FLASH: EL HOMBRE VIVO MÁS RÁPIDO

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A estas alturas, pocas dudas caben acerca de la especial habilidad que atesora Geoff Johns para revitalizar todo tipo de personajes, colecciones y conceptos integrantes de la mitología propia del Universo DC, siendo JSA, o más recientemente Green Lantern y Superman, claros ejemplos de ello. Pero para apreciar en su justa medida el talento de este escritor, se antoja necesario retrotraernos a su laureada etapa al frente de The Flash, donde no sólo estuvo a la altura de su predecesor –Mark Waid–, sino que fue un paso más allá hasta convertir a Wally West en uno de los personajes más interesantes de la editorial, mediante la profundización en la caracterización de la peculiar galería de villanos del velocista escarlata.

Desgraciadamente, todo lo bueno llega a su fin, de forma que el macroevento Crisis Infinita propició un cambio radical en la cabecera: Geoff Johns, Skott Kollins, y Howard Porter cedieron el testigo a Paul DeMeo, Danny Bilson, Marc Guggenheim, y una interminable lista de dibujantes encabezada por Ken Lashley y Tony Daniel, cambiando el título de la colección por Flash: The fastest man alive. La semana pasada, Planeta DeAgostini Cómics finalizó la publicación de esta etapa, que en su edición original abarcó trece entregas, recopiladas en su contrapartida española en los tomos Flash: Un año después y La muerte de Flash. En las líneas que siguen a continuación analizaremos ambos arcos argumentales, que condicionarán el futuro más inmediato de un personaje de indudable atractivo, no siempre tratado con el acierto y la inspiración que merece.

Bilson, DeMeo & Guggenheim: conexión televisiva

Durante la última década, el trasvase de talentos entre el mundo de la televisión y el del cómic se ha convertido en un fenómeno bastate frecuente, propiciándose una relación de retroalimentación que en el común de los casos ha resultado bastante satisfactoria para los implicados. Tal vez los ejemplos más representativos han sido los de Joe Michael StraczynskiBabylon 5, Jeremiah– y Joss WhedonBuffy, Angel, Firefly, Dollhouse–, quienes tras la creación de series de culto, han logrado granjearse un prestigio equiparable dentro del mundo del cómic gracias a su trabajo al frente de títulos como Amazing Spiderman, Supreme Power y Thor, y Astonishing X-Men, respectivamente. Pero no podemos olvidarnos de supuestos como los de Charles y Daniel KnaufCarnivale–, guionistas de una interesante etapa de Iron Man, Mark VerheidenSmallville, Battlestar Galactica–, sucesor de Jeph Loeb al frente de Superman / Batman, o de forma más esporádica, Damon Lindelof –Perdidos– con Ultimate Wolverine vs. Hulk, y Allan HeinbergLas chicas Gilmore, Anatomía de Grey– con Jóvenes Vengadores y Wonder Woman. En cuanto a las series de animación, no podemos dejar de mencionar a Bruce Timm, Paul Dini, y su equipo de colaboradores, que gracias a un talento fuera de toda duda, han acercado el Universo DC –Batman: The Animated Series, Justice League, Superman, etc…– a miles de espectadores.

Sirva lo comentado hasta ahora para traer a colección el hecho de que la terna de guionistas responsable de esta etapa de Flash: The fastest man alive, ostenta una amplia experiencia en el mundo de la televisión, donde han desarrollado gran parte de sus carreras. Tras conocerse en la Universidad Estatal de California, Danny Bilson y Paul DeMeo fundaron la productora Pet Fly productions, que desde la predilección por el género de la ciencia-ficción, arrojaría como frutos las películas Trancers, Zone Troopers y The Wrong Guys. Con posterioridad se embarcarían en su primer –y accidentado- proyecto relacionado con el Noveno Arte: The Rocketeer, cómic creado por Dave Stevens en 1982. Finalmente, en 1990 ambos desarrollaron la adaptación televisiva de The Flash. Desempeñando tareas de producción, dirección y guionismo, ambos autores participaron de forma activa en la creación de más de una veintena de episodios, en los que, con independiencia del resultado final, pusieron de manifiesto su pasión por el mundo del cómic.


