman, como llevarla de Darth Vader es en el fondo a Luke y los Jedi. O ese ojo de Sauron a la Compañía del Anillo. Y llevar la de Hitler es ser un gilipollas.

HASTUR
HASTUR
Lector
9 octubre, 2019 10:21

Excelente artículo y los comentarios al respecto, si bien discrepo en dos aspectos básicos de ellos en sus planteamientos básicos. Nos queda mucho por reflexionar, ya que en mi opinión lo único claro es que el Joker es un perfecto psicópata, el mejor psicópata, equiparable a los mejores psicópatas (ficción o realidad).
En primer lugar, cuando se indica por parte de un compañero lector, que no debemos confundir ficción con realidad. De acuerdo. Pero eso no es tan facil en los días que corren y cuando la realidad tiene muchas versiones o eso es lo que nos hacen llegar.
En segundo lugar considerar que la ficción no tiene influencia. Probablemente en un medio minoritario puede plantearse, pero tras la película, la ficción del personaje puede ser muy influyente. De acuerdo que el que lleva una camiseta con la cara de Hitler es un gilipollas, pero para mí, si lleva la del Joker también y es extensible a muchos personajes reales y de ficción. Simplemente, no nos preocupa lo que transmiten esos personajes, estan dentro del mercado. A lo mejor no transmiten nada. puro entretenimiento. Pero es una diversión, al menos, maliciosa.
Por otro lado y probablemente con muchos matices sobre ficción, realidad, entretenimiento, filosofía, comportamiento, público, razonamientos, mensajes, etc., lo que si nos debe mantener alerta es ¿Por qué nos gusta Joker? No me valen como respuesta: es un personaje de ficción y/o sale en los comic de Batman. Muy simple. El Joker es un psicópata.

Paulo Hernando
En respuesta a  HASTUR
9 octubre, 2019 13:15

Ya he explicado porque me gusta el joker mas alla de por ser el enemigo de batman( aunque esta sea la razon ptincipal) pero voy a entrar al juego que propones y que parece que tambien es el del articulo. Porque nos gusta el joker si es un psicopata? ( y olvidate de que es un personaje de ficcion) Bueno es que los malos son muy atractivos. No hay mas que ver la cantidad de ficcion que hay basada en ellos. Pongamos de ejemplo narcos y pablo escobar. En la epoca veias las noticias y decias joder la que tienen liada en colombia que hijo de la gran puta. En ningun momento lo ensalzabas , te asqueaba ,lo condenabas y repudiabas. Era un cabron megalomano dispuesto a hacer valer su voluntad cueste lo que cueste. Inteligente con una absoluta falta de escrupulos. Ademas tenia dinero , todo el que quisiera. Hay tienes cosas deseadas por practicamente todo el mundo determinacion, inteligencia y dinero . Tambien esta la incredulidad por ver a alguien capaz de ser asi, tan distinto a lo que uno es, cero empatia y cero problema con hacer daño a los demas. Por esto INTERESAN los psicopatas .Hay una curiosidad por como llegan a ser asi .
En la ficcion te muestran todos estos atributos, te lo enseñan padre,marido, vulnerable en ocasiones , hacen que empatices con el, aumentan todas las cualidades potenciables y minimizan las que causan rechazo . Por esto GUSTAN los psicopatas ( en la ficcion) por nuestra capacidad de abstraccion ,de meternos en una historia, empatizar con los personajes ,imaginar lo que pasara y disfrutar de personalidades extraordinarias ,en el sentido de fuera de lo comun. Hay tienes a pablo escobar ,uno de los mayores asesinos , convertido en icono en narcos. Y la gente sabe perfectamente disfrutar de la serie y condenar al hijo de puta del bigote.
El joker que no es una persona real , que te hace gracia con sus paridas en los comics, que esta tan chalao para reirse a cada cosa , que es inteligente , que tiene dinero pero que encima no lo quiere, que es mas raro que un piojo verde .. la curiosidad por el personaje no hace mas que crecer. Pues me parece bastante logico y hasta normal que el joker guste.
Creo que las personas somos bastante capaces de diferenciar ficcion de realidad. Por muchas versiones que tenga la realidad hoy en dia ,como dices, creo que es mezclar churras y meninas la ficcion con la propaganda mediatica .
La ficcion tiene influencia? Si ,en el resto de ficciones,las distintas obras se influencian entre si. En la sociedad ? Pues ya he dicho que puede que si a un determinadisimo y muy minoritario grupo de gente. Pero es culpa de la ficcion que haya locos en el mundo? Definitivamente no.
Es tan gilipollas el que lleva una camiseta de hitler o del joker…pues tio , si entendemos que ponerte una camiseta es demostrar tus gustos ,el colega de la esvastica le mola que se cargen a un monton de peña por su raza o por poder y el del joker le gusta un (personaje)asesino salido de la imaginacion que va montado en una dentadura postiza gigante.Por no hablar de que hay bastante mas probabilidades de que el que lleve la esvastica haga daño a los demas de alguna forma a que lo haga el que lleva la del joker.

