Y de alguna forma todos murieron
¿Qué tiene esta serie que nos encandila? ¿Serán sus personajes? ¿Su trama? ¿Su narrativa? ¿Su atmósfera oscura? Está claro que Hay algo matando niños es especial cuando hay una mayoría de lectores y lectoras que no paramos de hablar de ella. Que cada vez que sale un tomo nos abrazamos a él con ansia. Estamos con el tercero y eso significa que ya tenemos una visión mucho más global para poder evaluar la serie.
Lo cierto es que no podemos evitar caer en el síndrome del número uno. Cada vez que entramos en una nueva historia nos emocionamos al sumergirnos en un nuevo mundo. Pero para las series de un tamaño considerable muchas veces esto es más una ilusión que una realidad.
En lo que respecta al cómic independiente llegado de Estados Unidos, ese número uno suele ser un tomo uno, con un primer arco argumental de presentación, normalmente, que aumenta nuestro campo de visión, nunca se sabe hacia dónde va a virar una colección pero ya es un punto de entrada mucho más grande que el de la grapa. ¿Siempre? No, y Hay algo matando niños es un ejemplo de ello, pues los tres primeros tomos no son más que el primer arco argumental. Ahora sí que podemos decir que esta serie está siendo totalmente satisfactoria.
El tercer tomo es el final de la primera historia. El final de la presentación. Una presentación que sigue además el esquema clásico, introducción (primer tomo), nudo (segundo tomo) y desenlace, el actual. ¿Qué demuestra este tomo? Pues varias cosas, la primera de ellas: que estamos ante un relato muy grande.
La historia de Archer’s Peak es solo la punta del iceberg y han hecho falta quince números para contarla. Eso enmarca esta serie, por lo menos, más cercana a otro trabajo de James Tynion IV, The Woods, con un total de 36 números (nueve tomos en España) en la que el famoso guionista de la bat-familia demostraba que tenía una gran capacidad para desenmarañar múltiples argumentos de forma rápida pero efectiva. De eso dependerá que Hay algo matando niños sea inmensa o relativamente asequible, pero los pasos que da en este tomo con respecto a la familia Slaughter, su estructura interna, el uso de los monstruos y la existencia de otras familias han hecho crecer el mundo más aún que los anteriores. Si tenemos en cuenta que ha salido una segunda serie, House of Slaughter, y que las ventas de todo ello ya han superado la barrera de los dos millones de copias… podemos prepararnos para gozar durante mucho tiempo.
Porque sí, es todo un gozo leer esta serie. Es curioso porque no es que sea una serie con un planteamiento especialmente original, hay monstruos matando niños y una cazadora llega al pueblo a por ellos. Una versión algo más oscura y terrorífica de Buffy. Tampoco es que el tono sea original, una investigación rural, algo deudora de Stephen King, con personajes que encontramos en muchas historias de los pueblos estadounidense. Sin embargo Tynion, Werther Dell’Edera y Miquel Muerto lo conjugan todo de tal manera que esa familiaridad se hace nuestra y nos lleva a la sorpresa.
Los elogios al apartado gráfico son unánimes. Dell’Edera consigue un diseño que se sale de lo que habitualmente encontramos en este tipo de narraciones. Le da un toque especial, que es precisamente una de las cosas que hace de Hay algo matando niños un trabajo distinto. No va a la espectacularidad, va a lo íntimo y, al tratar el terror, a la oscuridad. Un trabajo difícil de imaginar sin el arte de Miquel Muerto, que nos imbuye de esa oscuridad para meternos en una Archer’s Peak sólidamente deprimente.
El final de una historia, o de un arco en este caso, puede ser lo más complejo. El mundo está lleno de finales insatisfactorios, pero los tres salen airosos precisamente ofreciéndonos una serie de acontecimientos muy reconocibles en el imaginario común pero que a la vez nos lleva a un cúmulo de sobresaltos. Como toda buena obra de terror debe hacer. Tensión y sobresaltos, no confundamos con sustos puntuales, que es a lo que nos ha acostumbrado el cine en diversas ocasiones.
Una de las maravillas de esta parte de la historia es el tratamiento de los niños. Los autores saben cómo moverlos y hacer que hablen, no son mero atrezzo sino que nos hacen ponernos en su lugar. La tragedia de los adultos también está muy bien llevada, y es en esos puntos donde Hay algo matando niños consigue destacar por encima de otras obras del género, gracias a la fuerte presencia del drama. Aquí todo importa, no solo la vida de los cazadores. Esto es algo que se veía desde el primer tomo, pero en esta parte de la historia los autores saben darle peso, no es una aventurilla suelta sino que son tres tomos que, si no fuera por el final abierto a continuar con la vida de Erica, podría sostenerse por sí misma como historia autoconclusiva perfectamente. Erica es la protagonista de esta serie, sí, pero no es el único personaje importante de estos tres tomos. Esto es algo que alabar por parte de los autores, aunque quién sabe, quizás en un futuro se retome a alguno de ellos.
Con respecto a la trama general de la serie se consiguen tejer muchos misterios que aseguran su futuro. No solo la historia puntual de Archer’s Peak, la que aquí se cierra, es interesante sino que todo lo referido a la Casa Slaughter engancha. Queremos saber más sobre los otros cazadores, sobre sus pañuelos, sobre las organizaciones, sobre sus pequeños monstruos encerrados en juguetes… sobre absolutamente todo.
Ahora bien, retomando lo dicho en la introducción, normalmente el segundo número o el segundo tomo es la prueba de fuego. Aquí no, ese honor lo tendrá el siguiente, el inicio de un nuevo arco argumental. Y podéis asegurar que por aquí hablaremos de ello. De momento esto sigue estando entre lo mejor del cómic USA actual.
Lo mejor
• Un cierre sensacional para el primer arco…
• …y un mundo que cuanto más crece más interesa.
• La capacidad que tiene su oscuridad para atraernos.
Lo peor
• Nada por aquí, de momento.
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
Un cierre sensacional para el primer arco en el que además los autores hacen crecer el mundo y con ello nuestro interés. Toda una joya.
Es muy buena serie, pero está muy lejos de no tener defectos. Sin ir más lejos se me ocurre el más evidente: el dibujante es un narrador bastante regulero. Tiene páginas que no se entienden prácticamente. No sabes que viñeta es la siguiente y cuando te quieres dar cuenta estabas leyendo mal.
Que reitero, la serie me gusta y esta muy bien, pero fallos tiene.
Creo que me atrae más el dibujo que el argumento. Según acabe este tomo, veremos si sigo con ella (Algo parecido me pasó con Faithless).