The Flash, El Abogado y Rocketeer: Guggenheim, Bilson y DeMeo en la pequeña y gran pantalla

Con posterioridad han mantenido su amistad y estrecha colaboración, no sólo dentro del campo de la televisión –Viper y The Sentinel-, sino también en el de los videojuegos –Medal of Honour: Rising Sun y Frontline, The Sims, etc…– y más recientemente, en el del cómic. Además de ocho entregas de Flash: Fastest Man Alive, Bilson y DeMeo colaboraron con Adam Brody –uno de los protagonistas de The O.C., junto a Rachel Bilson, hija de Danny– en el tebeo Red Menace, de Wildstorm.

Por lo que a Marc Guggenheim se refiere, este veterano guionista ostenta una experiencia de casi dos décadas en el mundo del cómic, habiendo desarrollado una carrera mucho más consistente que las de Bilson y DeMeo. Sus primeros contactos con el guionismo profesional se produjeron en el seno de la industria televisiva, siendo The PracticeEl Abogado, en España– su primer encargo. A la serie creada por David E. Kelly le seguiría su participación en Ley y Orden, y el primer spin-off de una de las franquicias más rantables de la historia reciente de la pequeña pantalla: CSI: Miami. Recientemente, se ha involucrado en el desarrollo de Brothers & Sisters.

Dentro del mundo del cómic, ha colaborado con las dos grandes editoriales, concretamente en colecciones como Lobezno y El Castigador para Marvel, o Aquaman para DC. Pero su eclosión se ha venido produciendo durante los dos últimos años: a Flash: The fastest Man Alive le seguiría su designación como integrante del equipo de guionistas de Amazing Spiderman, así como máximo responsable de la recién inaugurada Young X-Men.

Flash: Un año después

Edición original: Flash: The fastest man alive # 1-8 (agosto de 2006 / marzo de 2007); DC Comics.
Edición España: julio de 2007; Planeta DeAgostini Cómics.
Guión: Danny Bilson y Paul DeMeo.
Dibujo: Ken Lashley, Karl Kerschl, Sal Velluto, Ron Adrian, Andy Smith y Art Thibert.
Formato: tomo recopilatorio de 192 págs.
Precio: 13,95 €.

Las consecuencias de Crisis Infinita afectaron de forma especial a Wally West, quien padecería los rigores de los paralelismos entre esta miniserie y su evidente fuente de inspiración y homenaje: Crisis en Tierras Infinitas. Durante seis meses, los seguidores de Flash se vieron privados de su ración mensual de aventuras, pero en junio de 2006 se produjo el lanzamiento de una nueva serie: Flash: The fastest man alive. Danny Bilson y Paul DeMeo, veteranos en la industria de la televisión, y creadores de la adaptación a la pequeña pantalla de las aventuras de Flash, fueron los encargados de abordar una nueva etapa, totalmente condicionada por acontecimientos pretéritos.

Con West fuera de la ecuación, todo el protagonismo recayó en Bart Allen, personaje creado por Mark Waid que durante los últimos años había iniciado un evidente proceso de maduración abordado por Geoff Johns en Jóvenes Titanes y The Flash. A estas alturas, poco quedaba del joven alocado, dicharachero e inmaduro que en su momento portó los uniformes de Impulso y Kid Flash, pues tras la progresiva acumulación de méritos y hazañas, culminadas en su heróica participación en Crisis Infinita, pocas dudas quedaban –más allá de la innecesariedad del relevo– acerca de su valía para asumir el legado de Barry Allen y Wally West.

