El gourmet solitario

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Edición original: Kodoku no Gurume, Kabushiki Kaisha Fusōsha (1997).
Edición España: Astiberri Ediciones, Colección Sillón Orejero (agosto de 2010).
Guión: Masayuki Kusumi.
Dibujo: Jiro Taniguchi.
Formato: tomo de 200 págs. en b/n, encuadernado en rústica con solapas.
Precio: 18,00 €.

 

A finales del pasado mes de agosto, las librerías especializadas recibieron las primeras copias de una nueva obra de Jiro Taniguchi, mangaka que parece gozar de una gran aceptación dentro de nuestras fronteras, a juzgar por la cantidad de obras que, publicadas durante los últimos años, cuentan con la firma por este autor. Pese a ello, buena parte de su nutrida bibliografía permanece inédita en España, como sucedía con el título que hoy nos ocupa: El gourmet solitario (Kodoku no Gurume), publicado originalmente por la editorial Fusōsha en 1997.

Es probable que el hecho de que en 2005 la francesa Casterman recuperara este material contribuyó a situar la colaboración entre Taniguchi y Masayuki Kusumi en el “radar” de las editoriales españolas, pero ha sido necesario el transcurso de un lustro para que llegara a nuestras manos. Finalmente, Astiberri Ediciones ha tomado el relevo de Planeta DeAgostini Cómics y, muy especialmente, Ponent Mon, hasta ahora encargadas de dar salida a la producción de este prolífico autor; y lo hace con una obra en la que, pese a apreciarse los rasgos temáticos y estilísticos tan característicos de Taniguchi, presenta no pocas particularidades. El gourmet solitario tiene como protagonista a un joven comerciante residente en Tokio que, debido a la necesidad de visitar a diferentes clientes, se ve en la obligación de viajar frecuentemente por la capital nipona y sus inmediaciones. Como consecuencia de su ajetreado día a día, a duras penas logra mantener un horario razonable, de modo que aprovecha cualquier momento para saciar su apetito: la hora de la comida, variable en función de lo apretado de su agenda, se convierte en una oportunidad perfecta no solo para redescubrir lugares visitados con anterioridad, sino también para disfrutar con diferentes platos típicos de la cocina popular japonesa y analizar la clientela y el ambiente imperante en el local elegido para la ocasión. Una costumbre, casi elevada a la categoría de ritual, practicado por un personaje del que apenas conocemos detalles.


Dos páginas interiores de El gourmet solitario (haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

A través de 19 capítulos –tantos como recetas y emplazamientos en los que se desarrolla la acción–, los autores presentan relatos autoconclusivos que, analizados de forma conjunta, se convierten en un pequeño esbozo de la personalidad del misterioso protagonista. Un tipo afable, tranquilo, sosegado, reservado, educado, trabajador, en cierto modo nostálgico y, por encima de todo, de buen comer. Evidentemente, el elemento gastronómico adquiere un gran peso en la obra, ya que Taniguchi y Masayuki se esmeran en plasmar una exhaustiva descripción gráfica y literaria de los platos ingeridos por los personajes, prestando la atención necesaria a sus ingredientes, sabores y texturas. Pero esos mismos platos y menús no solo despiertan la curiosidad, el entusiasmo y el apetito del protagonista –y del lector–, sino que también se convierten en detonantes de recuerdos vividos y sensaciones experimentadas con anterioridad. Además, los pequeños tiempos muertos –la búsqueda de un restaurante, el estudio de la carta, la espera para ser atendido y servido, y la propia degustación– terminan propiciando la observación del entorno, la reflexión acerca de la memoria, de los cambios en las zonas antaño conocidas, y la sorpresa por los lugares hasta entonces desconocidos; pero sobre todo, el estudio de los comensales y del entorno en el que se mueven, hasta el punto de que este ejercicio analítico termina por conformar un pequeño retrato de la sociedad y cultura japonesas, y de las costumbres, rasgos y características asociadas a cada estrato social… si damos por buena la tesis según la cual conociendo qué come cada individuo, dónde y en compañía de quién, es posible obtener bastante información.

Comentaba en líneas anteriores que en este tebeo se aprecian buena parte de los rasgos estilísticos y temáticos habituales en la obra de Taniguchi: por una parte, el historietista natural de Tottori (Tokio) hace gala de su ya tradicional línea clara, un trazo inmediatamente reconocible en el que se advierte la influencia de la bd. Pero del “Viejo Continente” también heredó el apego a la realidad y al detalle; no en vano, cuando rememora sus primeros contactos con la obra de autores europeos afirma lo siguiente: “Recuerdo lo atónito que me dejaba el realismo de este tipo de cómic, especialmente a la hora de representar los personajes y entornos con todo lujo de detalles realistas que eran inimaginables para el manga de aquella época.” (Manga: La era del Nuevo Cómic, de Paul Gravett; H. Kliczkowski, 2004). Por otra parte, nos reencontramos con el punto evocador y contemplativo, con el sosiego, la calma, y la importancia de las emociones y los pequeños detalles; pero también con la melancolía, asumida desde una resignación aparentemente serena, desde la aceptación de la propia persona, de quién es y de cómo ha elegido vivir su vida, en la que está presente cierto punto optimista, cierto disfrute de la soledad…