SICKBOY
SICKBOY
Lector
En respuesta a  Paulo Hernando
9 octubre, 2019 14:44

Totalmente de acuerdo contigo, aunque yo no hubiera sabido explicarlo tan bien. Me parece bastante excesivo calificar de «gilipollas» a la gente que vaya con camisetas del Joker

Paulo Hernando
En respuesta a  SICKBOY
9 octubre, 2019 19:19

Vaya, gracias Sickboy . En esto tengo una postura bastante facil de defender supongo ! Un saludo.

Duma
Duma
Lector
En respuesta a  HASTUR
10 octubre, 2019 9:47

A ver, pero es que hay un abismo, medio Universo, de diferencia entre decir: «me mola un genocida nazi» o «me mola un malote de ficción». Los malotes de ficción han gustado siempre, claro que sí. Son extensiones disparatadas en la cultura popular de oscuridades humanas muy reales y no hay que volverse un puritano y asociar cualquier maldad interior real a personas que ese tipo de personajes les gustan.

Suma a un Joker las camisetas satánicas de la mitad (o 90%) de los grupos de Metal, el merchandising de V, terrorista de manual, todo lo relacionado con el lado Oscuro de la Fuerza, Vader a la cabeza, la fascinación que grandes personajes como Los Padrinos ejercen en los espectadores (o Narcos en los más jóvenes), los restaurantes del mundo que se llaman La Mafia o similares (y estos últimos ejemplos hacen referencia a maldades REALES y no ficción, lo que tiene muchísimo más ‘delito’)… La lista es tan inmensa que no se puede parar.

Ese tipo de afinidad sobre un tipo de cultura o contracultura no identifica a la persona como filoterrorista, ni filonazi, ni filomafioso, ni siquiera filoSith en términos filosóficos. Es una manera de proyectar una estética o un aspecto más gamberro.

¿Es más correcto que te guste la forma de ser de Bruce Wayne

Aviso de Spoiler

Batman

que la del Joker? ¿Es más correcto si tomas poco o ningún azucar añadido al que traen las frutas y verduras de manera natural? ¿Es más correcto que conduzcas siempre por debajo de la velocidad de la vía sin dejar de poner ningún intermitente? ¿Es más correcto que no bebas absolutamente nada de alcohol? ¿Es más correcto que…? Maldita sea con lo correcto. Cuando yo era más joven todos sabíamos qué era lo correcto y si te salías de la tangente un momento nadie te encasillaba como ensalzador de ningún loco mental o te daba lecciones de cómo comer bien.

Live and let die

SICKBOY
SICKBOY
Lector
En respuesta a  Duma
10 octubre, 2019 13:13

Me has jodido la vida con tu spoiler!!!
Que el Joker te maldiga mil años

Duma
Duma
Lector
En respuesta a  SICKBOY
10 octubre, 2019 13:53

Aspiro a salir en camisetas de depravados con esta y otras maldades que están por venir.

MrBurnout
MrBurnout
Lector
9 octubre, 2019 14:58

Magnífico artículo. Sólo una puntualización: Joker de Azzarello y Bermejo fue publicada en octubre de 2008, dos meses después de The Dark Knight de Nolan, por lo que me temo que influencia (eminentemente estética) fue la versión cinematográfica sobre el cómic.