Sin embargo, el “año después” reflejado en los principales títulos de la editorial, nos trajo de vuelta a un Bart un tanto apesadumbrado, incapaz de asumir una responsabilidad que por derecho e idoneidad parece corresponderle. En su lugar, observamos cómo reside en Keystone City, donde trabaja junto a su compañero de piso Griffin Grey en una moderna planta de montaje, pionera en alta teconología de la industria automovilística. Pese a argumentar que ya no puede acceder a la “Fuerza de la velocidad”, fuente del poder de los velocistas, Bart se verá obligado por las circunstancias a poner de manifiesto su más que probada heroicidad, pero la decisión parece firme: tras una conversación con Jay Garrick, y una visita a los laboratorios S.T.A.R. –donde conocera a Valerie Perez– Bart parece decidido a tomar una decisión que a buen seguro podría cambiar su vida. ¿Se replanteará su postura tras la aparición de un nuevo y autoproclamado héroe de Keystone, y el regreso de un viejo enemigo?

La Muerte de Flash

Edición original: Flash: The fastest man alive # 9-13 (abril / agosto de 2007); DC Comics.
Edición España: junio de 2008; Planeta DeAgostini Cómics.
Guión: Marc Guggenheim.
Dibujo: Andy Kuhn, Ron Adrian, Paco Díaz, Tony Daniel.
Formato: tomo recopilatorio de 144 págs.
Precio: 11,95 €.

Tras ocho entregas, Marc Guggenheim tomó el relevo de Paul DeMeo y Danny Bilson, asumiendo la responsabilidad de conducir a Bart Allen a un punto de no retorno. Una vez puesta de manifiesto la necesidad de continuar el legado de Flash, Bart trata de acostumbrarse a su nueva vida como buenamente puede en la ciudad, pero cambiando el escenario habitual de Keystone City por la ciudad de Los Ángeles. Allí, como medio a través del cual rendir tributo a su abuelo Barry Allen, cursa estudios en la Academia de Policía, pero la vocación de llevar una vida lo más normal posible –teniendo en cuenta su peculiar idiosincrasia– se verá afectada por la aparición de un extraño objeto desconocido que llamará la atención de Steppenwolf, personaje perteneciente al linaje de los Nuevos Dioses.

Con posterioridad, como parte de una tarea encargada del plan de estudios de la Academia de Policía, los cadetes deberán analizar un caso sin resolver que conducirá a nuestro protagonista hacia uno de los más clásicos contrincantes de Flash. El encuentro se agravará con una inesperada revelación por parte de un personaje muy familiar, que condicionará su relación con Valerie, con quien Bart mantiene una accidentada relación sentimental.

Lejos de solucionarse, la situación se agravará por momentos, involucrando a buena parte de los integrantes de la colorida galería de villanos del velocista escarlata: Abra Kadabra, El amo de los espejos, Heat Wave, El flautista, Trickster, Hechicero del clima, y el Capitáin Frío. Reunidos por Inercia –quien oculata oscuras intenciones–, pondrán todo su empeño en llevar a buen término un elaborado plan, con el objetivo de rendir cuentas de una vez por todas con su más acérrimo enemigo, al tiempo que ponen en serio peligro la integridad física de toda la población de Los Ángeles.

Valoración personal

Por varias y muy diferentes razones, resulta especialmente complicado tratar de plasmar por escrito las impresiones derivadas de la lectura de estos dos tomos recopilatorios. Las dos más relevantes: el profundo respeto y admiración que siento por la etapa de Geoff Johns al frente de The Flash –estaré eternamente agradecido a Toni Boix por su efusiva recomendación–, y por otra, la dificultad que representa para un servidor dedicar tiempo y esfuerzo a preparar un artículo sobre una obra que no ha satisfecho las expectativas mínimas exigibles a cualquier producto de entretenimiento. Probablemente, la principal dificultad a la que se han enfrentado los guionistas de ambos tomos ha venido propiciada por la imposición editorial que condiciona el final de esta etapa del personaje. Pero pese a las trabas que han impedido desarrollar su breve estancia en la colección con libertad, el resultado es realmente pobre, diferenciando, eso sí, la mediocridad apreciable en las páginas escritas por Bilson y DeMeo –visiblemente incapaces de sacar partido de las circunstancias que hacen de Bart Allen un personaje muy aprovechable–, del pragmatismo de un Guggenheim no demasiado inspirado, pero resultón.