El gourmet solitario no solo ofrece numerosa información acerca de diferentes platos típicos japoneses, sino que también posibilita al lector recorrer diferentes barrios de los distritos de Tokio, y alrededores de la ciudad nipona. En el mapa (haciendo click accederéis al Google Maps de Tokio), están señalados diferentes emplazamientos visitados por el protagonista, detallados en la siguiente leyenda, que enlaza a entradas de la Wikipedia centradas en dichos lugares: 1. Suginami, 2. Nerima, 3. Itabashi, 4. Toshima, 5. Taito, 6. Shinyuku, 7. Chiyoda, 8. Chūō, y 9. Shibuya.

Para finalizar este pequeño apartado de enlaces, cabe añadir la entrada de la Wikipedia dedicada a la gastronomía japonesa, y este post publicado de About.com: Manga, en el que se especifican otros manga adheridos al subgénero culinario.

Tal vez se le puede achacar a este manga lo repetitiva que resulta su estructura –una realidad innegable–, o que apenas se ofrezcan detalles relativos a la vida del protagonista, más allá de alguna que otra sugerencia puntual y de una secuencia que, en forma de flashback, amenaza con convertirse en una concesión innecesaria a clichés dramáticos reiterados hasta la saciedad. Pero personalmente no entiendo que ninguna de estas circunstancias llegue a resultar molesta, o menoscabe el valor de esta apetitosa –nunca mejor dicho– lectura. Precisamente, el que Taniguchi y Masayuki obvien un esquema narrativo de presentación-nudo-desenlace, para decantarse por pequeñas piezas, por “momentos gastronómicos” en la vida de este joven comerciante, hacen de ésta una lectura diferente, invitan a imaginar su existencia antes y después de los episodios contenidos, haciendo bueno el consejo ofrecido por David Simon -en boca de John Goodman– en la televisiva Treme: “No penséis en términos de un principio y un fin, porque al contrario que algunos entretenimientos con trama guiada, no hay conclusión en la vida real. En absoluto.”. En El gourmet solitario no existe una trama guiada, ni un principio y un final ajustado a esquemas narrativos habituales en obras de ficción; la vida sigue, y -evidentemente- la vida existía de forma previa a estos relatos. Pero en lugar de explicitarla, los autores prefieren acotar su campo de acción, dejar buena parte del trabajo a la imaginación del lector, y centrarse en instantes que no solo demuestran la riqueza gastronómica nipona y el buen apetito del protagonista, sino que también permiten que nos hagamos una ligera idea de cómo es la gente que habita determinados barrios japoneses y cómo se estructura la sociedad del País del Sol Naciente. En resumidas cuentas, un tebeo tremendamente disfrutable y enriquecedor, que probablemente disfrutarán de forma muy especial tanto los incondicionales de Taniguchi, como los interesados en la cultura y gastronomía japonesa.

Antes de concluir, comentar dos curiosidades: por una parte, que se ha confirmado que Taniguchi y Masayuki retomarán esta serie, publicando una nueva historia de 8 páginas de extensión en el semanario Spa! Y por otra parte, si tenéis interés en conocer las fases de desarrollo de la portada de la edición publicada por Astiberri, diferente a la original, Manuel Bartual ha detallado el proceso en su blog Diario de trabajos.

Un saludo y hasta la semana que viene! (eso espero)

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Alberthor
Alberthor
Lector
11 septiembre, 2010 10:02

Aquí un incondicional de Taniguchi. Seguramente le dé una oportunidad aunque tendrá que esperar…
 
Gracias por esta gran reseña.
¡Saludos!

pop
pop
11 septiembre, 2010 23:38

Siempre he querido leer algo de este autor, lo vi el otro día en la tienda y no sabía que tal estaría. Me ha parecido curiosa la temática y manera de abordar la historia, además me encanta la cocina japonesa! 😀 Creo que me lo pillaré, gracias por la reseña.

Raúl López
Admin
12 septiembre, 2010 22:10

A mi Taniguchi me gusta cada vez más 🙂 eso sí, como apunta David lo suyo es comenzar por Barrio lejano o El almanaque de mi padre, dos autenticas obras maestras. Aunque si hay una obra que garantiza una transacción fácil de superheroes a manga, esa sería Blanco, del mismo autor, no es tan redonda como las dos anteriores pero si que permiten un acercamiento al autor de lo más agradable, vamos que si lo que buscas son historias intimistas das dos primeras y si quieres leer algo con un pelín de acción Blanco es una obra perfecta 🙂