Drury Walker
Drury Walker
Lector
En respuesta a  MrBurnout
9 octubre, 2019 15:13

Y una enmienda parcial. Como dijo Gaiman en un famoso hilo, el argumento, el guion definitivo, los diseños de personajes/arte conceptual (y las aprobaciones de todo ello por los editores),el dibujo/entintado/coloreado por citar lo mas significativo de un proceso que tambien incluye correcciones, maquetacion,rotulacion y marketing es un proceso que involucra a mucha gente y durante muchos meses. No sé si fue en esta web pero habian confirmado que miembros del producto cinematográfico eran conocedores del aspecto gráfico y el argumento, por lo menos. Por lo que es mas fácil que conceptualmente el comic influyera en la pelicula, y la pelicula en las ventas del comic

MrBurnout
MrBurnout
Lector
En respuesta a  Drury Walker
9 octubre, 2019 17:23

Esta parte la desconocía. Gracias.

Drury Walker
Drury Walker
Lector
En respuesta a  Drury Walker
9 octubre, 2019 18:50

Mirad, en un googleo rápido Bermejo da su versión en una entrevista a Newsarama:

NRAMA: Going back to The Dark Knight, given the Joker’s look, I think a lot of people assume that you were modeling the character on Heath Leger. That really wasn’t the case?

LB: Again, I pulled absolutely no influence from Dark Knight. This project was started on Brian’s end in May of 2006 and finished in early March this year on my end. The movie didn’t come out until July if I’m remembering things correctly…

NRAMA: So where did your version of the Joker come from?

LB: My vision of the Joker has been floating around for some time now. In fact, look closely at the newspaper Lex is reading in the first sequence of Lex Luthor: Man of Steel #3 and you’ll see a little head shot of Joker with the carved smile. Before that, I had done a drawing of both Joker and Two-Face for a website called Batman-on-film. I’m certainly not saying that Nolan and company took any inspiration from my drawings because I really don’t know. That said, it’s easy for me to get combative when it comes to this subject because the truth of the matter is that I was doing my version of the Joker before Ledger was even cast. The only effect that movie had on us was in regards to the books release date.

To add insult to injury, when Warner Bros released the first picture of Ledger as Joker, some of the fan base were actually blaming me for what they felt at the time was a desecration of an iconic, beloved character. Now that Ledger pulled the character off beautifully and more in the film, some people have conveniently changed their ideas but make no mistake, our book has nothing to do with The Dark Knight. The fact that they share similar traits is just good timing and similar taste as far as I’m concerned…

pelayo
pelayo
Lector
9 octubre, 2019 22:34

Yo diría que con el Joker el termino «loco» o «locura», nada académicos, lo empleamos para definir un comportamiento que se sale de la gráfica en cuanto a egotismo+crueldad+ausencia de remordimientos, etc…, pero en realidad no tiene una demencia que le impida tener un pensamiento estructurado a medio/largo plazo (si no, sería un delincuente de breve carrera que cometería un delito feroz pero sin plan de huida, al psiquiátrico y se acabó, porque no tendría suficientes luces para escaparse más de 24 horas seguidas). Como han dicho más arriba, Joker sería el sociópata definitivo pero vestido de lentejuelas, con glamour, una especie de mito del género de terror, un collage que aúna las figuras de A) el peor de los asesinos en serie B) la inteligencia de un Moriarty C) la gracia de un humorista de stand-up comedy. D) la parafernalia histriónica del payaso difícil de olvidar. Es una quimera de la modernidad o la postmodernidad (no entiendo de esas cosas) que es capaz de ser portada en una camiseta porque mola su iconografía de rebeldía y nos olvidamos de la moralidad de sus actos, entre otras cosas porque no hemos sido sus victimas (vamos, como pasa con el Che, pero la diferencia es que las víctimas del Joker son igual de ficticias que él).

Justiciero Desmesurado
Justiciero Desmesurado
Lector
10 octubre, 2019 15:28

Cuando sobre cualquier obra se dicen cosas como “incita a la violencia, incita a nosequé y no se cual”, lo que subyace y no se dice es que el público potencial de esa obra es demasiado tonto como para tener un criterio propio.

El Joker proviene del mundo del comic de superhéroes.

A nadie se le ha ocurrido ir con que deberían “censurar” o tener cuidado con quien ve la trilogía del padrino porque puede tener impacto en la relidad e incitar a conductas mafiosas, corrupciones…

Al público potencial del padrino se le considera formado, al del Joker no, aunque peine canas.