El dinámico y colorido Flash de Karl Kerschl

Resulta cuanto menos irónico que, siendo la tradición del legado tan representativa de los personajes DC, Bilson, DeMeo, y Guggenheim hayan dilapidado de tal forma el cosechado por Geoff Johns. El guionista de Detroit, cuyo talento es el auténtico pilar sobre el que se sustenta el Universo DC contemporáneo, se afanó en construir un elaborado entorno que enriqueció sobremanera las facetas personal y superheroica de Wally West, prestando especial antención a su relación con Linda, y a una colorida galería de villanos a la que, en su momento, tan sólo le podía hacer sombra la ostentada por el mismísimo Batman. Quien haya disfrutado de los más de 60 números guionizados por Johns, no podrá evitar sentir cierto bochorno al ser testigos de una de las escenas finales de La muerte de Flash que, lejos del sentido de la épica presupuesto, sumen en un profundo patetismo a personajes otrora caracterizados por sus numerosos matices, razonadas motivaciones y –en la medida en que lo permiten los convencionalismos del género– una profundidad dramática explorada de forma exhaustiva.

Por otra parte, en lo que a Bart Allen se refiere, la sensación predominante es la de que han quemado de forma prematura e innecesaria a un personaje realmente interesante, que siempre ha servido como contrapunto desenfadado de los velocistas. Bien es cierto que, merced a los eventos narrados en Jóvenes Titanes, Flash, y Crisis Infinita, el proceso de maduración sabiamente contemporizado por Geoff Johns había llegado a su momento más álgido, pero ello no obsta para que, aún habiendo cosechado sobrados méritos para merecer portar el uniforme escarlata, tal vez no se trataba del momento más oportuno. Menos aún si tenemos en cuenta el poco renombre de los encargados de narrar sus primeros pasos como nuevo Flash, una apuesta sino perdedora, cuanto menos arriesgada. Tanto en la portada de la edición original como en las páginas interiores se hace especial hincapié en el hecho de que este Flash es el “hombre vivo más rápido”, pero al igual que reza el slogan de la popular marca de neumáticos, “la potencia sin control no sirve de nada”, y en este punto, el control ejercido por los guionistas ha resultado insuficiente, o el esgrimido por los editores, excesivo…


Paco Díaz, y su interpretación del «velocista escarlata»

En cuanto a la parcela artística, pese a que el resultado final es bastante discreto –aunque a todas luces superior al evidenciado en el apartado argumental–, el baile de dibujantes exige un análisis individualizado: Ken Lashley, Sal Velluto, Ron Adrian, Andy Smith, Art Thibert, Andy Khun, Paco Díaz, Tony Daniel, y Karl Kerschl poseen estilos muy diferenciados que, dicho sea de paso, no contribuyen a mitigar la sensación de inestabilidad de la colección. Siendo el gráfico un apartado en cuya valoración priman de forma muy especial los gustos personales, no puedo evitar señalar a Karl Kerschl como el dibujante que en mi opinión, y pese a haberse encargado tan sólo de una entrega, mejor se ha adaptado a la colección. Su estilo, en el que prima el dinamismo, y la suavidad de formas, se ajusta como un guante a los requerimientos de un título como éste, y lo cierto es que el meritorio coloreado obra de Stephane Peru y Richard y Tanya Horie confiere a sus viñetas una espectacularidad comparable –pese a las evidentes diferencias estilísticas– al de Joshua Middleton o Daniel Acuña.


Tony Daniel, retratando a Bart Allen en apuros

Tony Daniel demuestra una vez más su oficio, mejorando considerablemente su aportación a Jóvenes Titanes, pero todavía sin alcanzar el nivel mostrado en Batman. Así, realiza páginas interiores correctas, y portadas cuya espectacularidad admite poca discusión. Por su parte, Ken Lashley asume como buenamente puede la comprometida tarea de ilustrar los insulsos guiones de Bilson y DeMeo, mostrando las limitaciones de su narración, y de un estilo que no termina de llamar la atención del lector que escribe estas líneas, ni de postularse como el más adecuado para plasmar el tono vigoroso, enérgico y fugaz que debería requerir un personaje como éste. Por la parte que le toca al dibujante mallorquín Paco Díaz, quien durante la última década ha dado muestras más que sobradas de su profesionalidad, decir que cumple con corrección con su cometido, aunque habría resultado interesante comprobar cómo se habría adaptado al título de haber dispuesto de más de una entrega para poner de manifiesto su talento. Del resto de dibujantes, poco o nada que destacar, oscilando la valoración de su aportación entre la indiferencia y

En cuanto a la edición española, en líneas generales es más que correcta. Como viene siendo habitual en Planeta DeAgostini Cómics –excepto en lo relativo a las líneas Clásicos DC y Universo DC, con baremos cuya lógica se escapa al común de los mortales–, la relación entre calidad, número de páginas y precio, es bastante razonable, incluyendo galería de portadas y artículos introductorios adecuados para poner en situación a los lectores. Tan sólo chocan algunos errores muy puntuales, como la falta de anotaciones a pié de página en supuestos que a todas luces lo requieren –la alusión a la serie televisiva Cold Case (Caso abierto, en España), protagonista de un juego de palabras perdido en la traducción del # 10 U.S.A., recopilado en el segundo tomo de la edición española–, o el equívoco en el nombre de personajes –Barry, en lugar de Bart–, apreciable en el mismo tebeo.


Portadas de Universo DC: The Flash #1, All-Flash #1, y The Flash #231

Ante la sucesión de desaciertos plasmados en estas dos obras, nos queda el consuelo de que los próximos meses depararán más de una alegría a los fieles lectores de las aventuras del velocista escarlata, pues durante el mes de julio se iniciará la publicación de la etapa completa de Mark Waid al frente de The Flash, dentro de la línea Universo DC, y a partir del mes de noviembre (tal y como indican en la sección de consultas de la web de Planeta DeAgostini cómics), la continuación de la serie regular con su #231 –imaginamos que precedido por el especial All-Flash #1–, que nos traerá de vuelta por poco tiempo a Waid, y a un inspiradísimo Daniel Acuña.

Enlaces de interés

Entrevista a Marc Guggenheim, publicada en Comicon.com.
Entrevista a Marc Guggenheim, publicada en Newsarama.
Entrevista a Karl Kerschl, publicada en Comicon.com.
Entrevista a Paco Díaz, publicada en Diario de Mallorca.
Avance de Flash: the fastest man alive #1, publicado en Zona Negativa.
Avance de All-Flash #1, publicado en Zona Negativa.

Un saludo y hasta la semana que viene! (eso espero)

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javier
Lector
14 junio, 2008 11:57

Siempre he pensado, que al ser Bart Allen del futuro,

Aviso de Spoiler

aunque muera «ahora», realmente no ha nacido aún, y ese nacimiento se producirá en el futuro, por lo que podrá volver a aparecer.

No como lo de Capitán Marvel, que es recuperado de una linea anterior a su muerto, sino como idiosincrasia propia de los viajes temporales…

dark schneider
dark schneider
14 junio, 2008 16:49

Yo por contra, nunca he creído que Johns hiciera evolucionar a Bart, si Johns se hubiera leído la serie de Impulso o Young Justice, se habría dado cuenta que Bart no era así, pero es que encima lo de Bilson y deMeo es ya para darles de collejas de aquí hasta Navidad

lucas
14 junio, 2008 18:23

humm, yo creo que johns hizo evolucionar al personaje, pero si uno leyo la etapa de waid (la original) que es la etapa sobre la que se construye la del gran geoff se da cuenta que el personaje estaba bien desarrollado y habia una explicacion muy inteligente para su comportamiento, el problema fue que los guionistas fuera de la franquiciad del corredor escarlata siempre lo trataron como un bufon o como un imbecil.
yo recomiendo la mejor saga de la historia de flash (en mi opinion) que es «velocidad terminal» en donde bart asume su legado y da muestras de que no es tan cabeza hueca como parece.
http://www.cerradocomis.blogspot.com

branhunter
Lector
14 junio, 2008 18:55

Eso eso, velocidad terminal, gran saga de Flash. Si alguien me la quiere comprar, que pulse sobre el enlace de mi nombre, aunque me falta algún numerito, ¡creo recordar!

De todas maneras esa parte del trabajo de Waid en Flash fue muy fructífero.

yota
Lector
14 junio, 2008 19:21

Gran artículo David, como siempre.

Para mi estos tomos han sido especialmente jodidos. Me ha repateado mucho lo que han hecho con Bart, puesto que es uno de mis personajes favoritos, menos mal que para quitarnos el mal sabor de boca ahora podremos leer la etapa de Waid completa.

Saludos.

Gelocrates de Estagira
Gelocrates de Estagira
14 junio, 2008 19:26

¿Alguien sabe si se va a reedita el Flash de Johns?

wokywoky
wokywoky
15 junio, 2008 0:09

¡Larga vida a Bart Allen!

flash
flash
15 junio, 2008 2:46

Tengo los comics desde el #1 hasta el #9, y la verdad siento que los dibujos son malos.

No se si sea por que no estoy acostumbrado, pero la verdad los unicos dibujos de calidad y que valen lo que cuesta el comic fueron los del #3, o sea los de Karl Kerschl junto con Serge Lapointe, y si son coloridos y dinamicos, ademas de que se ven matices muy suabes, eso me gusto.

La historia hasta ahora me gusta, pero siento que es algo tonta la la relacion que tienen Bart y Valerie, sobre todo en los ultimos numeros que tengo(8 y 9).

flash
flash
15 junio, 2008 3:59

¡¡¡Genial, con la asombrosa mano de Karl Kerschl esto se va a poner bueno, junto con Mark Maid aun mejor!!!.

Me descepciono mucho Flash: T.L.M.A. la verdad.

dark schneider
dark schneider
15 junio, 2008 14:30

>>pero decir que Johns no ha hecho evolucionar a Bart… Creo que en las páginas de Jóvenes Titanes y Flash ha quedado sobradamente demostrado que sí. Lo ha hecho madurar y mucho, haciéndolo plenamente consciente de la importancia del legado, y de la necesidad de asumir responsabilidades. Ésta es mi opinión, al menos.

Johns no se ha leído nada ni de Impulso ni de YJ, Bart ya estaba madurando en ambas series, y si una cosa tenía clara es que él no quería ser Flash, que admiraba a Wally pero quería seguir su propio camino, Johns corrompió al personaje en TT, esa es mi opinión

Kaik
Kaik
15 junio, 2008 17:05

Sólo hay que leer la introducción del primer tomo del Hawkman de Johns para ver que se lee las etapas previas de los personajes, que haya preferido enfocar la evolución del personaje desde otro punto de vista es algo muy distinto.

x-ternon
x-ternon
16 junio, 2008 12:42

A mi también me parece que Johns se cargó a Bart, madurar no es lo mismo que cambiar el carácter y el Kid Flash de los Titanes es un personaje distinto a lo que había sido Bart hasta entonces, de hecho los Titanes de Johns me parece una serie muy floja, se queda a medio camino de todo y encima le roba la química a un trío que funcionaba a las mil maravillas en YJ, para mi que a Johns no le gustó nunca el carácter alegre de la serie (aunque sufrieran más de una p**ada) y decidió convertirlos en adolescentes amargados y tristones.

x-ternon
x-ternon
16 junio, 2008 13:06

Por cierto, si Danny Bilson es padre de Rachel Bilson, se le perdona que haga tebeos truñosos